lunes, 3 de diciembre de 2012

La enfermedad del tiempo




En los años ochenta comenzó a gestarse un movimiento conocido como "The Slow Movement" o "El movimiento slow" ("slow" en inglés significa "lento"). Sus seguidores promueven una vida a ritmo más parsimonioso, y protestan contra todo aquello que se ha impuesto con vigor desde los ochenta en adelante como "fast", por ejemplo, las cadenas de comidas rápidas, la comida precocida y lista para el microondas y demás cosas a las que ya estamos acostumbrados y hemos incorporado a nuestras vidas como algo positivo, ya que nos permiten "ahorrar tiempo". Aunque tal vez, si nos detenemos a pensarlo, nos maten más rápido, inclusive el pensar sobre la vida en exceso podría llegar a matarnos más velozmente que el hecho de no detenernos a pensarla sino más bien torearla como se nos presenta. 

El movimiento creció y se extendió para abarcar otros aspectos de nuestra existencia, tales como la crianza con lentitud, la educación que lleva tiempo, la jardinería, el arte y el diseño lentos, la vida en la ciudad a ritmo más apacible, llamada "Cittaslow", y hasta el viajar más lentamente. ¿Me siguen o estoy yendo muy rápido?






Geir Berthelsen fundó The World Institute of Slowness en 1999, y postuló toda una visión sobre un "Planeta Lento" o un "Slow Planet", para comenzar así a enseñar los principios que posibilitan una vida más relajada, con tiempos más pausados. El profesor Guttorm Fløistad resume esto que finalmente evolucionó para erigirse en una filosofía de vida del siguiente modo:


"Lo único seguro es que todo cambia. El ritmo del cambio se acelera. Si quieres  sobrevivir, mejor apresúrate. Ese es el mensaje de nuestro tiempo. Sin embargo, sería útil recordar que nuestras necesidades básicas jamás cambian: nuestra necesidad de proximidad y cuidado y de un poco de amor. Estas cosas sólo pueden brindarse a través de la lentitud en las relaciones humanas. Es allí donde estamos en control del cambio. Debemos recuperar la lentitud, la reflexión y el estar juntos. Así lograremos una renovación."




                                 
El Movimiento Slow no está regido ni tampoco controlado por una única organización, sino que en rigor constituye una corriente global que surgió a partir del hondo desencanto con los efectos colaterales de la Revolución Industrial. Hoy tiene sus epicentros en Europa, Australia y Japón, tal vez los lugares de nuestra aldea global donde se vive a mayor velocidad y donde el cambio es moneda corriente, infectado por un frenesí que inevitablemente deja a muchos desconcertados y hasta excluídos de ámbitos vitales cruciales para  su subsistencia.

En el año 2005 el periodista canadiense Carl Honoré escribió un libro que se convirtió en un bestseller internacional, y cuya lectura resulta paradójicamente rápida, titulado "Elogio de la lentitud". La premisa fundamental de este fanático de lo lento se resume en una cita conocida de su obra:


“Creo que vivir de prisa no es vivir, es sobrevivir. Nuestra cultura nos inculca el miedo a perder el tiempo, pero la paradoja es que la aceleración nos hace desperdiciar la vida.” 



                                      


La idea central de este libro es que vivimos una vida obsesivamente acelerada, que nos hace esclavos del tiempo en aras de una efectividad que en efecto no es posible lograr de prisa. Este gurú anti-prisa nos alerta sobre "la enfermedad del tiempo", en sus envases harto conocidos de estrés, ansiedad y falta de concentración y atención, con la consiguiente perdida de capacidad de goce y disfrute que el trabajar a toda máquina y querer hacer mucho en el menor tiempo posible conllevan, y la superficialidad de los vínculos humanos que se entablan en medio de la vorágine del apuro cotidiano. Honoré nos confronta con paradojas interesantes, como ser:

"La lentitud nos permite ser más creativos en el trabajo, tener más salud y poder conectarnos con el placer y los otros. A menudo, trabajar menos significa trabajar mejor." 

