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jueves, 29 de abril de 2021

INVICTUS

 

"INVICTUS" William Ernest Henley  (1849–1903)

Out of the night that covers me,
      Black as the pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
      For my unconquerable soul.

Bajo el manto de la noche que me cubre,
Negro cual pozo de polo a polo,
Agradezco a los dioses si es que existen
Por mi espíritu indómito.

In the fell clutch of circumstance
      I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
      My head is bloody, but unbowed.

En las garras de la desgracia
No me quejo ni he gemido.
Bajo el yugo de mi destino
Sangra mi frente, pero en alto permanece.

Beyond this place of wrath and tears
      Looms but the Horror of the shade,
And yet the menace of the years
      Finds and shall find me unafraid.

Más allá de esta prisión de ira y lágrimas
Me acecha el Horror de las penumbras,
Y sin embargo la amenaza de los años
Me encuentra y me encontrará impertérrita

It matters not how strait the gate,
      How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate,
      I am the captain of my soul.

No importa cuán estrecha sea la puerta,
Cuán cargada de castigos mi sentencia,
Yo soy la dueña de mi destino,
Yo soy la capitana de mi espíritu.





A boca de jarro






domingo, 21 de marzo de 2021

Adopción de nombre

        Alfonsina Borges


Llego a Borges,

le entro,

derrito el miedo:

 alegremente me pierdo

en ese laberinto del espejo,

me embriago de Arquetipos y Esplendores,

me lleno los pulmones de eucaliptos,

arribo al otro lado del ocaso,

me encuentro con un sueño sepultado:

                          detrás de los reflejos, presiento que ese Borges me ha nombrado.

 


Me fugo al mar, la invoco a mi Alfonsina,

acaricia la espuma mis talones,

evoco a quien mi nombre me ha legado

y grito, en el romper de un nuevo oleaje, en el despunte del otoño de mis días,

“Madre, Vos, con mi nombre, te has equivocado.”

Desde hoy, si él llama, diganle que yo a mi nombre lo he cambiado,

que no pienso irme a dormir, no todavía,

 que, a pesar de todas las heridas, aún tengo sed y hambre de vida,

que este es apenas mi bautismo de sal en la Poesía,

y que, desde hoy, en Libertad, de pie, a viva voz, decreto Yo que mi nombre es     Alfonsina Borges.


Alfonsina y el Mar, Ariel Ramirez




A boca de jarro

sábado, 13 de marzo de 2021

Mi credo poético

Arte en los muros de mi Villa Pueyrredón, 
el barrio donde voló mi infancia.)



Creer en el colibrí


Creer en el colibrí, en su aleteo febril,

Trasplantar todo un cantero en flor, bajo el sol de pleno enero,

Contra la jardinera sapiencia de mi bendita ancestría,

Contra la contrariedad de toda la sombra del árbol familiar...

Y, aún así, perfumarlo 

en las macetas de barro de ese jardín urbano que yo enaltecí.



Creer en el colibrí, en que por fin llegará a mí,

hacerle ofrendas de azúcar y pétalos resecos,

esperarlo, de rodillas, 

orando al pie de un viejo banco heredado,

canturrearle mi poesía y, de pie, al alba, 

ahora, 


en el ocaso de mi fértil fémina cincuentena,

 esperarlo con manos tendidas,

con ojos cansados,

oídos alerta,

corazón en mano,

por horas, por días, por meses, por años.

 

Creer en el colibrí, 

desear atar a mi pluma de su aleteo sutil,

despertar de madrugada, 

con sus alas de colores pintadas hasta en mis párpados,

bajar las escaleras, a pie juntillas, a oscuras,

a escondidas de los ojos de los míos


que descreen que ha de venirme un día.

Salir al jardín, invocarlo,

 a boca de jarro, como me sale a mí...

Intentar volcar su vuelo en el papel de un anotador gastado,

sólo por verlo volar sobre mi vida 

por fin.

 

 

Creer en el colibrí:

Un acto de fe cotidiano;

Creer en el colibrí.

