viernes, 13 de enero de 2012

El ocio

Katsushika, “Niño observando el Monte Fuji”



"El ocio representará el problema más acuciante,
pues es muy dudoso que el hombre se aguante a sí mismo."
(Friedrich Dürrenmatt)

¡Qué necesario y sentador resulta esto que llamamos ocio y que, muchas veces, intentamos llenar de proyectos y actividades para que no se convierta en monotonía o pereza, para no tener que enfrentarnos con nosotros mismos! Hacía meses que no dormía tanto ni tan plácidamente. Meses que mi cara no se veía libre de ojeras y abultados párpados. No hay mejor tratamiento antiage que el ocio bien vivido.

Sin embargo, el ocio tiene mala fama por considerárselo tiempo perdido, sinónimo de improductividad. Con la velocidad y la oferta de consumo de supuestas diversiones que se nos ofrecen en los tiempos de hoy se atenta contra el ocio bien entendido. Y se nos incita a llenar nuestro tiempo libre de obligaciones laborales con destinos que, lejos de darnos un descanso, nos cansan y nos vuelven a congregar en forma multitudinaria para crisparnos los nervios.


Se nos otorga el derecho y el privilegio de las vacaciones. Lo mejor de esto que llamamos vacaciones demuestra una cosa importantísima: la ansiedad y el estrés que nos acompañan a lo largo del año de trabajo no son producto de nuestra patología mental, sino simplemente nuestra natural reacción a la alienación y el abatimiento que implica vivir en una urbe del siglo XXI, donde no hay tiempo para la dis-tensión porque la vida en la ciudad es pura tensión, aunque no se trata en absoluto de una elección propia. Y son la imposibilidad de elegir qué hacer y la conciencia de todo lo que se quiere pero no se puede hacer con nuestros tiempos durante tantos meses lo que más enferma al alma, lo que más neurotiza, lo que más envejece.


El ajetreo cotidiano que comienza contranatura, con un tremendo madrugón que durante largos meses significa estar despierto antes de que nuestro reloj biológico diga que es hora de levantarse, simplemente porque aún no salió el sol, implica de entrada una importante causa de malestar e insatisfacción en nuestra forma de encarar el día. Empezar la jornada cuando la tiranía del despertador lo decreta para salir corriendo de la cama a cumplir con la interminable lista del "tener que", que acumula deberes impuestos por la escolaridad de los hijos y el trabajo propio, más el manejo de una casa, no deja tiempo ni energías para lo que experimento en estos plácidos y extraños días, en los que a veces no sé ni en qué día de la semana estoy: ¡estupenda sensación de sanidad mental!

Al mismo tiempo sucede que uno se extraña de sí mismo al sentir que disfuta de hacer nada, entendido desde lo que casi todos piensan que es hacer. Disfrutar de no salir de casa, de no ir a donde se supone que hay que ir cuando uno está de vacaciones, resulta bizarro para la gran mayoría; no transar con el negocio del ocio, que en definitiva lo mata, parece absoluta insanía. Elegir no ser uno más de los millones que abandonan la ciudad para abarrotar las playas y pelearse por una superficie en la arena bajo el sol, o elegir no hacer largas colas en el parque de diversiones, gastando fortunas por la adrenalina de la montaña rusa, que conocemos de memoria por ser la mejor alegoría de nuestra rutina cotidiana, parece una locura propia de un neurótico amargado. Y sin embargo, es lo que asegura el descanso y la convicción de que, después de todo, no estamos tan locos.


Como miembro de una sociedad altamente psicologizada y neurotizante, a menudo me siento una trastornada, una neurótica. Son estos refrescones en la misma ciudad que me perturba y me crispa el resto del año, pero con por lo menos tres millones de personas inactivas o ausentes este mes de enero, con calles en las que se puede caminar si uno sale de casa sin llevarse por delante a medio mundo y vías por donde se puede circular en auto con suficiente holgura, sin bocinazos ni atascamientos, escuchando que en la radio el informe de tránsito diario tiene poco que informar, son estas bocanadas de aire fresco, estos remansos los que, en definitiva, nos dan la clara pauta de que no estamos locos: es la forma en que se nos plantea la vida sin que pueda mediar elección propia lo que verdaderamente enloquece.


A boca de jarro

10 comentarios:

  1. Yo al estar medio lejitos de la ciudad no me doy cuenta, pero mi marido que va y viene anda mas relajado con el auto jeje.
    Yo busco vacaciones a contramano, a esos lugares donde nadie va, donde enseguida el pueblo sabe que llegó un "turista" porque hay 3 jaja. Incluso de joven, nunca me iba de acaciones a salir, a bailar...me iba con una amiga al sur, a una quinta, escapandole al tumulto y buscando paz
    Que linda palabra para empezar a usar: ocio. Voy a practicar

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  2. ¿Viste, Mica?

    A veces nos parecen raros nuestros propios comportamientos porque nos miramos desde lo que "todos hacen" y pensamos que esa es la pauta de normalidad.

    Ayer veía por tele lo que era Mar del Plata y mostraban imágenes de la 9 de julio. Buenso Aires parecía un pueblo comparado con el gentío que se veía deambulando por la rambla... Yo paso.

    Me es difícil el tema de elegir un destino para vacacionar. Los chicos quieren "acción", pero al final, cuando los llevamos a un lugar más apartado y entramos todos en contacto con la naturaleza, aunque no sea el medio del campo, y haya un poco de bullicio en las calles céntricas al que uno puede llevarlos un rato algunas veces, resulta bueno para todos.

    Ellos también aprenden que papá y mamá necesitan silencio y calma, y aprenden a conectar con eso y lo disfrutan también.