Y además nos interpela con las mismas preguntas esenciales que se hacían los filósofos griegos, cuestiones de orden existencial que no nos damos tiempo para reflexionar, tales como: 

"¿Para qué es la vida? Hay que plantearse muy seriamente a qué dedicamos nuestro tiempo. Nadie en su lecho de muerte piensa: “Ojalá hubiera pasado más tiempo en la oficina o viendo la tele”, y, sin embargo, son las cosas que más tiempo consumen en la vida de la gente.”

                              
  

Ciertamente, es cada vez más frecuente que me detenga a pensar para qué corremos tanto como individuos, tanto los chicos como los grandes, a dónde querremos llegar antes y cuáles son nuestras prioridades al comenzar con la carrera cotidiana. Serán los 44, lo que llaman la crisis de mitad de la vida, el hecho de que se aproxima el 21 del 12 del 2012, día en el que mis hijos están absolutamente convencidos de que se acabará el mundo, pero la verdad es que cada día me siento más insatisfecha con la velocidad a la que me veo forzada a vivir por habitar esta urbe, por tener que mantener un hogar, por querer realizarme como mujer, esposa, madre y profesional, entre tantos otros roles que se me enredan y para los que parece que no queda tiempo.

Encuentro cada vez más justificaciones para seguir a todo vapor, pero noto que voy quedando sin energías, agotada, quemada. Y la cosa se acelera aún más hacia fin de año. A menudo siento que con la idea de hacer más dinero o de alcanzar ese bienestar que se nos induce a asociar con el éxito como algo puramente material, trabajamos tanto que no nos damos tiempo de "dis-frutar" de los "frutos" del trabajo: más dinero, menos tiempo para gozarlo; más "éxito", mayor aislamiento y alienación. ¿Cuál es el precio? ¿Cuál es la ganancia en esta ecuación? ¿Y qué sucedería conmigo si alcanzara ésto que imagino sería suficiente? Sospecho que no está en la naturaleza humana decir "Con ésto me basta". Siempre desearía más. Ese es el motor que nos mantiene vivos. Si cambiara el foco, tal vez más sería equivalente a mayor calidad de vida con mis recursos, más tiempo para estar con quienes me importan y conmigo misma, mayor claridad a la hora de determinar qué quiero de la vida y cuáles son mis prioridades. Y éxito sería la medida de mi disfrute de cada pequeño gran ritual cotidiano, y mi nivel de estabilidad emocional y capacidad de goce.





Leo casi todos los años con mi grupo de alumnos más avanzados de inglés una maravillosa historia de Graham Greene tiulada "A Day Saved" (algo así como "Un día ahorrado o ganado o salvado"), en la cual un hombre común y corriente está encantado de ahorrarse un día en su viaje de trabajo para poder regresar antes a su casa y estar con sus seres queridos. Este hombre, un tanto chato pero afable, es constantemente perseguido por un misterioso personaje cuyo nombre varía de acuerdo a quien sea su presa: la muerte. Y la muerte lo acompaña en su viaje esperando el momento adecuado para arrebatarle eso que él anhela pero no tiene, aunque no sepa bien qué es: la vida. ¡Maravillosa alegoría! 




Como pregunta el personaje funesto del  genial Greene, que nos asedia a todos:

"Yo te pregunto, ¿qué importa un día ganado para él o para tí? ¿Un día ahorrado de qué? ¿Para qué? (...) ¿Salvándolo de qué, para qué? (...) No podrás morir un día antes". 

Esta es una entrada que escribí para un blog chileno con el cual colaboré algún tiempo. Ahora la edito y la publico aquí por falta de tiempo para mayor originalidad. Posiblemente me tome mi tiempo en contestar los comentarios que tengan a bien tomarse el tiempo de dejarme.

A boca de jarro                                 

37 comentarios:

  1. Gran entrada Fer...El tiempo es una energía no renovable, hay que aprovecharlo muy bien pero siempre haciendo un buen uso de nuestra propia energía...
    Un beso maja

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    1. Cierto, es otro más de esos recursos no renovables que tendemos a descuidar o malgastar.

