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martes, 2 de agosto de 2011

Enlazar: REEDITADA

Publico hoy de nuevo esta entrada del 24 de mayo, porque cada vez enlazo más, cada día de mi vida de blogger me da más satisfacciones el enlazar, y cada momento creo que lo que más necesitamos como sociedad es enlazar en todos los campos. Lamentablemente, mi amigo blogger Facundo ya no está más: no encuentro su blog activo en ningún lado y se desenlazó de mí. Si alguien sabe de él, o si vos, Facu, leés esto, por favor, tened a bien comunicaros conmigo... ¡Te extraño! GRACIAS!!!

The Lacemaker (La hilandera) Johannes Vermeer.
 Y volvamos un poco a la escolaridad nuestra de cada día. Justamente, gracias a la retroalimentación que permite tener un blog, me encontré con una presentación de slides muy interesante en un blog fabuloso y premiado merecidamente que recomiendo a todos los educadores:                              Enlaces Educativos                 
         
“Enlazar” es precisamente lo que estamos necesitando en términos de educación todos los agentes involucrados en el proceso de la enseñanza y el aprendizaje, que son la misma cosa. Hay que enlazar el aprendizaje de los alumnos con el de sus docentes, la enseñanza que impartimos los docentes con la que nos dan los alumnos, las formas de educación tradicionales con las más innovadoras que nos inundan desde la tecnología, enlazar a los padres con los aprendizajes de sus hijos, y a los docentes con la realidad de los padres, y a los padres con los docentes, y a los docentes entre sí.

  Y así, todo cambiaría para mejor.                      

Creo que este cambio es muy viable si tan sólo nos desprendiéramos del miedo al cambio, de los prejuicios, de las excusas… Ahí hay que "desenlazar".

No digo que todo lo que se hace hoy por hoy en las escuelas está mal, ni tampoco creo que todo lo tecnológico sea 100% efectivo, ni en la escuela, ni en todos lados.
Digo que hay que “enlazar”.



ENLAZARUNIR, RELACIONAR, COMBINAR, ASOCIAR, CONECTAR, VINCULAR, EMPALMAR, ENTRONCAR, EMPARENTAR.


ESTA ES LA GRAN REVOLUCIÓN EDUCATIVA QUE NOS DEBEMOS COMO SOCIEDAD A 201 AÑOS DE LA REVOLUCIÓN DE MAYO.

Sólo de ese modo lograremos llegar a crear el entretejido de la red de educación que TODOS necesitamos de cara al futuro.
Yo misma encuentro muchos riesgos en el uso indiscriminado de la tecnología informática “per se”, y sobre todo, cuando la consigna desde la escuela es “Busquen en Internet”. Los docentes en general nos vemos sobrepasados por las nuevas tecnologías: no las entendemos, no las dominamos, y por eso nos meten miedo. Los chicos, por el contrario, nacieron con un dedo en los botones, o con un botón en los dedos, y se animan a todo en la computadora, pero es preciso que el adulto controle y guíe las búsquedas para así orientarlas hacia sitios confiables y valiosos. Sabemos que hay mucha riqueza en la web, y también hay mucha basura, como en todos lados. Por eso es menester “discriminar”, en la mejor acepción de la palabra, y enseñarles a los chicos a hacerlo.
Yo misma también escribí una   larga entrada sobre Facebook, y si bien sigo sintiendo que la mayoría de los usuarios de esta red social están allí para figurar, porque “hay que estar, hay que hacer rostro, “hacer face”, también le agradezco a Facebook la posibilidad que me brinda a mí y a muchos de usarlo positivamente,  para reencontrarme con amistades perdidas, o divulgar lo que uno humildemente hace y cree que puede resultar útil e interesante para otros. Todo avance y herramienta que se pone al servicio de la comunicación humana puede ser utilizada tanto para ennoblecer y enriquecer, como para destruir, degradar o empobrecer. La elección está en nuestras manos, ahora, sobre el teclado. Y si no, pensemos qué se hacía con los más bellos libros jamás escritos cuando caían en manos de los tiranos de turno…

