domingo, 31 de marzo de 2013

De vía crucis, muerte y resurrección

 
"El descendimiento", Roger Van der Weyden



 "El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada."
                                                                                                               La Biblia, Juan 20, 1.


  Soy una mujer de fe. Me han transmitido la fe que profesé a lo largo de mis días seres entrañables que me enseñaron a amar amándome desde sus humanas limitaciones y la profeso transitando diferentes relieves: a veces desde los valles, otras, escalando las empinadas montañas de los desafíos que se me presentan, aferrrada a ella como a un arnés, de puro cobarde, una fe miedosa pero humana al fin, y otras desde la aridez de desiertos en los que parece diluirse y perderse como granos de arena entre los dedos.
  
  Este último año ha puesto prueba a mi fe como ningún otro y ha sido parte como una montaña, parte como un desierto. Me enfrenté a la enfermedad de seres queridos que emergieron airosos y siguen peregrinando y me pasó lo que no esperaba a estas alturas del viaje, por pura soberbia: enfrentarme con la enfermedad propia. Tengo la fortuna de no haberme encontrado con un enemigo letal, sino poco familiar, tanto para mí como para los que se asume como bastiones de contención y apoyo en estos escollos: los médicos.
  
  En los últimos cuatro meses realicé un vía crucis por media docena de profesionales médicos, especialistas superespecializados que me desorientaron más de lo que los síntomas me desconcertaban. Y no los culpo. La medicina finalmente se ha convertido en una ciencia fragmentada que observa a cada ser bajo un minúsculo microscopio en una de sus partecitas dolientes y el resto del cuerpo es enviado a otro especialista que se encarga de observar ese otro pedacito del cuerpo del cual sabe, y así vamos pasando las estaciones de nuestro vía crucis de padecimientos con más dudas y miedos que certezas. Creo que todo esto me enfermó más que la enfermedad misma. Además de la lotería biológica y la herencia, que nunca es un millón de dólares en mi caso, mucho de lo que me enfermó se debe a los efectos de cargar con una cruz que resulta a menudo demasiado pesada, tuve que admitirlo, aunque me creía todopoderosa.
   
  Tanta fragilidad laboral, económica, social, tanta incertidumbre, tanto hacer agua en un desierto terminó por secarme. Y según me explican algunos, lo mío, seguramente un síndrome autoinmune, se ha hecho muy común, sobre todo en mujeres de cuarenta y aún más jóvenes, que hemos comprado este arma de doble filo que implica obtener y mantener cierta independencia en el plano económico y autorrealización en el profesional, pero que también queremos seguir siendo las madres y esposas que eran nuestras abuelas. El peso adaptativo de una vida de ajetreo sin tregua y acumulación de tensiones se llama precisamente "carga alostática" y su costo es la salud. Pero resulta que para curarme, la aumenté en lugar de alivianarla. 
  
  Empezó todo con un oftalmólogo que me vio por una queratitis reticente, refirió ojo seco y me derivó al reumatólogo. El reumatólogo pidió una batería de análisis que no arrojaron un resultado certero del diagnóstico presuntivo y quedamos en seguir explorando más adelante. Además abrió el abanico a otras rarezas, como una posible celiaquía o una mala absorción de ciertos nutrientes.

   Luego me fui a ver a una endocrinóloga porque mi cabello caía como las hojas de los árboles de este bello otoño, pero no me resultaba en lo más mínimo bucólico. Se me estudió la tiroides, se detectó la presencia no alarmante de ciertos anticuerpos, un agrandamiento de la glándula y combinamos repetir las pruebas en tres meses. Me fui entonces a una dermatóloga que frenara de alguna otra forma que no fuera con el suelo la caída de mi pelo. Me recetó medicación hormonal, un suplemento de aminoácidos y dos lociones que me aplico a diario. Difícil no sentirse enferma viviendo de este modo o pensar en qué sería de mi y de mi bolsillo, gastando fortunas en remedios, mayormente cosmetológicos, cuando envejezca. Naturalmente comencé a sentirme seca, vieja, algo muerta en vida. Mi piel comenzó a reaccionar diferente al sol, al contacto con el desodorante, al perfume que adoro, al maquillaje de siempre. Tuve que adquirir nuevos productos especiales para pieles hipersensibles e ir cambiando mis maquillajes por otros más costosos e hipoalergénicos que no me hicieran brotar en sarpullidos y enrojecimientos inusuales.
   
