Por años me deslumbró el concepto de meritocracia,
dado que escuché muchas veces la historia de los hijos de inmigrantes españoles
e italianos que llegaron a la Argentina, granero del mundo por entonces, con una
mano atrás y otra adelante, a laburar, como mis abuelos españoles, y gracias al esfuerzo de ese
trabajo y al acceso que tuvo la generación de mis padres a la educación
pública y gratuita de excelencia tanto como a las circunstancias históricas, lograron ascender a una posición social que
les permitió superar ampliamente a la de sus progenitores y hasta de brindarles el merecido privilegio
de una vejez digna. Mi deslumbramiento con esa noción lo heredé de mi papá, que
representó para mi abuela gallega el orgullo de ser "M'hijo El Dotor",
y quien creía firmemente en la meritocracia, ya que él también dio mucho de sí para destacarse
en los estudios, para crecer y desarrollarse en su carrera, y hablaba con fervor
de las bondades de quemarse las pestañas estudiando, el esfuerzo de romperse el
lomo trabajando y el mérito personal de ser decente y honrado tanto en el
trabajo como en la vida de todos los días. Pero con los años, se dio cuenta de
que su desarrollo tenía un techo, marcado por la realidad de la movilidad
social que indica que todos estos criterios favorecen más a los hijos de
los que ya son privilegiados de algún modo y que tal vez no merezcan ese favor
más que otros por sus propios méritos.
A mí me llevó muchos menos años darme
cuenta de que lo mío tenía un techo y que no lograría superar los logros
profesionales o socio-económicos de mi padre por más que me capacitara y me
esforzara tanto o más que él. Ahora ya lo confirman los periódicos aunque, de
todas formas, hoy por hoy me preocupa más el futuro de mis hijos que el propio. Recuerdo con
cierta nostalgia las épocas en las que conseguí mi primer empleo en lo que era
entonces el mejor instituto privado de inglés de Buenos Aires, gracias a mis
méritos como estudiante. Me desplazaba en colectivo desde mi casa hasta allí a
dar mis clases por la tarde, basadas en la premisa institucional de brindar un
servicio de calidad educativa de excelencia, que en pocos años fue a la
quiebra, ya que la educación privada se convirtió en un negocio más, y los
estándares de excelencia fueron vencidos por el facilismo y las leyes del
mercado.
Recuerdo también que camino al instituto, alojado
en una bella y típica casona de una zona acomodada a la que acudía llena de entusiasmo y
sueños de un gran futuro profesional, me detenía a veces en las vidrieras de
las mueblerías exclusivas que abundan allí, y al observar detrás de la vidriera
los elegantes juegos de sillones, las lámparas de estilo y las finísimas mesas
y alfombras a la venta, pensaba que algún día iba a poder adquirir el
mobiliario para mi propia casa ahí mismo a fuerza de hacer mérito en mi trabajo. En pocos años me llegó la feliz hora de tener mi propio
departamento, gracias a la ayuda económica de mi papá, lejos de mi lugar de trabajo, que
para entonces se había cuadriplicado en horas, y de comprar mis lindos muebles
de roble con mis propios ahorros, los cuales jamás llegaron a ser como aquellos
que aún sigo parándome a mirar en las vidrieras, sabiendo ya que nunca estarán
en el living de mi casa, aunque sí son los que decoran los hogares de quienes
siguen dándome de comer.
La noción de merecer para tener me
duró mucho menos que a mi padre, pero me cuesta el mismo trabajo que a él digerirla,
aunque sé que ser no pasa por tener, igual que él, y gracias a su ejemplo
también. A veces se me hace tan normal que ya casi no me amargo cuando veo
quien es el Chauncey Gardiner (Chance the gardener) del momento, y doy
gracias a mi padre, que me dio a leer la breve y extraordinaria novela Desde el jardín, de Jerzy
Kosinski, y con quien vi la película homónima con un fabuloso Peter Sellers
como el jardinero con retraso mental que llega a maravillar al mismísimo presidente de los
Estados Unidos con sus simples anxiomas acerca de la jardinería. Era aún una adolescente, pero así aprendí algo sobre lo
fortuito en ésto de llegar a ser quien se es y aprender a observar a los jardineros que determinan nuestros destinos. Mi papá también me enseñó a
disfrutar de la poesía y las enormes enseñanzas de "Forrest Gump",
que aún hoy sigue conmoviéndome con su simpleza, hondura y fidelidad a las
realidades de la vida cada vez que me atrapa en una de sus escenas cuando la
encuentro haciendo zapping por cable.