Toda herramienta, nueva o vieja, tiene sus pro y sus contra. El tema es cómo se usa. Los jóvenes que abusan del uso de ciertas redes mostrando su desnudez, en lo que se conoce como el “cyberstrip-tease”, por ejemplo, u hostigando a algún otro a quien eligen como chivo expiatorio a través de lo que se denomina “cyberbullying”, no hacen más que 
de-mostrar lo desnudos que se encuentran de mirada adulta paternante que simplemente les advierta del peligro y del mal que causan y se causan. No hay nada malo en mostrar un cuerpo desnudo, en realidad, es algo muy bello. Pero depende del para qué se lo muestre. Si se trata de incitar la mirada de otro creyendo que en ese cuerpo está todo lo que yo soy, valgo y tengo para ofrecer al mundo, voy muerto. Y lograré  incitar otro tipo de desnudez patológica, que es la que padece el pervertido, y que es en verdad la que plantea un gran peligro a ese joven que muestra lo que considera más valioso de sí sin reparos al mundo. El pensar que el cuerpo es lo más valioso que tenemos para ofrecer como imagen propia a los demás es también un tipo de desnudez que empobrece, achata, denigra. Es un hecho muy generalizado que se ve en todos lados, y es muy triste.
La web no es más que un reflejo de lo que sucede en el mundo real, ni más, ni menos.
Y está en nosotros elegir qué mostrar, hasta dónde y para qué. 
Esto lo podemos hacer los adultos, pero los jóvenes necesitan consejo, control y límites, por su propio bien.  

Al hacer mal uso y abuso de la tecnología, no hacen más que pedirnos a quienes tenemos la responsabilidad de paternarlos que les pongamos un límite. Y aquí me es útil otra vez mi admirado y erudito Sergio Sinay, y su maravilloso libro La Sociedad de los hijos huérfanos”: hijos huérfanos de adultos que desempeñen su rol adultamente, huérfanos de mirada y de presencia adulta, y huérfanos del necesario, aunque temido por muchos padres, límite.


Un joven bahiense, Facundo Arrimada, que está viviendo en el País Vasco, aportó un comentario a mi entrada anterior, y me llevó a descubrir su incipiente blog. Él también escribe una interesante entrada sobre sus resquemores ante los límites de su privacidad y lo que deja ver de sí al llevar su blog o al mostrarse al mundo en Internet, y también me hizo repensar lo que yo misma me planteo cada vez que posteo: ¿hasta dónde, para qué, a qué precio?

 
Creo que las mismas preguntas caben en la escuela  en cuanto al uso y la implementación de las nuevas tecnologías. Y ahí hay otra pregunta más importante aún, que percibo no nos estamos formulando como educadores: ¿CÓMO?

De todas formas, la presentación es entusiasta y motivadora, y el entusiasmo es lo que menos abunda en las aulas, lamentablemente. Por eso me parece muy digna de difundir, igual que el sitio.

Por Carmen González Enlaces Educativos                                        



Así, a boca de jarro, y enlazado.         

lunes, 27 de junio de 2011

Desprolijidad



           
  Una vez más, voy a dejar salir un poco de humo de mi pava hirviendo, porque el agua no me sirve para cebar ricos mates una vez que hierve: ¡una pena!  Mejor me vendría tomarme el tiempo para la hermosa ceremonia del compartir unos mates relajados y charlados con mis seres queridos, como dice un escrito muy lindo de Lalo Mir que me llegó hoy por mail, y que reenvié a los que más quiero, que hacerle frente una vez más a la tarea y a lo que genera en mi hija de ocho años, una niña, no una "adulta pequeña", haciendo referencia al maravilloso poema de Silvia Beatriz Zurdo que publiqué hace tiempo en este blog: "Día del Niño". 

  Mi hija hoy salió malhumorada del colegio. Lunes. Día de mucho frío en la ciudad. El fin de semana hubo que hacer lo que se nos mandó. Lo muestro para ahorrar en palabras y ser "prolija":

             
  

  A mi hija y a los chicos de su clase se les exige "prolijidad en las presentaciones". La maestra de grado avisó a principios de año que iba a insistir mucho en esto, y que iba a hacerles transcribir todo aquello que estuviera "desprolijo".

En esta oportunidad, no voy a ir al diccionario a buscar el significado del vocablo "prolijidad"Sería demasiado "prolijo" de mi parte. Me voy a remitir a los ejemplos que tenemos alrededor, que educan, o des-educan, mucho más que las palabras.

