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jueves, 26 de febrero de 2015

Expresándome




Hoy me encontré con una frase inspiradora en la remera de una vendedora de uniformes que me pareció poesía simple y pura,  algo así como aquello que se conoce en términos literarios con el nombre de caligrama o poesía visual. La llevaba puesta quien me atendió en la tienda de uniformes, a la cual ya fui varias veces en estos últimos días ya que estoy ocupada acopiando materiales y vestimenta escolares para mi hija, que comienza el lunes próximo su último año de la escuela primaria, y para mi hijo, que comienza su último año de la escuela secundaria. A su vez, mañana tengo mi enésima entrevista laboral y les pido que crucen los dedos porque en verdad extraño la docencia y deseo volver a las aulas.

El caligrama dice así:

"Live 
life 
to express

 Not 


to impress.


 Work 


for a cause


 Not 


for applause.


 Dont't strive 

to make your presence noticed

 Just your absence felt."





Se las traduzco tratando de conservar al menos la rima:


"Vive 
la vida 
para expresar

no 

para impresionar.

Trabaja 

por una causa

No 

para ser aplaudida.

No intentes 
hacer notar tu presencia
Tan solo que sientan tu ausencia."


Si conocen al autor, me avisan. Gracias por la compañía de siempre.





A boca de jarro

martes, 8 de octubre de 2013

Incertidumbre






"Viajar no es tan sólo moverse en el espacio. Es acomodar el 

espíritu, predisponer el alma y aprender de nuevo."

                                                                          José Ortega Y Gasset


 Iba a escribir la historia que desenterré en Asturias, la de mis abuelos maternos, pero en estas últimas madrugadas empezaron a soplar vientos de incertidumbre sobre mi tierra que me mantienen en vela. Me fui de viaje para encontrarme con mis raíces y así lo hice, pero también me sirvió para darme cuenta de dónde vengo, dónde vivo y cómo vivimos los argentinos.

 Todo viaje conlleva un movimiento del alma, parafraseando la cita que abre esta reflexión incierta. Mi alma se salió de su eje al viajar, y al volver ya nada se ve desde el mismo ángulo, aunque hay líneas convergentes que se plasman en mi historia y en la de aquellos que me precedieron en mi árbol genealógico. Mis abuelos asturianos se aporteñaron mucho más que mis abuelos gallegos. Venían del trabajo y se instalaron en una Argentina que les ofreció más trabajo. No dejaron riquezas en sus pueblos. Dejaron parientes que fueron acribillados frente a sus ojos por ser anti y no pro. Y acá les pasó parecido: se encontraron con el paradigma que aún nos gobierna, y que siempre ha planteado la misma antinomia: anti o pro. Lo sigue haciendo hasta hoy.

  Mi viejo siempre dice que el general le permitió hacerse médico en una universidad pública y de excelencia, y sin él al poder sus padres inmigrantes jamás podrían haber estado orgullosos de su hijo, el doctor. Pero también dice que estamos enfermos de un cáncer social que nos divide hace décadas, y que lo que se viene ahora es la metástasis, y ya va por los 76. Mi abuelo asturiano sufrió agravios y ataques por hablar mal del general en su almacén, y se lo dieron vuelta los muchachos bravos de entonces una noche que mi mamá aún recuerda con terror, el mismo que siento yo hoy cada vez que salgo a la calle o cuando se va mi hijo mayor solo y de noche a estudiar, calzado con unas zapatillas de marca, ninguna extravagancia, las que le compramos a fuerza de trabajo, y un celular en la mochila para que esté comunicado con nosotros, ya que todos sabemos que sólo por sacarte cosas como estas en cualquier calle de mi ciudad te matan, y los delincuentes, que entran en la espiral de pobreza, violencia y criminiladidad porque tienen pocas opciones viables y dignas de supervivencia, entran por una puerta y a los pocos días salen por la otra. Cuando se acude a la policía por estos casos que se repiten a diario, ellos mismos admiten que poco pueden hacer al respecto: están peor armados para enfrentar al delito que los propios criminales. Si los identifican y los van a buscar a sus guaridas, por todos bien conocidas, quedan marcados ellos y pierden ellos la vida por el magro sueldo que se les paga cuando, al ser excarcelados estos extraviados, se cobran la revancha. Hoy por hoy, a la nieta de ese noble y digno asturiano de férreos principios, que mandaba unos dineros que no le sobraban a España para ayudar a los que se quedaron allá penando, le pasa algo similar: se la juega cuando se anima a escribir de estas cosas desde un blog porque se lo pueden dar vuelta, un blog que es el equivalente actual al mostrador del almacén de mi abuelo en la década del 50. En términos de libertad de expresión, estamos empatados, él y yo.