      Un beso y gracias!

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  2. Es curioso primero escribes: "cada día me siento más insatisfecha con la velocidad a la que me veo forzada a vivir por habitar esta urbe" y en el párrafo siguiente comentas: "Encuentro cada vez más justificaciones para seguir a todo vapor"
    Es decir, sientes insatisfacción con tu ritmo de vida pero encuentras justificaciones para seguir adelante.
    Seguramente esas justificaciones son de tipo social y tu insatisfacción es personal e íntima. Creo que por ahí va la cuestión. Esa dicotomía esquizofrénica en la que por un lado nos sometemos a un ritmo impuesto que nuestro ser más íntimo rechaza.
    Para entrar en el juego de la vida moderna tenemos que acoplarnos a una serie de normas venidas de fuera y que nos introducen en un carrusel frenético y sin sentido. Quisiéramos que el carrusel fuera más lento para no marearnos dando vueltas, pero nosotros no somos los que manejamos el engranaje. Podríamos bajarnos de él e ir a pie ¿pero quién tiene el valor suficiente para hacerlo?. Mientras tanto nos consolamos allí arriba pensando que al menos sabemos lo que nos pasa.

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    1. Reconozco que mi manejo del tiempo necesita de un buen tratamiento médico, Doc., como creo que le sucede a la gran mayoría de los habitantes de las grandes urbes de nuestro tiempo. Hay un buen grado de insatisfacción de quien abarca mucho y poco aprieta, y hay también una permanente búsqueda de sentido que no termina de cerrar en la carrera. Hay, por ende, contradiciiones, claro está, que son fuente de reflexión, malestar y a veces conducen a encaminarme por un tiempo. Pero se hace harto difícil sentirse en equilibrio a estas alturas del año por aquí, con cierres de todo tipo de actividades propias y de mis hijos, que me atañen y me estresan, tanto como a ellos. Es en estos tiempos cuando se siente que se pierde el control de la propia vida y dan ganas de bajarse del carrusel(aquí le llamamos calesita) que se nos impone. La verdad es que no tengo el valor ni la templanza suficientes para decidir parar al mundo para bajarme de él: sigo girando al ritmo del calesitero de turno hasta que se acaben las vueltas, cuando lleguen las ansiadas vacaciones.

      Gracias por tu medicina de siempre.

      Un beso!

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  3. Estimada Fer, al movimiento slow lo veo como una forma de propiciar la percepción cabal del momento que se está viviendo. Ya se ha dicho trillones de veces, y cada vez más, que lo único que se tiene, que lo único que se puede vivir es el presente. Incluso decir "presente" es engañoso, lo único que se tiene es el instante. No sé si la filosofía de ese movimiento está apuntada justamente a eso, pero aunque no lo estuviera, apunta en el mismo sentido.
    Mi experiencia particular es que mi vida pasó mientras yo estaba en otra cosa; como dijo Lennon "vida es lo que sucede mientras hacemos otros planes".
    Hay un sinsentido y un engaño en nuestra manera de vivir, trabajamos hasta los 65 para procurarnos una vejez tranquila -una manera de decir-. Al principio metas más cortas, el "techo", la educación de los hijos, alguna vacación, etc. Siempre planeando y trabajando para cumplir y muy pocas veces conscientes, ya sea del esfuerzo, ya sea del disfrute. Adhiero a la toma de conciencia y consecuentemente al movimiento slow.
    Un beso grande

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    1. Es maravillosa esa frase de Lennon: ¡gracias por recordármela!

      A mí me pasa mucho en esta época de fin de año, con tantas evaluaciones y cierres que me parecen desmedidos, que siento que me pierdo, literalmente: tengo que ir día por día viendo en la agenda qué toca hacer, dónde hay que ir, que hay que rendir, terminar, tomar, pagar, etc. Es un estrés que me resulta absolutamente innecesario pero inevitable: podríamos hacer el cierre de año más gradual, más naturalmente, ¿no?