En los últimos días, hemos visto muchos, demasiados, diría yo, ejemplos de "desprolijidad" en todos lados: en la política, en la justicia, en lo social, en lo económico, en los medios, en lo laboral, en el comportamiento de cada ciudadano en la sociedad y en la vía pública, en las redes sociales, en el fútbol (¡!), y la lista podría seguir ad infinitum, lamentablemente. Y a los educandos se les exige exactamente lo que los adultos paternantes no enseñan con el ejemplo de sus vidas. Y se los castiga. No veo que se castigue a todos aquellos que se desempeñan con "desprolijidad" en los escenarios  de la vida adulta que están a la vista de todos, al menos, no de un modo ejemplificador. Y la "desprolijidad" en ese plano tiene consecuencias graves.

En cambio, la "desprolijidad" en el trabajo de un niño normal y capaz es un síntoma de varias cosas. En el caso de mi hija, está muy claro, para ella tanto como para mí: hay hastío, aburrimiento de prácticas mecanicistas y carentes de sentido pertinente, exceso en cantidad en lugar de mesura y calidad (porque la foto muestra sólo una parte...), y sobre todo, esta manía defectuosa de ver siempre el lado vacío del vaso, la falta de iniciativa para estimularlos desde lo que sí logran, lo que sí pueden. 
Hoy vino refunfuñando porque una maestra le dijo que se atara los cordones de las zapatillas, y ella todavía no puede sola: "¡Oh,horror!". Respuesta del docente: "En tercer grado una nena ya debe saber atarse los cordones". Y salió de la escuela con los cordones desatados y con un humor de perros. ¡Cuánta falta de mirada por el ser humano al que se tiene adelante! ¡Y es un colegio donde se predican los valores Cristianos!

Yo no recuerdo bien cuándo exactamente logré aprender a atarme los cordones de las zapatillas. No creo que se trate de un hito madurativo trascendente, y su hermano mayor desestimó el acontecimiento, mortificante para ella, diciéndole: "No te preocupes, yo no me los até hasta los 9, y acá estoy...".  Y creo que todo tiene que ver con algo que esta docente desconoce por completo: el desarrollo de la motricidad fina. Esa motricidad en desarrollo en una niña normal que no entra "con sangre", que no se vende en frasquitos, que no se impone desde afuera, y que se cansa de copiar y copiar, para venir hoy, lunes, a casa, con cuatro tareas, y que naturalmente expresa su cansancio en la "desprolijidad" y el malhumor

La "desprolijidad" es un signo de nuestros tiempos: vivimos de un modo desprolijo, nos relacionamos desprolijamente, y así arremetemos contra la armonía personal y el bien común. En el caso de los chicos, perdemos un bien superior en pos de un requisito estético que no es más que el síntoma de la enfermedad que nos agobia como sociedad toda. Y que se cobra en autoestimas pisoteadas y, lo que es peor, en vidas, valiosas vidas malogradas.

Ayer hacía mucho frío en Buenos Aires. Soplaba un viento helado. El país estaba pendiente de lo que le pasaba a River, que terminó en drama. Yo salí a caminar emponchada por las calles desiertas a disfrutar de un rato de sol en soledad. Y ví mucha "desprolijidad" en las pocas cuadras que caminé. Ví calles sucias y rotas, caca de perro por doquier, y lo que es mucho peor, ví seres humanos acostados sobre papeles de diario y tapados con andrajos y cartones, con changuitos tomados de supermercados, abarrotados de pertenencias inútiles que van "cartoneado" por ahí, para conseguirse un dinero para comida chatarra y vino del más barato. Pensé en la noche que se venía, con temperaturas bajo cero, y me rasqué la cabeza: "¿qué hacer?" Haga lo que haga, será un acto más de verdadera "desprolojidad". 

Y escribo la palabra de este modo porque debería aplicar adjetivos calificativos mucho más altisonantes, categóricos y "a bocajarro". Pero me voy a cebar unos mates, e intentar hacer la tarea del día con mi hija menor, para tratar de enseñarle con un simple ejemplo de vida imperfecto, como todos los que le puedo dar, lo que sibgnifica (así pronunciado por ella...) la palabra "PROLIJIDAD".

  
 A boca de jarro

domingo, 10 de abril de 2011

Masacre en Río de Janeiro.



