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miércoles, 1 de mayo de 2013

Mayo, Mes de la Palabra: Por amor a la palabra

 

             "Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ Λόγος, καὶ ὁ Λόγος ἦν πρὸς τὸν Θεόν, καὶ Θεὸς ἦν ὁ Λόγος."

             "En el Principio era la Palabra, y la Palabra estaba ante Dios y la Palabra era Dios"

                                                   (Evangelio de Juan, 1:1)
  

  Hace unos días un autor de blog a quien admiro y valoro, Spaghetti, no sólo por su bitácora (tal como me enseñó a llamar a los blogs otro amigo, Luis Antonio, un purista de la lengua de Cervantes), y por su alma azul, que se transluce en sus escritos que cobran vuelo poético y dan rienda suelta a una imaginación potente para la ficción, sino además por cada uno de los comentarios que tiene a bien verter en este jarro, aunque no sean siempre complacientes con mis opiniones a boca de jarro, como pasó cuando dejé de fumar. Con el cariño que impregna su visión de subjetividad lo que aquí lee, como nos suele pasar a tantos que blogueamos con el corazón abierto, encariñándonos con quienes interactuamos virtual pero profundamente en nuestros espacios de libertad expresiva y creatividad sin límites, me prodigó elogiosas palabras, de las cuales en verdad no me siento merecedora, acerca de una entrada que le gustó. Comentaba algo así como que mis letras "son un ejercicio literario tanto en el fondo, como en la forma, que todo sigue una línea clara" y que, como escritor que es, sabe "lo muy difícil de escribir tanto y tan intenso" y que sólo lo podemos hacer quienes tenemos "ese don que nos dio el cielo". Yo no me siento escritora, pero sí creo que tengo un don para la palabra que me ha dado Dios, a quien concibo como fuente inagotable de amor. La palabra es amor y escribo por amor a la palabra.

  Como es costumbre de la casa, le contesté profusamente, diciéndole que valoro inmensamente este intercambio nuestro y que siempre recuerdo lo que me costó lograr hacerle venir a este jarro que moldeo a pura intuición. Admito que a veces salgo a buscar a ciertas personas que realmente me interesa tener como comentadores dado que los considero un lujo, como a Isabel Martínez Barquero, con quien no me animaba, ya que es escritora de verdad. De letras no estudié más que lo que me enseñaron a admirar lo que hacen ciertos grandes escritores. Tuve la fortuna de dar con buenos maestros de literatura en mi paso por el colegio secundario y el profesorado de inglés, quienes me educaron para ver las maravillas que se construyen a base de palabras, a deleitarme con esas poderosas obras arquitectónicas con todos los sentidos. No me siento una trabajadora de la palabra, aunque enseño inglés: siempre me gustaron, siempre me atrajeron, mucho más que tantas otras cosas que intentaron enseñarme en vano. Entablo un juego amoroso con ellas que me divierte y me sana.

  Lo que más disfruto en realidad es la enorme libertad que me permiten de expresarme y de comunicarme con almas sensibles y afines, muchas menos de las que se cuelgan debajo del la imagen de Dalí a veces simplemente para decir "Aquí estoy", o que eligen leer en silencio sin comentar, lo cual no juzgo: cada quien tiene su modo de bloguear. Algunos de los que aportan significativamente aquí ni siquiera figuran en ese cuadro de seguidores y no me importa en lo más mínimo: es el caso de Joselu, un hombre con quien he tenido acuerdos y desacuerdos siempre respetuosamente y quien, además de enriquecer mi visión del mundo, recomendarme buenas lecturas y enviarme links y mails, me ha enseñado mucho sobre el arte de bloguear de manera absolutamente desinteresada. Otro así de valioso es Dr. Krapp, que tiene una visión clarísima de mis sombras que inevitablemente se filtran en mis escritos, y nunca yerra ni en el diagnóstico ni en el tratamiento para los males que ventilo aquí, como buen médico de almas. También él me deja regalos en forma de videos para ver que he colgado varias veces después de publicar una entrada por lo que suman a lo que he intentado plasmar. Debo nombrar a Julia, seguidora desde hace tiempo, que me sorprende con sus destrezas manuales, don que me ha sido negado, y que ofrenda sabias palabras de mujer a mujer en cada aporte aquí y regala poemas y extractos de libros desde su lugar que luego obtengo, leo y disfruto enormemente. No me puedo olvidar de Rosa, simpática, empática e incondicional en sus intentos por enseñarme diferentes saludos en catalán, a Alson, de pocas y contundentes palabras, pero de férrea presencia, a Maru, que me enseña tanto de arte en su interesantísimo blog, a Lore, que me banca desde el principio y siempre tuvo palabras de afecto, apoyo y contención, tanto como Moni, que hace tiempo que no viene, igual que Neuriwoman y Víctor, y me tienen preocupada, no porque no vengan o publiquen asiduamente, sino porque me sucede que pienso en ellos y los imagino en el mundo real, tal vez con dificultades que los apartan momentáneamente del virtual, y me interesa saber de ellos como seres humanos. Me pasa eso: soy querendona y no puedo evitar entablar un vínculo afectivo con ustedes, y eso es lo que más valoro de llevar un blog.
  
