lunes, 26 de diciembre de 2016

Reflexión Etílica de Fin de Año: Parte I

 


    Yo no sé cómo será la historia en sus casas, pero en la mía, sobre todo cuando era chica, las fiestas de Fin de Año no pasaban inadvertidas: dejaban una resaca de peloteras familiares importante. Los recuerdos de los sentimientos que aquellas peloteras despertaban en mí, siendo apenas una niña, han sido tema de varias sesiones de terapia, con escasos resultados prácticos y un alto impacto en mi bolsillo. No es mi intención ponerme aquí, justo en este momento del año, a interpretar psicoanalíticamente los males que aquejan a mi familia, porque además de que no sé un pito del tema, francamente ya casi que me importa un pito: mi familia es así, y sé que no va a cambiar, aunque durante largo tiempo me sentí con el deber y la capacidad de hacerla cambiar. Es más, es probable que el paso del tiempo agudice nuestros rasgos antes de suavizarlos. Con el correr de los años, he pergeñado toda una estrategia para evitar las peloteras en mi mesa de festejos, y he descubierto alegremente que el alcohol ayuda mucho en mis intervenciones en este aspecto. Por lo tanto, esta reflexión de Nochevieja viene de ejemplos y de recetas, vamos, viene de tragos.




Es una verdad universal que las Fiestas y las fechas especiales nos movilizan de maneras de las que ni siquiera somos conscientes. A este fenómeno debemos sumar la presión que se ejerce desde el afuera para que nos sintamos festivos y expansivos por calendario, reuniéndonos a comer y a beber como si fuésemos a marchar para la guerra, sin olvidarnos de hacernos los mejores regalos. En mi familia, como en muchas otras asumo solemos reunirnos y visitarnos con cierta asiduidad, pero se siente en estos tiempos el imperativo de que lo mismo que nos reúne incontadas veces a lo largo del año sea diferente y especial. Es eso, en mi entender, lo que genera expectativas que nos condicionan a jugar un papel altisonante en la reunión, sea contando amenas anécdotasque para nadie resultan novedosas, comentando ciertos acontecimientos de orden público o carácter privado de modo singular, cocinando un platillo extraordinario o complaciendo el pedido general de preparar ese postre que nos identifica como grupo familiar. Hamlet lo resumiría en una línea: "Asume una virtud si no la tienes."





En este afán por lucir más chispeantes y descollantes, más "nosotros mismos" que lo habitual, es donde hacemos cortocircuito con los demás, creo entender; es en ese escenario donde nuestro personaje pretende desplegar lo mejor de sí mismo en el que se filtra lo malo conocido para empañar el protagonismo que buscábamos tomar en el festejo, traído habitualmente por otro personaje - alguien con buena memoria del libreto -, quien nos recuerda en off de todas las escenas vitales en las que no actuamos a la altura de lo esperado. Se desata, al fin, una lucha de egos, que se debe resolver para lograr proseguir con la obra hasta que caiga el telón. Para aliviar, entonces, esos roces entre actores en escena, y aún en ayunas, apelo al poder del alcohol por vez primera en forma de sangría, por aquello de que la sangre siempre tira.


*Sangría al mejor estilo español

La sangría debe ser preparada con vino joven y fresco, y tiene por gracia la antelación y el reposo que requiere su apropiada preparación: se deberá echar mano a toda fruta jugosa de estación, pelarla, si así se prefiere, y cortarla pacientemente en cubitos, para luego dejarla macerar en el vino, el cual adquirirá de esta manera los sabores y matices de los elementos frutales. Se le pueden inclusive adicionar medio litro de zumo de naranja y el zumo de un limónSu dulzura, bien dosificada, hará milagros: limará las asperezas del comienzo de función, borrará el temor al ridículo y el pánico escénico y entonará a los actores para que todo les importe un poco menos.