  De allí me fui a la ginecóloga, ya que la endocrinóloga estuvo de acuerdo con el oftalmólogo y la dermatóloga en que la causa de todos mis males podría ser también la menopausia, y si bien la idea no me resulta del todo ajena, tengo 44 años y hasta ahora ningún indicio de irregularidad que indique siquiera la entrada a esa etapa. Se supone que desde el comienzo del climaterio hasta la menopausia pasan años, al menos, largos meses: no era posible que todo estuviese pasando en cuestión de semanas. Pero a palabra de médico no se le miran los dientes. Allí fui y, según ella, nada que ver con la menopausia todavía. Faltaba la gota que rebalsó el vaso: el estomatólogo, quien supuse definiría el diagnóstico del síndrome de Sjögren, que en principio me dijeron que padezco, ese mismo día, con una biopsia de glándula salival. 

  El señor me recibió en su lujoso consultorio céntrico, rodeado de títulos y distinciones, y luego de una mañana de trámites, una hora y media de viaje y veinte minutos de demora en el turno me dijo que el procedimiento debería pautarse para otro día ya que era quirúrgico y requiere de anestesia y sutura. Se realiza una pequeña incisión en la parte interna del labio inferior para extraer una muestra que debería llevar yo misma a un patólogo, quien determinaría si tengo un gran, mediano o pequeño Sjögren, que, de todas formas, no tiene cura. La intervención es minúscula pero produce inflamación, se aplican dos o tres puntos en una zona que puede infectarse fácilmente y causar más molestia y dolor del que convive conmigo desde junio del año pasado, cuando empezó este malestar bucal y me vio mi odontóloga de toda la vida. Ella le restó importancia al cuadro, me recomendó tomar mucha aguita, consumir caramelos ácidos, lubricar bien los labios, incrementar la dosis de tranquilizantes y hacer terapia. A terapia no fui. Gracias que siendo hija y hermana de médicos clínicos ya trancé con la homeopatía. Desde luego, la biopsia quedó en stand-by: dudo que me la vaya a hacer. Según el catedrático estomatólogo, la molestia post-quirúrgica se pasaría con mucho helado y sin hablar. El pequeño inconveniente es que trabajo con la boca enseñando inglés. Además la inflamación de encías y molestias bucales que parecían responder a una condición conocida como xerostomía, o boca seca, no le pareció ser tal, por lo cual me derivó a... ¡un periodoncista!

   Esa tarde salí del consultorio, me metí en un colectivo abarrotado, palpé el caótico interior de mi cartera para desenterrar la batería de lágrimas, gotas y ungüentos oftálmicos con los que iba armada a todas partes y me di cuenta de que no estaban allí, sino que habían quedado en mi heladera, que con el correr de las semanas se había convertido en la de una farmacia. Hacía medio día que no me aplicaba gotas y no se me había caído un ojo. Mis dedos se encontraron con un espejito con el que andaba peleada. Lo saqué en medio del colectivo lleno, me miré los ojos con toda la objetividad de la que soy capaz y noté con alivio que eran los de siempre: ni más ni menos rojos que de costumbre. Me miré a los ojos. Eran los ojos de Fer, los ojos que hablaban de un alma enojada, agobiada, asustada, triste, hambreada. Fue una liberación encontrarlos ahí, como un morir y volver a nacer. Cuanto más siguiera así, más me haría dependiente de tanto médico y tanto remedio y más enferma me sentiría. Así que allí mismo, justo a la altura de Parque Centenario, camino de vuelta a casa, decidí parar. ¡Basta de médicos por un tiempo!

  Sigo usando la medicación de acuerdo a las necesidades. Voy aprendiendo a sintonizar con mi cuerpo, a escucharlo y decodificar lo que necesita. Me di cuenta de que ante todo mi mente necesita tranquilidad, aceptación y no desesperación. No me estaba muriendo, aunque se sabe que morimos un poco cada día. Así sentí que renacía a una nueva vida, ya no la de antes, pero tampoco una vida enferma. Simplemente una vida que, como reza una cita que encabeza a un sitio de Sjögren que visité muchas veces para aprender sobre mi presunto mal, deberá ser vivida como tal, no como una enfermedad. La cita es de Gustav Jung, un maestro para mí en mi transito por la vida adulta, y su eco fue lo que finalmente me hizo resucitar.

