Extracto de Proverbios y cantares (XXIX) de Antonio Machado. |
Una de estas noches, como confesé en alguna parte, me
encontré con mi soledad trasnochada e insomne para hacerme esas preguntas recurrentes de
difícil y cambiante respuesta, para esa autoevaluación crónica de mi
paso por la vida y de la huella que va marcando...
No es fácil
sentir que el rumbo que elegiste hace un tiempo, o ayer mismo, en tu
reacción frente a lo que te sucedió con alguien, o en tu falta de reacción, que bien podría haber sido un buen portazo para no volver más a esa senda, tan contundente como la bofetada que se recibió y dolió, es el rumbo que tu
corazón desea seguir, el rumbo que alguna vez ese mismo corazón, más joven , menos cansado, más limpio y puro, había soñado para tus pasos.
Hay tantas razones que nos fuerzan a seguir
caminando con los pies cansados por las mismas sendas marcadas, a seguir poniendo la otra mejilla, como lo graficó mi hija, que desde la conección límpida con los deseos de su corazón de niña, me dio consejo, al ver mi cara desencajada por la tristeza, la desorientación y la falta de sueño. Y ella aún camina tomada de mi mano...
¿Seguir respondiendo como autómata a la premisa: más vale malo conocido... ?
¿Hasta cuándo? ¿A qué precio?
Una noche trasnochada e insomne, y pasó otra vez, y ya van tantas...
Elevar la mirada al cielo para encontrar nada más que nubarrones de una lluvia que no limpia, que no despeja el horizone. Ni siquiera las estrellas para dibujar un recorrido hacia algún destino menos incierto.
Elevar la mirada al cielo para encontrar nada más que nubarrones de una lluvia que no limpia, que no despeja el horizone. Ni siquiera las estrellas para dibujar un recorrido hacia algún destino menos incierto.
Volver a aquella página marcada a fuego en el ojo de mi mente para no encontrar más que un puñado de palabras. Sentir que ya no sirven las recetas, ni las bellas frases, y no tener ganas de errar, estando anclada ya a lo que se presiente como la mitad de la vida.
[...]
- La gente tiene estrellas que no son las mismas. Para quienes viajan, las estrellas son guías. Para otros no son más que pequeñas luces. Para otros que son sabios, ellas son problemas. Para mi hombre de negocios significaban oro. Pero todas esas estrellas son mudas. Tú tendrás estrellas como no tiene nadie...
- Y cuando te hayas consolado (siempre se encuentra consuelo) estarás contento de haberme conocido. Serás siempre mi amigo. Tendrás ganas de reír conmigo. Y abrirás de vez en cuando tu ventana, así, por placer... Y tus amigos se sorprenderán de verte reír al mirar el cielo. Entonces les dirás: "Sí, las estrellas siempre me hacen reír !"
Extracto de"El Principito"de Antoine de Saint-Exupéry
En noches como estas, dudo de la existencia de una estrella para tomar como guía, siento que son todas mudas...
¿Qué camino tomar que me conduzca a la verdadera plenitud, que intuyo, pero nunca realmente saboreo? ¿O será simplemente un espejismo? ¿Un oasis en el paso por el desierto que tantas veces transitamos en nuestro cansado peregrinar?
¿Qué
hacer: seguir por esta senda o emprender un camino desconocido
que no sé a dónde conduce, y tomarlo apenas con la ilusión de que sea lo bueno por
conocer?
Si no le hago lugar a lo bueno por conocer, despejando el panorama de lo malo conocido,
¿cambiará algo, aparte de mi mirada, que intento enmendar?
¿Cómo
soltar amarras de eso que no me hace vibrar, y que incluso a veces me hiere y me desgasta, pero me brinda algo que sigo necesitando, aunque
no sólo de pan me alimento?
Caminante: ¿hay camino?
¿O es acaso un permenente estado de peregrinaje
presintiendo una meta que nunca se logra divisar con claridad?
verso a verso..."
A boca de jarro