Desear cada día su caricia;

Vivir para aprender, como él, a volar

descalza, aleteando el mero instante fugaz .


Este es mi credo poético, 

mi poesía de vida, 

esto es para lo que yo nací.


(En La Plata, en plena fuga, exiliada de la vida adulta, por unos días,

en febrero 2021.)


A boca de jarro

 

sábado, 6 de marzo de 2021

Yo soy





Yo soy.

Comienzo los días

de una vida que, a ratos, se me hace vacía

intentando no identificarme

con aquello que el mundo

dice que yo soy,

con lo que lleva sello en mi documento,

en todos mis diplomas,

en mi libreta roja de casamiento,

en mi negro registro de conductora

de un vehículo que yo ni siquiera conduzco, 

que yo ya no tengo,

y que no deseo poseer para probar que soy.




Yo soy.

Puedo enumerar una larga lista

de habilidades, de capacidades y de derroteros:

lenguas, palabras, alhajas,

empleos,

nombres, lugares, pinturas,

sabores, olores, colores,

árboles, poemas, todas las canciones

que me subyugaron,

que me prometieron

muchísimo más de lo que me dieron,

y esta soy yo: yo soy la que escribe su definición.



Yo soy.


Yo no soy aquello que decido ser.

Yo no soy aquello que adoro hacer.


Yo no soy quien otros creen que yo debo ser.

Y sé muy bien quien soy,

aunque yo no tenga una definición.



Soy un núcleo líquido en el que navego

cuando la marea de esta vida adulta

por fin se sosiega, por fin se me aquieta,

cuando el flujo cede en honda sintonía con mis propias lunas,

y puedo gozar en mis aguas mansas,

y puedo ser yo en mis playas blancas, desnuda.




Entonces me paro frente a mis espejos

y me veo en todo lo que ahora descreo:

esa imagen vana, que es sólo un reflejo,

y todas las premisas que se me han dispuesto

para ser quien soy,



simplemente eso: yo.




A boca de jarro

martes, 2 de marzo de 2021

Se ofrece recompensa (En tiempos de Pandemia)





Se ofrece recompensa
a persona que encuentre
los pasos extraviados
de Libertad Perdida.

Llegaba de mañana
para abrirme las puertas,
a vencer mis picaportes
sin temor a la muerte.

Y cuando anochecía
-la hora de mi angustia-
me regalaba abrazos
y no de los virtuales.

Busqué en las calles vaciadas,
busqué en las avenidas,
en los templos cerrados,
la busqué en tu ventana.

No hallo rastro de ella,
ni siquiera dormida...
Solía yo soñarla
y ella me amanecía.

A quien pueda orientarme
prometo recompensa:
una sonrisa amable,
sin tapabocas mediante,

una cena íntima y amena,
sin el toque de queda,
sin ningún desinfectante,
un brindis en confianza

un fuerte abrazo, largo, largo, largo,
un apretón de manos,
un beso en la mejilla,
la razón de seguir vivos.




A boca de jarro

viernes, 26 de febrero de 2021

Elegía

Caetano Veloso- "Elegia 1938", texto de Carlos Drummond de Andrade

 

Elegía 1938

 

Trabajas sin alegría para un mundo caduco

donde las formas y las acciones no encierran ningún ejemplo.

Practicas laboriosamente los gestos universales,

sientes calor y frío, falta de dinero, hambre y deseo sexual.

Héroes llenan los parques de la ciudad en que te arrastras,

y pregonan la virtud, la renuncia, la sangre fría, la concepción.

De noche, si hay neblina, abren paraguas de bronce 

o se recogen en los volúmenes de siniestras bibliotecas.

Amas la noche por el poder de aniquilamiento que encierra 

y sabes que, durmiendo, los problemas te dispensan de morir.

Pero el terrible despertar prueba la existencia de la Gran Máquina

y vuelve a ponerte, pequeñito, frente a indescifrables palmeras.

Caminas entre muertos y con ellos conversas

sobre cosas del tiempo futuro y negocios del espíritu.

La literatura arruinó tus mejores horas de amor.

