jueves, 5 de enero de 2012

Regalito de Reyes: Pensando con Quino II

(Esto no es de Quino, pero me pareció muy bueno.)

Los grandes ya no creemos en los Reyes, ya no ponemos los zapatitos, pero ¿qué pediríamos a los Reyes Magos si nos aseguraran que van a pasar por casa esta noche y a dejarnos todo lo que incluímos en nuestra cartita?

*Muchos seguramente pediríamos un auto 0 km.

*Otros pediríamos una compu más avanzada, con más gigabytes, más velocidad para surfear en internet, más liviana, más fácil de transportar, con mayor resolución, o simplemente otra, para recuperar la que tomaron nuestros hijos y no devolvieron nunca más...

*Otros tantos pediríamos un celular más superado, con más capacidad de memoria, que saque mejores y guarde más y más, que permita la mayor conectividad con las redes sociales, y si es posible, que haga café.

*Muchos estaríamos interesados en un plasma de 500.000 pulgadas, donde se puedan ver quichicientos canales al mismo tiempo, y qué se yo cuántas cosas más.

*Hay quienes, siendo menos materialistas, les pediríamos alguien a quien amar, un compañero o compañera de ruta, nuestra media naranja. Pero descreemos de los vínculos de por vida, y, por las dudas, hacemos contratos matrimoniales, porque el amor primordial es el que sentimos por nosotros mismos.

*Y otros varios, más altruistas o idealistas, les pediríamos justicia, paz, decencia, honestidad: ¡valores! Porque en el mundo de hoy sobran los antivalores...

* A todos nos vendrían bien unos pesos, o euros, o dólares, para gastar o para ahorrar.

Pues bien: los niños aprenden todo de nosotros. Después, a no quejarse.



¿Hará falta aclarar que este es Felipe?





A boca de jarro

martes, 3 de enero de 2012

El propósito de estar en forma y mantenerse saludable



El 2011 ha sido el primer año en el que, por diversos motivos, no he hecho ejercicio físico asiduamente en una seguidilla de al menos diez años ininterrumpidos de férrea disciplina en lo que comúnmente se cree que es mantenerse en forma para verse bien y estar sano. Y el retomar el ejercicio físico encabeza mi lista de propósitos para el año entrante como la de muchísimas otras personas que creemos en los beneficios del mismo.

Mi cuerpo no ha cambiado demasiado en varios meses sin concurrir a mis clases de aeróbica y localizada al aire libre dos o tres veces por semana, de acuerdo al espejo y a la balanza, vieja compañera de cuarto; como de hecho tampoco logré jamás lucir como una Barbie en los diez años en los que me hice adicta al ejercicio físico en sus diferentes versiones de alto impacto. El suplemento del New York Times que acompaña a la edición del diario Clarín del 31 de diciembre del año pasado informa que "La grasa hereditaria se vence con ejercicio", y además me dice algo que ya sospechaba hace años: el gen vinculado a la masa grasa, o gen FTO, descubierto en el 2007, lo heredé de mis abuelas españolas, ya que, según  las investigaciones científicas más recientes, alrededor del 65% de las personas de ascendencia europea carga con alguna de sus odiosas variedades: adiposidades localizadas, sobrepeso u obesidad. Ya sabía yo que había heredado mi predisposición a las redondeces de estas mujeres robustas y orgullosas de las suyas, que nunca se preocuparon por combatirlas o esconderlas como lo hago yo. Es una pena no haber heredado otras cosas, como un millón de dólares, tierras o un piso en Madrid. Tal vez algún día se descubra que existe algún gen responsable por nuestra predisposición a la riqueza material o a su ausencia: nunca se sabe.

Mi figura sigue luciendo fiel a la de mis abuelas españolas que se desayunaban con pan con manteca y café con leche con nata, y llegaron a vivir casi ochenta años sin jamás caminar más que para hacer los mandados, a pesar de mi obsesión por el pan diet, el queso blanco bajas calorías, la mermelada light, una lágrima de leche descremada (una taza de leche magra apenas cortada con café), y el ejercicio físico, cosas que jamás comprenderían. Es más, sé que me dirían: "Fernandita, déjate de tonterías, cómete la tortillita y las natillas que te dejé preparadas y disfruta del buen vivir." Y mi abuelo asturiano insistiría con convidarme con una buena fabada acompañada por un buen tinto, pero ahí tendría una buena excusa genética para transigir, ya que, según los expertos, el tinto beneficia la salud cardiovascular, que también heredé fallada: ¡nunca un millón de dólares!




Según un informe de noviembre del 2011 que se publicó en PLosMedicine, la actividad física puede revertir el destino genético reduciendo el efecto del sobrepeso en tan solo un 30%, y la ciencia aún ignora cómo funciona el FTO: se sospecha que afecta el apetito y la conducta a nivel cerebral, mostrándose particularmente activo en las regiones que regulan el equilibrio de consumo y gasto energético. Y es sabido, o al menos es lo que siempre me han dicho todos los nutricionistas con quienes he consultado en mi vida, que este equilibrio es el responsable de la ausencia de grasa corporal indeseable.

