lunes, 27 de agosto de 2012

¡Yo creo!

"That's one small step for a man, one giant leap for mankind." Neil Armstrong.

El sábado murió Neil Armstrong,"el primer hombre que dejó su huella en la Luna", como lo titula el periódico. Por entonces corría julio de 1969, y aunque no tengo memoria, todos los adultos significativos en mi vida me han relatado el ser testigos de aquel hecho con pasión y fascinación sentados frente al único televisor de imagen en blanco y negro que había en sus casas, ajustando perillas, botones y antenas para lograr una visión clara de una proeza que vieron del mismo modo seiscientos millones de personas en el mundo.

Armstrong confesó en una de sus últimas apariciones públicas que jamás había soñado llegar a la Luna aunque amaba volar desde muy pequeño. Fue piloto de la NASA y voló desde planeadores hasta jets para tocar el cielo con las manos a los 38 años alunizando a bordo de la Apolo 11. En la Luna no quedó sólo su huella y la bandera de su país, sino además su cámara, aquella con la que tomó la foto histórica de su compañero, inmortalizado hoy para las nuevas generaciones por el personaje de "Toy Story", Buzz Lightyear, Edwin E. Aldrin Jr., apodado Buzz. Y a pesar de todos los cambios y avances que el hecho de llegar a la Luna nos ha dejado, muchos jóvenes y no tan jóvenes en la actualidad creen en la teoría conspirativa que sostiene que todo esto que conmovió a la humanidad y se convirtió en un sueño hecho realidad fue un fraude, una gran mentira que intentan demostrar a través de detalles en los registros fotográficos que quedaron, un show de ciencia ficción montado y grabado en un estudio de televisión.

Yo creo. Creo en Armstrong y en lo que su apellido le marcó como destino. Creo en el hombre, en la nobleza de muchos de sus logros y en la admiración que despierta en los que observamos esas proezas y nos enorgullecemos gracias a ellas de formar parte del género humano, aunque sea de vez en cuando. Creo en que es posible llegar a la cima sin haberlo imaginado jamás y luego volver al llano a disfrutar de los frutos de la tierra y una vida sencilla y familiar como lo hizo Armstrong en su granja de Cincinnati. Creo que es un grande aquel que pasó a ser el olvidado y quien sufrió el mayor miedo de que todo fracasara dentro de la nave sin poder dejar su huella en la Luna, pero aún así, desde lo más humano de su heroísmo, hizo posible que sus compañeros lo lograran, como es el caso de Michael Collins. Creo que Armstrong y sus compañeros tuvieron un atisbo desde la Luna de la majestuosidad de nuestro planeta, del universo y de su Hacedor, y creo que esa experiencia los cambió para siempre. Creo en las experiencias que nos dejan cicatrices que nos recuerdan momentos de enorme intensidad y absoluta plenitud y felicidad, de ser uno con el Todo. Y creo que una de estas noches habrá una enorme luna llena a la que podremos brindarle una sonrisa y hacerle un guiño, tal como lo solicitó su familia, en homenaje al astronauta que partió en su última misión a los 82 años, en nombre de lo bueno que somos capaces de hacer cuando nos lo proponemos.

A boca de jarro

lunes, 20 de agosto de 2012

¿Por qué?

Luke Fildes (1843-1927), El doctor


Mario murió hoy a la madrugada. Hacía trece años que estaba postrado como lo había dejado un ACV tras otro. Era joven y fuerte entonces y gracias a eso, y al amor y los cuidados que le dispensaron los suyos, sobrevivió a tan brutal golpe irreversible. Y ante estas situaciones siempre asalta la pregunta: ¿Por qué?

Desde ya, habían sucedido cosas que lo vulnerabilizaron quizás, pero ¿quién puede afirmar que fue eso lo que causó los dos derrames? Primero, fue víctima de un hecho delictivo en su empleo de años al que se lo asoció injusta e infundadamente al ser asaltado un transporte. Por ende, perdió el empleo siendo cabeza de una familia con tres hijos que aún dependían de su ingreso. Más tarde, encontró trabajo en otra empresa. Para entonces, su madre enfermó.

La medicina habla de factores de riesgo no modificables y modificables en el caso puntual de un accidente cerebro-vascular, como en casi todas las enfermedades. De los no modificables, tenía la herencia, el sexo y la edad. De los modificables tenía uno sobre una lista de ocho que brindan algunas fuentes confiables: hipertensión, que seguramente se agravó debido a los disgustos. La medicina no dice que viejas heridas del pasado, cuestiones no resueltas o emociones de las denominadas negativas causen un accidente cerebro-vascular, pero para algunos todo se explica a través de los sentimientos que no somos capaces de controlar y las llagas de un pasado a menudo remoto que no hemos sanado.