  Sigo con interés blogs de ficción que leo con cholula admiración porque, como dije, nunca pude escribir nada que no estuviera basado en una vivencia real, tanto que a veces me siento demasiado expuesta en lo que plasmo, porque es mi vida: es el caso de Mirella, de Dana, a quienes me cuesta comentar porque no sé si aclaro u oscurezco. Hay poco que agregar a ese mundo de fantasía invaluable. Del mismo modo me sucede con los de vena poética o metafísica, como Marinel y Antonio, con los bastiones de la sabiduría, madurez, sencillez, la humanidad más enternecedora, el sentido común y la opinión concienzuda, como Lola, Manuel, Pedro y el temido por mí Temujin, a quien le voy perdiendo el miedo y se me hace un tierno de opiniones fuertes y acertadas, y con jóvenes brillantes y soñadores pero que pisan fuerte y tienen un promisorio futuro con las palabras, como Diego.

  Algunos de ustedes tienen en sus espacios libros enteros absolutamente publicables, letras pulidas que vuelan y estremecen. Éste, en cambio, es un simple jarro de barro que voy moldeando con mis manos a fuerza de pura inspiración, vivencias y opiniones. Mis entradas ahora suelen arrancar temprano a la mañana, cuando hay aún silencio y tranquilidad en el hogar, los días en los que no salgo a trabajar al instituto. Parten de un sentir, una idea que me asaltó antes, de vuelta del trabajo la noche anterior, sentada frente al televisor, con un libro en la cama, leyendo el diario o en sueños. Me siento frente a la compu entre medio de mis quehaceres cotidianos, escribo, voy y vengo por una taza de café o té, o por un cigarrillo (porque lamentablemente, he vuelto a fumar, en un intento erróneo por torear a mi dramatizada enfermedad y hacerme humo cuando me entró el agua en casa, lo confieso, aunque sé que decepciono a unos cuantos al hacerlo...). Lo que empecé a escribir antes del desayuno, lo releo y hago un alto. Preparo el desayuno familiar y las colaciones que se llevan, comparto el desayuno con los míos, les digo chau, un besito y sigo. Me quito el pijama, me meto en ropa cómoda, salgo a barrer la vereda, pongo a lavar la ropa, releo y continúo. Tiendo la ropa al sol y me desperezo en la terraza, me como una galleta dulce, a veces toca otro lavado extra y voy cerrando. Busco imágenes, ya después de alguna compra, la limpieza básica de baños y acondicionamiento de habitaciones, mientras preparo la comida y antes de que lleguen los chicos del colegio: eso me insume tiempo, pero me fascina. A veces llego un poco tarde al cole a retirar a la más chica porque me olvido del tiempo. Es maravilloso lo que las imágenes pueden decir, tanto más que las palabras. De eso ustedes también saben y algunos mucho. Todo este proceso no me resulta ni difícil ni trabajoso: fluye. Necesito expresarme así y comunicarme con seres afines tanto como un jarro necesita de agua para no estar vacío y meramente de adorno. Sé que me entienden bien en esta necesidad. Tan poco trabajo me representa llevar adelante el blog que comenzó allá por el 2011 por falta de trabajo, justo después de que a mi compañero de vida desde hace veinte años y padre de mis dos hijos lo echaran a la calle sin previo aviso un fatídico 27 de diciembre. Desde entonces, no paré de escribir. Escribo para refugiarme del trabajo y del mundo allá afuera y pensar sobre él desde un lugar calentito que se me hace seguro y con la distancia óptima que me ampara de su vorágine desde mi ventana.



  El mayor placer llega al concluir la entrada y apretar la opción "Publicar", absolutamente gratuita y orgásmica. Es un momento de enorme alivio y alegría por la culminación, probablemente comparable a lo que sentiría John Milton, aunque salvando la abismal distancia de tan gran escritor de lengua inglesa, cuando decía que se levantaba temprano por la mañana a escribir "wanting to be milked" ("necesitando ser ordeñado"), y eso que era hombre y jamás había amamantado, pero escribía en la campiña, rodeado de naturaleza, como tantos soñamos poder hacerlo. Ahora, como adulta, pienso que además hay una sana connotación sexual y sensual en su metáfora. He ahí el poder de la palabra y el enorme  privilegio de escribir. Y finalmente llega el deleite, que se va paladeando de a poco como el buen vino y nutre como el guiso de mi abuela, de recibir comentarios y ver qué efecto causó lo que una dejó fluir libremente en medio del trabajo cotidiano. Mis respuestas a los comentarios suelen ser tan extensas como mis posteos, y es que me encantaría charlar horas enteras con personas como ustedes en un café o en un bar, pero sólo está Blogger: mejor dicho, por suerte está Blogger. Lamentablemente, es difícil encontrar en el mundo real gente con quien me entienda tan bien y me sienta tan a gusto, y eso que somos tantos.

  Así es que hoy, en el día en el que el mundo celebra el trabajo, que en casa agradecemos ahora que lo tenemos y lo valoramos porque ha faltado, como les sucede a millones de almas con quienes me hermano hoy y cada día, yo celebro lo que hago cuando no trabajo y que ustedes enaltecen al pasar por aquí y al darme cabida en sus propias bitácoras, simplemente por amor a la palabra. Por todo eso les doy las GRACIAS a todos, a los que han quedado enlazados a estas palabras y a los demás, a los de ahora, a los de antes y a los de siempre, y les deseo un buen descanso en el Día del Trabajador.


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