      Incluso, no sé si te pasa, pero hasta se percibe esa efervescencia alocada en la calle: los autos a mil, más que de costumbre, mucho apuro, mucha bocina, mucha irritación,mucho ruido, petardos, música, como que los decibeles suben a más de lo que ya estamos habituados, que es mucho. Y después: ¡plaf! Plancha el 1ero de enero. No sé, no le veo el sentido, pero no logro encontrarle la vuelta. Si pudiera, creo que me iría a un lugar tranquilo hoy mismo y volvería pasado el fin de año. Pero no me puedo dar ese lujo. Será como vos decís: aguantaré hasta después de los 65 para darme esos gustitos.

      ¡Beso grande, James querido, y gracias por los instantes que me regalás!

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  4. A dónde pensamos que vamos a llegar con tanto apuro? Al mismo lugar donde vamos a llegar disfrutando cada cosa que nos pone la vida.
    Uno elige cómo vivir, si ir por autopista o por colectora, creo que cada vez hay más personas bajando la velocidad. Tal vez este doce del doce del doce sea eso, el cambio de "movimiento" y nada más.
    Yo soy lenta, muy lenta y me encanta. Cuando me envuelve el apuro, me da vértigo.
    Tomate tu tiempo Fer, esperar no es nada grave.
    Beso

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    1. Yo estoy absolutamente a favor de tu moción, Dana. Pero es como que no puedo tomarme mi tiempo: se me impone un ritmo desde afuera y no puedo elegir. Ojalá el 12/12/12 marque el inicio de una era más en sintonía con nuestra verdadera esencia.

      Esto de ser lenta, Dana, te digo, da para una entrada: me la dejás picando, ya que justamente tengo una jugosa experiencia reciente de mi hija menor en la que se la etiquetó de "lenta", y no es la primera vez, en la escuela, y fui a preguntarle a quien no hizo como forma de estigmatización qué tiene de malo ser "lento" y cuál es el apuro y el parámetro...

      Gracias por tu valioso aporte.

      Te mando un beso.

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    2. Ay ay ay las etiquetas en la escuela!! A mi de pequeña me dijeron que era torpe, cosa que soy a veces, pero en ese entonces se me quedó tan grabado que era natural decir y justificarme "Es que soy torpe". Con los años aprendí a arrancar las etiquetas de todos lados. Y dejar de creerme como los demás "entendían" que era. Es muy doloroso en la infancia hacerte cargo de la mirada de los demás, la mirada que juzga.
      Más cuando estas formando tu personalidad.
      Pero con una buena base en casa, con el tiempo se olvidan de los encasillamientos.
      Un beso Fer.

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  5. Hola Fer! leo tu entrada y pienso en esta palabrita tan de moda ultimamente: procrastinar, la manera de difinir al hecho de postergar actividades que "deben" hacerse y remplazarlas por otras actividades intracendentes y placenteras. Y siempre se utiliza como si procrastinar fuera algo negativo y creo que tiene que ver con esta urgencia de hacer todo ahora, ya, como si estuvieramos en carrera para llegar a algun lado, adónde?
    Voto por relajar, tomarnos un tiempo,disfrutar, será?
    besos!

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    1. Voto por lo mismo, Maru, y me alegro de que hayas incorporado sin culpas la procrastinación a tu vida.

      Un beso y gracias!

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  6. Esta entrada me recuerda aquella fábula de Esopo,tan famosa,tan traída a colación en tantas ocasiones refiriéndonos claro está,a este ajetreado mundo o a la ambición desmedida e incluso podría aplicarse al uso desmesurado de la autosuficiencia...

    Lo cierto es que si frenáramos un poco, veríamos mejor el paisaje,pero también es cierto,que de hacerlo,llegaríamos tarde a mucho donde otros habrían llegado veloces.
    ¿Qué es lo importante?
    Sin duda,mirar el paisaje,sentirlo y sentirnos parte de él,saborear tal vez la brisa y un largo etcétera más.