A boca de jarro

26 comentarios:

  1. Menos mal de que te diste cuenta de que a ti lo que te estaba pasando es que los médicos te estaban enfermando.

    Un saludo.

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    1. Gracias, Manuel. No sólo por haber sido uno de quienes me lo dijo con total sinceridad en este espacio, aunque no estaba lista para entenderlo, sino además por siempre estar ahí presente y aportando a lo que escribo.

      Te digo lo que humildemente les dije a todos los que conozco en el mundo no virtual, que no es menos real que el virtual, y me dijeron lo mismo, incluido mi propio padre, médico y con un Sjögren, de quien evidentemente lo heredo: la experiencia es intransferible. Hay que hacer el propio camino, el propio vía crucis, para morir a lo viejo y nacer a lo nuevo aunque no sea mejor que lo de antes. Así entiendo y vivo la enfermedad, por ejemplo, y toda experiencia ardua que la vida indefectiblemente nos pone en el camino por alguna misteriosa razón que supera nuestro entendimiento, nos hace maldecir a todo y a todos, hasta que por fin llega la profunda vivencia de la liberación con la aceptación y del crecimiento que deviene de pasaje.

      Un fuerte abrazo, estimado Manuel.

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  2. Hola Fer! sintético y explicativo. Perdoname que insista con lo mismo pero "el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional" y parece ser que decidiste dejar de sufrir. Escribí decidiste, pero en realidad no decidiste nada, porque casi nada importante se decide. Una parte de tu mente, espíritu, psiquis, o como le quieras llamar dijo basta primero y después lo dijo tu boca. A propósito, menos mal que aclaraste que enseñás inglés, porque lo del trabajo con la boca podría haber resultado un poco ambiguo para quienes no te conocen.
    La medicina está demasiado especializada, demasiado mercantilizada y demasiado despersonalizada, por lo tanto es uno el que tiene que convertirse en su propio médico de cabecera.
    Otro cambio grande es darse cuenta que uno puede enfermarse y eso ocurre únicamente cuando nos enfermamos, porque hasta ese momento algún mecanismo interno no ha convencido que nada puede pasarnos y hasta que la muerte es para otros.
    Muchos cambios en poco tiempo. En la foto no se te ve nada mal.
    Besos

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    1. Gracias, amigo. Más allá de la humorada con respecto a que trabajo con la boca, la boca no es joda, más allá de que soy profe, hincha de Boca y este blog se llama "A boca de jarro" por una razón. Pero este médico sí que me desconcertó al minimizar algo bastante innecesario e invasivo sin sopesar los posibles efectos adversos, cosa que yo sí hice. Realmente yo fui totalmente entregada sin sospechar de qué se trataba de algo así. Con la boca se come, se habla, se besa, se ríe, se suspira, se bosteza, se grita y se dice "no" a lo que nos puede hacer más daño. Fue, como digo, la gota que rebalsó el vaso, o el jarro, da igual.

      Un beso y gracias por la visita y la enseñanza que me dejaste desde un principio. Es claro que hay cosas que tenemos que aprender nosotros mismos, sufriendo, no queda otra. Pero se crece y se sale fortalecido, aunque a mi pelo le falta un rato largo, pobre, digo, para fortalecerse y crecer.

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  3. Entre la herencia y lo que añadimos por disfrutar de nuestro trabajo pero sin dejar de lado ser esposa, madre, hija, . . . llega un momento en que el cuerpo de una u otra forma se rebela.
    Lo más importarte Fer es tener un diagnóstico y a partir de ahí reorganizar lo que haga falta pero sobre todo seguir disfrutando cada segundo de la vida.
    Un petó y mucho ánimo,

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    1. Para tener un diagnóstico, Rosa, tengo que hacerme esa biopsia y creo que hay más riesgos en el procedimiento que beneficios. Es casi seguro que tengo el síndrome y, de todas formas, no tiene cura, sólo puedo seguir adelante tratando de restarle importancia y usar paliativos para no perder en calidad de vida.