Al teléfono perdiste mucho, muchísimo tiempo de sembrar.

Corazón orgulloso, tienes prisa en confesar tu derrota 

y postergar para otro siglo la felicidad colectiva.

Aceptas la lluvia, la guerra, el desempleo

y la injusta distribución porque no puedes, solo,

dinamitar la isla de Manhattan.


Carlos Drummond de Andrade (Itabira, Minas Gerais, 1902-Rio de Janeiro, 1987) es considerado de forma casi unánime el poeta brasileño más importante del siglo XX, cabeza visible de la segunda generación del Modernismo de aquel país. Impulsó definitivamente el uso del verso libre y los temas provenientes de la cotidianidad y la biografía. 

 


Caetano Veloso - "Fina Estampa" Ao Vivo

 

 

 

A boca de jarro

 

 

 

 

domingo, 24 de enero de 2021

Elegía a mi utopía


“El encuentro de sir Tomás Moro con su hija tras su sentencia de muerte”, 

William Frederick Yeames (1872)

 

Esta elegía es para mi Javier, 
idealista empedernido, 

historiador inspirado, 

maestro hacedor de la historia mía 
y artífice de mis mejores utopías.
 


 
Ir por la cabeza del Moro,

de madrugada, en puntillas,

furtiva y secretamente,

escoltada por su gente,

que con pasión la defiende,

con manos heridas de hija

con hambre y sed de justicia

- la poética y divina -

a rescatar del cadalso

a la cabeza del Santo

que por Padre dio su sangre. 


¡Qué bella Utopía sería!

No la leyenda: la mía...


Padre que había estampado

su digna firma de Santo

a favor de los derechos de la reina de Aragón

contra la lascivia de una Bolena usurera,

en férrea oposición

a la anulación ilícita

de un matrimonio real y sagrado

- el Moro y su diestra pluma, 

a quien en franca traición, una vil subyugación

no logran avasallar en su lealtad 

al bien supremo ni a su fe inquebrantable.


¡Qué locura corajuda,

Santa sanidad de padre!


Y quien fue decapitado

por oponerse - estoico,

cual hierro caliente en su eje,

de perenne apego al bien -,

a la figura de quien 

coronado oprobio fue

para una Inglaterra fiel 

a los Siete Sacramentos,

a la lujuria del rey

que reinaba, sucio, entre sábanas.


¡Un lascivo amoral

que por seis esposas fue!


Fue la cabeza del Moro

la que por un mes quedaría expuesta,

ya desmembrada del cuerpo

de sus vísceras vaciado, 

de sus bienes despojado, 

de su dignidad privado

luego de ardua agonía

junto a la Torre de Londres

donde reo y cautivo penó

y donde del copón de oro,

que era su mayor tesoro,

bebió y brindó por última vez. 


- "Le ruego, Señor Verdugo, ayúdeme Usted a subir,

que para bajar he de arreglármelas solo."


Y como en todo viaje 

profético, iniciático y poético,

del padre se va hacia al hijo:

y en este singular caso, a su hija,

una digna Juana de Arco, 

pero de nombre Margarita en pleno Renacimiento,    (1535, era de Cristo, no less...)

para limpiar el escarnio

y el linaje de su padre

habilitado arteramente

hasta por el mismo Cromwell

y la complicidad de Cranmer.


Muere Moro: filial sirviente del rey, 

mas, ante todo, mártir, hijo de Dios Padre.





Llegamos aquí al principio

que es como se ha de acabar...

De la cabeza del padre

rescatada por su hija

poco y nada hoy se sabe:

un puñado borroneado

de huellas sobre la tierra.

En este precioso cuento

los protagonistas son hombres y son rivales:

un epicúreo salvaje y un sufrido humanista,

como suele pasar siempre en nuestra Literatura...


No habrá ni gloria ni hoguera para la hija de Moro:

solo anónima leyenda y un tesoro invaluable.


Es la hija quien de verdad conoce, y calla,

del santo ungido su verdadero destino 

y del destino de toda una Britannia perdida,

y de la cabeza del Santo

que rodó ensangrentada 

y a la cual ella salvó

ya por cuervos lacerada.

