martes, 11 de junio de 2013

Historias de madres invisibles entrelazadaylazada

Para Mariela...


Dalilán Kifki, Capítulo 41, María Elena Walsh





Cuando el arte se rige por las normas del marketing, se obtienen cosas como estas:


Femme (1981), escultura de Joan Miró en la Casa de la Ciudad de Barcelona.
  Cuando el deporte se rige por las normas del marketing, Independiente se va a la B, y mi hijo lo llora sin al mundo lograr entender. Y al día siguiente, muere un hincha de Lanús, ya que el fútbol se ha corrido a horarios insólitos y se le da manija marketinera, mediática y política para tapar a Jorge Lanata, que sale los domingos a las 10 por TV abierta y tapa al "fútbol para todos y todas", destapando ollas que huelen muy mal.



Y esto sale en la sección "Deportes" del Clarín de ayer...



  Cuando la política se rige por las normas del marketing, se gastan fortunas en "fútbol para todos y todas", y se tienen que importar gas y combustibles líquidos al país porque no se ha invertido en la exploración de lo que nuestra noble tierra nos daría si trabajáramos en su explotación todos y todas, en una década a la que llaman "la década ganada"...

  Cuando en un blogcito como éste no se le da importancia a lo que, según los expertos del marketing, hay que hacer para lograr un mejor "posicionamiento" en las redes, pasan cosas como esta historia que te voy a contar mientras sigo tejiendo a dos agujas...


 "Ella es una de esas mujeres argentinas pensantes y preparadas que se siente un bicho raro. Y es además madraza. Googleando desde su angustia de mamá desesperada por el paso traumático de sus hijas en el estreno de su escolaridad formal, se encontró una noche con otra madre, bloguera, pensante y preparada, que pasó por lo mismo y escribió mucho al respecto, sin pensar en números ni en posicionamientos, sino en su necesidad vital de comunicar y ecos lograr encontrar. La mamá lectora le dejó un comentario que la bloguera encontró de madrugada. Y la bloguera sintió que había sido vista en su invisibilidad por un alma que, sin dar nombre, por fin habló fuerte y claro desde su patria querida, en la cual, según los números, es donde más se la lee  (¿?), pero menos se la sigue y se la comenta, cosa muy argentina que responde al maldito "No te metás" tan nuestro.

  Al día siguiente, la bloguera se encontró con un mail en su casilla de correo de esta mujer y madre, preparada y angustiada. Le daba su nombre completo, amén de más información y profuso agradecimiento. Se estableció un intercambio que ya lleva varias semanas, con algunos silencios y pausas porque los hijos son los que mandan. Y ellos se enferman, tienen pruebas, actos escolares y tareas, demasiadas.  Las madres hacemos viandas, sacamos punta a los lápices, ayudamos a completar o a rehacer tarea que viene bochada, bajamos fiebres, sacamos piojos, lavamos medias, limpiamos zapatos hasta de madrugada, aunque todo ésto y mucho más que hacemos no salta en los motores de búsqueda ni hace números, es invisible, pero nuestros hijos lo aprecian y lo necesitan.

  Y a veces esos "educadores" que deseducan respondiendo a las reglas del marketing educativo, y que lamentablemente abundan en nuestro paradigma educativo, nos hacen ir al colegio a asistir a una reunión, porque ellos también se rigen obtusamente por los manuales del marketing, y consideran que nuestros hijos son bichos raros porque no recortan derechito o no pintan bonito, porque no hacen "linda letra", o porque son dispersos,  "desprolijos". Ven sólo el lado vacío del vaso, no dan el sabio refuerzo positivo que como profesora aprendí que debe ser dado desde el profesorado, y los señalan con saña, mezquinándoles la nota con "plus" o "minus", "más" o "menos",  o lo que es aún peor "Rehacer" o "Do it again", sin mediar un "Por favor"... Y nos preguntamos qué es eso de nunca pintarles una carita feliz como premio al logro del camino recorrido, remando a veces con medio año de desarrollo neurológico de desventaja frente a la media, que es baja, por haber llegado al mundo muy deseados pero antes del 30 de junio. Siempre les hacen sentir que faltan 20 pa el mango. Perplejos acudimos a esas reuniones grotescas, donde hay que enseñarle a la escuela desde nuestro rol de padres a ver las cosas desde la altura del niño que todos fuimos, desde sus zapatitos que aprietan. Reuniones en las que terminamos enseñándoles desde nuestro rol de padres presentes y amorosos a estos "educadores" que las riquezas de sus alumnos no están siendo explotadas, como los recursos del país, sus verdaderas y singulares habilidades están siendo ignoradas, como las del artista cuando crea para vender. Pero el marketing propone que los hagamos adultos, que les demos "spa de princesas" para sus cumpleañitos y si no, sos un bicho muy rarito...
  
  Esta mamá le confía a la bloguera otra noche, tiempo oscuro para pensar pero bueno para enfrentar con un alma que se abre de par en par a los fantasmas de la angustia, que días pasados reía viendo los trabajitos de una de sus nenas: lectura comprensiva y preguntas al respecto. Una de piratas... La nena, cursando su primer mes de su primer grado, contestó naturalmente que el pirata buscaba un tesoro. La seño corrigió, tachó tesoro y escribió "cofre" en su impecable letra cursiva, que poco les servirá a esta generación digital, excepto para ser filtrados por expertos en marketing y psicólogos en futuras entrevistas de trabajo donde se les darán pruebas escritas luego de largas entrevistas, a pesar de años de estudio con honores, un buen currículum, experiencia laboral relevante y comprobable por referencias notables, cuando aspiren legítimamente a progresar en su trabajo... Es decir, piensa Mariela, que así se llama esta madre, pareciera que la comprensión en el colegio no apuntara al aspecto conceptual sino a la literalidad de la palabra.

  Cuenta Mariela, con total libertad, que ésto le hizo recordar una anécdota personal que la marcó como alumna, a pesar de que llegó a titularse en la universidad y a obtener una beca para seguir aprendiendo en los Estados Unidos muchos años después de ésto. Recordó que en sexto grado una seño le puso un 5 en la evaluación de mitad de año porque, de 2 problemitas, ella había hecho uno mal. Volvió llorando desconsoladamente a casa, como les pasa a sus hijas y a la mía hoy en día. Sus padres miraron el examen y le dijeron que el problema lo había resuelto bien. Y resultó que su padre era amigo de Jorge Sábato, el hermano físico de Ernesto, el gran escritor argentino que escapa a todas las normas del marketing en su genialidad literaria. Le llevó a él su prueba, y éste dijo que el problema estaba perfectamente resuelto. Había un camino fácil para resolverlo, sentenció Don Jorge, pero Mariela había llegado al mismo resultado aunque de una forma más compleja e indirecta. Sus padres la defendieron a capa y espada en la reunión escolar que solicitaran, y la seño, después de un arduo debate, se vio forzada a enmendar, a cambiar 5 por 10, y así empezar a aprender a enseñar de una buena vez. Esta experiencia fue para Mariela traumática en su momento. Recuerda haberse sentido humillada, expuesta y vulnerabilizada. Pero rescata la intervención de sus progenitores, quienes jamás antes habían ido al cole a hablar y, tal vez, gracias a ellos y al ejemplo con el que la educaron, hoy se enfervoriza con estas cosas por las que atraviesan sus hijas.
 
