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lunes, 18 de julio de 2011

Psicología pura, sentido común y "Canción del corazón", un poema de Cristina Banegas

Mi Mafaldita lectora...
  Mi hija menor de ocho se vino a casa una semana antes del comienzo de las tan esperadas por todos vacaciones de invierno con un libro de la biblioteca del colegio que ella y sus amigas decidieron pedir prestado. Tuvieron unas últimas semanas irregulares, con ausencias repetidas de la maestra de grado por enfermedad, y fueron pasando de mano en mano, de un maestro a una maestra, a lo largo de los días. Se fueron "las manos que guían" ... 

  No es fácil para chicos de esta edad entender que los adultos que guían su aprendizaje tienen una vida adulta más allá de ser sus maestros: son niños, no son "adultos pequeños", como diría Silvia Beatriz Zurdo una vez más. Las explicaciones que a veces les dan los adultos son pueriles hasta para ellos que son niños, y ellos aman a su "seño", la extrañan y le hicieron un montón de dibujos para cuando vuelva. Odiaron intensamente a quienes para ellos resultaban "usurpadores del trono" de SU MAESTRA. Y es evidente que sintieron un cierto grado de desamparo ante esta situación de la que nadie tiene la culpa, obviamente.


                                                                
  Yo no soy psicóloga ni lo quiero ser, pero me gusta y me interesa la psicología. Y leo bastante. Un día de esos en los que "la seño" estaba faltando y mi hija salía malhumorada y triste, para qué negarlo, lo cual coincidió con dificultades para dormir que ya había atravesado y superado, pero que reaparecieron, veo en el puesto de diarios frente a la escuela un periódico titulado "Actualidad Psicológica", y el enorme titular de tapa me pudo:


Dificultades en la escuela , mayo 2011
  Es una publicación muy seria, enriquecida con variados aportes de especialistas que evidentemente trabajan con la realidad de la escuela que yo muchas veces palpo como madre y docente, aunque ya no ejerzo en colegios por elección. Y el primer largo y riquísimo ensayo con el que me encuentro, escrito por Gisela Untoiglich, titulado "En la infancia los diagnósticos se escriben con lápiz" (páginas 1 a 5) me resulta muy reconfortante y esclarecedor. Además de tratarse de un texto muy bien escrito, enriquecido con aportes bibliográficos valiosos y cuidadosamente incorporados, Gisela demuestra tener mucha experiencia y conocimiento directo de la realidad que describe. Y me asombra la coincidencia entre su opinión calificada, respaldada y avalada por esa experiencia y por sus estudios, y los comentarios y reflexiones que a mí me salen "a boca de jarro" cuando charlo y analizo la escolaridad de mis hijos y sobrinos con mis familiares y amigos adultos en una rueda de mate o café...

 Gisela  reflexiona acerca del aumento en el índice de severidad de la patología psíquica infantil en el presente, y se pregunta "dónde se produjo el viraje" para contestarse y contestarme:

 "Es probable que las necesidades fundantes en los niños continúen siendo las mismas a lo largo de las diferentes épocas: cuidado de los aspectos biológicos (...); sostén del pequeño; (...) afecto (...); regulación de la presencia-ausencia del adulto (...); límites y prohibiciones entendidos como bordes que ayudan (...); renuncia pulsional por parte del adulto en lo que refiere a los aspectos ligados  (...) a la violencia física y/o psíquica y a la inconteninencia verbal que muchas veces se derrama sobre el niño; juego como aquella actividad por excelencia que posibilita fundar lo infantil de la infancia; aprendizaje de contenidos y valores (...); transmición de sentidos que posibiliten metabolizar los acontecimients vividos y fundamentalmente tiempo que implica durante la infancia que alguien estará en disponibilidad libidinal incondicional para ese pequeño que necesita que le otorguen su espacio-tiempo (...). Todo esto tendrá que ocurrir en un contexto de asimetría en el cual el mayor es el responsable de proporcionar y sostener todos los aspectos mencionados"
                                    (Nota: Las negritas son de Gisela Untoiglich)
                                                 

  Nada que agregar: absoluta y totalmente de acuerdo. De estos aspectos, faltan unos cuantos en la escuela, de ahí que haya dificultades. Una amiga de mi hija, según me cuenta su mamá, dice tener retortijones y dolores de panza cuando llega la hora de ir al colegio ... 
  Y tengo claro que ni mi hija ni su amiga encuadran en lo que Gisela Untoiglich diagnosticaría con tinta como una psicopatía: a penas esbozaría un diagnóstico de una ansiedad escolar incipiente causada por la ausencia de varios de estos factores estabilizantes en la vida de las nenas, y lo escribiría en lápiz, para bien de la salud mental de sus madres y padres también.