    Pero somos prisioneros de un despiadado ritmo de vida que nosotros mismos hemos propiciado queriendo abarcar más y lo más rápido posible sin percatarnos del nimio detalle de que al hacerlo,también de manera más rápida nos acercamos a nuestro final.
    Y sin haber saboreado el paisaje,que es lo peor.

    Es difícil cambiar esta vorágine;se nos ha tragado enteros.
    Besos.

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    1. Así, tal cual, Marinel, tragada por el reloj y presa de un ritmo que no elijo pero se impone, así me siento por estos días.

      Gracias y besos.

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  7. Si, es verdad, vamos demasiado rápido pero para conseguir ir más despacio debiéramos ponernos todos de acuerdo (cosa imposible)para evitar que se aprovechen unos listos de la lentitud de los que consideran más torpes.
    Me has hecho recordar un viaje a través del desierto, entre un pozo de petroleo y el oasis, cuando se detuvo el convoy al ver a unos beduinos que caminaban en la misma dirección, y cuando se les invitó a subir a los camiones, diciéndoles que en menos de 4 horas estarían allí, los beduinos se negaron. Tenían previsto llegar en una semana, y se miraban unos a otros preguntándose qué ganarían llegando tan temprano. "Los occidentales tienen relojes, pero nosotros tenemos tiempo" pareció escucharse.
    bssoss

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    1. ¡Qué genialidad! Podrías escribir una fabulosa historia al respecto de esa anécdota en el desierto, por el cual todos atravesamos de tanto en tanto, ¿verdad?

      La lentitud asociada a la torpeza: ésta es otra incitación, junto con lo que me dice Dana más arriba, a escribir más sobre este tema del que hay mucha tela para cortar. Te la agradezco mucho.

      Besos.

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  8. el buen o mal uso del tiempo. Su distribución, su buen o mal empleo. Cuantas cosas. Muchas veces entramos en esa contradicción que señalas. Tempus fugit por un lado y una imperiosa necesidad de bajar las revoluciones del cronómetro por otro.
    Desconocía la existencia del movimiento slow. Pero en todo ello late esa necesidad que creemos poseer de manejar los controles y los tiempos. No es fácil. Lo explicas de maravilla. Y la ventaja es que dispongo ahora mismo del suficiente tiempo para saborear el texto como se merece.
    No he leido lo de Graham Greene,lo anoto. Un abrazo.

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    1. Justamente hoy ha sido un día de pesadilla: me han hecho una observación mientras tomaba exámenes por segundos mal cronometrados, ya que se supone que todos los tiempos en las entrevistas orales que conduzco deben estar absolutamente medidos y no excederse para que el examen resulte justo y confiable, y no estoy de acuerdo con ese marco tan rígido en el que se me impone mi propio trabajo, pero tengo que acatar si quiero seguir haciéndolo, con cronómetro en mano, literalmente.

      Lo de Greene es un cuento corto, muy bueno. Ojalá te guste.

      Gracias por dedicarme tu tiempo, querido Víctor. Ahora me tomaré tiempo para disfrutar de tu entrada sobre nuestros dos héroes involuntarios: ¡qué gusto este nutricio intercambio!

      Un abrazo: en un rato me hago el viaje por tu sala oscura.

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  9. El tiempo en diferentes dimensiones: en la presión que nos impone el día a día y los años que nos van cayendo en nuestra trayectoria vital y sin vuelta hacia atrás. Uno te lanza como una bengala hacia adelante y el otro que necesita un tempo diferente.

    A medida que nos hacemos mayores somos conscientes de que vamos más deprisa de lo que deberíamos pero gran parte de nuestro día está más que ocupado con obligaciones de diferente tipo.

    Siempre he pensado que sabía organizar muy bien mi tiempo. Lo hacía porque no me quedaba otra y porque necesitaba cuadrar todas mis historias. Hay una época de tu vida que puedes con lo que te echen pero llega un momento en que tienes que bajar la guardia o eso sería lo aconsejable.

    Fer, fuera la comida rápida y las horas extra, no valen para nada.

    Besos.