Hace años leí a Louise Hay, precursora del movimiento New Age y autora bestseller de autoyuda, la cual ha publicado varios trabajos, ha dado infinidad de charlas, cursos y conferencias y sigue en plena vigencia desde 1976, cuando difundió Sana tu cuerpo, un panfleto que contenía un listado de las principales enfermedades y su probable causa psicosomática, que fue ampliado e incluido como apéndice a su libro Usted puede sanar su vida,  publicado en 1984, libro que adquirí y leí en su momento.  Esta mujer se basa en su experiencia de vida para afirmar que nosotros podemos sanarnos a través del poder de nuestra propia mente. Ella fue abusada sexualmente durante su infancia y logró sobreponerse a un cáncer aparentemente terminal y eso la llevó a comenzar a ofrecer consejos prácticos para combatir los padecimientos de la gente, entre ellos, las famosas "afirmaciones positivas". En su extensa lista de patologías, existe una razón emocional que puede ser combatida a fuerza de voluntad y positivismo frente al espejo cada mañana. Hay algunas vedaderamente disparatadas y hasta irrisorias, como por ejemplo:

"Arrugas: Causa probable: 
Provienen de pensamientos depresivos. 
 Resentimiento con la vida."

Según Hay, las arrugas no tienen que ver con el natural proceso de envejecimiento humano ni se combaten con cremas o tratamientos especiales, sino afirmando cada día: "Expreso la alegría de vivir y me permito disfrutar totalmente de cada momento del día. Y rejuvevnezco." Será por eso que se la nota tan rejuvenecida...

Su idea principal es la de que detrás de cada enfermedad hay una razón emocional que se expresa a través de ella. La base es que las emociones denominadas "negativas", que no son menos normales que las que consideramos "positivas" en muchas circunstancias de la vida, enferman. Todas las enfermedades tienen un sustento psicosomático, pero ¿qué se puede decir en casos como el de este hombre o  tantos otros? ¿De qué emociones podemos hablar cuando alguien hereda una predisposición patógena o nace con una psicopatía congénita?

Casualmente, el viernes pasado se cumplió el primer aniversario del fallecimiento de una alumna de séptimo grado de un colegio querido debido a una leucemia. ¿Qué pensarían sus padres si se les dijera que "la causa probable" por la que su hija enfermó fue una: "Muerte brutal de la inspiración. Alguien que se dice continuamente: Todo es inútil." ? Era una nena que no llegó a empezar su escuela secundaria, llena de vida, planes e ilusiones.

Creo que a veces se puede llegar demasiado lejos buscando desde la omnipotencia de esta forma de entender y abordar lo que se nos vende como psicología respuestas al por qué para las que a menudo ni siquiera la medicina las tiene. Y hasta parece que se culpabilizara al enfermo de su propio mal. ¿De qué podrían haberle servido a este hombre o a la niña las "afirmaciones positivas"con las que esta señora Hay dice haberse curado de un cáncer y parece haberse planchado las arrugas? ¿Y qué hay de los que no logran ganar esas batallas: es que acaso son incapaces de superar sus debilidades emocionales?

Según La Biblia, perdimos el paraíso, en el que la enfermedad, el dolor y la muerte no tenían cabida, por el pecado original, que no es otra cosa que la soberbia humana, la arrogancia de creernos Dios y poder dar batalla a aquello que finalmente nos vence y excede nuestro entendimiento. Pero para autores como Louise Hay, que abundan, nuestros males parecen ser en buena medida responsabilidad nuestra por no usar el poder de nuestra mente a nuestro favor. Y luego pensamos que sólo la religión nos taladra con la culpa.

Este afán de las sociedades psicologizadas como la nuestra de revolver siempre en las heridas de nuestro pasado o en nuestra vida emocional para encontrar respuestas usualmente de la mano de alguien que tiene una receta vendible para lo que nos aqueja no me termina de cerrar. Me parece mucho más sano y maduro asumir que la vida es luz y oscuridad, felicidad y pena, salud y enfermedad, y que el cuerpo enferma porque esa es su naturaleza y su destino ineludible que culmina en la muerte. Lo que pasa después es otro misterio que nos supera y que hoy me embarga. La pregunta probablemente no sea "¿Por qué?" sino "¿Para qué?"

