miércoles, 5 de octubre de 2011

El valor del presente.


    Me encantan los juegos de palabras: es un recurso literario muy usado en la literatura anglosajona que estudié, y aprendí a descubrirlos sin la ayudita de una profesora de literatura que me guíe, como las buenas profesoras que supe tener en mi paso por la escuela y el profesorado. Un buen profesor es quien te enseña algo que incorporás para el resto de tu vida, y podés manejarte con eso que te enseñó de manera independiente, autónoma. En el caso de la literatura, ya podés prescindir de un crítico literario que te haga ver la riqueza de un texto: salta a la vista, porque te enseñaron a leer más allá de lo que está escrito. Me siento agradecida y afortunada, una privilegiada,  por haber tenido tan buenas profesoras de literatura. Ellas me enseñaron a aprender a elegir qué leer, gracias a lo cual, entro en una librería sólo por curiosear, y sé exactamente qué libro me interesa leer.  Amo los libros: su olor, su textura, su unicidad, la invitación que me hacen a zambullirme de cabeza en un océano siempre nuevo, siempre fresco. Amo leer. Amo aprender. Me falta tiempo nada más: ese maldito tirano que me despierta todos los días dos horas antes de lo que mi biología querría despertarse, y me empuja el resto de las horas del día de una tarea que no me convoca a otra, hasta que se da la bendición de que llega la hora de enseñar, de aprender, que más o menos son la misma cosa: eso sí lo disfruto. Creo, ahora que lo pienso, que el buen profesor es quien, ante todo, ama aprender, y quien sabe que ésto de aprender es una historia sin fin que nos mantiene vivos, siempre sedientos, siempre anhelando tener más tiempo para poder aprender más... Pero la vida es ya, es ahora, es un presente... ahí está: ¡un juego de palabras!

   Para los que disfrutamos de las  palabras y el arte de enlazarlas graciosamente para producir una resonancia, para quienes disfrutamos de los juegos de palabras, como los niños, para quienes, aunque parezca siempre escaso, intentamos cada día aprender a vivir disfrutando del ahora, de la vida que es "presente"... estas palabras escritas y cantadas.                    

 El presente de tu vida.

"Presente es una palabra rica en los dos sentidos en los que te invito a pensar en ella: significa "regalo" y también "ahora". Esto también se refiere a nuestra vida: es un regalo y está ocurriendo ahora.
Mientras lees estas palabras, estás viviendo tu vida y esta vida no es algo que va a ocurrir una vez que uno haya ensayado las palabras correctas, o haya ahorrado el dinero suficiente, o haya encontrado al hombre adecuado o a la mujer adecuada o el trabajo perfecto, o haya dado a luz a un hijo.
Tu vida está ocurriendo en cada momento: uno no puede escaparse o posponerla.
Lo que tú estás haciendo ahora es usar una porción de tu vida."
                         Sonya Friedman.



"Una canción dice: "La vida se hace siempre de momentos, de cosas que no sueles valorar y luego cuando piensas, cuando al fin te diste cuenta, el tiempo no te deja regresar."

"Vive ahora, disfruta este presente... La vida es hoy."

 Decía John Lennon:

   "La vida es eso que pasa mientras pensamos en otra cosa."

Tomado de "A quien corresponda", Editorial Santa María, 2010.


          "De vez en cuando la vida" - Joan Manuel Serrat

A boca de jarro.

martes, 4 de octubre de 2011

La indignación: ¿un virus contagioso?

  

  La indignación ha tomado las calles de las principales urbes norteamericanas. Los indignados de Wall Street protestan contra "la codicia y la corrupción" del sistema financiero mundial y redoblan presión sobre la Bolsa neoyorquina acampando a los alrededores, en lo que parece ser sólo el comienzo de una protesta que se esparce por ciudades importantes como Washington, Boston, Chicago, Los Angeles, San Francisco,  así como también focos menos notorios pero enormes y populosos como Seattle, Carolina del Norte y Minneápolis. 
                                                       
  El germen madre son los M15, los indignados españoles que han inspirado a jóvenes, adultos y ancianos por igual en diversos lugares del planeta. En Estados Unidos llama la atención la cantidad de juventud en pie de protesta, poniéndole el cuerpo a ésto que parece un despertar del sueño americano que termino por convertirse en pesadilla desde la caída financiera del 2009.


                              
  Este año le he dedicado atención y varias entradas a este movimiento. Como dije en otras oportunidades, no soy analista política ni entendida en política internacional. Pero en ésto veo un movimiento netamente humano, un hartazgo con la indignación ante el abuso y lo espurio que comparto y celebro. Es un decir "BASTA" de manera civilizada y contundente. Y lo celebro. Y lo observo y lo sigo con interés, porque me gustaría ver a esta la indignación convertirse en el motor de un cambio hacia un mundo más equitativo que creo que nos merecemos como humanidad, más allá de todos los errores que hemos cometido. Además, me llama poderosamente la atención que la protesta se encienda en lugares dispares y remotos, de etnias e historias tan distintas, todos marchando y acampando al son del mismo sentimiento de indignación. 