Todos damos por sentado que hacer ejercicio físico nos hace más saludables al tiempo que nos permite estar en forma, y es ese el mensaje que se nos transmite en todas partes. Practicarlo no sólo hace que uno cambie grasa por masa muscular, sino que además produce un efecto de consumo energético o calórico duradero más allá de la sesión de ejercicio misma. Se siguen quemando calorías horas después de haber entrenado. Además, mejora el funcionamiento cardiovascular y el retorno sanguíneo, así como el descanso nocturno, y brinda una sensación placentera de bienestar general debido a la liberación de endorfinas, hormonas relacionadas con el buen humor, especialmente si se lo practica en las primeras horas de la mañana y al aire libre, donde el contacto con la naturaleza y la oxigenación potencian la agradable experiencia de plenitud. Y podríamos seguir con la lista de sus bondades.

Sin embargo, el cuerpo se va acostumbrando gradualmente al gasto energético, y se requiere incrementar la demanda en la rutina de ejercicios para que todos estos beneficios sigan surtiendo efecto: sucede más o menos lo mismo que con las drogas. Y es así como uno se va haciendo cada vez más adicto a la gimnasia, buscando exigirse un poco más cada día, y el cuerpo se cobra los excesos en los que inevitablemente se caen con dolores que hay que amortiguar consumiendo analgésicos para ponerle el cuerpo al día laboral y familiar y con falta de energía para otro tipo de ejercicio que se hace con un músculo mucho más importante que los abdominales, los bíceps, los cuádriceps y los glúteos: el cerebro. Cumplir con las demandas que se imponen de ejercitar periódicamente para contrarrestar el efecto de lo heredado y mejorar nuestra salud general implica que tenemos menos tiempo y ganas de pensar, de prestar atención o de leer, por ejemplo. Y ejercitar el cerebro también hace a la salud integral. Pero todo no se puede...


Uno de los beneficios que encontré al dejar de asistir al polideportivo con regularidad estoica fue el encontrar más espacio para descubrir pensadores como Zygmunt Bauman, que al respecto de la visión posmoderna de nuestra sociedad líquida, con su característica y cruel aversión por lo gordo en tanto "sólido", dice lo siguiente sobre la distinción entre la salud y el estar en forma:

"... la sociedad de consumidores blande ante sus miembros el ideal de estar en forma. Los dos términos - "salud" y "estar en forma"- suelen ser usados como sinónimos (...) Sin embargo, considerarlos sinónimos es un error- y no sólo por el hecho, bien conocido, de que no todos los regímenes para esta en forma son "buenos para la salud" y de que lo que nos ayuda a estar sanos no necesariamente nos hace estar en forma-. La salud y el estar en forma pertenecen a dos discursos muy distintos y aluden a dos preocupaciones muy diferentes. (...) 
Si la salud es un tipo de estado de equilibrio, de "ni más ni menos", estar en forma implica una tendencia hacia el "más": no alude a ningún estándar particular de capacidad corporal, sino a su (preferiblemente ilimitado) potencial de expansión. (...) 
Estar en forma, a diferencia de la salud, es una experiencia subjetiva (en el sentido de una experiencia "vivida" y "sentida") (....)
El esfuerzo por estar en forma es la cacería de una presa que no se puede describir hasta el momento en que se la atrapa; sin embargo, no es posible afirmar que se la ha atrapado, ya que todos los indicios hacen sospechar que no. La vida organizada en torno del propósito de estar en forma promete muchas escaramuzas exitosas, pero nunca el triunfo final."

Zygmunt Bauman, Modernidad líquida, Individualidad, Págs. 83-84, Fondo de Cultura Económica México, 2010.

Saldré a cazar la presa imposible de estar en forma con mis zapatillas con colchón de aire y mis mancuernas de 1kg. de todas maneras mañana por la mañana sin falta, y procuraré continuar leyendo a gente que hace gimnasia con el cerebro como Bauman para mantenerme saludable. 


A boca de jarro

lunes, 2 de enero de 2012

Al gran Quino argentino: ¡Salud!


 En este mes de enero en el que millones de porteños parten rumbo a las playas de la Costa Atlántica argentina, colmándolas de sombrillas, carpas y bikinis, yo me he propuesto tener un verano cultural en la ciudad. Es que debería bajar unos cuantos kilos para la bikini que se impone en tiempos de belleza anorexígena, aunque según mi prima Lili, ponerse la bikini no es una cuestión de estética, sino de actitud. Ya me encargaré de reflexionar sobre el estar en forma en alguna entrada próxima...

 Tal vez me escape unos días al mar, en bikini o enteriza, de acuerdo a la actitud, pero entre tanto, intentaré aprovechar los largos días de verano que tengo de vacaciones de aula sumergiéndome en los mares de la obra y lo que se conoce de las vidas de exponentes de la cultura que me interesan, para aprender sobre ellos y compartir mi fascinación por su arte.