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    1. Cuán cierto esto de los tiempos vitales y su repercusión sobre nuestra vivencia del paso del tiempo. Cuadrar historias resulta todo un desafío, sin duda.

      Horas extras es lo que más hago en esta época del año, aunque soy absolutamente conciente de lo poco que valen...

      Un beso grande, Angie, y gracias por tu tiempo.

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  10. Es muy buena tu entrada Fer, me hiciste reflexionar muchísimo. Yo vivo siempre muy apurada, corro para todos lados, duermo poco y luego al abrir un ojo ya tengo que salir corriendo. Las consecuencias son que termino rindiendo poco, jajaja! Que paradoja!! Esta semana me terminé enfermando y todo el tiempo que gané los últimos meses viviendo como loca, lo perdí faltando dos días al trabajo... Lo bueno es que ayer dormí lo que duermo en dos días, es decir 10 horas.
    Eso si cuando llega la noche me tomo un rato solo para mirar a mi hija. A veces la veo durmiendo, a veces charlamos un momento antes de que ella se duerma. Sabés que siento como si bajaran mis pulsaciones, y todo mi ritmo, y me calma muchísimo. Para mí uno siente parecido cuando medita, no sé, nunca lo hice.
    Lo bueno: Ayer leí tu entrada y me tome tiempo hasta hoy para contestarla, aprendí!!!

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    1. Me alegro mucho, Caro. Esa es precisamente la idea de este espacio: pensar juntos. Creo que vos, como yo, no escapamos a la generalidad del ritmo de vida que se nos impone en esta ciudad, siendo madres y trabajando adentro y afuera de casa. No elegimos vivir así, pero no podemos de otro modo. Yo trabajaría menos si obtuviéramos mejor pago por el trabajo o si la inflación no se comiera nuestro sueldo, es decir, si económicamente fuese posible.

      Lo de dormir poco es otro tema vital al que alguna vez le dediqué una entrada porque me afecta muchísimo la falta de sueño. Así que te entiendo. Creo que el sueño en la vida adulta cambia con el nacimiento de los hijos y es posible que ya no vuelva a normalizarse por mucho tiempo. Esos instantes en los que se detiene el reloj y es todo puro presente con quienes realmente la cuestión es atemporal son sanadores y energizantes, tanto o más que la meditación.

      Todos tenemos mucho que aprender: yo, la primera. En eso andamos, Caro querida, de eso se trata, para eso sirve esta reflexión conjunta.

      Gracias y un beso grande!

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  11. Ah!! te dejo un enlace, el tema tiempo me tiene atrapada:
    http://solootraaficionada.blogspot.com.ar/search/label/El%20tiempo%20tirano

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    1. Muchas gracias: me tomaré mi tiempo para leerlo lentamente.

      Otro beso!

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  12. Leí el libro de Carl Honoré hace unos años y tuve conciencia enseguida de su carácter utópico. El mundo no solo se ha hecho más frenético y vertiginoso sino que toda acción por la propia dinámica social es mucho más complicada. La sociedades democráticas modernas han complejizado los modelos de funcionamiento de modo que el componente burocrático se ha multiplicado por veinte, siendo en muchos sentidos, espurio e improductivo. Este modelo burocrático que tiene por objeto organizar, planificar, prever, analizar… se enfrenta a una sociedad crecientemente compleja que hace que la labor administrativa y planificadora sea cada vez más agotadora. Imagínate a los hombres del desierto, viviendo libres, con las leyes ancestrales, sin papeles, sin documentos, sin programaciones, dejando ir su cuerpo y su camello por donde le impulse su espíritu. Pero son sociedades patriarcales, sin coberturas sociales, sin sanidad pública, basadas en modelos caritativos y la consiguiente crueldad de costumbres… La extensión de los derechos sociales y su protección así como su organización… exige planificación y una ingente labor administrativa que se come el ochenta por ciento de los esfuerzos. El elogio de la lentitud no es compatible con una sociedad cada vez más complicada y en la que hay que atravesar infinidad de recovecos y baches en los que podemos caer. Hace veinte, treinta años, todo era más simple, menos complicado, más humano… exigía menos tiempo y permitía dedicarse más a la lentitud. Hoy día hemos de ser eficaces, competitivos, dinámicos, flexibles, cambiantes, y, sobre todo, burocráticos y ello es opuesto a un planteamiento que conlleve la lentitud. Yo tengo conciencia de que vivo a velocidad recientemente acelerada, sin saber muy bien adónde voy, adónde vamos. Tu compatriota Cortázar creó un mundo literario alejado del pragmatismo, y todo, absolutamente todo, ha ido en dirección contraria a la que él imaginó. Esto me produce zozobra y malestar. Saludos cordiales.

