Nombrada por inmigrantes judíos de origen ruso y eslovaco Flora Pizarnik Bromiquier llegó a este mundo allá por 1936 quien hoy se conoce como Alejandra Pizarnik. Con una infancia marcada por una baja autoestima debido a su fuerte tendencia al sobrepeso y lo considerado "feo" estéticamente ya por aquel entonces y con una percepción distorsionada de su propio cuerpo siempre comparado con el de su hermana mayor, Myriam, Alejandra cayó víctima de su adicción a las anfetaminas y los barbitúricos, desarrolló serios trastornos del habla contra los cuales luchó durante toda su breve vida y padeció prolongados períodos de insomnio y euforia. Todo ello la convirtió en una singular creadora nocturna y apasionada por sus castillos de palabras — que compilaba en listas preservadas en preciosos cuadernos que etiquetaba y decoraba con ahínco — , en ávida lectora de cuanta literatura llegaba a sus manos, prolífica y singular escritora y dueña de un sentido del humor singular y afilado. Cursó estudios de letras, periodismo y filosofía en la Universidad de Buenos Aires que finalmente abandonó para convertirse en una autodidacta que aprendería fundamentalmente de sus lecturas. A todo le entraba. Luego de publicar sus primeros trabajos en poesía La tierra más ajena (1955), La última inocencia (1956), y Las aventuras perdidas (1958), signados por cierto formalismo lingüístico que luego abandonaría, una inquietante imaginería y notoria sensibilidad, viajó a París en donde vivió entre 1960 y 1964, trabajó y estudió historia de la religión y literatura francesa en la Sorbona, además de entablar amistad con personajes literarios destacados tales como Julio Cortázar y Octavio Paz y continuar publicando poemas y críticas con un cariz ya más maduro y una impronta personal inconfundible caracterizada fundamentalmente por la fragmentación y el desvío. El universo de Pizarnik es pura fragmentación y desvío. En 1962 publica Árbol de Diana, ya su cuarto poemario, y dos años más tarde regresa a Buenos Aires donde publica sus obras cumbre: Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de la locura (1968) y El infierno musical (1971). Recibió las becas Guggenheim y Fullbright. Incursionó en la prosa en 1971 con La condesa sangrienta y, dejó trunca su carrera literaria hacia la aprehensión de una nueva gramática envisionada desde su febril y enfermiza percepción de la realidad al quitarse la vida a los 36 años durante un fin de semana en el que había salido bajo autorización médica del hospital psiquiátrico de Buenos Aires, donde se hallaba internada como consecuencia de un profundo cuadro depresivo tras dos intentos fallidos de suicidio. Es posible que se haya quedado corta de tiempo para su gran proeza en las letras. No quedó registro de su bella voz ni de su trabajada dicción que sí permanece grabada a fuego en sus escritos, ya que Alejandra finalmente escribía tal como hablaba, la dueña de una voz que hasta hoy resuena. Y nos legó también su estampa en una fotografía con historia.
En algunas de sus notas íntimas se encontraron los siguientes apuntes:
"... para distenderse sólo es preciso darse, dejar de retenerse, claro que el horror a la caída, el miedo a la desposesión total... Dije miedo y ya está. Aprieta horriblemente. "
"Mi desgracia es que no vivo nunca en este mundo."
Aquí les presento un poema breve e intenso de su autoría y un extracto de otro en lo que conforma mi primera incursión al arte de la traducción de poesía al inglés.
|
MADRUGADA
Desnudo soñando una noche solar.
He yacido días animales.
El viento y la lluvia me borraron
como a un fuego, como a un poema
escrito en un muro.
DAWN
Naked and dreaming a sunlit night.
I have laid for animal days.
The wind and the rain have effaced myself
as they do with a fire, with a poem
written on a wall.
NOCHE
correr no sé donde
aquí o allá
singulares recodos desnudos
basta correr!
(...)
NIGHTFALL
To run I don´t know where
here and there
singular skinless loops
stop running!
(...)
|
La muchacha halla la máscara del infinito
y rompe el muro de la poesía.