  Además de madre, Mariela es... ¿ casualmente?... profesora universitaria.  Cuenta que justo por esos días tuvo una reunión en la universidad por la reformulación de planes, donde ella planteó ante sus obtusos colegas  la reformulación de todos los planes para lograr una mejor estructura posible, pero el problema es que escasean docentes que se puedan correr de la transmisión de contenido, arremangarse y laburar. Plantear espacios de trabajo conjunto se hace muy complicado. Sus alumnos le enseñan que no temen hacerse cargo y tomar las riendas de sus vidas, pero los profes no lo aprendieron todavía. Tienen un sentido territorial arraigado en donde se privilegia el saber y no la construcción del mismo. 

  Cuenta Mariela que además de su problemática particular y personal, el tema de la educación le preocupa en tanto ciudadana de un país que cree bastante quebrado. Ve una desintegración social tan grande que no puede evitar pensar que es la educación la que está en la base de este penoso proceso que lleva décadas perdidas. Ella, como la bloguera, vio "La educación prohibida" y le pareció interesante. Y le deseó buena suerte a la bloguera esa noche, previa a una reunión a la que ella acudiría a la mañana siguiente con la seño de mates por un tema con su propia hija...

  -"¡Buena semana y adelante con la quijotada!", le deseó de corazón. "Quijotada": ¡Sí señora! Quijotada es defender calidad sobre cantidad, es querer luchar contra los molinos de viento que imponen en nuestro tiempo mirar los resultados sin valorar el proceso, es defender el conocimiento que no se adquiere, sino que se construye, capitalizando y no tachando el error, si es que lo hay, entendiendo que se trata de un proceso dinámico que necesita un sustrato de afecto, confianza, y empatía. Quijotesco resulta luchar sin armas más que el amor y la comprensión para impedir que pisoteen la unicidad y la riqueza individual  de nuestros hijos alumnos en pos de estandarizar hacia una media mediocre que luego falla en la universidad y que obtiene paupérrimos resultados en las mediciones regionales y mundiales de PISA. Quijotada es crear arte no para vender, sino por amor al arte, y saber disfrutarlo aún a los cinco años. Es escribir entradas tan largas como ésta desde un blogcito de poca monta, usar títulos largos y sin gancho comercial, dar opiniones jugadas, sinceras, auténticas, y es no seguir la manada. Quijotesco es pretender que quienes dirigen los rumbos de la educación no sean expertos en marketing, sino docentes con las manos ajadas de tiza y las suelas de sus zapatos gastadas de su paso por las aulas. Quijotesco es también seguir esperando que un país sea gobernado por personas con vocación de servicio que hagan lo que deben hacer porque para eso han sido votadas."

  Ojalá existieran más Quijotes en la tierra del Martín Fierro y de los premios Martín Fierro... ¿Pero quién soy yo para dar consejos, tan invisible en mi visibilidad online, aunque tan inmensamente feliz de protagonizar historias como las que termino aquí de contar, entrelazadaylazada?
 
GRACIAS, MARIELA!!!


A boca de jarro

sábado, 8 de junio de 2013

Historia de blogs entrelazados: "Un premio por unas mentiras que no lo son"








Alson del Viento
pal jarro ha soplado
y me  ha otorgado este premio 
que a boca abierta me ha dado
y que recibo gustosa
 por venir de buenas manos.

Lo cierto es que sé que apesto
escribiendo poesía, 
ese don tiene mi amiga
Marinel la poetisa.

(Todos los derechos de autor reservados...)

Este premio que me otorgara Alson hace unos días, cuando ya tenía la primera historia del mes de historias de junio en el horno, desde su blog de conciencia social, política y ecologista, entre alguna otra miscelánea rica e interesante, tanto como se me hace la personalidad de su autora, prolífica en entradas y autoría de blogs. El blog de Alson se llama Absurdeces y otras hierbas, y siempre lo visito, eso es verdad. Lo valoro por su compromiso con ideas que comparto, por su concisión, arte que ya he dicho, no me ha sido dado, y por pura empatía con su honestidad a boca de jarro.  Alson publica mucho y comenta poco, y la valoro y respeto así, tal como es. Creo que, por mucho que lo neguemos y nos mintamos al respecto, todos los bloguer@s somos seres necesitad@s de atención y aceptación, de afecto, y por algo nos exponemos y nos la jugamos en opinión tantas veces en este pequeño gran mundo de la Web 2.0 que tan entrañable nos resulta cuando finalmente aprendemos a navegar feliz y mansamente a través de sus aguas profundas, que no son otras que las aguas de las que está compuesta el cuerpo de los seres que la habitan y le dan su propia hondura. Esta es la pura verdad, según la veo y la navego a diario.

La cuestión es que el premio consiste en decir las 5 mentiras que más uses y responder 6 preguntas, para luego pasar el premio a los 5 blogs que gustes, cosa difícil de hacer sin a nadie ofender, sin olvidar de mencionar quien te lo entregó a tí primero.




*Mis mentiras:


1. "Yo nunca miento", o como dicen que decía George Washington: "I cannot tell a lie", aunque se especula que también es mentira, digo, que lo haya dicho y, si así fuese, que lo cumpliera...

2.  "La verdad es que ya a estas alturas no me sorprende nada de lo que hagan..."

3.  "No sé si realmente me interesa llegar a vieja."

4.  "Me resultará fácil dejar de fumar de nuevo."

5.  "¿Culposa yo? ¡No, nada que ver!

De las seis preguntas dadas, la consigna pide que se responda sólo una, aunque las responderé todas para no falsearle al nombre y al estilo de la casa:

1. ¿Cine o DVD cine en casa? 

DVD en casa con marido a mi lado, acurrucados en el sillón del living en pijamas y bata, con una copita de vino dulce, tipo Oporto o Marsala, té de vainilla cortado con leche y alguna golosina con dulce de leche para empujar tanto líquido y compartir durante la película (Mis disculpas, amigo Víctor....).

2. ¿Chocolate negro o blanco?

Negro, aunque acá lo llamamos "con leche", porque si no está el amargo, y ese me cae más pesado, aunque le entro también de vez en cuando. Chocolate con leche y con avellanas o almendras acarameladas. El mejor chocolate de Buenos Aires me lo voy a comer hoy a una cuadara del Teatro San Martín: las barritas rellenas de Maison Lion D´Or, en plena calle Corrientes, y esa será mi cena, aunque tal vez pique algo más, para qué lo voy a negar...

3. ¿Unitario o saga?

Unitario y/o saga, pero de que sea de calidad, no me va la cantidad per se en nada, excepto tal vez en el bolsillo, donde no abunda, pero casi que tampoco me parece imprescindible.

 4. ¿Caramelos o gomitas?


