viernes, 29 de abril de 2011

Hoy aprendimos II: ¡AY, LA FLAUTA!

                                                                       
 
                                         
                                                    


   Ya hablé de la maestra de música de mi hija, bueno, “maestra” alguien nace y se hace, pero ella, no lo se… Pasaron menos de dos meses del comienzo de clases, y luego de haberles hecho creer que en su primera clase habían “aprendido a tocar la flauta”, cosa que queda registrada en la primer foto, la mala praxis lamentable e inexorablemente continúa, “aprendiendo” una nota y una canción nueva por clase …como también se ve en la foto de ayer.
   Sí, disculpen mi enojo de hoy, enojo por ser madre y por ser educadora. Llamemos a las cosas por su nombre: esto es mala praxis, y debería tratarse seriamente, tal como se hace en el caso de la salud. Porque la mala praxis educativa empobrece al alma, corroe la autoestima, y enferma la psiquis de un niño, a veces de modo irreversible. En casa puede haber apoyo, estímulo y paciencia para con los tiempos lógicos y naturales que conlleva cualquier proceso de aprendizaje. Pero si nada menos que la docente a cargo de guiar ese aprendizaje derriba lo que afanosamente viene construyendo la chica paso a paso de un puntapié, con un comentario desafortunado e inapropiado, una rótulo negativo, o a veces tan sólo un gesto o una calificación que no valora el esfuerzo, el punto de arranque y el logro en el tiempo,entonces las consecuencias pueden ser nefastas. Es muy posible que la niña crea en ese juicio y lo asuma como "la verdad" sobre sus habilidades o falta de ellas, y así deje de esforzarse e intentar: 
“¡Total para qué, si ya me dijo la que sabe que no soy buena, que no sirvo para esto!”

   El mensaje siempre debe ser: “¡SE PUEDE!” 

   Por supuesto, sin engañar, sin estafar: eso también constituiría mala praxis. No le hacemos creer a quien no tiene buen oído musical, y este no es el caso, que puede llegar al conservatorio. Pero si decimos:

“Sos una mala alumna”, “Vas muy lento”, no le doy ni chance de que llegue a tocar  “Yellow Submarine” con gusto, aunque no llegue a ser Mozart, ya que Mozart, como Einstein o Shakespeare, se  nace, no se hace en la escuela: ¿se entiende?

   Bueno, esto pasó ayer. Esto le pasó a mi hija de 8 años que practica flauta dos o tres veces por semana en casa y le enseña a su papá, que tiene, como decimos aquí, “un toscano en la oreja”, y justamente por eso, se puso a aprender con ella: para demostrarle que se puede si se quiere, aunque no lleguemos a ser el flautista de Hammelin ni mucho menos en un mes y medio…
    Estoy enojada. Hirieron los sentimientos de una hija sensible, responsable y aplicada, quien, como todos, necesita aprobación y estímulo. E hirieron el más noble valor de la profesión que ejerzo y desarrollo con convicción y pasión, aunque no soy justamente recompensada por hacerlo en varios sentidos, como tal vez le suceda a esta maestra de música, quien posiblemente cargue con su propia mochila de malos aprendizajes propios, hastío y frustración . Pero eso da para otra reflexión. De todos modos, si en esto elegimos estar como adultos, debemos cumplir con nuestra promesa de educar:

Educar es dirigir el proceso de aprendizaje y desarrollo de las facultades intelectuales, físicas, morales, etc. de una persona. Es formar, instruir, aleccionar, ilustrar. Es ejercitar, afinar, perfeccionar.

Lo opuesto es lo que se da en este y en tantos otros casos:

Maleducar, malcriar. Incapacitar. Atrofiar.

   Esto es lo que dice mi Diccionario Esencial de Lengua Castellana. Y el mío personal como madre, educadora y persona. 

Mi lema para este nuevo año de enseñanza del inglés en mi vida, y ya van más de 20, es:

                      IMPOSSIBLE IS NOTHING”
         (“Nada es imposible” aunque el hipérbaton lo
            potencia: “IMPOSIBLE ES NADA”)        
                                     
 Se lo pedí prestado a Adidas. Veremos qué dice esta señora con quien quiero tener una charla por las lágrimas que le causó ayer a mi hija. Veremos… IMPOSIBLE ES NADA.

                                        

Y se lo diré así: a boca de jarro.

Buscar este blog

A boca de jarro

A boca de jarro
Escritura terapéutica por alma en reparación.

Vasija de barro

Vasija de barro

Archivo del Blog

Archivos del blog por mes de publicación


¡Abriéndole las ventanas a la realidad!

"La verdad espera que los ojos
no estén nublados por el anhelo."

Global site tag

Powered By Blogger