La última vez que visité a Mario estaba lúcido y agradecido por tantos años de sobrevida que le permitieron ver crecer a sus hijos y estar acompañado por su esposa. Con ella tuvo un matrimonio que pasó por tantos años de salud como de enfermedad. Para nosotros, que los queremos y los conocemos, son un ejemplo de amor maduro y férreo, de fidelidad a las promesas que se hacen un día en la efervescencia de la juventud y del sentir frente a un altar, sin pensar en lo que verdaderamente significan. Ellos las cumplieron hasta el final. Y al hacerlo, nos dejan el legado de un ejemplo de entereza y dignidad. Porque el menú de la vida no se elige a la carta. No es cuestión de pensar en positivo nada más. La atractiva idea New Age de que "Cualquier cosa que yo decida creer, se hace verdad" prueba ser falsa muchísimas veces, y no es por error nuestro. Sería todo mucho más fácil si así fuera.

Sólo la humildad de aceptar el humus que somos y en el que nos convertiremos cabe como reflexión de la vida de este hombre que acaba de extinguirse. La humildad es precisamente la virtud opuesta a la soberbia con la que intentamos dar explicación a todo. La humildad no es en absoluto un concepto atractivo o que venda libros hoy en día, ya que se trata de la característica que lleva a la gente a realizar una acción sin proclamar sus resultados, sin vanagloriarse por haber vencido una debilidad o una desgracia. Se trata simplemente de tener el temple de soportar lo que nos toca mansa y silenciosamente, intentando encontrarle algún sentido que transforme el dolor en algo trascendente y fértil para quienes acompañan en el camino que por fin trae la liberación del sufrimiento y ennoblece al caminante al que le llega su descanso.


A boca de jarro

viernes, 17 de agosto de 2012

"La educación prohibida" y "El circo de la mariposa"



"Mientras mayor es la lucha,
más glorioso es el triunfo."



Algunos blogs amigos han subido la película "La Educación Prohibida", estrenada el 13 de agosto en 151 salas alrededor del mundo y disponible en internet, ya que no sólo se permite sino que además se alienta la copia, traducción y exhibición pública de la misma, siempre que no existan fines de lucro. La idea es que "La cultura se protege  compartiéndola". Les dejo un avance y el link a YouTube por si quieren dedicarle algo más de dos horas a su vista, que recomiendo:


Apoyo fuertementeno sólo la idea de compartir la cultura de esta manera, sino también, como propone este documental, que cuenta con la opinión calificada de más de 90 educadores, académicos, profesionales, autores, madres y padres entrevistados a lo largo y a lo ancho de 8 países de Iberoamérica, la urgente e imperiosa necesidad de repensar la escuela como la conocemos, de reflexionar juntos críticamente sobre su naturaleza anacrónica y obsoleta, empeñada en la emulación del modelo prusiano reforzado por la irrupción de las fábricas y la producción en serie, donde prima cantidad sobre calidad, velocidad de ejecución sobre proceso humanizador, que desde luego no contempla las necesidades del aprendizaje para la vida y que, por sobre todo, demuestra repetidamente que: "Su principal falencia se encuentra en un diseño que no considera la naturaleza del aprendizaje, la libertad de elección o la importancia que tienen el amor y los vínculos humanos en el desarrollo individual y colectivo."


Muchas veces he reflexionado yo misma en este espacio acerca de esta grave falencia y deuda del sistema escolar para con sus alumnos y para con sus docentes, quienes tampoco somos contenidos en nuestra afectividad ni capacitados para lidiar con las emociones propias o próximas abocados durante largas jornadas a la ardua tarea de educar. Lo he hecho siempre desde mi rol docente, desde mi perspectiva como madre de dos hijos en plena etapa escolar y como mujer pensante del siglo XXI que ha pasado por la escuela para luego des-aprender mucho de lo que allí se le enseñó. Con tristeza noto que lo mismo deberán hacer mis hijos. Me apena la dedicación y el esfuerzo que aún hoy, en la era de los avances más extraordinarios del conocimiento y la comunicación, se les deben dispensar a tantos contenidos y habilidades inútiles con los que se sigue insistiendo, siendo que el mundo ha cambiado tan radical y velozmente, designados y diseñados por personas que muchas veces son agentes totalmente ajenos al proceso educativo y a la realidad áulica. Y más aún me duele que en la escuela casi todo se reduzca a una calificación que hace que se etiquete al alumno con un concepto de sí mismo ante la mirada de los demás que resulta muy difícil de cambiar o remover por él mismo en todos los años que invierte en su paso por ella.