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    1. Ciertamente te has tomado tu tiempo para volver a comentar por aquí y para salir de tu silencio. Desde ya que hay tiempos que se nos imponen por el propio funcionamiento del sistema en el que estamos inmersos, pero creo que sí podemos y debemos intentar manejar la respuesta que damos desde nuestro interior. No digo que sea fácil. No lo es para mí, por eso hablo de la enfermedad del tiempo, auqnue es mi respuesta la que resulta enfermiza tanto omo el planteamiento que se impone sobre nuestras vidas. Se intenta manejarla, a veces funciona, otras veces se corre. Pero al menos se es conciente del ritmo desmedido y se procura acotarlo o sobrellevarlo lo mejor posible desde la convicción de que no es lo natural ni lo mejor para nuestro funcionamiento. La ecuación velocidad = eficiencia es una gran mentira y en eso estimo que Honoré no se equivoca ni es utópico, sino crítico.

      Cortázar pudo haber creado un escenario que no condice con la realidad actual, pero hay escritores de ciencia ficción como Asimov que nos hacen pensar acerca de qué sucederá con nuestros tiempos vorágines cuando las máquinas nos reemplacen en forma masiva y vivamos muchos más años en mejores condiciones de salud. Lo de Greene es también una buena reflexión atemporal sobre nuestra relación con el tiempo. Vendrán otros desafíos nuevos y diferentes, como el que tú te has planteado con tu buevo proyecto online, pero en definitiva, será otra batalla contra el tirano reloj.

      Gracias por el tiempo que me has dispensado aquí, en los tiempos de Blogger.

      Un beso, como siempre.

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  13. Muy buena entrada, Fer. A mí me encanta la lentitud, y puedo afirmar que todo lo bueno que he vivido ha sido siempre con esa suavidad del tiempo, ese caminar al ritmo de la respiración. Todo se ve y se siente mejor si se hace despacio. Las cosas toman una dimensión más profunda e intensa cuando podemos mirarlas desde la lentitud, sin la tiranía de la prisa.
    Un lento abrazo, amiga.

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  14. Gracias, querido Antonio. Todo lo que viene de tí deja esa estela de deleite con la lentitud y la profundidad de observación que esa vivencia del tiempo ritmado permite.

    ¡Un lento abrazo, amigo!

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  15. El pasado nos ancla, el futuro pleno de incertidumbres nos atemoriza... Por eso se nos escapa el tiempo del presente...
    Besos, Fer

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    1. Es una buena explicación para entender el por qué de la velocidad de nuestros tiempos escurridizos.

      Gracias y besos, Luis Antonio.

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  16. El tema del tiempo es muy sugerente y con frecuencia nos hace caer en contradicciones. A veces pienso, al hilo de mi anterior comentario, que el presente apenas existe. Es, si acaso, el punto donde se juntan pasado y futuro...

    No es bueno obsesionarse con el tema del tiempo porque cuanto más se tiene en cuenta, más pronto se pierde la esperanza de que dispongamos del suficiente.

