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viernes, 14 de septiembre de 2012

¿Bloguear o no bloguear ... ?



Como el dilema shakesperiano, este es doble: se trata de ser o no ser y de estar o no estar. 

Sobre el primero no tengo dudas, aunque siempre hay momentos de cuestionamiento acerca del sentido de ser en determinados ámbitos y hasta en la vida misma, sin llegar uno a convertirse en un suicida en potencia. El adulto que no atraviesa por crisis de sentido, por momentos en los que todo se le hace cuesta arriba, fútil, rutinario, carente de relevancia en cuanto a su trascendencia, no se ha hecho grande, no ha devenido adulto. De hecho, muchos jamás lo hacen, digo, ni cuestionarse ni hacerse adultos. Y tal vez sea más conveniente en la era del placer. Aunque se paga un precio. Vivir sin cuestionamientos no es vivir, es vegetar. Como adulta, tengo esos momentos de inflexión en los que, como grafica esta autora con quien sigo aprendiendo y creciendo, Elisabeth Lukas, se me hace puro desierto y de pronto se presiente la posibilidad de una "reforestación". Por eso tengo como imagen inspiradora en el blog esta leyenda que algunos han malinterpretado pensando que se trataba de delirios de grandeza...



Trascender para mí es encontrarle un sentido a la vida que vaya más allá de mí misma: eso es ser grande y pasa cuando uno se hace grande porque crece interiormente. Para vincularlo con el dilema de Hamlet que hace cuajar este post, diríamos: "That is the question". La cuestión es que no me resulta fácil desprenderme de mí misma para crecer y trascender y sospecho que esa es la clave para encontrarle pleno sentido a mi existencia. Tengo que ir aprendiéndolo, distanciándome de mi ombligo poco a poco, haciendo ciertas renuncias en pos del bienestar de proyectos en los que soy y estoy y que además me trascienden. Hay que trabajar duro para generar un apego a una confianza que intento fortalecer en algo que va más allá de mí misma y mi efímero paso por el mundo. Y aún queda mucho camino por andar.

Últimamente me pasa que me planteo mucho más "estar o no estar" y dónde "estar o no estar”. Y uno de los lugares bajo la lupa es el blog. El dilema entonces pasa por estar o no estar más viendo la vida desde esta ventana en lugar de salir allá afuera y vivirla sin tanta reflexión. Vivir sin buscar un eco en este mundillo a veces complejo y otras inmensamente gratificante y atractivo, aunque peligrosamente adictivo. Un mundo que parece no tener límites ni fronteras, y que sin embargo no es más que una red que termina por atraparnos. Es como si se hubiese encendido una alarma de aviso: "Para no fallar en lo que es necesario en nuestras vidas debemos tener una conciencia despierta, despierta en el sentido de que lo importante no quede sumergido en nuestro comportamiento rutinario y regulado ..." Se despertó una conciencia que antes estaba subyugada por las posibilidades que envisionaba desde un jarro que se me hacía de porcelana. Ahora siento que el estar aquí implica no estar en lugares concretos y reales junto a seres para los que parece que nunca hay suficiente tiempo, aunque siempre hay tiempo para estar acá.

Varias veces escribí sobre los motivos por los que llevo un blog. Hoy mismo, al ponerme al día con algunas entradas de blogs que acompañan, mi día se colmó de sentido. Y cuando pasa como ahora, que mis dedos se deslizan por el teclado tan fluidamente y sale toda esta corriente que me inunda y se libera al quedar así plasmada en las aguas de este jarro de barro quebradizo, siento que vale la pena, me siento plena y vaciada al mismo tiempo. Es un enorme placer, difícil de describir, casi una necesidad vital que buscaría hacer de otra manera, ya que siempre he tenido diarios íntimos, cuadernos de notas, libros anotados, papelitos escritos y algunos sueños que se han aquietado. Por eso entiendo que escribir en mi caso personal es trascender, porque me hace crecer y me acompañó siempre en mi crecimiento.

No buscaría ser o estar en ningún otro lugar virtual que no fuese el blog. En Facebook no quiero estar: probé y abandoné con gozo y alivio, no sentí  que fuese ser sino más bien aparecer. En Pinterest no me veo siendo: siempre he tenido un friso y está colgando en alguna pared donde pincho mis cositas. En Twitter no llegaría ni a ser ni a estar, por la restricción en el número de caracteres... Y en Google+ estoy y no soy: ¡no lo termino de entender! La cuestión pasa por bloguear o no bloguear.  Bloguear es concretar el sueño de compartir lo que uno escribe con pasión y sin oficio, pero nos abstrae bastante de aquello para lo que hace falta una conciencia despierta.

No sé si serán los aires de primavera y los cielos límpidos y soleados, pero parece que últimamente bloguear ha perdido la adrenalina de los primeros tiempos. Se va descubriendo lo que un bloguero más experimentado me había avisado hace un tiempo, cuando esto era un jarro rebosante de ilusión y entusiasmo: 

-Muchos de los que te siguen hoy, dejarán de hacerlo y vendrán otros que finalmente también se irán.

Y así pasa. Inclusive se fue él mismo, que me lo advirtió. Aunque no del todo: eligió con qué blogs quedarse. Es que hay blogs y blogs...

Y sucede que siento que no encajo bien en ningún lado: lo mío no es artesanías ni deco, no es crianza, no es educación, no es literatura, cocina, filosofía, psicología, espiritualidad, arte, cine o música... es una mezcla ecléctica e indefinida condimentada con reflexión y opinión. Quizás esa falta de afiliación o el no encajar en una categoría más la abundancia de ideas y la diversidad que al principio me inspiraban ahora me estén fallando. Además, llega la primavera. ¿Quién quiere pensar tanto en estos tiempos? ¿Para qué? ¿No será mejor saltar por la ventana y zambullirme en esas aguas que contemplo y ya simplemente nadar con la corriente?

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