  En mi entrada anterior reflexioné sobre la metafórica muerte de la niñez ante el nacimiento de la adolescencia. Hoy quisiera pensar en voz alta sobre la muerte real de niños acaecida en Río de Janeiro días atrás que nos conmocionó a todos. Niñez y adolescencia confluyen en la escuela. Esta es otra masacre en una escuela, lo cual ya puede considerarse como un fenómeno global, debido al gran número de casos que se han suscitado en los últimos años. No vemos masacres en supermercados, centros comerciales, cines, teatros o restaurantes con la misma frecuencia, aunque criminales  enfermos hay por doquier.

  Esto me llama a reflexionar: ¿por qué la escuela, a la que generalmente el criminal que ataca está ligado de algún modo, se convierte en el blanco de toda la ferocidad de su patología mental?


   Los medios periodísticos se ocupan de analizar cuestiones tales como la prevención que se requiere para estos casos, o la  falta de velocidad del accionar de la policía, o la falta de seguridad en las escuelas. Y humildemente siento que estas tragedias deberían ofrecernos una oportunidad para  enfrentarnos con la imperiosa necesidad de repensar el rol de la escuela y las emociones que genera el sistema educativo como fenómeno global en el siglo XXI, que hacen que algunos de sus agentes, tanto sea alumnos como profesores, emerjan de él tan enfermos. Esta necesidad de cambio no forma parte de ningún plan de educación ni  se refleja en ninguna currícula escolar, que es lo que más preocupa a los gobernantes, quienes salen corriendo cuando algo así sucede, aunque ya sea demasiado tarde; entonces seguimos sin plantearnos la exigencia de re-crear la escuela saliendo del paradigma obsoleto que se limita a "aprobar y desaprobar", dañando y  generando traumas tanto a niños sanos como a niños enfermos. No es improbable que quien sea catalogado como “extraño” por sus conductas sociales dentro de la escuela, marginado, victimizado, hostigado y calificado de "fracaso escolar" por su desempeño en ella, sin recibir asistencia psicológica y contención afectiva desde la escuela misma, terminará enfermo de resentimiento y encono, y así pueda llegar a lastimar y lastimarse a sí mismo como aquí vemos. Desde ya, ese chico muy posiblemente venga enfermo desde su hogar. Probablemente todo su entorno familiar esté enfermo y sea enfermante. He escuchado a una psiquiatra decir que en este caso de Río se trataba de un homicida con "una sed de venganza  ligada a una patología cronificada", es decir, de larga data. Razón de más para que alguien desde la escuela tomara cartas en el asunto al detectarlo y le brindara asistencia psicológica en primera instancia. Eso sucedería en una sociedad sana con una escuela sana.

   El mal, la muerte y el dolor de tantos inocentes no tienen explicación, pero sí las causas de la enfermedad.

   Y no intento culpar a la escuela de ésta ni de otras tragedias similares: lejos de mí estaría semejante locura.
Lo que intento decir es que hay algo enfermo en el engranaje escolar también, como en el afuera, y que es imprescindible revisar para sanar.

   La escuela es también una víctima de la enfermedad social que la infecta, al igual que todos sus agentes.


   Y me viene  a la memoria una excelente película francesa que expone esta realidad impecablemente: “Entre los muros”, de Laurent Cantet.  
                                                                            
   Insisto en la urgencia de dar un primer paso hacia el cambio para  sanar a la escuela. El  criminal es un emergente de un sistema "infectado". La escuela, como institución, está enferma, y ya no es, como para generaciones pasadas, un segundo hogar, lamentablemente.
   En Estados Unidos, Inglaterra, Argentina y ahora en Brasil, se masacra a niños dentro de la escuela: tal vez se trate de una manera errónea y violenta de pedir un cambio desesperadamente. 

    Tampoco intento defender al asesino: él también es una víctima y que Dios y nosotros todos nos apiademos de él, y los afectados reciban la bendición de la capacidad de perdón y consuelo por las irreparables perdidas.


   También pienso en esa pobre escuela destruída moral y anímicamente, en esos maestros que intentaron defender a sus alumnos y defenderse a sí mismos, y en los niños que fueron testigos y víctimas: hay también mucho trabajo psicológico para hacer con ellos ahora. Y esto lo rescato porque no todo está perdido, al contrario, hay mucha gente valiosa en estos ámbitos que merece un cambio para mejor en muchos sentidos, y está deseosa de gestarlo.


   Las sociedades avanzadas deberían replantearse devolverle sentido de pertenencia, relevancia y cobijo a todos los agentes escolares. Y para quienes no "encajen" por problemas serios, debería brindase atención desde la escuela, o bien derivar a centros especializados provistos por el estado para intentar salvarlos y así salvarnos todos.