 La delicada situación de salud de nuestra mandataria, enfrascada ahora en un hermético silencio, no hace más que generar la misma incertidumbre que sintieron mis abuelos cuando se embarcaron para venir a hacer la América y tuvieron que vivir en un país escindido. La señora se pegó un golpe en la cabeza en agosto, un golpe del cual no estábamos bien informados, como tampoco se nos informa con claridad y veracidad sobre los índices de pobreza e inflación o sobre qué va a pasar si ella no puede seguir al timón de este barco que perdió el rumbo hace rato. El golpe que se pegó es la metáfora más acertada para ilustrar cuán enajenada estaba en su burbuja de ambición, corrupción, impunidad y poder. Se dio de cabeza contra la realidad que ella misma se niega a aceptar. Su mayor mal, estimo, es haberse mentido a sí misma, es el no poder aceptar una posible derrota, aunque la enfermedad, tal como la viudez, ayuda a ablandar corazones. Yo deseo que la enfermedad le sirva como una lección de humildad y que se reponga prontamente, ya que nos hemos quedado acéfalos.

 La señora se dio de cabeza con la realidad que todos vivimos y padecemos a diario: la de la destrucción sistemática de la clase media, la de la alarmante inseguridad a la que nadie pone coto, la de la devaluación lastimosa de nuestra moneda, la de la falta de inversión y recursos para hacerle frente a lo que le queda por delante, la realidad del autismo de un gabinete que ni siquiera se reúne, que hace fotos para la campaña basadas en el montaje, ya que ni para la foto se juntan, y la realidad innegable del hartazgo de un pueblo que hasta se cansó de cacerolear porque era ninguneado además de desoído en su justo reclamo.

 El genral murió y nos dejó a Isabel. La señora se somete a una delicada operación y nos deja en manos de un  hombre bajo graves sospechas de corrupción, que está dando claras muestras de ineptitud para ocupar el cargo que ella misma le ha asignado. Como en la época del general, no hay oposición fuerte que proponga una coalición que nos saque de este brete. Por suerte no quedan ya militares que vayan a dar un golpe. Sólo tenemos incertidumbre, ayer como hoy, a caras de una elección a fines octubre.

 Hoy Clarín dice que la cirugía que se le practicará es "de rutina y de bajo riesgo", de acuerdo con la opinión de todos los especialistas que salieron a hablar en los medios. Pero ella nos ha dicho un millón de veces que Clarín miente... ¿A quién le creemos los argentinos hoy? 

 Yo les doy las gracias a mis abuelos asturianos y gallegos que me enseñaron a pensar sobre la política a base de información y opinión, a trabajar decentemente para mantener a mi familia y para aportar mi granito de arena para construir una nación digna, a no robar, a hacer buen uso de mis libertades como ciudadana y a acostumbrarme a vivir con la incertidumbre, apoyándome en la fe en el Dios al que encomiendo mi destino y el del mundo. La incertidumbre es la única certeza con la que parecen contar nuestros pueblos. 