Lo que ha pasado a la posteridad de este
magnífico film es la frase que la madre del personaje principal le transmite a su hijo, también débil mental y héroe nacional al final de sus días, quien deberá hacerle frente a la vida con su
debilidad, y con la fortaleza que su debilidad agiganta, solo de allí en
adelante:
"Life's like a box of chocolates. You never know what you're gonna get."
("La vida es como una caja de bombones. Nunca sabés cuáles te van a tocar.")
Lo cierto es que somos como esa pluma que se convierte en un motivo en la historia, una especie que cree tener las riendas del poder a la hora de andar sus caminos, pero que se encuentra irremediablemente a merced de los vientos que soplan a favor o en contra de sus deseos. Muchas veces la vida nos recompensa con ese delicioso bombón que hemos deseado por años, pero muchas otras, al abrir la caja, nos encontramos con chocolate amargo o, peor aún, con la sorpresa de que otro la ha vaciado de nuestro contenido sin convidarnos al banquete y parece que nuestros chocolates se fueron con el viento.
"Life's like a box of chocolates. You never know what you're gonna get."
("La vida es como una caja de bombones. Nunca sabés cuáles te van a tocar.")
Lo cierto es que somos como esa pluma que se convierte en un motivo en la historia, una especie que cree tener las riendas del poder a la hora de andar sus caminos, pero que se encuentra irremediablemente a merced de los vientos que soplan a favor o en contra de sus deseos. Muchas veces la vida nos recompensa con ese delicioso bombón que hemos deseado por años, pero muchas otras, al abrir la caja, nos encontramos con chocolate amargo o, peor aún, con la sorpresa de que otro la ha vaciado de nuestro contenido sin convidarnos al banquete y parece que nuestros chocolates se fueron con el viento.
Es también lo que le sucede a otro
personaje emblemático de nuestra condición frente a la eterna batalla entre el
libre albedrío y la fatalidad o el destino, Truman, protagonista de
"The Truman Show", una sátira de los límites entre lo que creemos
manejar en nuestra vida y lo que está en verdad gobernado por otras fuerzas y
otros agentes a quienes desconocemos, a pesar de su enorme poder sobre nosotros. Como en la distopía de Orwell, 1984, el peor crimen es pensar, "thoughtcrime"
en "Newspeak", el idioma que se crea en la dictadura de
Gran Hermano, Big Brother, para manejar hasta los pensamientos de la masa que atentan contra
los intereses de la trama invisible de los poderosos de turno.
Espero sepan disculpar el crimen que he cometido hoy de nuevo, que algunos consideran resentimiento; este crimen de ponerme
a pensar en voz alta una vez más sobre algo que por estas latitudes no existe, aunque se escuchan y se
leen informes de lugares lejanos donde parece que sí funciona. Dicen que en los
países nórdicos, sociedades igualitarias sin grandes diferencias de ingresos y
riqueza, los privilegios se alcanzan a través de los méritos propios, no sin
pagar una alta cuota de dolor al pasarse la vida compitiendo con los
demás para superarlos y al enfrentarse con el meollo de definir qué se entiende
por mérito dejando la vida en el intento.
A boca de jarro
Por momentos pensé que hablabas de España... por lo que veo la "meritocracia" cayó en decadencia en varias geografías...
ResponderBorrarAquí se observa muy bien que, en muchas ocasiones, quienes progresan no son los mejores, sino los que callan (cómplices), los que adulan, los que no critican... La meritocracia es un valor objetivo que se ha perdido en favor de los mediocres, qu etanto gustan al poder...