   Las escuelas, como la sociedad toda, necesitan un enorme baño en un "río" de amor empático e inteligente, y ya no más baños de dolor, rechazo y exclusión que terminan por convertirse en baños de sangre.

   Hay mucho por hacer. Me gustaría ver el cambio asomar en el curso de mi paso por esta vida. 
 



Y te lo digo así: a boca de jarro.              











viernes, 1 de abril de 2011

Las manos que guían


  Mi hija parece haber dejado atrás su stress escolar, y se la nota contenta e inspirada. Ayer decoró toda la superficie de nuestra terraza con rayuelas y muñecas gigantes pintadas con tizas de colores, lo que hoy los artistas llamarían “gigantografías”. A ella le encantó esa nueva palabra, que inmediatamente añadió a su ya rico  y vasto universo lexical.
Yo, que siempre quiero ir un poco más allá de lo que noto, y que en este caso también me tiene a mí más contenta e inspirada, trato de analizar las causas de este cambio positivo en su estado de ánimo. Y siempre llego a la misma causa primordial:

Las manos que guían.

¡Sí! La mayoría de sus maestras este año la estimulan y no corroen su autoestima ni la intimidan. La idea de jugar a la rayuela, y de dibujarla con tizas, la trajo del instituto donde aprende inglés, donde aprende también jugando.  Obviamente, mi hija ADORA a su “Miss Flower” y sus clases de inglés, y esto la transporta e inspira, porque el disfrute genera justamente esas ganas sanas de explorar y “re-crear”.

Aprender es siempre ir un poco más allá.

Su maestra de plástica trata a sus trabajos como “obras de arte”, ya que entiende que todo niño es en gran medida un artista. No mira los “trabajitos” con los ojos del adulto que ve el lado vacío del vaso, sino que logra ver la riqueza, el potencial, la creatividad espontánea, la libertad de ser único y original que todo niño despliega.
Su maestra de grado no la persigue con evaluaciones constantes, y “no se enoja” si le queda algo de lo mucho que da para hacer en clase como tarea para el hogar.
Para mí era impensable esto de que la maestra “se enojara” con un chico de primer ciclo porque no hizo a tiempo a terminar una seguidilla de ejercicios mecanicistas y aburridos  (“cuentitas”, “problemitas”, “silabeo” “recortar  y pegar palabritas” etc. en pleno siglo XXI…).
Comprendo, como docente y madre que soy, que uno a veces se enoje, especialmente si nota que no hay voluntad, que no hay esfuerzo. Pero en este caso hay cansancio lógico, hay tedio…  Es una pena no saber ver, no saber autoevaluarse como docente. La consecuencia es lastimosa.

Cuando no hay disfrute no se aprende.

Es así que yo encuentro tantos adolescentes más tarde en su escolaridad sintiéndose anulados para las matemáticas, un cero a la izquierda para lengua, y demás. Es que nadie los convocó a averiguar “el para qué” del aprender, no hubo disfrute, no se fue más allá de lo mecánico, que es un escalón para acceder a otros niveles del saber. Con esto no quiero decir que el aprendizaje siempre tiene que ser una fiesta, un juego.
Hay momentos más monótonos, aunque necesarios y productivos. El tema es no quedarse allí, darle la mano al alumno para que de ahí ascienda un peldaño más, para que con esto que costó y cansó haga algo a lo que le encuentre sentido y aplicación relevantes: ahí está el goce.

Se aprende cuando se incorpora algo nuevo que sirve para la vida. Y al descubrir que me sirve, disfruto.

Y este proceso de descubrimiento lo logran las manos que saben guiar.

A boca de jarro

P.D. Excluímos a la maestra de flauta…

miércoles, 23 de marzo de 2011

The Veteran

   
Hoy llueve en Buenos Aires... comenzó el otoño.
Lindo día para poesía ...

"The Veteran" ("El Veterano de guerra") es un bellísimo poema de la poetiza norteamericana de comienzos del siglo XX : Dorothy Parker. Lo descubrí a través de un fragmento que incluye Whitney Otto en su excelente novela "How to make an American Quilt", de la cual hay una linda versión cinematográfica con Winona Ryder y Anne Bancroft, dirigida por Jocelyn Moorhouse.

Dorothy Parker tuvo una vida tormentosa, marcada por  la 
persecución por sus ideas políticas, el alcoholismo, varios divorcios 
recurrentes intentos de suicidio. 