    Los futbolistas necesitan parar la pelota y levantar la cabeza antes de patear al arco y hacer un gol muchas veces ;)

    Un beso grande, trasnochado hoy!

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  3. Me ha encantado recibir tu visita en mi bitácora. Coincidimos en los espacios de Joselu - auténtico especialista de las labores docentes - y en el de Pedro Ojeda Escudero.

    Todo lo que venga de Argentina me interesa. Hace dos años tuve oportunidad de visitar tu país y vine prendado de sus paisajes y de la simpatía y hospitalidad de sus gentes. Tampoco me pasaron desapercibidos los contrastes, sobre todo en Buenos Aires... Tengo unos buenos amigos, docentes también, en Rosario. Con ellos visitamos Iguazú. ¡Increíble...!

    Con la etiqueta "Argentina" de mi birácora he abordado algunos temas como consecuencia del mencionado viaje. Allí plasmo mis impreiones...

    Por el contenido de tu texto, se nota que estás de vacaciones estivales. Te felicito y te deso que las disfrutes en compañía de los tuyos. Aquí, como bien sabes, estamos en invierno, pero en Barcelona resulta muy suave. El mérito debe de ser del Mediterráneo que tan bien sabe glosar en sus canciones Joan Manuel Serrat.

    Aunque nací en un pueblo de la provincia de Teruel vivo en esta ciudad desde hace muchos años. Soy urbanita, pero eso no está reñido con sentir añoranza del pueblo y desear que lleguen las vacaciones para retornar a los orígenes. Pero también llega un momento en que me pasa lo mismo con la ciudad. La eterna contradicción...

    Quizás la explicación de esta atracción está en que no me he dejado arrastrar - toco madera - por esas corrientes estresantes que tanto caracterizan a la vida ciudadana y tampoco me he dejado adormecer por la tranquilidad y soledad de los pueblos de mi tierra en trance de desaparición...

    Un abrazo de otro docente...

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  4. ¡Bienvenido, Luis Antonio!

    Y muchísimas gracias por tus comentarios. Ha sido para mí una muy grata sorpresa encontrarme con tu blog, con tu interés y gusto por la Argentina, que seguiré leyendo en el transcurso del día de hoy, porque era de madrugada aquí cuando te visité, y con tantas coincidencias.

    ¡Un cariñoso saludo, Luis Antonio!

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  5. es un éxito el lograr el bienestar (el verdadero, claro) donde la mayoría no considera así. es valentía a priori, pero comporta una manera diferente de ser feliz al margen de seguir a la manada.
    te felicito por ello porque esas actuaciones estarán respaldadas por muchos tiempo de reflexión y de trabajo interno.
    creo que está bien reflexionar sobre esto, pero más importante es hacer caso de las palabras que salen de tus dedos.
    un abrazo!

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  6. "Hacer caso de las palabras que salen de mis dedos"...

    ¡Qué bella frase! Ya mismo la anoto en el cuaderno de mis apuntes para el alma, mi querido Diego.

    Un beso y gracias.

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  7. En esta ocasión estoy contigo FER al 1000x1000, pero no solamente en vacaciones, yo huyo todo el año de las aglomeraciones por mucho que repartan billetes de 500 euros ¡¡no lo soporto!! me importa un pito si está de moda, si no va a volver ( por ejemplo en el caso de giras o conciertos en las próximas 50 décadas) si tengo que perecer víctima del espachurramiento les prometo mi ausencia a todos.
    Una de las cosas que más me gustan en esta vida es el mar, además tengo la suerte de vivir muy cerquita de él...si tengo que ir a la playa en plena vorágine prefiero ponerme a mirar un charco y hacerme a la idea que estoy en la playa.
    Nunca he podido comprender esa gente que sale de las grandes urbes y se van en procesión mariana a matarse en una playa por unos centímetros de arena ¡¡vaya martirio!! para mi las mejores vacaciones son siempre las que te olvidas del reloj, vives como los indios jajaj te levantas cuando te da la gana, andas descalza por la hierba o por la arena, sola, con unos vaqueros rotos y una camiseta o como sea... puedes leer, escuchar música, comer a la hora de merendar, cenar a la hora de desayunar jajaja Mmmm ese es mi paraíso.
    Para mi le ocio no existe como tal, en realidad supongo que a eso yo le llamo hacer lo que me gusta y a veces ( por ejemplo con el blog) hasta lo hago mientras trabajo, tengo esa suerte... puedo escuchar música, leer, trabajar y hasta si me da el ataque de locura transitoria... ( y estoy sola, claro) hasta bailar como una peonza por el despacho jajaja no se lo digas a nadie, por favor...será nuestro secreto:))
    Como ves, la anarquía total es mi estado ideal, mi felicidad:-)

    Un beso inmeeeeenso preciosa


    PD
    Como ves yo estoy muy ... pero muuuy ¡¡crazy!!:))

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  8. La descripción perfecta de lo que son vacaciones, y una alegría de vivir admirable, mi querida María!!!

    Eres libre y feliz, en un mundo de ataduras, compromisos y caras largas: eres lo que aquí en Argentina llamaríamos "una loca linda"!

    Gracias, un beso inmenso para ti y una buena semana!

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  9. El "farniente" es una de las cosas más buenas que existe. No hacer nada, poder pensar, estar relajada, vivir en una palabra.
    Estás en vacaciones y es un placer. Yo, cuando me jubilé, juré que nunca usaría ya el despertador, objeto odioso.
    Te mando un abrazo Lola

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  10. ¡Qué dicha poder desterrar al despertador, querida Lola!

    Gracias por tu aporte desde el sabio y medido lugar de la vida desde donde siempre reflexionas.

    Un abrazo.

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