domingo, 1 de marzo de 2015

Relatos Salvajes



"Relatos Salvajes", una película argentina coproducida por los españoles Agustín y Pedro Almodóvar, habrá perdido el Oscar en la categoría Mejor película de habla no inglesa en la 87 ª edición de los premios de este año pero no deja de ser una formidable apuesta del joven y brillante Damián Szifron, quien la escribió y dirigió con la promesa de que su próxima película será hablada en inglés. Sería una pena que este talentoso cineasta dejara de plasmar la idiosincrasia argentina como lo ha hecho en esta atrapante y por momentos hilarante cinta. Se trata de mucho más que una comedia negra, como algunos se empeñan en categorizarla. Es un auténtico retrato de aquello que saca lo peor de los personajes dentro del marco de su argentinidad, plasmado en seis relatos cortos con un timing perfecto, yendo del más breve al más largo hacia el final. En cada uno, por alguna situación puntual, se desata la ira del protagonista llevándolo al borde de la locura. 

No voy a adentrarme más que en un relato en particular, el que nos toca a todos siendo eso lo que lo hace especial: el cuarto de los seis de esta genial antología, protagonizado por Ricardo Darín en la piel de Simón Fisher, apodado "Bombita". Se trata de un ingeniero experto en explosivos quien, luego de tirar abajo unos enormes silos exitosamente, recibe un llamado de su esposa al celular recordándole que debe comprar una torta de cumpleaños para su hija antes de regresar a casa donde se desarrollará el festejo. Para cumplir con dicho pedido, estaciona el auto en una calle céntrica y desciende para ingresar a una confitería donde le cobran una exorbitancia por una torta de cumpleaños y le regatean el comprobante de compra, como suele sucedernos aquí cuando de comprar se trata. Al salir del comercio, descubre para su asombro que su automóvil ha sido acarreado por haber estado mal estacionado a pesar de que no había señalización alguna que advirtiera de la infracción por la cual debe dirigirse a la playa de estacionamiento de infractores en taxi para reclamar por la injusticia que se ha cometido.  




Allí comienza la lucha quijotesca de este entrañable personaje contra la burocracia y el curro argentinos. Paga la multa contra su voluntad para poder llegar al festejo pero, como es de suponer, se encuentra con un embotellamiento de tránsito típico de la hora de regreso y llega tarde. Su esposa le recrimina que su familia siempre está en segundo plano y que su idealismo lo lleva a pelear contra realidades que no podrá cambiar para finalmente anunciarle de manera sarcástica que lo va a dejar. Al día siguiente acude a hacer el reclamo por la multa al Gobierno de la Ciudad suponiendo que será atendido debidamente pero vuelve a toparse con otro engranaje de la máquina burocrática. Es entonces cuando estalla en ira, toma un matafuegos de la pared e intenta romper el panel de vidrio blindado que lo separa del empleado a quien trata de "delincuente". Consecuentemente, queda detenido por las autoridades policiales y encarcelado. Todo lo sucedido queda registrado por las cámaras de seguridad y al día siguiente, ya liberado, un compañero de trabajo que lo va a buscar le muestra el periódico y le avisa que, por lo sucedido, será desvinculado de la empresa. Por su condición de desempleado y su agresividad pierde además la tenencia de su hija en el juicio de divorcio que se da a continuación. Intenta encontrar un nuevo empleo y su automóvil es nuevamente acarreado. Paga la multa en una especie de epifanía fabulosamente musicalizada por el galardonado Gustavo Santaolalla para retirar su vehículo aunque esta vez comienza a elucubrar su venganza contra el sistema. Una vez en casa, carga su baúl de su vehículo con explosivos y aparca su auto en un lugar de estacionamiento prohibido para que lo acarreen mientras observa la escena desde una confitería tomando un café con medialunas. La grúa acude infalible, el auto es remolcado al playón de infractores, y en el momento más oportuno, al cual le da pie el magistral guión, estalla de modo tan preciso que no hiere a nadie y destruye parte de las instalaciones del centro de remolque. Por este hecho "Bombita" es encarcelado para convertirse en un suceso en las redes sociales, recibiendo mensajes de aliento de los usuarios, ya que logra que por fin se revea el contrato del Gobierno de la Ciudad con el sistema de acarreo. Sobre el cierre del relato su ex-mujer lleva un pastel de cumpleaños a la cárcel para el ingeniero quien es aplaudido por los otros presos  y los oficiales que lo custodian.



Hay detalles de filmación localistas sumamente jugosos, como la toma en la cual se ve al ingeniero descender de un típico taxi porteño amarillo y negro envuelto en el humo que arroja un puesto callejero de garrapiñada. Los efectos especiales son para destacar, sobre todo la voladura del edificio y en una toma soberbia en la que "Bombita" retira lo último de efectivo del que dispone para pagar su segunda multa de un cajero automático. Es un verdadero privilegio ver cine argentino de tamaña calidad técnica y actoral, con un guión realista y sarcástico que coquetea con nuestra más descarnada argentinidad y ahonda en realidades que nos son propias. Una película absolutamente recomendable.



                    Relatos salvajes - Trailer Oficial (2014) HD

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