  Gisela analiza más a fondo cada uno de estos factores en lo que sigue del texto, y luego agrega algo que para mí, como mamá y educadora es crucial :

"El proceso de enseñanza-aprendizaje implica tanto la transmisión de contenidos como de valores en un entramado indisoluble. (...) ¿Podemos pensar en la excelencia de contenidos académicos por fuera de la construcción de valores? ¿Qué clase de personas podríamos promover si creyéramos que los contenidos educacionales están por fuera de los valores éticos?"


   Sin dudas, la respuesta a la  primera pregunta retórica es un rotundo "NO". Y la segunda es "MONSTRUOS". No obstante, Gisela como especialista experta en el tema, y yo como madre y educadora, sabemos que esto pasa, y que allí reside el mayor problema que debe enfrentar la escuela, para que los niños puedan enfrentar la realidad imperante que muchas veces los supera en su ser niños, para que:

" ... los niños tengan más herramientas elaborativas. (...) Cuando muchos de los elementos mencionados se hallan desarticulados nos encontramos con adultos fragilizados que no están en condiciones de amparar y contener a su progenie (...) las interveciones subjetivantes pueden cambiar el decurso de un pequeño (...) padres que abdican de su función antes de haber comenzado, (...) niños en estado de orfandad (...).
Entonces hay cada vez más niños que no se ajustan a lo esperable, cada vez más padres que necesitan un mayor sostén para la crianza de sus hijos, por lo tanto cada vez hallamos mayores niveles de fragilización. (...) ... la lógica del mercado hoy también se impone en los modos de realizar diagnósticos. (...) Parece más sencillo imponer una etiqueta diagnóstica que tomarse el tiempo para indagar acerca de sus padecimientos."


  Y corona tanta riqueza de psicología pura y sentido común con esta definición que todos necesitamos:

"¿Qué es la normalidad, qué es la anormalidad? Foucalt en su libro "Los anormales" (1999) plantea que la anormalidad es una construcción discursiva (...) atravesada por los condicionamientos políticos de una época que determina quién es normal, por ende, quién es anormal (... ) Así, el desconocido pasa a ser un conocido "anormal" (...) lo que tranquiliza a muchos adultos. (...) 
¿Si cada vez hay más niños con problemas psíquicos severos no habrá que revisar lo que estamos generando desde el mundo adulto?"

                                                                    
  Por supuesto que sí, Gisela. Podríamos cambiar tanto con tan poco... Ya lo esbocé cuando traté de analizar la masacre de Río de abril del 2011 , sin todas las herramientas de las que dispone esta maravillosa especialista, simplemente apelando al sentido común, que sigue siendo el menos común de los sentidos...

  Gisela, como yo, ve a la escuela como un lugar en el que el niño debería poder creer, debería poder sentirse "albergado, esperado y acompañado", como una institución que debería apostar todas las fichas por el potencial y el desarrollo de ese niño en lugar de boycotearlo, etiquetarlo, medicarlo, y sacarlo del juego de su propia autorrealización porque no se lo comprende ni en sus carencias, ni en sus riquezas, ni en su ser niño, ni en su necesidad de AMOR. Esa para mí es la gran cuenta pendiente de la escuela de hoy.

                                                           
  Y para sobrellevar las carencias que sintió en estas últimas semanas, mi hija trajo un libro a casa :"Cuentos para seguir creciendo" de distribuición gratuita por el Ministerio de Educación a través de Eudeba. Allí encontramos un bello poema de la maravillosa actriz y artista argentina Cristina Banegas, de su propio libro "El país de las brujas", que de algún modo resume esta larga entrada que tenía muchas ganas y poco tiempo de escribir, para compartir y difundir este hallazgo y esta gran riqueza que me brindó Gisela Ungoiglich.  Y que se lo dejo a mi hija por si algún día llega a leer lo que su mamá escribió alguna vez pensando en su felicidad:  


"Canción del corazón", por Cristina Banegas.

Corazón tan mío,
en cada latido
sólo la verdad
sabe obedecer...
Yo no soy brujita,
¡ni lo quiero ser!

Corazón tan loco
disimule un poco
y aprenda a latir,
pero no a temer...
Yo no soy brujita,
¡ni lo quiero ser!

Corazón tan mío 
nunca tiene frío,
guarda el sol aquí
y me hace crecer.
Yo no soy brujita
¡ni lo quiero ser!
                        
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