Por otra parte, en esta parte del planeta, Fer, es impensable para los jóvenes comprar departamentos ni nada: sueldos míseros que chocan con unos estándares de vida contrarios a lo que se puede conseguir con bajo salario. Y esa es, pienso, la razón de nuestra insatisfacción eterna.
Ayer hablaba con unos amigos, y yo enrabietado, que menudo coñazo eso de abrirse paso en las empresas a base de codazos, envidias, rumores, estreses y enemistades. ¡Lo que uno quiere al final es comer y un techito y gente a la que querer!
Ojalá esto cambie y cunda otra manera de acceder a ciertos puestos. Ojalá.
No hay dudas de que son contados con los dedos de una mano los lugares donde ésto de la meritocracia puede funcionar, querido Diego. Aquí también está hoy muy duro el tema de acceder a una vivienda propia para los jóvenes, y a nuestros sueldos se los devoran la inflación y los impuestos... Desde ya que son motivos de insatisfacción: lo son también para mí, así que entiendo que han de ser mucho más justificadamente para quien está lleno de sueños a punto de largarse a la aventura de construir una vida.
BorrarMe uno a tus deseos, Diego.
Un beso y gracias por la visita nocturna.
Por acá en estos tiempos, hay frases que se repiten como cantinelas para justificar nuestra situación actual. La más famosa es esa que repiten los explotadores de toda índole, esos que compran y siguen comprando esos muebles que ansías admirada detrás del escaparate: "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades". Sí, si incluyen de forma obscena la primera persona del plural porque así se sienten solidarios con el mal ajeno y han cumplido con su obra benéfica del día.
ResponderBorrarOtra frase, para mi más real, es esa que dice: "Ésta es la primera generación en que los hijos van a vivir en peores condiciones que sus padres", Creo que sí, que estamos muy empeñados en cumplirla. Después de que los enciclopedistas franceses del XVIII nos sumergieran en su racionalismo optimista con su idea de que todo será mejor mañana que hoy estamos a punto de contradecirles para siempre. Sí, ha habido guerras y conflictos que asolaron el mundo pero incluso entonces había la ilusión de reconstruir un mundo de nuevo. Ahora solo hay un dejarse mecer por esos vientos que nos llevan según sus deseos.
La última moda literaria en España, no se si en Argentina, es la novela policíaca nórdica (Stieg Larsson, Mankell, Camila Läckberg, Peter Hoeg etc...) donde describen de forma bastante acerada todas las mentiras que se esconden tras los "paraísos" escandinavos.
Aquí también nos han explicado cuando acaeció el desastre del corralito financiero y el default del 2001, y el gobierno se apoderó de nuestros ahorros, que era porque habíamos estado viviendo por encima de nuestras posibilidades, aunque yo nunca lo sentí cierto. Creo que lo que tengo me lo he ganado a fuerza de trabajo y veo que muchos no han trabajado nunca y tienen y muestran cuanto tienen obscenamente sin ninguna culpa, amparándose, vaya a saber, en "la ley de atracción" que aquí se vende en best sellers como pan caliente. En eso sí nos quieren hacer creer: "Todo lo desees se hará realidad." Por supuesto que funciona si naces con el apellido que atrae o los contactos que te hacen atractivo.
BorrarNo he leído a los nórdicos de moda justamente por el escalofriante precio de sus libros, que me parece no justificarse, a riesgo de equivocarme. Sigo prefiriendo los clásicos o ensayos que me ayudan a pensar y procesar la realidad en la que vivo para mis escasos tiempos de lectura. Supongo que los países nórdicos no son el paraíso, pero algunos aspectos de su funcionamiento explican su reputación de primer mundo, por ejemplo, lo que sucede a nivel educativo. Sólo los mejores promedios logran ser admitidos a los profesorados, toda la educación está costeada por el estado y es de una calidad excepcional. A los niños se los educa de manera personalizada, se respetan sus tiempos, se los refuerza en lugar de estigmatizarlos si requieren más apoyo escolar para alcanzar los contenidos curriculares, y en las primeras etapas no se los fuerza a la alfabetización. El heredero del trono de Noruega asiste a la misma escuela que el hijo del panadero, la que le toca por distrito, ya que en todas las escuelas se aprende lo mismo e igualmente bien.