      Estoy animada y disfruando: volví a comer de todo y a permitirme tomar un poco de buen vino, por ejemplo, porque entendí que no es eso lo que me enferma, sino el privarme de eso como lo hacía como medida preventiva de posibles molestias en la boca. Prefiero tener las molestias por tomarme una buena copa de vino que por una taza de té, ya que aparecen igual. Creo que se entiende que no me bajo la botella entera, desde ya. Sólo es cuestión de equilibrio.

      Un petó y gracias.

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    2. Querida Fer, acabo de ver en las noticias lo de las impresionantes inundaciones en Buenos Aires, que barbaridad!!! Espero que no os haya afectado mucho y estéis todos bien.
      Hay la copita de vino ;-) es una lotería que nunca queríamos que nos tocara pero cuando sale nuestra bolita lo más importante es hacerte a la idea y mantener en lo posible nuestras costumbres y forma de vida aunque los cambios físicos sean visible e inevitable. Añoras las cosas más tontas, cuando me operaron el año pasado estuve un tiempo en que no controlaba la movilidad de una parte de la cara y una de las cosas que más rabia me daba era no poder controlar los labios para poderme bebe una Coronita o "perder" la oliva cuando se iba a un lado de la boca pero los días pasan y algunas cosas se van normalizando y a otras te acostumbras.
      Un petó y no dejes de darte esos pequeños placeres.

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    3. Terrible, Rosa. Gracias por recordarme. En efecto, he sido afectada, aunque comparada con otros habitantes de mi ciudad, no puedo quejarme. Esto nos ha dejado temblando y todavía no se termina de normalizar. Ya les contaré en una entrada al respecto.

      Sigamos disfrutando de los placeres que la vida tiene a bien regalarnos, Rosa!!!

      Gracias y un beso grande!

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  4. Anda ya! Que vayan a tocarle las pelotas a otro!!!
    Cuídese mucho y hable bien

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    1. Nunca mejor dicho, Alson!!!

      Un abrazo y gracias!

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  5. Fer que historia! soy de la idea que cunato más visitamos médicos más cosas nos diagnosticarán. Y los derroteros de consultorio en consultorio pueden llegar a convertirse en un calvario sin fin!Pero tbn son un mal necesario!
    Espero que todo marche lo mejor posible!
    beso gigante

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    1. Es mi historia de verdad, Maru. Nada de ficción. Y lo que decís es muy cierto. Marcha bien gracias a que decidí parar un poco con tanto médico. La mente juega un papel más importante del que creía en la salud. Hay que vigilarla también y el ir de médico en médico me resultaba más inquietante que tranquilizador.

      Beso grande y muchas gracias!

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  6. Es un texto bien hermoso donde has desvelado un montón de cosas que a muchos nos perturban. Los que somos aprensivos en temas de salud sabemos muy bien de que hablas. Te metes en una espiral, un carrusel cada vez más rápido, más vertiginoso y sientes como vas perdiendo pie hasta acabar completamente aturdido. Se necesita ese basta contundente que tu lanzas al final para parar ese vértigo absurdo. Si no se hace, si uno no decide tomar las riendas, la mente lo convierte en un saco de sentimientos enfermizos.
    No estoy diciendo que la salud no sea un tema que haya que vigilar y cuidar, pero es muy fácil que esa vigilancia se convierta en pura obsesión a poco que encuentre un hueco en nuestra mente donde sentirse a resguardo.
    Besos

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    1. Gracias, Doc. Es cierto: soy muy aprehensiva en estas cuestiones. Y no me hacía nada bien llevar semejante ritmo de consultas y exponerme a un abanico de diagnósticos presuntivos. Salía mucha veces de la consulta deseando que el médico estuviese en mis zapatos por un rato. No es que los odie ni mucho menos, pero creo que no les resulta fácil ponerse del otro lado del escritorio a veces.

      Al detenerse uno se da cuenta que no pasa nada, en cambio al ir de consultorio en consultorio, se siente uno cada vez más enfermo. Probablemente se había convertido en una obsesión el querer saber lo que en verdad no tiene mayor relevancia develar de momento. Se arriesga más la salud de ese modo. Espero que tú te vayas reponiendo de lo que sea que te pasó, que me lo perdí, perdida como estaba en mi propia espiral. Voy a explorar entre tus entradas a ver si me entero, porque me picó la curiosidad.

      Besos!