                                              ¿Será acaso un virus contagioso?

 Y cada vez que me informo sobre este creciente fenómeno, se me viene el genial Quino a mi corazón "mafaldesco", hoy más vigente que nunca:

"NADA"  por Norma Morandini, periodista, escritora, senadora por la Provincia de Córdoba.

“La primera noche, ellos se acercan y toman una flor de nuestro jardín.
No decimos nada. La segunda noche ya no se esconden, pisan las flores,
matan a nuestro perro y no decimos nada. Hasta que un día, el más frágil de ellos,
entra solo a nuestra casa, nos roba la luna, y conociendo nuestro miedo,

nos arranca la voz de la garganta. Y porque no dijimos nada,
ya no podemos decir nada”.


*Y de yapa, por alegórico,  comparto algo que me pasó mi hijo mayor para compartir en el blog:

Este video que estás a punto de ver está hecho sólo de voces humanas, y de nada más. Ningún efecto de sonido ni ningún instrumento.
                                                            Puras Voces; "PURE VOCA"
                                                            http://youtu.be/XTyrDhM8V24

A boca de jarro.

lunes, 3 de octubre de 2011

Crianza: "¿gratificar o frustar?"


  En el diario La Nación de ayer domingo, sale una nota en portada que dice:

"No a "su majestad", el bebé"
"Expertos en psicología infantil sostienen que los chicos necesitan límites. Salud/pág 28."

  Y en la página 28 , me encuentro con lo siguiente (incluyo citas de la versión digital del artículo de lanacion.com)

Congreso Latinoamericano de Primera Infancia

"Su majestad, el bebe": un modelo de crianza a desterrar

Expertos coinciden en la necesidad de que los padres pongan límites claros a los chicos
Por Tesy De Biase | Para LA NACION




¿Gratificar o frustrar? He ahí una controvertida cuestión que atraviesa a sucesivas generaciones de padres. "Un buen padre es capaz de gratificar y frustrar", dictamina Miri Keren, psiquiatra infantil de la Universidad de Tel Aviv, Israel, en su visita a la ciudad de Buenos Aires para participar del Congreso Latinoamericano de Primera Infancia. Pero admite que la vertiente de la frustración es la más fallida.
"Durante años en Israel se sostuvo la tendencia a gratificar a los niños, sin decirles que no para evitar el llanto. Y hoy vemos que cuando cumplen dos años o dos y medio los padres quieren instalar el no, pero los niños se rebelan, como diciendo ¿por qué prohibir lo que antes estaba permitido?"