La nota numérica o conceptual que se le asigna a cada educando por su desempeño se convierte en lo que ese niño o adolescente, de cuyas emociones e individualidad poco se sabe y menos se contempla, cree que vale para el mundo más allá de las puertas de su casa, e inclusive, a menudo, puertas adentro, donde hasta sus propios padres toman esas calificaciones como un fiel reflejo de lo que ese ser es capaz de ser. Este es el defecto más nefasto del sistema educativo, que tiene repercusiones profundas sobre la autoestima y el destino de cada una de las almas que pasan por el colegio.


Expresiones como las que un niño logra realizar a través del arte, al cual se le otorga un mínimo espacio dentro de la currícula escolar, también se evalúan del mismo modo. Y siempre pienso en la enorme necedad de no permitir que el ser en desarrollo experimente el arte libremente, sin ningún juicio de valor mediante, para no caer en lo que los obtusos adultos sentenciaron acerca del dibujo que da comienzo y sustento al periplo de El Principito:

"Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digería un elefante...
Las personas mayores me aconsejaron que dejara a un lado los dibujos... y que me interesara un poco más en la geografía, la historia, el cálculo y la gramática." 
 Antoine de Saint-ExupéryEl Principito1943.



De este modo, con cada interpretación adulta de lo que expresa un niño desde su ser niño, desde su enorme caudal imaginativo y fantasioso intacto al que no se encauza en las tediosas y mecánicas horas de clase, se va cercenando gran parte de su esencia. Es como si al niño que ingresa entero al sistema escolar se le fueran cortando las alas, o se permitiera por falta de uso que se atrofiaran aquellos recursos innatos con los que cuenta, y finalmente los reprime, los olvida, para quizás nunca volver a conectar con ellos. Asume entonces como verdadero el juicio de la estrechez adulta que lo encasilla creyendo que lo evalúa: se asume de acuerdo a polaridades basadas en comparaciones con sus pares. Así es como están "el apto" y "el inepto", "el rápido" y "el lento", "el hábil" y "el torpe","el capaz" y "el incapaz", "el aplicado" y "el vago", para finalmente emerger del sistema como "el fracaso","el mediocre" o "el sobresaliente". Y proporcional al arraigo a estas creencias inculcadas por años será su grado de sorpresa y frustración cuando se enfrente a la vida fuera de los muros de la escuela y descubra que aquellos juicios poco importan o carecen de validez en el mundo real.

Deberá entonces recomenzar un proceso que toma toda una vida: el de aprender a descubrir quién es en verdad, qué lo hace vibrar y sentirse pleno, cuál es su misión y vocación primaria y cómo puede aprender lo que necesita para desplegarla. Seguramente esta tarea deberá llevarla a cabo mayormente en soledad, ya que en la escuela ha aprendido que los demás son competidores con quienes se lo compara y se lo mide constantemente, y esto de nada sirve a la hora de transitar el camino del autoconocimiento y la autorrealización.

Se sentirá tan frágil como la crisálida en su capullo antes de convertirse en mariposa, algo semejante a lo que ilustra "El circo de la mariposa", un cortometraje de un valor educativo diferente al que se apunta en la escuela, ya que este sí educa para la vida. El lugar: Estados Unidos de los años 30, un país en crisis tanto económica como moral, como tantos otros hoy en el mundo. El protagonista: un hombre a quien le faltan brazos y piernas, que ha renunciado a su condición de persona por asumirse como "víctima de un Dios que le ha dado la espalda", "un error de la naturaleza". El mensaje: la aceptación de nuestra condición, la lucha por la autosuperación y la alegría de por fin descubrir por nuestros propios medios que somos todos como una mariposa, únicos, singulares y efímeros, necesitados de maestros que nos eduquen en la creencia de nuestra grandeza y nuestra dignidad y nos guíen en nuestra búsqueda perenne por encontrar nuestro lugar en el mundo para darle un sentido a nuestro paso por él. También se los recomiendo y se los dejo aquí para ver y pensar en voz alta.



A boca de jarro

lunes, 6 de agosto de 2012

"El exótico Hotel Marigold"






Me la vendieron como una comedia inglesa y al ver los rostros de los actores que más me conmueven en el mundo y con el recuerdo fresco de Kenneth Branagh recitando unas líneas de La tempestad de Shakespeare en la Ceremonia de Apertura de los Juegos Olímpicos, no lo dudé. Con perdón de todos los aficionados al deporte olímpico, no cambio ni un minuto de buen cine inglés por todas las prodigiosas hazañas de estos atletas que siempre intentan y a menudo logran batir su propia marca.