Gomitas dulces Billiken de eucalipto para invierno, absolutamente. Soy muy caramelera también, pero todo sin azúcar por órden de mi odontóloga. Y ahora me he hecho chiclera, pero sugar-free para evitar tanto torno, que verdaderamente odio...

5. ¿Película o serie?

Película y cine del bueno. Aunque algún que otro permiso con comedias pasatistas o "Iron Man", sólo por saborear al bombón de Downey Junior, me concedo alegremente y sin culpa, lo juro.

6. ¿Pizza o hamburguesa con papas?

Pizza!!! Toda la vida y todos los días, si fuese posible. Siempre ha sido mi comida favorita. La pizza argentina es una delicia mucho más que la original italiana. Y no les cuento del helado de postre: primerísima calidad, también mejor que el de Italia.



Bueno, ahora tengo que pasarle este regalo a 5 bloguer@s... Aunque, como siempre digo, y en esto no miento y lo saben, el mayor premio para mí es tener un blog. De todos modos, agradezco estos mimos y me permito jugar, que no viene nada mal de vez en cuando, ya que como decía al adusto Nietzsche:


“La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad 
con la que jugaba cuando era niño”. 
(Tomado de Eternauta)


En verdad, lo estoy estirando un poco porque me encuentro en un entuerto embarazoso, dado que sigo a más de cinco blogs que merecen ser premiados, pero les paso el obsequio a aquellos que creo conocer mejor, y a quienes espero que se concedan el derecho y el permiso de jugar este juego. Luego, ya saben: cada quien es dueño de hacer lo que quiera con total honestidad, porque de eso se trata en definitiva. Y desde ya dejo constancia de que me puedo equivocar al premiar a algunos de ellos: "Errare humanum est...", sea por que no lo acepten o sea porque luego demuestren no estar a la altura de una premiación bloguera.



Por orden alfabético:









Celebro el premio otorgado con champagne 
rosado y dulce que, en verdad, me gusta más que el verdadero franchute, aunque me digan que es porque no sé nada del verdadero buen beber...  



¡Gracias, Alson, de verdad, GRACIAS!


A boca de jarro 

miércoles, 5 de junio de 2013

Junio Mes de las Historias: "Entrelazadaylazada"




Entró junio y se viene el invierno. Rescaté mis agujas de tejer del cajón donde guardo "...aquellas pequeñas cosas que nos dejó un tiempo de rosas", y entre lazada y lazada y con Serrat de fondo, te cuento una historia...

 "De vez en cuando la vida
nos besa en la boca
y a colores se despliega
como un atlas,
nos pasea por las calles
en volandas,
y nos sentimos en buenas manos. 

Se hace de nuestra medida,
toma nuestro paso
y saca un conejo de la vieja chistera
y uno es feliz como un niño
cuando sale de la escuela."


  Ella tenía apenas 18 años. No se creía bonita porque sus formas ondulantes y generosas no respondían a los cánones de vientres planos y piernas largas de Barbie que se imponían entonces y ahora. Pero tenía una cara muy singular y vistosa, alunada y alunarada, de ojos grandes y marrones, cabello largo, castaño, con reflejos rubios que se hacían dorados cada verano bajo el sol de alguna playa y una sonrisa dulce y tímida. Había aprendido de otros amores adolescentes a jugar con fuego sin quemarse. Pero este hombre, 11 años mayor que ella, la marcó a fuego.

  Entró por la puerta grande de su casa una noche tibia y estrellada de diciembre junto a un grupo de colegas jóvenes de su papá. Eran todos médicos residentes que querían a su jefe y venían a su casa a compartir el consabido asado de fin de año. Él vino sin vino pero con su guitarra a cuestas sobre su larga y algo desgarbada figura para embriagar a las hembras en celo de postre. Ella clavó sus ojos en su afilado rostro de pequeños, solitarios y risueños ojos verde profundo como el Atlántico sur, su cabello renegrido y su nariz aguileña, ya de hombre, marcada por un acné que había pasado ya para ambos, y en su voz descubrió la bella y honda poesía del poeta catalán que la enamoró como él, esa misma noche. Sacó ella también su viola y escondió su silueta aguitarrada detrás de ella para enamorarlo con su tímido rasgueo y su voz temblorosa de saberse descubierta como "una mujer desnuda y en lo oscuro" . Desde entonces, en sus días eternos de adolescente enamorada, "no hizo otra cosa que pensar en..." él, imaginar encuentros posibles en las cercanías del hospital al que se iba a dar una vuelta llevando como camuflaje cómplice a su mejor amiga y compinche, 3 años menor que ella,"dos pájaros de un tiro", para simplemente verlo entrar o salir de la guardia los días en que sabía que le tocaba, deseando el "hoy puede ser un gran día" y así se lo planteaba. Se colaba en los partidos de tenis para hombres en el club, y hasta empezó a tomar clases y se compró todo el atuendo para poder jugarle una partida a ese partido que nunca fue.

"De vez en cuando la vida
toma conmigo café
y está tan bonita que
da gusto verla.
Se suelta el pelo y me invita
a salir con ella a escena.

De vez en cuando la vida
se nos brinda en cueros
y nos regala un sueño
tan escurridizo
que hay que andarlo de puntillas
por no romper el hechizo."

  Ese verano sus padres eligieron una playa de la costa argentina como destino bajo el sol. Se le partía el corazón de sólo pensar que no le vería por tantos días, aunque eran unos escasos 10. Pero su sorpresa fue inmensa y le reventó la ilusión en el estómago, lleno de mariposas, cuando supo que él vendría también. "¿Cómo amigo de la familia, hijo mayor adoptivo o como pretendiente en plan de concretar en la playa?" No lo sabía bien, aunque bien sabía lo que deseaba. Jugaban al ajedrez después de la cena compartida, aunque era una partida difícil, que llevó noches que se inundaron con la marea del tedio por la inconcreción y el deseo que ella ahogaba en el mar de día, al que llegaba caminando temerosa e insegura, con su vergüenza enfundada en su enteriza, mientras las demás lucían sus vientres planos y huesudos en sus mini bikinis que siempre la hicieron sentir menos. Él le dijo entre mate y mate un atardecer en la playa que eso se arreglaba con gimnasia, y a ella se le soltó la sexta cuerda, la bordona, y la guitarra se destempló por largo tiempo, porque se dio cuenta con apenas 18 años de que la gimnasia que deseaba hacer, ahí no más, detrás de los médanos, había sido descartada de plano por resultarle muy gruesa a él también. Justamente "tú que tanto has besado, tú que me has enseñado, sabes mejor que yo que hasta los huesos sólo calan los besos que no has dado".