    ¿Hay mayor contradicción que perder el tiempo miserablemente y quejarse de que nos falta...? Pues es lo que hacemos muchos...(me cuento entre ellos)

    Más abrazos

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    1. Te recomiendo entonces especialmente la lectura de este cuento de Greene del que traduzco apenas un fragmento como mejor me sale en la entrada. Supongo que debe haber alguna traducción decente disponible. Ilustra de maravillas la obsesión que tenemos todos, en mayor o menor medida, con éste que nos devora por su finitud y a quien queremos ganarle la batalla a toda costa, aunque inútilmente, ya que la tenemos perdida al momento de nacer. No hay mayor contradicción para la mente humana que su propia condición. Sospecho que quejarnos por falta de tiempo es una forma encubierta pero humanamente entendible de patalear contra la muerte, mi estimado Luis Antonio. Pero tienes razón que es una pérdida de tiempo persistir en la queja. Suelo perder bastante tiempo en eso. Deberíamos aprender a no ser tan quejosos los humanos. Tal vez, algún día, ¿quién sabe? Tiempo al tiempo...

      Gracias por volver para seguir pensando juntos.

      Otro beso y buen fin de semana.

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  17. Hola Fer, interesante entrada, a veces matamos el tiempo de la manera
    mas tonta, sin tener en cuenta que al final es el tiempo el que nos va
    a matar.

    que disfrutes el fin de semana.
    un saludo.

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    1. Hola, Ricardo. Me alegro de que te resulte interesante el tema. Temo ser un tanto reiterativa ya que tengo varias entradas dedicadas a él. Me interesa también desde lo lingüístico: ¡cuántas expresiones en todas las lenguas creadas alrededor de la palabra "tiempo"! "Matar el tiempo", "hacer tiempo", "perder tiempo", "ganar tiempo", etc. Es indudable que nos vencerá en definitiva, por eso resulta tan atractiva la idea de una existencia atemporal, la noción de que el tiempo es simplemente una medida humana pero que existe una realidad en donde su tiranía no tiene cabida.

      Gracias por tu visita y tu aporte: buen fin de semana para vos también.

      Un cordial saludo.

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  18. Vivimos a contrareloj, y nos olvidamos de las cosas esenciales, nos olvidamos de los detalles y de las personas, del diálogo, de la relajación física y mental y es una pena tanta prisa sin pausa para acabar muriendo de todas formas.

    BESICOS

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    1. ¡Hola, Ana y bienvenida!

      ...para acabar muriendo de todas formas:¡cuánta razón tienes, Ana!

      Gracias por el "mememnto mori", que nunca está de más, sobre todo en tiempos de agitación y prisa.

      Besos.

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  19. Fer he parado el reloj...para leer lentamenteeee tu entrada...
    la verdad es que a veces vamos tan deprisa...que no disfrutamos del día a día...del momento...
    yo trabajo en horario concentrado...y eso me permite contar con tiempo de ocio para hacer otras cosas...pero quiero hacer tanto...que no me da tiempo...
    y no soy de las que lo pierdo...no veo apenas la tele...y nunca sin tener algo en las manos para coser...pero quiero acabar el libro que estoy leyendo...entregar unos encargos...pasear con marido...y leer a mis amigas blogeras, que como tu siempre me aportan algo...y mientras cuidar a mis mayores...ver a ratos a mi hijo...charlar con los amigos...o sentarme a escribir algo interesante...
    intentaré hacerlo mas lentamente....
    un abrazo

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    1. Querida Julia: te agradezco el tiempo que me regalas, de verdad.

      Parece que también sucede que personas sanamente activas, con variados intereses, encuentren que el tiempo e incluso la vida les queden cortos. No creo que eso sea tan malo como desear tiempo de ocio que se fagocita el trabajo, como es el caso de tantos. El tiempo también nos demanda hacer elecciones de lo que resulta ser prioritario momento a momento, y es por eso un desafío más. Si te sientes bien con tus ritmos, si logras disfrutar de los frutos de tus horas, no tienes por qué intentar hacerlo más lentamente. De hecho tu blog refleja un equilibrio deseable y un disfrute de las pequeñas y grandes cosas que nos obsequia el reloj.

      Un abrazo.

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A boca de jarro

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Escritura terapéutica por alma en reparación.

Vasija de barro

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¡Abriéndole las ventanas a la realidad!

"La verdad espera que los ojos
no estén nublados por el anhelo."

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