Una de sus biografías dice lo siguiente :
                 
              "Dismissive of her own talents, 
             she deplored her reputation as a wisecracker".   


Lo cual yo "transferiría" así, para el que no lo capte en inglés, 
como en verdad me parece más gráfico:


                   "Subestimaba sus propios talentos
                 y deploraba su reputación de humorista filosa y aguda."


En estos días en los que estoy metiéndome  de lleno en la interacción
con mis alumnos, me sorprende y apena encontrar cuántos adolescentes y jóvenes 
hay que también subestiman sus talentos y cargan con una reputación,
o una etiqueta que les pesa. Así me vino esta mujer y su bello poema 
a la memoria. Y pienso cuánta desilusión, frustración, traumas y hasta 
enfermedad puede provocar el no dar rienda suelta al ser dentro nuestro, 
con sus pequeñas genialidades y talentos, aunque no busquemos fama o gloria.
Cuánto daño puede causar la ceguera de los adultos alrededor del joven
que no notan o estimulan esos talentos. Y cuanto más daño puede producir
el juicio negativo, el ver sólo el lado vacío del vaso, el etiquetar.
¡Qué pesada mochila pueden resultar las etiquetas que cargamos y
que se nos han impuesto hasta el punto de que nos las hemos creído!
¡Cuántos jóvenes parecen disculparse por no leer "bien", no pronunciar "bien",
no escribir "bien", no dibujar "bien"... en fin, la lista es larga, interminable!
¿Quién dijo que hay que hacerlo "bien" para gozar del derecho a disfrutarlo?
¿Acaso alguien nos enseñó a hacerlo? Y si ese fue el caso, ¿cómo sabemos si 
hemos sido bien enseñados y que estamos siendo bien evaluados? 
¿Qué "está bien" y qué "está mal" cuando se trata simplemente de liberar
nuestros potenciales -  si no le hacen "mal" a nadie y podrían hacernos
 mucho "bien" a nosotros mismos? 
Al hacer lo que nos gusta sin juicio de por medio, fluimos, 
nos olvidamos por un rato del mundo, de nosotros mismos,
nos convertimos en artistas, aunque no seamos demasiado talentosos.
Siempre intento estimular el intento, el esfuerzo ... sí, eso que está
pasado de moda en la era de la instantaneidad, el animarse y, por sobre
todo, el disfrute
Pero claro... yo ya soy "una veterana de guerra" en  mis luchas contra
la baja autoestima, la inseguridad y las disculpas por no ser lo que los demás
esperan, por no ser "perfecta". Alguien como el veterano de guerra
en este poema, cuyo fragmento dice:



The Veteran


When I was young and bold and strong,
Oh, right was right, and wrong was wrong!
My plume on high, my flag unfurled,
I rode away to right the world.
“Come out, you dogs, and fight!” said I,
And wept there was but once to die.

But I am old; and good and bad
Are woven in a crazy plaid.




                                        Dorothy Parker



  "Cuando era joven y valiente y fuerte,
¡Ay! ¡Lo que estaba bien estaba bien, y lo que estaba mal estaba mal!
Mi pluma en alto,mi bandera desplegada,
Partí a enderezar al mundo.
"Salid, perros, luchad!", dije,
 Y lloré por sólo poder morir una vez.


Pero estoy viejo; y el bien y el mal
Se entretejen en un loco entramado."


 Y, paradójicamente, ¡cuántos verdaderos genios hay con vidas dolientes y etiquetas pesadas!
 Einstein, un pequeño genio etiquetado de"fracaso escolar"; Van Gogh, un "loco" que se cortó la oreja y no disfrutó de reconocimiento en vida ; y Dorothy Parker, con una vida sufrida que alguien graficó así:


  
        El epitafio que ella quería sobre su tumba, hoy en Baltimore, decía: 


                     "Excuse my dust ."   ("Disculpen por el polvo de mis cenizas")


   ¡Ahí está! Muchos dirían que sólo los grandes pueden traducir poesía, o que la poesía no se traduce.
Yo lo hago, me animo. No sé si está "bien" o "mal": soy una "veterana de guerra" y ya no me importa.
Lo hago, lo disfruto, y no pido disculpas, ya que a nadie hago mal, y me hago un gran bien.




Y te lo digo así: a boca de jarro, pero con poesía.

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