  Se encontró al día siguiente con dos adolescentes a quienes había conocido el verano anterior en otra playa pero junto a un río de sierra. Eran hermanos varones, híbridos y pesados, pero le insistieron con salir para ir a jugar pool y a tomar algo en algún pub del centro esa misma noche. Se calzó la ropa que había traído especialmente para cuando él la invitara y se fue con ellos. Y sus profundos ojos vedes quedaron clavados en su espalda mientras se alejaba a aburrirse con los dos plomos: "Penélope con su bolso de piel marrón y sus zapatos de tacón y su vestido de domingo". Al día siguiente, él dijo estar descompuesto, embolsó sus 3 prendas y se tomó el micro de vuelta a la ciudad. Ya nunca nada fue igual. Dejó de frecuentar su casa, y ella siguió su camino, estudiando, esperando encontrar y sin hacer ninguna gimnasia. "Lo nuestro duró lo que duran dos peces de hielo en un güisqui on the rocks..."

  A los 3 años de aquel verano se enteró de que había formalizado con una doctorcita recién aterrizada en la sala. Se le llenó la yugular de celos, verdes como sus ojos verdes, esos que habían recorrido tantas veces su geografía corpórea y etérea y la habían abandonado por ser muy ancha o muy verde, quién sabe ya. O por falta de coraje a pesar de ya ser hombre. Con ella había tirado el rey en su partida de ajedrez, pero esta recién llegada, delgadita y muy aireada, le había dado jaque y se lo llevó hasta el altar. Se casaron un abril en la Basílica del barrio. Ella no fue invitada a la "Fiesta", sólo sus padres. Se quedó ese sábado en casa mirando alguna película y masticando impotencia, más celos e ira. Entre iglesia y salón, se aparecieron sus padres con los padrinos de boda, que hacían un alto en su casa para ir al baño. Gente simple, de manos grandes y un tanto fuera de juego en sus atavíos de boda. Podrían haber sido los suyos, sus suegros, y aquella su casa y su baño. Pero no fue. 

 "De vez en cuando la vida
afina con el pincel:
se nos eriza la piel
y faltan palabras
para nombrar lo que ofrece
a los que saben usarla."

   Pasó vida bajo el puente. Tuvo 2 hijos varones, una casa y un buen auto. Hizo carrera y siguió jugando al tenis en el mismo círculo pero con otros tipos, y "entre esos tipos y yo hay algo personal". Un día ella se lo encontró por la calle yendo al trabajo, justo a una cuadra de su casa de casado, y se vieron distintos. El ser padres y el Amor los habían cambiado a los dos. Vaya a saber qué pensó, no se lo cuestionó. Estaba feliz con lo que la vida le había regalado después de tanto esperar. Y lo sigue estando.


  El 30 de mayo pasado se levantó tempranito a preparar una vela para soplarle a su hombre, que cumplió sus 45. Fue un día de trabajo como tantos, pero con torta y champagne, hubo blogueo matutino, corrección y diseño de evaluación. Llegó cansada al trabajo y en el camino cayó: se tragó un cordón y se raspó la rodilla que en un faldón enfundó para el festejo posterior. Quedo machucada y dolida, un tanto entumecida, pero disfrutó de sus clases y la cena afuera en familia, con regalos y una breve pero intensa sobremesa. Y a la mañana siguiente, un llamado extraviado la extrañó. Marcó el número del identificador de llamadas porque era el de su casa, el que conservan sus padres aunque ya no viven en ella. Se quedó pasmada al saber que él se había apagado, de un infarto masivo, en plena cancha de tenis y alrededor de la misma hora en la que ella había tropezado, y no hubo nada que hacerle. Su madre se lo contó con lágrimas en la voz: "No la educó, ya me hago cargo, pa' un soñador de pelo largo. ¿Qué le va usted a hacer, señora?" 

  Una muerte a destiempo, inesperada, aunque después del velorio, al que ella no asistió, porque siempre la espantó y porque esperaba encontrarlo en alguna otra ocasión, similar pero mejor por ley natural, se supo que andaba fumando mucho y un tanto desencantado con lo que el destino le había deparado. Murió a los 55, dejando viuda y dos hijos ya veinteañeros, en el mismo día en que ella celebró el aniversario 45 del nacimiento de su Amor. Esas cosas de la vida que no le parecen casuales, porque es mujer de corazonadas, de caídas que levanta y de silueta aguitarrada que por fin luce encantada gracias al cuarentón, que le enseñó, entre tantas cosas, a mirarse con los ojos del verdadero Amor. Recuerdos que se entrelazan entrelazadaylazada. "Nunca es triste la verdad... lo que no tiene es remedio."

"De vez en cuando la vida
nos gasta una broma
y nos despertamos
sin saber qué pasa,
chupando un palo sentados
sobre una calabaza..."


   " De vez en cuando la vida", Joan Manuel Serrat.



Serrat: "Es caprichoso el azar"

A boca de jarro

viernes, 31 de mayo de 2013

Las palabras que nos dan miedo


Salvador Dalí , "Durmiente, caballo, león invisibles", 1930.


"The matter is difficult to put into words. For fear, real fear, such as shakes you to your foundation, such as you feel when you are brought face to face with your mortal end, nestles in your memory like a gangrene: it seeks to rot everything, even the words with which to speak of it. So you must fight hard to express it. You must fight hard to shine the light of words upon it. Because if you don't, if your fear becomes a wordless darkness that you avoid, perhaps even manage to forget, you open yourself to further attacks of fear because you never truly fought the opponent who defeated you."
                                               Yann Martel, Life of Pi, CanonGate, 2003.

"La cuestión es difícil de poner en palabras. Ya que el miedo, el miedo real, tal como el que hace temblar tus cimientos, tal como el que sientes cuando te ves confrontado cara a cara con tu mortalidad, anida en tu memoria como una gangrena: intenta pudrirlo todo, aún las palabras con las que lo nombra. Entonces debes luchar denodadamente para expresarlo. Debes luchar denodadamente para hacer brillar la luz de las palabras sobre él. Porque si no lo haces, si tu miedo se convierte en una oscuridad muda y sin palabras que evitas, y que quizás hasta te las ingenies para olvidar, te abres a más ataques de su parte, ya que tú nunca luchaste verdaderamente contra el enemigo que te derrotó."
                                                               
                                               Mi traducción. El subrayado es mío también, para mi mamá y Lola

  Estas palabras provienen de un bello libro que recibí de regalo porque adoro su magistral versión cinematográfica, titulada en español "Una aventura maravillosa". Me orejeó la página donde se lee este soberbio pasaje mi compañero de vida, quien sí lo está leyendo y disfrutando, y quien lo compró para mí. Pero yo no tengo suficiente tiempo para leerlo ahora, ya que vivo dando y recibiendo palabras en diversas lenguas, incluso las no verbales, desde mis diversos roles de madre, esposa, ama de mi casa, hija natural, política y adoptada, hermana, tía, cuñada, profesora de lengua inglesa, empleada, compañera de trabajo, vecina, ciudadana, autora de un blog, comentadora de unos cuantos, etc. Esas palabras son la sabia savia del libro de la vida que voy escribiendo con alegría en este tramo. Pero me quitan tiempo de absorber esa otra savia que viene de los libros y poemas que me obsequia o recomienda gente entrañable que también ama y honra la palabra a diario. 