  Esto me recuerda a una escena que presencié hace un par de semanas cuando llevé a mi hija a una consulta cardiológica, un control de rutina. El turno se atrasó, como es también rutina, y en tanto esperábamos, llegaron una madre con su comitiva de tres cachorros humanos pequeños. Dos de ellos se apoltronaron frente al plasma de la sala de espera, donde se mostraban dibujos animados pero en inglés. Allí quedaron de todas formas adheridos a la pantalla, y la madre, muy arreglada por cierto, cargada ella con bolsos y petates, peló su blackberry y se puso a hablar en plena sala de espera de un hosital para niños, y a viva voz. Por estos fenómenos de la comunicación moderna, no pude evitar escuchar y ser partícipe de la conversación entre esta joven mamá de look ejecutivo y su empleada doméstica. Le llevó unos largos diez minutos darle las instrucciones de lo que debía comprar y preparar para la cena familiar. Yo miraba mi reloj y deseaba que de una buena vez nos hicieran pasar a la consulta, ya que no sólo estaba un tanto ansiosa por el resultado del control de mi hija, sino además por todas las cosas que había dejado en casa: mi hijo mayor, la pila del planchado sin planchar, y sobre todo, la cena sin hacer,  que esta mujer estaba resolviendo con un simple llamado telefónico: bueno, no tan simple. Había en su discurso un sinfín de indicaciones, porque lo que comía X no debía comerlo Y, y lo que se preparaba al horno para Y debía simplemente hervirse para X. El tercer hijo, el mayor, entretanto, no se quedó sentadito pegado a la pantalla arrullado por un inglés que resultaba incomprensible hasta para oídos entrenados, sino que comenzó a rondar a su mamá, a medirla y sopesarla cual si fuese su presa, y luego comenzó un ataque de histeria a los gritos que cautivó la atención de todos los que nos encontrábamos allí sin demasiado que hacer más que observar la escena. Exigía una bebida bien fría y un alfaljor del kiosco de enfrente. Su mamá comenzó a interrumpir la prolongada conversación con su doméstica hasta que finalmente dicidió ponerle fin, para sentenciar a viva voz y meneando el dedo índice:
-"Mamá ya te dijo que no quiere que la interrumpas cuando está hablando por teléfono."
-"Pero vos siempre estás hablando por teléfonooo y tengo hambreeee."
-"Bueno, pero a ver, ahora no podemos cruzar al kiosco porque nos va a llamar la doctora. Tenés que esperar. Mamá ya te dijo que a veces hay que esperar."
-"¡Sí, pero yo tengo hambreeeee! (Llanto)
- "No llores. A ver, ésto ya lo conversamos otras veces. Siempre que querés algo, lo querés "ya". Y ahora hay que esperar. Y si no te ponés a llorar. Mamá ya te dijo que no tenés que llorar por pavadas."
  Mi hija observaba en silencio. Afortunadamente, se abrió la puerta del consultorio y nos hicieron pasar. Pero esas escenas son frecuentes entre madres urbanas e hijos pequeños. Me pregunto por qué la madre no tenía a mano un juguito y algo para darle de comer a los nenes en alguna de todas sus carteras, si todas sabemos de memoria que ésto es lo que sucede. ¿Por qué se les insiste a los chicos con lo de "Mamá ya te dijo"?  Pues hay que decir y hacer muchas veces, no basta con consensuar. A veces siento que tanto padres como maestros tratan a los chicos como si fueran adultos pequeños. No saben que está en la naturaleza del niño insistir hasta el hartazgo para ver hasta dónde lo dejamos llegar. Y ese deliberado show de paciencia y diálogo en medio de una sala de espera llena no se lo creo. Es normal y creo que hasta deseable que la mamá diga "¡Basta!". No creo que eso implique años de terapia para superar el trauma cuando el niño se convierta en adulto. ¡Al contrario! Al decir basta, al poner el límite que superó la barrera de lo racional, estamos EDUCANDO al chico para la VIDA REAL, porque todo siempre tiene un límite. Hasta los animales tironean de sus crías para marcarles el paso. Y no hablo de violencia física. Pero un "No" contundente y una fuerte mirada puede más que mil palabras cuando se detenta autoridad.
  El tema es creer que ejercer la autoridad materna y paterna es un bien intrínseco. Es no asociar autoridad con autoritarismo o maltrato. Si los padres estudiáramos para ser padres, sabríamos que el raciocinio tarda años en desarrollarse, por ende es irracional pedirle a un chico que sea razonable. La rabieta, el berrinche y el capricho son lo normal y lo esperable. Entonces es menester intervenir con la razón y el sentido común por su bien: eso se llama EDUCAR. ¿Por qué tanta vuelta?


  El artículo también habla sobre "el arte del equilibrio", equilibrio que parece muchas veces perdido, y que no es nada fácil de lograr. Los chicos ponen a prueba nuestra paciencia y nuestro propio límite todo el tiempo. Es esperable desequilibrarse de tanto en tanto. Pero, bueno, no somos perfectos. También se menciona en el artículo un modelo de crianza perfeccionista, y estoy de acuerdo. Creo que no les hacemos un favor a nuestros hijos al pretender ser perfectos, porque seguramente esperaremos lo mismo de ellos, y pasados los primeros tiernos e idílicos años, el vínculo sufrirá, porque nadie es perfecto: nuestros hijos tampoco.
  Lo importante, me parece, es no desbordarse. Entiendo como desequilibrio algo temporario que se revierte en un rato. Se vuelve a la "homeostasis" con bastante "ommmm", y ya. Bueno, en verdad muchas veces me encuentro pidiéndoles perdón a mis hijos por haberme desequilibrado, y  siempre me sorprenden, porque me piden perdón ellos a mí. Ellos saben que yo soy de carne y hueso, y que ellos también se las mandan: eso es lo que yo llamo "equilibrio".

El artículo parece avalarme en ést0:
"Ambos profesionales comparten la imposibilidad de sostener un modelo de paternidad perfeccionista y ajeno a las múltiples e inevitables equivocaciones. "Ser un buen padre no significa no cometer errores o no tener momentos de falla de la empatía con el hijo. El punto principal es tener la capacidad de reparar", dice Mirr.
Y Guedeney refuerza: "Es importante desarrollar la sensibilidad suficiente como para ver la respuesta del niño a un error y cambiar lo que sea necesario cambiar. No necesitás ser extremadamente inteligente ni excepcional para ser una buena madre, basta con ofrecer protección y amor. Porque el bebe, el bebe normal, promedio, hace el resto del trabajo".

  Y el niño también, señores, porque la crianza no se termina a los dos años y medio: continúa por un rato mucho mas laaargo.

  Conclusión:

                          CRIAR= EDUCAR=GRATIFICAR Y FRUSTRAR-LOS/-SE
                          con criterio y con amor por uno mismo y por sus hijos.

  
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