"De pronto recordé que había soñado con eso: Un laberinto asfixiante en el que por más que caminara siempre estaba en el mismo lugar. Algo me atrajo, quizá la incertidumbre o mi propio miedo, y me largué a correr hacia cualquier parte."
           
Osvaldo Soriano, escritor y periodista argentino y marplatense, (1943-1997), autor de notables obras tales como Triste, solitario y final (1973), No habrá más penas ni olvido (1978), Cuarteles de invierno (1980), A sus plantas rendido un león (1986), Una sombra ya pronto serás (1990), El ojo de la Patria (1992) y La hora sin sombra (1995).


A boca de jarro

jueves, 22 de agosto de 2013

Francisco marca tendencia en Twitter


 Según un informe del diario argentino La Nación del 19 de agosto del corriente, unos 8.660.000 de seres humanos alrededor del mundo "leen los mensajes que el Papa envía por esa red de microblogging, entre ellos, las 3.417.200 personas que lo leen en español, en @Pontifex_es.". Ayer me sumé yo a seguir a Francisco también en Twitter, y ahora le encuentro sentido a tener activa mi cuenta en esa red por primera vez, aunque hasta ahora seguía a algunas fuentes de información y opinión relevantes en lo personal. El día 9 de agosto Francisco pío un mensaje que lo siento como escrito para mi jarro de barro. Esto sólo sucede con los mensajes de los buenos comunicadores: aunque apuntan a millones dan en lo más profundo del corazón de los individuos sin altisonancias, rivetes demagógicos o banalidades populistas. Lo difundo porque creo que vale la pena seguir a Francisco también en Twitter:

Tweet de Papa Francisco ‏@Pontifex_es 9 ago

Somos vasijas de barro, frágiles y pobres, pero dentro llevamos un gran tesoro.

 De acuerdo a un estudio del Proyecto Reputation Metrics de Media Reputation Intangibles (MRI) de la Universidad de Navarra (España), se supo que si bien no es el usuario con más seguidores y que sólo ha hecho 100 publicaciones en esta red social, el Papa Francisco definitivamente es el líder mundial con mayor influencia en Twitter. Esta información procede del sitio www.elsiglodetorreon.com, que asevera en una nota del 6 de agosto que Francisco es la figura más popular en Twitter, y que ha desbancado del podio de los primeros puestos a otras personalidades con un alto nivel de seguimiento, tales como los presidentes Obama, Maduro, Cristina Fernández de Kirchner, adicta a Twitter, y hasta al líder espiritual Dalai Lama, quien ahora lo secunda. 

 Me colma de esperanza y de alegría genuina que Francisco le haya roto el récord, con todo respeto, a gente como CFK, Maduro y Obama en Twitter. Lo lamento por el Dalai Lama, pero estar segundo no está nada mal. Si estas son las tendencias en el mundo, celebro unirme a Twitter, y me hago activa en responder y retransmitir sus breves y contundentes mensajes cargados de humanidad, que son además realmente prolijos y poco intrusivos, ya que suele twittear los miércoles y los domingos: Francisco es prolijo hasta para piar.

 ¿Por qué es popular Francisco, cabe preguntar? Sin ser una experta en la materia, creo que la respuesta pasa por el nivel de hartazgo y desencanto que generan en la humanidad las palabras agresivas y a veces devastadoras que recibimos de tantas figuras políticas como la presidente de la Argentina. Ya nos alimentamos de demasiadas palabras agresivas a diario en los medios de comunicación masivos de todo el mundo. En los titulares de La Nación del domingo, por ejemplo, uno se encuentra con los siguientes ejemplos: "El voto bonaerense: la disputa central. La puja entre Massa e Insaurralde es decisiva para el Gobierno"; "Otra tragedia en Rosario: dos muertes en un juego"; "Gibraltar, una frontera de tensión y contrastes: La crisis entre Londres y Madrid (...) desnuda desigualdades"; "Caen más policías en días de franco: Al 75% lo mataron cuando no estaban de servicio..."; "La polarización asedia a Chile"; "Lesiones en Los Pumas"; "Caso Ángeles: Managgeri, peor, A dos meses del crimen, más de 20 indicios contra el portero" (¡Y el crimen no se resuelve!). 