  La palabra que más nos asusta, creo entender, es MIEDO. El miedo, como reflexionaba hace un par de días con alguien que me llama "mujer valiente", y sobre el cual escribí mucho, leí bastante, enfrenté, vencí y combato permanentemente en la realidad que me ha tocado vivir, tiene muy mala prensa, y sin embargo, he logrado amigarme con él, aún cuando emerge y me hunde en sus abismos de tanto en tanto. Como tantas emociones del espectro llamado "negativo", ha sido bastardeado, patologizado y empastillado. No obstante, es muchas veces una voz que debería ser escuchada, aún en aquellos casos en los que encuadra dentro de lo que nos paraliza y nos desborda, como alguna vez me ha sucedido como al mejor. Es una señal de alarma que todas las especies animales acatan por puro instinto de supervivencia. Y si nos desborda, no hay que salir corriendo al Borda. Hay que mirarlo a los ojos y entablarle una guerra a brazo partido hasta vencerlo, para que emerja de vez en cuando otras muchas veces, pero entonces, contaremos con las armas necesarias para ponerle coto. Como la luz del sol, la oscuridad del miedo, aunque no la veamos "...siempre está."

  Tenemos en la Argentina a un excelente médico y psicoterapeuta serio, Norberto Levy, quien escribió una serie de libros titulados La sabiduría de las emociones, breves reflexiones sabias al alcance del lego. Lo que escribe sobre el miedo es una biblia emocional para mí, ya que a pesar de que algunos me creen "valiente", me sé miedosa. Levy le dedica un capítulo a lo que caratula como "La dignidad del miedo", donde lo reivindica sin vanagloriarlo. Una breve cita de esa carátula basta para darse una idea del bien que hace esta emoción tan humana y útil:



"El miedo es una valiosísima señal que indica una desproporción entre la amenaza a la que nos enfrentamos y los recursos con que contamos para resolverla. Sin embargo, nuestra confusión e ignorancia lo han convertido en una emoción negativa que debe ser eliminada."


  El peor miedo que conozco es el miedo al miedo, ese que los psicólogos denominan "miedo anticipatorio", es decir, la certeza de la emoción asfixiante que se aproxima ante un hecho que hemos de enfrentar, y que genera ese angostamiento en la garganta tan tangible para el cual la palabra es angustia, otra que mete miedo. Se trata de un sentir muy humano, muy poco hablado a calzón quitado entre nosotros, pero espeluznante y difícil de combatir. Levy me enseñó que mi abuela tenía razón al decirme tantas veces que el miedo no es zonzo, o sonso, (ya no le tengo miedo a la RAE), ya que no existen miedos injustificados, ni siquiera esos que nos paralizan porque desconocemos su origen, y que nadie está totalmente libre de miedo, sino que quien se cree o es considerado valiente, es en verdad un ser que maneja las armas para luchar contra el miedo que ya ha sentido hasta los tuétanos y enfrentado otras veces, o bien quien lo reprime y sublima sólo para que le termine explotando en la cara como una olla a presión que indefectiblemente lo hará en alguna curva sinuosa del camino de la vida. El decirle a alguien de quien este gigante negro del alma se ha apoderado que no debe temer es un sinsentido mayúsculo e inútil, que además conlleva una descalificación de la dignidad de su persona y de la emoción misma, ya que el miedo ya lo tiene atrapado entre sus garras sencillamente porque no ha contado con los recursos para nos ser atrapado por él. El mejor consejo que se puede dar en esos casos es: 
-Enfrentate con tu miedo, escuchalo, intentá dialogar con él y cuando descubras su inutilidad y su efecto sobre tu luz, hacelo un bollo y tiralo al cesto de la basura, aunque no sea nada fácil y lleve tiempo. 

 Tiempo: otra palabra que asusta, ¿cierto?

  Este mes de mayo, dedicado a la palabra, hoy termina con un hecho que me dejó pasmada y le abrió las puertas a mi viejo amigo, conocido por todos, el miedo a la muerte, una muerte inesperada e insospechada, aunque así es el tobogán de la vida, hecho sobre el cual voy a escribir por necesidad en breve, como hago siempre. Pese a todo, este vibrante mes de la palabra no se me va a olvidar fácilmente, como no se deja atrás al miedo, porque este mayo he logrado vencer unos cuantos miedos antiguos y cronificados: el miedo a darle a quienes admiro el crédito que merecen y a decirles que los quiero por el amor que compartimos por la palabra compartida y por ser quienes somos y compartirnos a través de ella, el de destapar la olla de algunos miedos "Bíblicos" que me avergonzaba sentir, el de llamar a las cosas por su nombre públicamente y en diversas lenguas, como lo hago en privado, el miedo a decirles a mis padres y a otros seres relevantes en mi vida real y virtual, que se me hace cada vez más concreta, lo que sentía que debía ser dicho a tiempo, el de mostrarme tal cual soy en mi sentir por mi reñida pero sentida argentinidad, sin temor a que mis escritos sean tildados de sentimentalismo o patrioterismo, y abriéndome al acuerdo en el desacuerdo constructivo o la incomprensión que respeto de quienes se consideran apátridas, y hasta al de desafinar al agregarle mi voz a mis letras, cantando a gritos junto a la dulce voz de mi hija y a capela, desnudando por fin mi más auténtico ser en palabras que el viento echa a correr. Finalmente, derroté el miedo a manifestar mi gratitud en mayúsculas, con signos de complicidad y admiración que no me animaba a usar por el temor a lo poco serio o literario, el miedo que compartimos muchos a que la palabra "escritor/a" nos quede grande,  aunque de hecho escribimos y garabateamos emociones, como muchos lo hacen como oficio y sin demasiado talento, recibiendo mucho dinero por ello, con editor y editorial que los respalda y los coloca en el escaparate de la hoguera de las vanidades, todo esto sin el miedo de emplear esta magna palabra para autodenominarse así sin siquiera merecerlo. Ya no temo expresar mis sentimientos, como por ejemplo ahora, que llegó el momento de decirles de verdad, como siempre lo hago:


GRACIAS ;) !!!