Ella es la reina real de esta historia,

la de su padre y la de su ancestría toda,

la que, a pura valentía y sobornando a un ruin guarda cárcel,

logra honrar su memoria...


Así se autoconsagró reina, sacerdotisa y profeta,

y a la cabeza del Moro en óleos santos ungió.


La hija quien finalmente

del copón pudo adueñarse

para beber de su gloria,

de esa casi ni el nombre figura

en los los libros de historia

escritos por quienes supuestamente triunfan...

Pero a mí, a mí se me hace, 

 -casi borgianamente, chaucerianamente,

trágicamente, diría, escribiendo aquí en mi Canterbury,

y a riesgo de no equivocarme -,

que esa hija he de ser yo.


Para mi Tomasa Moro,

con filial y verdadero amor.



Y es con mi pluma de ganso 
que hoy te doy 
yo a vos
tu aún negada 
cristiana y digna
sepultura.


A boca de jarro

sábado, 26 de diciembre de 2020

"Un mar de fueguitos": "A sea of bomfires", Eduardo Galeano

(Entrada editada y republicada)
https://www.portugalresident.com/bonfires/



https://anundis.com/profiles/blogs/todos-somos-fueguitos-eduardo-galeano



"El mundo", tomado de El libro de los abrazos de Eduardo Galeano


(Cerrando un año sin poder abrazarnos…)

"The World", taken from "The book of Hugs" by Eduardo Galeano


(Closing a year without being allowed to hug each other...)




Galeano teaches us that...



       A man from the small village of Negué, on the coast of Colombia,was able to climb up to the high sky above.

  Upon his return, he spoke. He said he had beheld, from up there, human existence. And he revealed that we, humans, are a sea of little bonfires.

  "The world - he revealed - is that: a multitude of people, a sea of little bonfires.  Every person glows with their own light among all others. There are not two bonfires that are the same. There are big bonfires and small bonfires and multicoloured bonfires. There are people whose fire is peaceful, which does not even tremble in the wind, and people whose fire is wild, which fills the air with sparkles. Some bonfires, dull fires, neither gleam nor burn; but others burn life with such zeal that you can't even look at them without blinking, and whoever comes close to their fire becomes aflame."



I HAVE TAKEN THE LIBERTY OF TRANSLATING THIS ENLIGHTENING TEXT INTO ENGLISH - MY SECOND LANGUAGE AND MY OWN EXISTENTIAL FIRE - BECAUSE IT IS WRITTEN BY A FIERY WRITER WHO SHEDS LIGHT ON MY OWN EXISTENCE . I AM POSITIVE HE WOULD NOT EVEN BLINK, AS HE WOULD KINDLY UNDERSTAND THAT I HAVE ONLY DONE SO TO DEDICATE MY TRANSLATION TO ALL THE YOUNG BONFIRES WHOSE FIRE I ATTEMPT TO KINDLE EVERY DAY AS 
                                                                               A MOTHER, 
                                                                                             AUNT 
                                                                                                 AND TEACHER 💔🔥… 

                                                                    




A boca de jarro

 ©A boca de jarro, Translation into English. All rights reserved.

jueves, 10 de diciembre de 2020

Subjuntivo





Debería quitarme el Subjuntivo,
ese modo sutil y complicado
de querer el calor cuando hago frío,
de preferir tu seco a mi mojado
y de añorar aquello que no ha sido
desperdiciando así mi Indicativo.


Debería quitarme de los labios
la expresión cotidiana del deseo
que a una magia falluta subordino,
todo eso que cuelgo del destino
para cuando de cambio sople el viento 
haciendo impersonal a mi albedrío. 


Debería empezar esta mañana 
abonando la tierra de esto tengo,
desmalezar a mi jardín del ojalá,
con mis muertos enterrar a mi pasado, 
asumir que mis miedos son mis riesgos 
y desterrar como hereje a la esperanza 


de ser otra en el tiempo, de otra horma, 
una mujer sin nido pero alada,
una que vuela más alto y ve más lejos...