 En los noticieros centrales de la televisión argentina se dedica más tiempo a las noticias del triste crimen de la joven Ángeles que a las noticias provenientes del Ministerio de Economía, de Salud o de Educación argentinos todos los días, a pesar de que se trata de un caso policial más, en el cual sólo se expone la constante inoperancia de la Justicia local. Otros temas relevantes son el consabido opio para las masas posmodernas, por supuesto, el fútbol, las noticias de la farándula local e internacional y el parte meteorológico, mientras que a la gravísima situación en Egipto se le dedica un segmento de tan sólo tres minutos en un noticiero de las 9 de la noche, horario central o prime time, como lo llaman los expertos, que ya casi ni me molesto en sintonizar: a esa hora cenamos en familia y con el televisor apagado, y conversamos sobre nuestras cuestiones del día, sean buenas o malas noticias. 

 Pasen y vean los titulares del día acá. Comparemos ahora las palabras que resuenan con las palabras claves que usa Francisco, para nada alienado de la realidad:


http://www.lanacion.com.ar/1564822-las-diez-frases-mas-impactantes-del-papa-francisco-en-la-misa-de-asuncion


 Más allá de las palabras de espiritualidad cristiana, las palabras claves de este hombre son claves para la humanidad toda. A estas palabras en la jerga especializada del Mass Media se las conoce como "tags", o etiquetas, o bien se las denomina "hashtags".  A quienes escribimos blogs se nos recomienda que, para hacer mayor número, usemos y abusemos de nuestras propias palabras claves: cosas del marketing que poco tienen que ver con la calidad de los mensajes, sino con su énfasis temático. Lo cierto es que tanto en Twitter, como en otras redes sociales, como en los blogs, como así también en los medios de comunicación, no necesitamos de fórmulas maestras para hacer rating: queda demostrado claramente que lo que hace número es la calidad de los mensajes. Tampoco resultan necesarias las anestesias publicitarias pegadizas y entradoras que nos invitan a consumir para abordar o evadir la realidad. Necesitamos respuestas y herramientas para enfrentarla desde el compromiso con los valores, la sustentabilidad y la austeridad: alguien que nos propone ser custodios de la creación, que nos habla de amor, responsabilidad, apertura, confianza, voluntad, corazón, signos, respeto, designios, vocación, escucha, presencia, padres, representantes, espíritu, ternura, luz y ser resulta un personaje más que interesante para informarse sobre la realidad. Esas son buenas noticias que no evaden los grandes males endémicos del mundo a los que hacen referencia: pobreza, destrucción, miedo, debilidad y muerte.

 Todo un ejemplo en tendencias el Papa Francisco. Le agradezco sus mensajes de diálogo, solidaridad, fraternidad, introspección a través de la oración comunitaria y acción alegre, activa y dispuesta, y me quedo en la virtualidad de Twitter para seguirlo, no por seguir la tendencia, ya que ese no es mi estilo, sino para nutrirme de sus mensajes desde allí, como lo hago también en mi realidad cotidiana, en las calles de mi barrio y en la ciudad que camino como caminó él tantos años en sus zapatos de goma gastados como pastor ejemplar: una ciudad cuyo puerto alguna vez se dio en llamar Santa María de los Buenos Ayres.

A boca de jarro

jueves, 18 de abril de 2013

En la cara

   

Dicen los que saben acerca de la naturaleza humana, como decía mi abuela materna, y como me enseñó a pensar su única hija, mi mamá, a quienes les estoy profundamente agradecida por haberme legado el sentido común, que todo lo que somos en esencia lo llevamos pintado en la cara desde pequeños. Con los años se aprende a verlo claramente. Se me podrá tildar de prejuiciosa, pero estoy convencida de que, sobre todo después de cierta edad, nuestra cara revela todo lo que somos, para bien y para mal. 