                                                                  
A boca de jarro

sábado, 25 de mayo de 2013

Las palabras patrias en la voz

  La palabra "patria" se nos hace enorme de chicos. Orgullosos creemos llevarla en la escarapela que lucimos prendida a nuestra ropa escolar para las fechas festivas, y se agiganta en nuestra mente infantil cuando aprendemos sobre sus próceres, como si de superhéroes se tratara. A medida que crecemos, parece que a fuerza de fogonazos de realidad que caen sobre el techo de nuestros hogares, nos empieza a dar un poco de pudor lucir la escarapela, y se nos van cayendo de las repisas los bustos de esos nobles patriotas a quienes les cantábamos himnos a viva voz en el patio de la escuela bajo la bandera recién izada por la envidiada abanderada de turno. Nos enteramos de sus humanas miserias, que San Martín era masón, mujeriego y le gustaban las mocosas, aunque tuvo los cojones de cruzar los Andes en una camilla, con una úlcera puesta que no le permitía hacerlo a caballo para libertar América; que Sarmiento era un anticlerical vendepatria, pero impulsó la primera Ley de Educación Universal del mundo desde esta tierra; que Belgrano era un nene bien de voz algo aflautada y sospechado por su imagen en los cuadros escolares de afeminado, aunque a mí se me hace que tenía unos huevos tremendos, que le llegaban hasta las botas remendadas que, sin ser militar de carrera, se calzó en nombre de la patria mía. Finalmente, hacemos con ellos como con tantos otros íconos de la infancia, con personajes destacados de nuestra cultura, con papá y mamá, y a veces hasta con nuestra propia autoimagen: los tiramos en el fango del olvido o la devaluación, como la de nuestra moneda, sin volver tal vez nunca a restaurarlos a la condición humana pero grande que merecen en la historia de eso que llamamos patria.
                                                                            
  Por estos días, mi hija menor está preparándose para la fiesta del 25, y ensaya una hermosa canción, un tema compuesto y musicalizado por el versátil y sensible Facundo Saravia, hijo mayor del legendario Chalchalero Juan Carlos Saravia, integrante, en principio, del grupo musical Los Zorzales, que vino a dar un recital en los 80 al salón de actos de mi colegio para el delirio y deleite de todo un secundario de señoritas hambrientas, y luego miembro de Los Chalchaleros mismos. Los argentinos somos muy propensos a descalificar a quienes se destacan, especialmente a nuestros artistas, y no ha faltado quien haya tildado a Facundo y a su padre de conformistas o reaccionistas, de acuerdo a su propia ideología política, sin entender que ambos son hombres del folklore, ni más ni menos.


  Así es como esta canción, en cuya primera lectura puede parecer una simple y sentimentalista exaltación de nuestra argentinidad, es interpretada por su compositor con un dejo casi infantil, como una historia que un padre le cuenta a su hijo, con una inspiradora voz, límpida y masculina que heredó de su tata, y una tonada provinciana, entradora y pegadiza, que mi nena imita a la perfección en ciertos tramos, arrastrando las erres, a pesar de ser de "la capital", sobre una partitura musical deliciosa en matices donde se destaca el rasgueo y punteo de las guitarras criollas. Cuando escuché a mi hija canturreándola por primera vez en casa, paré la oreja ya que me estremeció.

"¡Por fin una en castellano y no las de Selena Gomez o, peor aún, las de Violeta, aunque sea argentina,  pura bosta argentina!", pensé. 

  No pude evitar escuchar el eco de aquella niña que fui y, que cantaba sus himnos liberando su esperanza "con todo el grito en la voz". Mi hija la canta con una dulzura y una elocuencia dignas de ser escuchadas. En el cole le dieron la letra y los acordes en flauta para el gran concierto del lunes al que estamos invitadas todas las familias. Y me propuse aprendérmela de memoria para unirme al coro en primera fila en vez de pasármela detrás de la cámara, sacando fotos y filmando. Deseo participar con mi voz porque quiero compartir el sentimiento aquel y cantar de corazón: "A mi país yo lo quiero de veras...." Pero me cuesta enormemente, por alguna razón que me supera, retenerla en la memoria y no tener que pispiar el machete. Y aún más me cuesta obviar un diálogo interior en el que le agrego opiniones negativas a lo que me canta Facundo: es casi inevitable siendo argentina... Cuestión que, camino al cole y de vuelta a casa toda la semana, la hemos estado ensayando, y siempre hay alguna corrección que hacerle a mi versión. Algo me pasa con lo que el tema genera en mí, con mi reñida argentinidad.


  Es una letra simple y sentida, llena de palabras y frases fuertes de connotación altamente positiva en su contexto, tales como: "país", "bandera", "casa", "color", "paisaje", "niño", "pintando mi sangre", "clara y pura voz", "nacer y morir", "reír", "paz", "libertad", "dar y pedir", "trabajar", "pan", "corazón", "paisanos", "gente", "juntos", "verdad", "crecer", "brindarle una mano a los demás", "vamos". Pero está escrita por un adulto que le hace un reclamo muy concreto y muy maduro a su país, que somos toda su heterogénea y compleja gente, "que aprietan los dientes", y a ese pedido me sumo con bronca, con indignación que raya ya con el hartazgo, con repulsa por tantos excesos de poder e impunidad, con una buena dosis de desazón acumulada por décadas. Décadas ya no sólo perdidas en lugar de ganadas, a pesar de que pretendan imponernos este festejo de los 203 años de aquel 25 de mayo de 1810 como el de "la década ganada", un festejo que les queda grande a esos "todos y todas" que nos gobiernan , tan grande como la patria es grande. Entre tanto chapotean y patinan feo en el fango en el que nos hundimos todos, e intentan tapar patéticamente la mugre que expone el periodismo con el más alto rating de la TV local con "fútbol para todos y todas". El circo que hacen competir ahora con el escandaloso show de tanta guita afanada por jardineros y choferes devenidos ricos en la franja horaria del prime time. "The show must go on", pero nadie va en cana. Es esta frustración mayúscula y alarmante la que me impide aprenderme esta letra, un sabor amargo y viejo como mis viejos, de décadas malogradas. Entonces me resuenan las palabras que Saravia también incluye: "mentira", "turbia", "dolor", "ambición", "egoísmo", "maldad", "duro progresar", "engañar", "el tiempo se nos va a acabar", "dejar de lado el singular"... ¡Que difícil se me hace creerlo posible aunque lo necesite tanto!  Se me hace un nudo en la garganta, se me congela la voz y no puedo seguir.



  Patria para mí es un menjunje exquisito de colores, sabores, olores, sonidos y texturas propias e inconfundibles: es el celeste y blanco del cielo, el gris plomizo del río y del humo que exudan los caños de escape bochornosos de los bondis, el verde del Atlántico argentino, el multicolor tornasolado y mágico de sus soberbias montañas, valles, cataratas, glaciares y quebradas que han visto mis ojos y a Dios agradezco por eso. Patria es mi casa y todas las que habité, son los ojos y la mirada de mis seres queridos, vivos y muertos, sus manos laboriosas, sus voces, sus decires, sus besos, sus abrazos, sus risas y sus lágrimas. Patria son los churros con chocolate del desayuno de hoy, los pastelitos y la factura que le siguen con el mate, las empanadas y el locro que nos vamos a comer de almuerzo en familia, regado con tinto del mejor, y de postre las natillas de mis abuelas, el olor de sus cocinas con ollas humeantes y el de su piel, siempre limpia. Es el jardín de mi casa paterna y la calle en la que jugaba a la rayuela, al elástico, al poliladron, al ring raje, los árboles y las casas abandonadas y tomadas por mi barra, el tobogán de la plaza donde rasgué más de un pantalón y me raspé las rodillas, como le pasa a mi hija hoy. Es el mundial 78 con sus papelitos al viento y los cornetazos de algarabaría que tapaban otros sórdidos ruidos. Patria son Las Malvinas Argentinas robadas y perdidas en una guerra declarada por un milico borracho. Es Argentina campeón en el 86 otra vez, es Maradona, el futbolista feroz, metiéndole el gol del siglo, el de la mano de Dios, a los ingleses, que en alguna otra histórica oportunidad supimos sacar cagando aceite. Patria es haber descubierto a María Elena Walsh, Alfonsina Storni, Borges, Sábato, Cortázar, Quino, Fontanarrosa, Favaloro, Soldi, Quinquela Martín, Discépolo en la voz de Julio Sosa, Fangio, Les Luthiers, y tantos más que quedan en el tintero. Patria soy yoPatria es ante todo la que me llena la panza cuando tengo hambre  y obtengo a fuerza de trabajo digno, y es la que me da la libertad de expresar mis ideas y mis ideales sin tildarme de anti nada. Patria es la que debería permitirme desplegar mis alas y no bajarme de un ondazo en pleno vuelo. Patria son los míos, somos todos nosotros, los millones de argentinos anónimos, decentes y laburantes que quisiéramos aprendernos esta letra de memoria, pero no hay caso, no nos termina de salir bien. Se las dejo en mi voz y en la de mi hija a pedido de algunas chicas españolas amigas de la casa que quieren escuchar nuestra tonada porteña y argentina, que aquí cantamos y compartimos en una nueva voz que brota de mi garganta, aunque como siempre y más que nunca hoy es...