Yo debería, vida, mas no puedo:
el deseo es el as bajo mi manga...
Es que llevo al Subjuntivo en el alma.


A boca de jarro

lunes, 8 de enero de 2018

Día de definiciones





"Momentos felices", Gabriel Celaya


Cuando llueve, y reviso mis papeles, y acabo 
tirando todo al fuego: poemas incompletos, 
pagarés no pagados, cartas de amigos muertos, 
fotografías, besos guardados en un libro, 
renuncio al peso muerto de mi terco pasado, 
soy fúlgido, engrandezco justo en cuanto me niego, 
y así atizo las llamas, y salto la fogata, 
y apenas si comprendo lo que al hacerlo siento, 
¿no es la felicidad lo que me exalta? 

Cuando salgo a la calle silbando alegremente 
-el pitillo en los labios, el alma disponible-
y les hablo a los niños o me voy con las nubes, 
mayo apunta y la brisa lo va todo ensanchando, 
las muchachas estrenan sus escotes, sus brazos 
desnudos y morenos, sus ojos asombrados, 
y ríen ni ellas saben por qué sobreabundando, 
salpican de alegría que así tiembla reciente, 
¿no es la felicidad lo que siente? 

Cuando llega un amigo, la casa está vacía, 
pero mi amada saca jamón, anchoas, queso, 
aceitunas, percebes, dos botellas de blanco, 
y yo asisto al milagro -sé que todo es fiado-, 
y no quiero pensar si podremos pagarlo; 
y cuando sin medida bebemos y charlamos, 
y el amigo es dichoso, cree que somos dichosos, 
y lo somos quizá burlando así a la muerte, 
¿no es felicidad lo que trasciende? 

Cuando me he despertado, permanezco tendido 
con el balcón abierto. Y amanece: las aves 
trinan su algarabía pagana lindamente: 
y debo levantarme, pero no me levanto; 
y veo, boca arriba, reflejada en el techo 
la ondulación del mar y el iris de su nácar, 
y sigo allí tendido, y nada importa nada, 
¿no aniquilo así el tiempo? ¿No me salvo del miedo? 
¿No es felicidad lo que amanece? 

Cuando voy al mercado, miro los abridores 
y, apretando los dientes, las redondas cerezas, 
los higos rezumantes, las ciruelas caídas 
del árbol de la vida, con pecado sin duda 
pues que tanto me tientan. Y pregunto su precio, 
regateo, consigo por fin una rebaja, 
mas terminado el juego, pago el doble y es poco, 
y abre la vendedora sus ojos asombrados, 
¿no es la felicidad lo que allí brota? 

Cuando puedo decir: el día ha terminado. 
Y con el día digo su trajín, su comercio, 
la busca del dinero, la lucha de los muertos. 
Y cuando así cansado, manchado, llego a casa, 
me siento en la penumbra y enchufo el tocadiscos, 
y acuden Kachaturian, o Mozart, o Vivaldi, 
y la música reina, vuelvo a sentirme limpio, 
sencillamente limpio y, pese a todo, indemne, 
¿no es la felicidad lo que me envuelve? 

Cuando tras dar mil vueltas a mis preocupaciones, 
me acuerdo de un amigo, voy a verle, me dice: 
"Estaba justamente pensando en ir a verte." 
Y hablamos largamente, no de mis sinsabores, 
pues él, aunque quisiera, no podría ayudarme, 
sino de cómo van las cosas en Jordania, 
de un libro de Neruda, de su sastre, del viento, 
y al marcharme me siento consolado y tranquilo, 
¿no es la felicidad lo que me vence? 

Abrir nuestras ventanas; sentir el aire nuevo; 
pasar por un camino que huele a madreselvas; 
beber con un amigo; charlar o bien callarse; 
sentir que el sentimiento de los otros es nuestro; 
mirarse en unos ojos que nos miran sin mancha, 
¿no es esto ser feliz pese a la muerte? 
Vencido y traicionado, ver casi con cinismo 
que no pueden quitarme nada más y que aún vivo, 
¿no es la felicidad que no se vende?




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