Ayer, observando ciertas caras de adultos que nos representan por televisión, gente que seguramente nunca me cruzaré por la calle, ni en una tienda, ni en un restaurante, ni en un viaje, se me abrieron los ojos a esa sabiduría de la que habla la gente simple, como era mi abuela, como mi mamá. 

Para colmo, al devenir adulto y al vivir inmerso en una sociedad de consumo, se pierde la inocencia y se aprende a mirar más que la cara: se mira la ropa, su brillo, su textura; los zapatos, la fineza de su cuero y de su hechura; se imagina el aura del buen perfume importado. Se detienen los ojos propios en sus gestos, en sus ampulosos teléfonos celulares, en sus exorbitantes joyas, sus retoques estéticos y sus detalles caros. Se ve tanto a través de esos detalles, tanto más que lo dicen sus discursos televisados. Se llega a palparles el bolsillo. Entonces no hace falta que nos informen lo que roban y han robado con total impunidad: lo vemos aún sin jamás haber visto ni poder siquiera imaginar tanto dinero junto como el del que se habla.





Son caras que hablan de vacuidad espiritual, de ambición desmedida, de amor por el poder, el dinero y la ostentación, de egolatría y engreimiento, de lujuria, de falta de escrúpulos y de vergüenza, de ganas de atropellar a todos en nombre de ese poder que pretenden perpetrar para ser cada vez un poco más impunes en sus indecentes miserias. 

Los ojos dicen mucho: hay también ojos transparentes, que dejan al desnudo emociones nobles y genuinas, que llevan gafas simples, para ver más claro, como las que compramos en la óptica de la vuelta de casa. Hay además miradas limpias que se sonríen y que transmiten la paz de las conciencias que los dejan dormir tranquilos. 



En cambio, otras miradas son opacas, como intentando ocultar esos rasgos oscuros que todos tenemos, aunque en ellos se han oscurecido más, dejando al alma desnuda en las sombras en las que habitan, sombras que habitan toda alma humana, aunque afortunadamente en muchos quede velada a pura fuerza de luz. Y no hay gafas oscuras que oculten la oscuridad de sus más íntimos deseos, por más lujosas que sean.




Hoy saldrán muchas caras a la calle de mi ciudad y de mi país. Imagino que la mayoría serán caras anónimas de gente común que aún tiene sueños y no desea que se los roben, gente que trabaja a mano limpia para conseguir lo que tiene y que se entera de que estas otras descaradas gentes andan juntando millones con manos enfundadas en guantes en bolsas que van pasando de mano sucia en mano sucia hasta ponerlo a resguardo en algún puerto que asumen seguro. Dinero espurio que brota con la podredumbre de la alcantarillas cuando llega el temporal, y que, para su mal, no se pueden llevar con ellos cuando les llega la hora final, por más que construyan obscenas bóvedas en vida o despúes de muertos para resguardarlo.

Esta tarde noche saldré sin temor, a cara lavada, con mi familia, la que vive aquí y la que creo con el alma está en otro lugar mejor y vive en mi corazón, a cacerolear en protesta, con esas cacerolas viejas que me legó mi abuela de su humilde y noble cocina, la que alimentó mi dignidad, para que llegue el laterío a las orejas ensordecidas de soberbia de esas otras caras que ayer vimos por televisión en su intento por perpetuar su impunidad. Será un mar de ojos, caras y manos. Asumo que se verán las ganas de luchar en paz por la dignidad en las caras con las que me encuentre entre el ruido y el destello de las cacerolas de la gente de mi pueblo. Porque, como reza el eslogan del gobierno nacional, Argentina es un país "de buena gente", todavía y a pesar de todo. Pues bien: se los haremos saber, una vez más, en la cara.


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