The girl finds the mask of infinity
and breaks the wall of poetry.
Alejandra Pizarnik,
"Salvación"
"Salvation"
|
A boca de jarro
Viva y evocadora presentación de esta poeta argentina. No me gusta eso de poetisa. Algo sabía de ella, pero nunca me he metido en un libro suyo a lo salvaje. Sin duda, Alejandra Pizarnik vivió una vida en el límite, y escribió en el límite, bordeando el abismo en cada verso enfrentado al vacío. Su vida tuvo que ser muy dolorosa. A los que hemos optado por la confortabilidad y huimos del dolor como del gran Monstruo, encontrarnos con una poética como la de Pizarnik o en el mundo de habla inglesa con los poemas de Sylvia Plath -que también su suicidó- es como una excursión en autocar para ver unas cataratas en plena selva. Nunca seremos realmente conscientes del terrible dolor que hay detrás de esos versos. Porque para comprender ese dolor hay que sentirlo en carne propia. El hambre solo se entiende sintíendolo rabiosamente. No basta que nos explique alguien qué es el hambre. Tenemos que sentirlo durante varias semanas y darnos cuenta de que la mente solo puede dar vueltas a esa sensación que existe en el estómago que está vacío. Igual el dolor de existir. No vale que alguien nos explique qué es el dolor de existir. Cuando ella vivía la farmacopea psiquiátrica no estaba desarrollada como ahora. Y las depresiones se sentían a pelo. Tal vez Alejajandra Pizarnik padecía eso que se llama TLP (Trastorno Límite de la Personalidad). He conocido profundamente a alguien que lo tenía y para traducirlo sería una situación en que no hay momento de la vida en que no sea profundamente doloroso. Sin asideros. Terrores infinitos. Nada consuela. Nada es capaz de pintar de color lo que se ve terriblemente negro. Sin embargo, en estas personas que son carne de psiquiátrico, puede anidar una profunda generosidad, una clarividencia brutal que no es posible comprender de ninguna manera por más que leamos sus versos. Es un monstruo informe que corroe el alma cada instante de la vida. Como el buitre de Prometeo.
ResponderBorrarUn beso, Fer.
También pienso que Alejandra Pizarnick padecía de un profundo y tormentoso mal psiquiátrico y, como bien apuntas, es imposible comprender el dolor de la insanía mental desde lo que hemos dado en llamar "cordura", que siempre está a punto límite en nosotros mismos también. Será porque pienso, siento así y comparto esa pasión por las palabras que me encanta Pizarnick. Sylvia Plath también me fascina y quedará para cuando me anime a traducir seriamente poesía del inglés al español.
BorrarUn beso y gracias por tu rica aportación, Joselu.
Fer
Espero leerla en algún momento, a mas de los versos que has publicado en tu espacio virtual, prueba suficiente de su gran talento.
ResponderBorrarAbrazo Fer.
Espero que cuando lo hagas la disfrutes tanto como yo, Alejandra.
BorrarAbrazo y muchas gracias!
Fer
Que lindo la describiste Fer!
ResponderBorrarMe gusta Pizarnik, a veces menos.
III
El amor es este viaje inútil, pero muy suave,
al otro lado del espejo.
Tantas criaturas en mi sed y en mi vaso vacío.
Alejandra Pizarnik
Este es mi preferido en este momento.
Un besote!
Así es la poesía. Unos días te entra una cosa y otros, te va otra o no te va. Para mí, Pizarnik es un hallzgo mayúsculo en este preciso momento de mi vida. Me abrió las puertas de una percepción de mí misma que intuía y me reconfirma fuertemente.
BorrarBesote, Dana! Que veas el vaso vacío lleno muy prontito ;)!
Un interesante artículo, María. No conocía a esta autora que también fue una mujer complicada y no muy feliz, al parecer. Gracias por descubrírnosla!!
ResponderBorrarUn abrazo :)
Un gusto compartir hallazgos como este, Julia. Gracias por tu presencia en este espacio.
BorrarUn abrazo!