"Una canción de aquí" de Facundo Saravia 
a capela por madre e hija


A boca de jarro

lunes, 13 de mayo de 2013

De mi uso de la lengua de Cervantes, de Shakespeare y de las mal llamadas malas palabras (No apta para puristas y pacatos)





 No puedo no seguir con la palabra en este mes de mayo, mes del aniversario de la Revolución de 1810, en la cual un puñado de patriotas, incluidos algunos españoles cojonudos afincados en el Virreinato del Río de la Plata, decidieron dejar de ser una colonia y comenzar a transitar el camino hacia la constitución de una nación independiente y soberana. Una utopía idílica, vista desde la aldea global que hoy conformamos, sobre la cual aprendí de chica, en mi paso por la escuela, con admiración por aquellos hombres de mayo, mientras coloreaba el cabildo que me dibujaba mi viejo en casa y que yo hacía lucir prolijito, bien pintadito y cuidado, como dejó de estarlo por décadas, y al pueblo reunido frente a él bajo un cielo gris y lluvioso y sus paraguas multicolores, aunque más tarde nos dijeron que los paraguas son en verdad una extrapolación. El pueblo, entonces, tal como hoy, estaba parado fuera de sus lugares de representatividad y excluido de las decisiones políticas trascendentes, gritando a viva voz:  -¡Queremos saber de qué se trata!




 Allí fue cuando se empezó a cocinar el guiso que terminó siendo la lengua de mi ciudad, "que tiene un puerrto en la puerrta", como dice la canción que fue himno en tiempos de la dictadura, y que se conoce como español rioplatense, sobre la cual se dicen y se escriben muchas cosas. Acá va una más. 

 Los españoles bien educados que hablaban y escribían con bella caligrafía la hermosa lengua de Cervantes en tiempos del Virreinato se sintieron fuertemente atraídos por esas morochas pulposas y fogosas, las criollas, con quienes se revolcaron y trajeron hijos al mundo. De las bocas de esos críos salió una lengua remixada, mezcla de criollo y español de pura cepa, que es lo que mayormente seguimos empleando para comunicarnos, con algunos otros condimentos que se fueron agregando con el correr del tiempo: los aportes de los inmigrantes que se vinieron en barco de España y de Italia mayoritariamente, y de algunos otros lados, casi un siglo después, más el fruto de la idiosincrasia que moldeamos a fuerza de taango, lunfarrdo, fúlbo, "el eco de una queja de un triste bandoneón", mosscato, pissa y fainá, más una buena dosis de guarangada orillera. En otras provincias argentinas, el cocido es diferente, con tonadas diversas y entradoras, otros colores y modismos, ya que somos un país muy grande. Y en otras latitudes de Latinoamérica se jactan de hacer uso de una variedad del español más pura, más cercana al español ibérico, más correcta y rica. Y tal vez tengan razón. A mí me pega como algo más híbrido y neutro, aunque con una cadencia musical muy dulce, pero me gusta el cocoliche nuestro, me parece que desde su nombre hasta su sabor, picantón y sabrosón como el chori con chimichurri, nada tiene que envidiarle al español que se habla en Colombia, Méjico o Venezuela, pero todo va en gustos.

 Alguien alguna vez observó que cuando escribo parece que lo hiciera para una audiencia foránea. Tal vez es un esfuerzo que parte de lo que sucede en este blog: a pesar de tener mayoría de visitantes argentinos a diario, hay una amplia mayoría de seguidores y activos comentadores españoles, mientras que argentinos comentadores hay pocos pero buenos: cosa muy argentina por cierto. Y en la comunicación intento ser empática, por eso es que suelo escribir empleando una variedad algo españolizada si se quiere de mi lengua, haciendo uso del Pretérito Perfecto Compuesto, por ejemplo, tal como lo hago en mi uso del inglés británico, el tan odiado por mis alumnos "Present Perfect Tense", que los yanquis prácticamente no emplean por su practicidad, optando por el mucho más simple y "user-friendly" " Simple Past Tense", para horror de mis colegas puristas y anglófilas
                                      
 Hago uso imperfecto del respingado Pretérito Perfecto Compuesto cuando escribo aunque no en mi oralidad cotidiana, y hasta creo que es posible que haya cierto grado de influencia del uso que hago de su equivalente en el  inglés que hablo, escribo, escucho, leo, enseño y amo. Además habrán notado que contesto los comentarios haciéndome la gallega con los gallegos y me despacho en porteño con los locales. Es porque el español ibérico y el galego propiamente dicho lo escuché mucho de chica, dado que las viejas de mi familia hablaban a media lengua, aunque cuando no querían ser entendidas por los más gurrumines, lo hacían en gallego puro, así que algo de eso pesco. Me sale bastante bien la galleguita y la actúo en casa para hacer reír a mis hijos, que no tuvieron la suerte de conocer a esas viejas entrañables que viven en mí.

 A pesar de no ser jamás comprendida por mis abuelos gallegos de Galicia, y asturianos, digámoslo con propiedad, y anglófobos, al devenir adolescente en los ochenta, me enamoré del inglés, que sonaba en todas las radios, y que inicialmente me entró por la oreja. Y me salía bien imitarlo, aunque no sabía ni jota antes de empezar a estudiarlo recién a los doce años y por Motus propio. Escuchaba canciones y las aprendía a cantar por fonética, sin entender una palabra de lo que decían. Para mí, "Staying Alive" por los Bee Gees, un hitazo de los setenta, era algo así como :

"Wiki to the shiki to neima uare shikiton,
Ssstein alaiv, ssstein alaiv..."