Otra verdad de lesa humanidad con respecto a las reuniones navideñas es que cuando los vivos se juntan, siempre conjuran a los muertos, y el efecto de invocarlos puede resultar explosivo. La Navidad es la fiesta del nacimiento por paronomasia. Sin embargo, son los muertos quienes vienen a habitarla con mayor comodidad. Es casi inevitable recordar a los que se han ido, los lugares que ocupaban a la mesa, las comidas que favorecían o las que aborrecían, y otro número de características que los suelen evocar de manera ligera aunque no siempre favorable. Como siempre, no falta el vivo de buena memoria, listo para poner al muerto en su lugar, lo cual suele causarle un soponcio, un desvanecimiento, una flojera o un histeriqueo a quien se siente tocado por la poco sacro santa y cruel verdad. Es entonces cuando se arman los líos, ya que algunos, simplemente para des-dramatizar y pasar a las entradas, osamos asumir el rol de críticos o de jueces de una vida que la muerte se ha encargado de elevar a un pedestal. Este es el preciso momento en el que hago uso y abuso de una receta que heredé de mis ancestros portugueses adquiridos por vía política: Cóctel de Porto. Estos portugueses, a quienes nunca he conocido y por tanto, nunca he juzgado, ni bien ni mal, escaparon de su tierra por hambre, igual que mis ancestros asturianos y gallegos, y me han hecho el regalo más nutricio que jamás he recibido. Aquí les facilito la receta:

*Cóctel de Porto

*1 copita de vino Oporto
*2 cdas. de coñac
*2 cdas. de cointreau
*Unas gotas lima
*Hielo picado


Preparación:


*Poner todos los ingredientes en una coctelera.

*Mezclar bien, colar y servir de inmediato la bebida.


*Si se prefiere se le puede poner algún endulzante, pero yo ni me molestaría: el oporto es uno de los licorosos con mayor cantidad de calorías, aunque no hay con qué darle por el lado del sabor.

Efectos esperables en dosis razonables:

*Alegría cuasi navideña, risas y buenos recuerdos, hasta de los muertos...




***Un aside sobre el menú: 


Es posible que en este momento de la noche nos asalten serias dudas como anfitriones acerca del éxito del menú, ya que algún familiar podría llegar a hacernos notar que es un tanto inadecuado para su gusto, aunque lo más probable es que hayamos incluido en él esos platos típicos que conforman el repertorio de las Fiestas en nuestra tierra y que inexplicablemente comemos una sola vez al año. Observaciones gastronómicas triviales acerca de nuestras elecciones de comidas podrían llevar fácilmente a una pelotera. Paso a ilustrar: en toda mesa argentina que se precie, debe haber Vitel Toné para estas Fiestas, simplemente porque así lo dictaminan las madres y las suegras. Se trata de un plato de tradición italiana, y su nombre viene de la frase “vittello tonnato”, o “ternera atunada”. El Vitel Toné lleva una salsa con una combinación de atún, yema de huevo, anchoas, alcaparras y mayonesa. De nada sirve razonar con respecto a la escasa practicidad de incluirlo como opción en el menú familiar, debido a factores múltiples que no está mal tomar en cuenta: la posibilidad de cortes de luz en esta época, que afectarían la frescura de los ingredientes, el alto costo del peceto y la alcaparra en estas fechas de enorme demanda, lo poco que este platillo les gustará a los niños y los jóvenes presentes, debido a sus notas ácidas, o simplemente el hecho de que tal vez nuestra familia no tenga nada de italiana... Asumamos que, en afán de complacer, nos hemos esmerado y lo hemos preparado. En el preciso instante en que Usted sirve el Vitel, y su suegro le retruque: "Para mí no hay nada como un buen asado", o que su padre sentencie que los sándwiches especiales de Vitel Toné que su marido laboriosamente ha preparado no califican como "comida", le recomiendo que refuerce su autoestima y su ansia de aceptación con este trago solitario:




*Shot de tequila en solitario:

*Lama la piel entre su dedo índice y su pulgar en la parte reversa de su mano al mejor estilo Pancho Villa.

*Póngase un poco de sal en el área. La saliva y los nervios del crítico momento ayudarán a que se pegue.

*Sostenga una rodaja de limón entre su pulgar y su dedo índice, los de la mano donde ha quedado la sal.

*Exhale profundo, lama la sal,  muerda el limón y tómese el shot de buen tequila de un solo trago, inclinando la cabeza hacia atrás. Luego diríjase hacia la mesa con los platos que había preparado y comprobará que los comentarios sobre el menú ya no le afectarán en lo más mínimo.


Hasta aquí, los preliminares de la comida de Nochevieja propiamente dicha. 







Continuará...


A boca de jarro

26 comentarios:

  1. Ja, ja, ja... reuniones familiares navideñas, no se puede vivir con ellas ni sin ellas. Siempre es mejor un buen vino o sangría para pasar de puntillas por el trance. Feliz Navidad.