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  7. Fer me alegro de una nueva Fer haya surgido de sus cenizas cual Ave Fenix...
    y que te tomes las cosas con más calma y mejor humor que seguro ayudara a que todo se tranquilice y al menos rebajes el nivel de ansiedad y estrés al que te estabas sometiendo...seguro que empiezas a encontrarte mejor...
    Yo me he tomado unos días de descanso para visitar a mis padres...y hoy vuelvo a la rutina y a mi viacrucis personal...que estoy deseando que termine...el 8 tengo cita con el internista...espero que sea la ultima...y pueda recuperar mi salud...que se la están disputando unos pocos de médicos...
    Un abrazo y Felices Pascuas...

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  8. Querida Julia: Te deseo un buen descanso y todo lo mejor con respecto a tu salud. Fuerza, ánimo y pronta recuperación.

    Un abrazo gigante!!!

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  9. Qué bueno Fer, qué bueno que pudiste verte en el espejito y encontrarte que no es lo mismo.
    Cuesta, cuesta mucho tomar la decisión de parar. A veces por temor a hacer algo equivocado pero el cuerpo sabe. Es tan sabio...
    No te falta fuerza ni voluntad, por lo que transmitís.
    Besote!

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  10. Ya venía con ganas de mi blog, pero tras leerte aquí en el tuyo FER no me aguantooooo...

    ¡¡YUPIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII, cielo!! y no...

    No me lanzo como una loca a soltarte esta tontería porque no suponga importante la salud, es esencial y cuidarla primordial, si grito yupi! desde el fondo de mi corazón es porque una vez viví este viacrucis que tu describes con mi hijo pequeño, para ser exactos empezó al nacer y tras dos años... como tú dije ¡¡baaasta!! un bebé no puede venir a este mundo a ser acribillado por mil agujas para saber qué pasa... ¿qué pasaba? que no engordaba ¿sabes por qué? porque vomitaba todo lo que comía ¿sabes por qué vomitaba todo? porque no dormía nada ( ni él ni yo) él y yo estábamos desuaiciados ¿y sabes quienes nos desaquiciaban? los cien pediatras que nos estaban volviendo locos con tanta duda, tanto inocular miedo... ¿sabes cuando empezó a ir todo bien? .... justo cuando me olvidé de todos, intenté serenarme y tratar de ver lo que tu ves... los médicos son para curar, cuando sus dudas te enferman...¡¡adiós!! curiosamente por otro motivos volví a vivir con él a sus cinco años oootra vez lo mismo, esta vez en el cole... tardé ootro año en ver lo que tú ahora... entre todos estábamos asfixiándolo y de nuevo dije basta y salí de aquel colegio, dejé de pensar en su futuro y me concentré en su presente, en su día a día, en que fuera niño, que disfrutara de serlo, que saltara y brincara, que nadie le impidiera moverse lo que su cuerpo le pedía, nada de mordazas, nada de ataduras, fuera esquemas prefabricados en los que los especiales, los diferentes no encajan y de nuevo toodo volvió a normalizarse, hoy tiene 15 años y es un niño sano, normal y feliz... como tú, en cuanto toda esta angustia y agonía que te han hecho pasar se evapore de tu mente serás. Queriendo dar gusto a los médicos, a los profes a toodo el mundo yo fui la que más daño le hice de todos, quizá algún día me lo perdone... la vida puede ser tan complicada y terrible como nos la quieran hacer y nosotros mismos nos la hagamos... la vida es para vivirla mi querida FER, no para sufrirla... si el planteamiento es ese, algo falla.

    Te agradezco infinito lo que te he leído en mi casa, no era necesario cielo y además no creo que sea cierto... graacias aun así.

    Ánimo, tooodo el del mundo preciosa, respira hondo, oxigénate por dentro y por fuera y vive FER tooodo lo que puedas... a tomar vientos tanto sabelotodo que no sabe de nada, nadie sabe más de ti, que tú misma:))

    Un beso inmeeeeeenso, acabo de llegar y mira, meencanta sentirme aquí otra vez como en casa ( es lo único que extrañé una vez aquí) ...muaaaaaaaksss!!

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    1. Infinitas gracias, María: todo lo que digo, aquí, allá y en otros lados, todo es verdadero, para bien y para mal, así soy. Todo esto que he pasado es un camino que hay que andar unos cuantos kilómetros antes de descubrir que es el equivocado y al desandarlo es cuando se ve el otro lado, lo que has dejado atrás, y es entonces cuando ves el horizonte y el sol naciente.