 Y se me ha ocurrido empezar por Quino, este genial humorista gráfico argentino que se ha hecho famoso en el mundo entero con Mafalda y sus personajes entrañables y tan coloridamente argentinos, aunque con una validez que va más allá de todos los idiomas a los que ha sido traducido. El trabajo de Quino en sus principios y hasta 1957, cuando logra cumplir uno de sus objetivos como dibujante, es decir, publicar regularmente en "Rico Tipo" y se le exige que sus dibujos sean con texto, no necesita de traducción alguna para arrancar una sonrisa mientras nos hace reflexionar sobre ciertas verdades sin banderas:

Década del treinta

Década del cuarenta
 Joaquín Salvador Lavado, hijo de inmigrantes españoles, andaluces, nació en la ciudad de Mendoza, el 17 de julio de 1932. Desde que nació se lo llamó Quino para distinguirlo de su tío Joaquín Tejón, pintor y dibujante publicitario, con quien a los 3 años descubre su vocación. En la escuela primaria se hace conciente de que su verdadero nombre es Joaquín y vive las dificultades de su personaje Felipe: -"Me angustiaba tanto que en los primeros tres meses tenía malas notas, pero después terminaba el año con notas altas, aunque nunca era el primer alumno y eso me daba bronca", cuenta con la humildad que le es característica en su biografía digital en:http://www.quino.com.ar.

Felipe
 Imaginativo, romántico empedernido, mal estudiante, y un poco vago, Felipe es uno de los personajes más queribles, incluso para el propio autor, quien lo presenta como el más afín a él mismo. Es además el mejor amigo de Mafalda, su complemento ideal, ya que toda la seguridad que tiene Mafalda es equivalente a la suma de las inseguridades de Felipe.


 Quino, el hombre, probablemente no haya tenido una juventud fácil. En el 42 pierde a su madre y en el 45 a su padre. Viaja a la obligada Buenos Aires para comenzar a vivir precariamente deambulando de editorial en editorial sin suerte, y en el 57 se enfrenta con el servicio militar, otro motivo para sentirse: -"...terriblemente angustiado. Pensaba que nunca iba a salir de allí y tenía ganas de matar a todos, pero compartir mi vida con muchachos de diferente extracción social fue una ruptura muy grande, un enriquecimiento. Empecé a dibujar algo distinto".

 Es sin dudas la irrupción de lo distinto, Mafalda, con su genial agudeza, su aversión por la sopa y su mente adulta en el cuerpo de una niña, la que le vale su enorme popularidad y hace de su autor intelectual una marca registrada. En 1964, luego de 10 años de publicar tiras en variadas publicaciones de porte, que continúa creando hasta la actualidad ininterrumpidamente, aparece Mafalda por primera vez en "Gregorio", suplemento de humor de la revista "Leoplán". El 29 de septiembre de ese año en el semanario "Primera Plana", de Buenos Aires, comienza a publicar Mafalda regularmente y esto finalmente establece tanto al personaje como a su creador en el gusto colectivo.


 De allí en adelante, todos son avances. Quino comienza a viajar por el exterior, a publicar sus libros, a forjar los vínculos editoriales que le permiten mayor llegada, llegando a ser publicado en lugares tan remotos como Suecia, Finlandia y Taiwán. Recuerdo haberme encontrado con merchandising de Mafalda en Suiza, cosa que me sorprendió y enorgulleció sobremanera.


 Quino ha sido un hombre con ideales políticos definidos y no le resultó fácil publicar sus tiras cargadas de opinión en tiempos de dictaduras y guerras. En España, por ejemplo, Editorial Lumen lanzó el primer libro de Mafalda en el 70, y la censura del gobierno franquista forzó a los editores a ponerle una franja en la tapa que decía: "Para adultos". En el 76, año del golpe militar en nuestro país, Quino y su mujer, Alicia, con quien no tuvo hijos, se trasladaron a Milán, declarando: -"La Patria significa juventud, por lo tanto el hecho de estar lejos de ella ha hecho que mi humor se haya vuelto un poco menos vivaz pero tal vez algo más profundo". 



 Luego del restablecimiento de la democracia en Argentina, su Mendoza natal le otorga el título de Ciudadano Ilustre y dibuja a Mafalda y Libertad para un afiche del Ministerio de Relaciones Exteriores de la Argentina que celebra el Día de los Derechos Humanos y la recuperación de la vida democrática en Argentina. También colaboró con campañas por los derechos de los niños para UNICEF. Ha asistido a centenares de eventos en distintos lugares del mundo exponiendo su arte y cosechando premios y menciones, aunque llamativamente es un hombre de poca exposición pública y bajo perfil localmente.




 De acuerdo al testimonio de un artista gráfico al que tengo el gusto de conocer personalmente, y que tuvo el privilegio de asistir a una charla dada por Quino en la que narraba cómo había encontrado inspiración para crear a cada uno de sus personajes, se trata de un hombre verdaderamente simple y humilde, aunque tanto para quienes cultivan el oficio de la viñeta como para quienes crecimos leyendo las tiras de Mafalda, Quino es un artista descomunal. Por lo tano, durante este mes, iré intercalando mis entradas con posteos de algunas de las viñetas que considero más logradas de este genio del humor gráfico de nuestro tiempo para deleite de todos.

San Telmo, Buenos Aires, 2009.

Al gran Quino argentino: ¡Salud!

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