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  2. Hola Fer en todos lados se cuecen habas y siempre hubo y habrá un tio chispiante!!Hermoso tu post!!
    Te deseo un muy feliz 2017!! Un abrazo, beso

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    1. Hola, Cristina. Muchas gracias! Igualmente para ti!

      Un abrazo y un beso!

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    1. Felicidades también para ti, Mark. Muchas gracias!

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  4. Muy bueno Fer,esos recuerdos que echan chispas en esas reuniones familiares, Me he sentido como en mi casa disfrutando de la tuya. Un abrazo

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  5. Muy agudo Fer, esas "tradiciones" que se autoimpone la familia y que a veces la mejor manera de sobrellevar son con una buena dosis de sangría, el cóctel de porto o ese shot de tequila.
    Lo que es excesivo es la presión externa para ser los más felices del mundo mundial en estos días, ¿y el resto del año?
    Un saludo

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  6. Tu familia, Fer, no es tan distinta de la mía en lo que a peloteras se refiere. Me encanta leer tus expresiones tan cancheras y oportunas. Haré tu sangría el 31 porque ¡había olvidado lo mucho que me gustaba! y brindaré por ti en secreto. ¿Cómo se hacen tan buenísimas ilustraciones? Sos una maestra.

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    1. Brindemos en casa, querida Egle: Salud! Muchas gracias y muchas felicidades!

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  7. Qué buena idea Fer!
    Y lo mejor, con la mente espesa por el alcohol no recordarás nada al día siguiente, tal vez una mala película y una gran resaca, todo superable.
    Un abrazo.
    Que 2017 te permita realizar tus sueños!

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    1. Muchas gracias, Josela. Retribuyo tus buenos augurios.

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  8. Jajaa que genial!! Para mi un Tequila, por favor.
    Besos!!

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    1. Marcha un tequila para vos, Dana ;)! Salud!

      Besos y gracias!

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  9. Buenos tragos para generar dosis de buen humor, necesarios para enfrentar estas fiestas pensando lo menos posible en lo complejo que somos los seres humanos, y nada de hablar de cosas profundas, y mucho menos filosóficas, no, nada de eso. Una reflexión muy atinada de tu parte que comparto.
    Digresión: Una de las cosas lindas que me ha pasado este año es poder conocerte, y estoy muy feliz de eso.
    Ojalá que hayas pasado una linda Navidad y espero que tengas un ¡Feliz Año Nuevo!
    Un beso grande, Fer.
    Ariel

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    1. Muchísimas gracias por tus cálidas palabras, Raúl. Feliz Año Nuevo para vos y los tuyos también.

      Beso grande!

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  10. Eres maravillosa Fer. Este post, mezcla de recetas, situaciones familiares y tu inigualable humor, me ha cautivado totalmente. Quedo a la espera de la continuación.
    Un beso.

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  11. Que texto más rico de posibilidades con su mezcla de recetas y reflexión personal con alcance universal. Le ganas mucho más que por una cabeza, como el tango de Gardel, a tu no admirada Isabel Allende.
    La Navidad como bien dices, con los años convoca más a los muertos que a los vivos y por ello les gusta ocupar su sitio tradicional en la mesa.
    Solo una duda hemisférica, la sangría puede que no sea la bebida más adecuada para solventar problemas y recalcar olvidos en este invierno boreal en la que vivimos los que estamos aquí arriba.

    Besos y felicidad

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    1. Muchísimas gracias, querido amigo Krapp. Vosotros tenéis la ventaja de poderos beber el vino caliente, que es como mejor efecto surte ;)!

      Besos y muchas felicidades para ti también!

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  12. Esa sangría permitirá pasar el control de alcoholemia con cierta facilidad. En la mía no falta algo de ginebra, Martini, etc. Y que conduzca otro... La sangría que me gusta últimamente es la que sustituye el vino por el cava...

    Omito hablar de la familia.

    Feliz Año Nuevo, Fer, y un fuerte abrazo

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    1. Haces bien en omitir comentarios sobre la familia: es mi próxima meta a alcanzar en mi camino de aprendizaje acerca de la vida, mi estimado Luis Antonio. Muchas gracias y felicidades.

      Un fuerte abrazo!

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