Fer
Asistí recientemente a algunas clases de Anna Caballé (profesora de la Facultad de Filología His`pánica de la U.B.) sobre Poesía Latinoamericana y nos habló muy bien de Alejandra Pizarnick, pero recuerdo que algunas compañeras quedaron muy afectadas por los sinsabores que vivió esta mujer a causa de la inaceptación de su propia condición física
ResponderBorrarTengo un libro de Alejandra Pizarnick - Diarios -, pero no he encontrado el estado de ánimo ideal para echarle, como mínimo, un vistazo. Tengo entendido que es una de las mejores poetas o poetisas de Latinoamérica, pero la triste, penosa y trágica biografía que la acompañan me ha condicionado mucho. Hay personas que se deleitan con el dolor de la existencia humana. No es mi caso...
Después de leer con mucha atención tu entrada, Fer, no descarto asumir esta asignatura presente. Me lo planteo como reto..
Abrazos.
Y yo, gracias a ti, mi estimado y respetado Luis Antonio, acabo de descubrir que tengo una seria asignatura pendiente: leer alguna obra de este hombre cuyo discurso me conmocionó y deleitó, Juan Joytisolo. Todo gracias a ti.
ResponderBorrarUn fuerte abrazo y gracias!!!
Fer
Fantástico el colorido del cuadro de Van Gogh para luego adentrarte en el alma de esta mujer, a quien por cierto no conocía. No podremos sentir lo mismo que sentía ella pero sí trasmite algo indefinido pero común a todo ser humano en determinado momento de su vida. Me has descubierto a Alejandra Pizarnik, y me ha hecho recordar a Virginia Woolf - igual porque hace poco he leído uno de sus cuentos- otra mujer que también decidió poner fin a su sufrimiento y lo consiguió hundiéndose cargada de piedras una mañana en las aguas del río Ouse.
ResponderBorrarMe encanta venir por tu blog a que me cuentes cosas, Fer. Ànimo con esa poesía, se te da de perlas.
Un fuerte abrazo.
Amorosa Angie, muchas gracias por el ánimo que me das: me viene de perlas ;)!!!
BorrarUn fuerte abrazo!
Fer
Por algun motivo, esta mujer me ha remitido a Marguerite Duras. Había oído hablar de ella, pero desconozco su obra. Desde luego queda en lista de pendientes. Es increíble, pero hay tanto sufrimiento detrás de las grandes obras!!!
ResponderBorrarEstupenda reseña
Un fuerte abrazo.
Me queda pendiente Margarite Duras entonces: estamos a mano, Marybel. Una inmensa alegría tenerte de vuelta por estos pagos. Muchas gracias!!!
BorrarUn fuerte abrazo.
Fer
Desde hace tiempo tenga una incógnita en la cabeza que no soy capaz de resolver y es el motivo de porque hay tantas grandísimas poetas, a mi como a Joselu no me gusta la palabra peotisa, que han tenido importantes problemas psíquicos de una u otra especie. Hay casos realmente terribles como el caso de esta mujer o los de Silvia Plath, Alfonsina Storni pero hay muchos mas en todas las culturas.
ResponderBorrarEs duro pensar que la opresión femenina a través del tiempo ha sido tan salvaje como para "enloquecer" a las artistas que pretendieron desafiarlo u obligarlas a hacerse las "locas" para que las dejasen desarrollar su sensibilidad y creatividad.
Maravilloso ese:
"... para distenderse sólo es preciso darse, dejar de retenerse, claro que el horror a la caída, el miedo a la desposesión total... "
Besos
Tengo una teoría como buena argentina, mi estimado Krapp. La locura y la genialidad van de la mano. Eso de darse, de dejar de retenerse, la desposesión total, sólo está reservado para quienes se atreven a ir más allá de los límites de aquello que llamamos "cordura". Fíjate también en las pinturas de Van Gogh. La locura les permite romper los moldes sin importarles un bledo el qué dirán. Es un patrón digno de analizar en profundidad.
BorrarBesos y gracias.
Fer