Estos siete soberbios veteranos de la tradición actoral inglesa tienen dos particularidades que, en mi modesto entender, jamás defraudan: por sus venas corre la sangre del Bardo, exudan talento, tablas y la tradición del oficio, y lucen naturales llevando con orgullo sus años, mostrando sus arrugas, sus canas y sus panzas con dignidad, y eso, en estos tiempos de errada búsqueda de la juventud eterna a fuerza de inyecciones y quirófanos que paralizan y momifican todo atisbo de expresividad, resulta admirable. Es así como ellos también, igual que los atletas olímpicos, rompen récords en sus propios logros actorales.


Judi Dench, impecable...

La película es un colorido canto a la vida tanto como un fiel reflejo de la cara más oscura de la realidad del mundo en que vivimos esa vida que, a pesar de todo, merece ser honrada. Estos otrora acomodados ciudadanos británicos cuya adultez ha transcurrido en la afluencia y en compañía, ahora descubren desde su soledad y su condición de ancianos jubilados que su sociedad no sólo no les ofrece el confort en el que han vivido siempre sino que además los desecha y los coloca en listas de espera cuando de su salud se trata. Asimismo, descubren que ellos mismos no han hecho todo tan bien como creían, o que han quedado cuentas pendientes que deben saldar antes de que sea demasiado tarde. Se les presenta como opción de retiro barata y a la vez idealizadamente exótica un hotel en Bangalore, que les pintan como magnífico, aunque se cae a pedazos, como sus propias vidas, ya que no les brinda la comodidad que esperan, pero les abre la puerta a un mundo de colores, olores, sabores, ritmos, sonidos y experiencias que los acercan a lo esencial: la sensación de que siguen vivos y de que sus vidas cobran sentido y así se adaptan, se encaminan, se enfrentan con la verdad, se cierran historias que han resultado heridas abiertas o que se han marchitado hace años.
El increíblemente versátil Tom Wilkinson


"El exótico Hotel Marigold" ("The best exotic Marigold Hotel") ostenta el lujo de un reparto que incluye a Judi Dench, Maggie Smith, Tom Wilkinson, Bill Nighy, Penelope Wilton, Celia Imrie, Ronald Pickup y Dev Patel. La película está dirigida por John Madden, director de "Shakespeare apasionado" ("Shakespeare in Love"), y claramente transmite esa pasión por la grandeza de las buenas letras y la dramaturgia británica de pura cepa a partir de un sólido y jugoso guión escrito por Ol Parker, basado en la novela These Foolish Things de Deborah Moggach.

 Maggie Smith, única...

La acción, que desemboca en un final algo rosa, pero en el que se percibe una evolución en los personajes y se hacen notar las ausencias que el paso del tiempo se cobra, reivindica el valor de la ancianidad por todo su potencial vital y por lo que las personas mayores pueden y deben transmitir en sabiduría a los más jóvenes insertados ambos en un mismo mundo como partícipes activos y agentes de cambio. El joven hindú Sonny Kappoor, encarnado por el mismo muchacho de "Slumdog millionaire", Dev Patel, es quien introduce el hilo conductor y eje temático que finalmente deja la historia como mensaje: 

- En la India tenemos un dicho: "Al final, todo irá bien". Por lo tanto, si no va todo bien, es que todavía no es el final.


Como explicara uno de sus productores, la novela les atrajo porque: "... precisamente cuando estos personajes podrían entrar en el período más gris de su vida, ante ellos se abre un capítulo vital absolutamente nuevo, con una explosión de brillo y color, literalmente, y la oportunidad de reinventarse".

Esto define el buen cine para mí: aquel que te deja pensando mucho después del rato de gozo y placer estético que te regala, el que resulta una deliciosa combinación de buen libro con excelentes actuaciones, una atractiva puesta en escena que enseña mucho sobre una realidad que no conocemos bien, tanto sea la de la India como la de la vejez misma, que nos llegará a los que lleguemos a ella, y el que es capaz de mostrar la realidad más cruda sin golpes bajos. Pero por sobre todo, el efecto del buen cine es el de despertar nuestra adormilada certeza de que el viaje de la vida siempre nos depara algún destino que nos brinda una oportunidad de reinventarnos.



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