 Me llevó años de estudio llegar a descifrar lo que dice y cómo se pronuncia correcta y fluidamente eso en la lengua de Shakespeare que los yanquis remixaron a su modo, también bastante denostado por los puristas británicos, y confieso que todavía me gusta canturrear esa parte del estribillo como de pebeta, aunque ahora sé muy bien que dice así:

"Feel the city breakin' and everybody shakin',
And we're stayin' alive, stayin' alive..."


       






 Entré al profesorado de inglés público, examen de ingreso mediante, y me torturaron con Fonética y Práctica de Laboratorio desde el vamos. Ahí tuve que empezar a aprender otro híbrido, lo que se conoce como RP ("Received Pronunciation"), una variedad del inglés británico que sólo habla la familia real inglesa y la BBC de Londres. Tenía de profesor a un gordo fanfarrón que hablaba inglés como si hubiese nacido en Londres, pero el muy hijo de puta era de Lomas de Zamora. Y nos hacía penar pasando banco por banco con una hoja de carpeta Rivadavia suspendida de su enorme mano, una de las gruesas, no de las "eco-friendly" de hoy, para ver si volaba mientras nos matábamos soplando las consonantes explosivas ("plosives"): "p" "b" y "k". Y si no volaba el papel frente a tu boca, "out you went", y a otra cosa mariposa. En la primera prueba de lectura en voz alta a primera vista (first sight reading), a la pobre chica que pasó adelante mío en la larga lista del primer año del profesorado estatal de mayor calidad educativa de toda América del Sur entonces, donde en principio éramos sólo un número que había que reducir, ese gordo hijo de una buena madre le dijo a bocajarro que mejor se dedicara a otra cosa, que se buscara un trabajito en algún negocio, porque además de tener pésima pronunciación y paladar ojival, era muy petisa para ser profesora. Mis piernas, que no alcanzaban el piso por mi modesta estatura de un metro con cincuenta y seis centímetros, se alargaron de repente y empezaron a taladrarlo en un espasmo nervioso irrefrenable. Me llegó el turno, escondí las manos debajo del pupitre que temblaban descontroladas como mis pies, y leí en voz alta, pero a mí me perdonó la vida y me dijo que tenía "cierto" potencial, muy inglés en su "understatement", la implicancia que se lee entre líneas tan paspada, socarrona e inglesa. Me terminó poniendo un 9 en el final el muy turro, un  23 de diciembre sofocante, que consistió en repetir como un loro, pero bien sonada y explotada, teoría de un libro espantosamente técnico del que había que aprenderse inútilmente cómo había que poner la lengua dentro de la cavidad bucal para pronunciar la "dark l",  la "schwa", el "glottal stop" y otras delicadezas. Mi fuerte en el inglés es sin dudas lo fonológico gracias a ese hijo de mil putas y los que vinieron después, que me la hicieron parir pero me sacaron buena, y gracias, sobre todo, a los genes de mi abuelo paterno español, mi abuelo Jesús, que vivió varios años en Nueva York después de haber pasado otros tantos en Cuba, un Habanero, como le llamaban en Viveiro cuando volvió hecho un dandy, que laburó de camarero, barman y finalmente maître en buenos restaurantes, bares y hoteles, según me cuenta mi viejo. Un tipo de mundo que fue autodidacta en su adquisición del inglés americano, hablado y escrito, y de quien creo haber heredado la facilidad y el gusto por el idioma.

 Ese abuelo, a quien le llamaban Johnny en New York, por Walker, y porque Jesús no les sale ni a gancho a los yanquis, los cagaba a puteadas a mi viejo y a mis tíos en inglés, así es que a putear aprendí desde chiquita en las tres lenguas, galego, español rioplatense e inglés. Parece que era bastante más correcto que yo mi abuelo Jesús, porque no les decía "Son of a bitch" cuando se mandaban alguna cagada mayúscula, sino su versión eufemística "Son of a gun". Y aquí llegamos a las malas palabras, todo un deleite para mí.

 Confieso que soy de la puteada fácil, como tantos porteños, pero la puteada justificada, enfática y bien colocada, la que suma al mensaje semánticamente y le da pleno sentido, expresividad y color. No como los adolescentes que abandonaron su nombre de pila y se llaman todos "boludo": 

-Che, bludo, qué assé, bludo

 No, así no. Para mí un boludo es un tipo que me tira el auto encima cuando estoy cruzando la calle por la esquina, como se debe, a la vuelta del cole con mi hija de un brazo y su mochila, que pesa más que ella, del otro. A ese le profiero un fuerte y claro -"¡BBOOLÚDO!", cuando en verdad es un reverendo pelotudo, porque "pelottúdo", como decía el Negro Fontanarrosa, tiene más fuerza por la "t", o bien se trata de un reverendo hijo de puta, porque puede matarnos mientras dobla con el celular en una mano, el volante en la otra y el pucho en la boca a toda velocidad, aunque la madre que lo parió no tiene ninguna culpa de que maneje para el carajo..


 Coger, lo que para los españoles que me leen es follar, no me parece ninguna mala palabra en el contexto apropiado, la intimidad amorosa, pero sí lo es cuando lo hacen los bancos o nuestros políticos con nosotros. Para nosotros los porteños, el "¡Kéeiiijo de puuta!" puede ser un insulto o un gran cumplido, como en el doble caso de mi primer profe de Phonetics. Es como decir "¡Qué genio, qué maestro!", por su impecable pronunciación, o bien ¡Qué mal parido!, por cortarle las alas a un ser que sólo quería volar bajito a fuerza de mucho aleteo. Lo decimos cuando Messi hace alguna de sus genialidades para el Barça o vistiendo la albiceleste y cada vez que vemos o revivimos el gol que Maradona le metió a los ingleses con la mano, revirtiendo en el imaginario colectivo el penoso resultado de una guerra absurda y el descarado afano de las Malvinas del imperialismo inglés que condeno pero del que además vivo, al menos del lingüístico, dado que enseño inglés, la lingua franca que aún hoy predomina en el mundo. También se le corea a los réferis en la cancha de fúlbo cuando cobran un penal que sólo vieron ellos en contra de nuestro equipo.

 Las verdaderas malas palabras son, en mi opinión y la de otros que saben mucho más que yo, las que parecen elegantes y correctas. "Son of a gun" es mucho peor que "Son of a bitch". Ser un hijo de puta es un accidente de la naturaleza, pero ser hijo de un arma de fuego (¿?) es un terrible agravio. Lo dijo el "troesma", genio, ídolo de Fontanarrosa, que se nos fue ya, pero está y estará siempre en nosotros, un gran humorista rosarino y argentino, colaborador de Les Luthiers, que jamás usan una de esas mal llamadas malas palabras para hacernos reír. Malas palabras son "arma de fuego", "guerra", "hambre", "pobreza", "corrupción", "vilolencia", y el sucio "lavado de dinero", aunque suene limpio hasta en quienes no son considerados "boca sucia", y muchas más por el estilo. Pero los dejo con el genio de Fontanarrosa para que dicte cátedra sobre el buen uso de las mal llamadas malas palabras, porque esto se hizo laargo como puteada de tarrtamudo, qué lo parió...


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