      Tenías razón, siempre la tuviste. Es que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Me aferré con mil excusas al sufrimiento y al miedo, malos compañeros de viaje. Por fin un día me di cuenta de que no vale la pena cargar con ese pesado equipaje porque hemos de enfrentarnos con el mismo irremediable destino que todos los demás. Mejor hacerlo más liviana y habiendo gozado del viaje.

      En cuanto a lo que me cuentas sobre tu hijo, también resuena, porque me sucedió algo similar con mi hija pequeña. Y, como tú, un buen día descubres que debes dejarlos ser, empezar por aceptarlos tal cual son nosotras mismas como madres y al diablo con esos chalecos de fuerza tan "civilizados" que nos venden en aras de un futuro mejor. Pero compramos por miedo, miedo de que no sean felices, de que no encajen, de que no brillen. Aunque es cuando se los deja ser lo que ellos son, con su propia luz, cuando realmente alcanzan la felicidad, la plenitud. Debemos perdonarnos por esas cosas: yo, la primera. Trabajar sobre el perdón es liberador, María, aunque cuesta...

      Te mando un beso y un abrazo enormes, volviendo a la normalidad luego de haber estado en un caos, pasmada por lo que veo ha sucedido en La Plata y reponiéndome de la inundación de mi barrio, de mi propio living comedor y la oscuridad de un tremendo apagón de más de dos días. Ya escribiré sobre esta experiencia también: no me la voy a perder.

      Muaaaaks y gracias de nuevo!!!

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  11. Me tomo tu ultima frase y aunque agnóstico de "profesion", me acojo a ella con tu permiso para que esto cambie algo.
    Un Saludo.
    elperroverde

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  12. Muchas gracias, Pedro. Esto nos pasa a todos, más allá de que le llamemos de un modo u otro. Son pequeñas muertes cotidianas y nuevos comienzos.

    Algo hice mal en Google+ y creo que borré algún comentario que me habías hecho. Las conexiones han sido terribles estos últimops días, muy intermitentes, por las terribles lluvias y sus espantosas consecuencias. Ya los pondré al tanto desde mi propia vivencia y mi propio resurgir de las aguas...

    Un abrazo!

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  13. Felicidades por liberarte parcialmente de la tiranía de los médicos que, en gran medida, hacen alarde de su ignorancia. Supongo que también hay buenos y competentes profesionales, pero no es fácil hallarlos...

    Siento que los aguaceros y las inundaciones se hayan cebado con La Plata y Buenos Aires. No me dulen menos que si hubiese ocurrido aquí mismo. Tu tierra, como casi todas las que he visitado, también la siento como propia. Por eso mi visión del patriotismo nada tiene que ver con las fronteras.

    Besos, Fer, y mucho ánimo. Te ofrezco un brindis con una copita de tinto de la Ribera del Duero...

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    1. Todavía hoy, querido Luis Antonio, primer domingo de Pascua, estamos intentando resurgir de las aguas. Esto ha sido otro calvario y en lo personal la he sacado barata. Se cuentan más de cincuenta muertos y las pérdidas materiales, identitarias y sentimentales son inestimables. Mi compu no responde. Salvamos la del piso de arriba y he estado ocupadídisima haciendo de la planta baja que se inundó el hogar de siempre.

      Brindemos, amigo, por un fututro mejor para nuestros pueblos: a veces estas tragedias sirven para abrirnos los ojos. Se ha visto muy claro, en los momentos de más necesidad de presencia de quienes deberían cuidarnos y asistirnos, que somos una sociedad absolutamente huérfana. Ya escribiré al respecto.

      Un abrazo y muchísimas gracias por tus cariñosas palabras.

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  14. Lo dice Jung y lo dices tú:" La vida no vivida........" Tú has elegido vivirla y yo te acompaño. Eres una tia estupenda, Fer, de verdad te lo digo, ha valido la pena, y mucho, conocerte y leerte. Me gustas.

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    1. Gracias, Lola querida. Para mí también es un verdadero privilegio tener la posibilidad de aprender de tí y compartir nuestras reflexiones y vivencias personales.

      Un fuerte abrazo.

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