Recientemente mi esposo tuvo la oportunidad de escuchar a un ex-ministro de educación finlandés dando una charla aquí en Buenos Aires, un hombre de una sencillez y un sentido común admirables. Y su mensaje principal fue: "Dejen jugar más a los niños." Sólo expuso los números que obtienen en las mediciones de calidad educativa como Pisa, y siempre están en los primeros puestos. Sé que no todo es color rosa allí, como en ninguna otra parte, pero el hombre no miente en lo que se refiere a méritos. La felicidad o infelicidad que conlleva vivir así presionados es harina de otro costal, claro.
Gracias por tu riquísima aportación, Doc., y un abrazo.
Siempre me gustó hablar claro, y decir lo que pienso, soltarlo, a bocajarro, como decimos aquí.
ResponderBorrarEsto tiene connotaciones negativas más que positivas, incluso a veces hasta con tu familia.
Cuando uno dice lo que piensa, se arriesga a no agradar, ya es harina de otro costal que los demás toleren o no tus apreciaciones, que casi siempre distarán de las suyas, simplemente porque la gente es tan condescendiente y tan recatada por el hecho de "quedar bien" que da un poquito de grima.
Te aseguro que yo hasta con mi familia he tenido largas charlas con diferentes opiniones y en las que parecía que era yo contra el mundo... aun con todo no me sellaron la voz.
Dije lo que sentia, sin más. Y si no les gusta, tienen un problema, pero no por eso dejaré de hacerlo.
En cuanto a la entrada, que puedo decirte.
Te comprendo tanto!
Los méritos propios han pasado a un segundo plano. Ya no vale tu esfuerzo, sólo los padrinos que tengas, o lo bien que sepas quedar (que también llega al hilo de lo que hablamos antes de mantener la boca cerrada en algunos casos por no desentonar)
Vivimos en una sociedad con ansias de titulitis... donde no se valora como conseguiste llegar, el esfuerzo, la vocación, las ganas de hacer las cosas bien, sólo se valora el dinero y otras influencias que nada tienen que ver con tu propia personalidad ni con el esfuerzo y el ahínco que le pones a las cosas.
Los profesores aquí en españa lo sabemos muy bien... creeme, no el mejor es siempre el que está más valorado, ni mucho menos.
Pero los alumnos les pasa igual.
Ya no se fomenta el esfuerzo personal, es mejor dejarlos que sean mediocres con tal que tengan un buen curriculum... total, luego trabajarán en la empresa de tal o cual, entrarán sin esfuerzo, mientras que los que son brillantes sin más, tendrán que luchar con uñas y dientes por una oportunidad.
Que triste es esto verdad?
El dinero lo destruye todo. Hasta la educación. Hasta las ganas de ser mejor. Nos meten a todos en el mismo saco, no importa lo que te esfuerces, nadie nunca te lo reconocerá, y esto es una verdadera pena.
Besos mediterráneos.
¡Bienvenida, Gala! Es un lujo tenerte aquí en este jarro como seguidora número 160 y comentando. ¡Muchísimas gracias!
BorrarNo me había percatado de que tú también eras profesora, fíjate, y sin embargo tuve esa impresión de que teníamos mucho en común ni bien pise tu espacio el sábado. Lo de las charlas familiares o con amigos en las que cantas tus verdades a riesgo de quedar mal pero sin intención de herir a nadie, simplemente dejar salir lo que acertada o desacertadamente piensas, es otra cosa que tenemos en común.
Sí que es triste, lo que nos pasa lo es, pero pasa. Creo que al pensarlo en voz alta no lo solucionamos, pero al menos contribuimos en denunciarlo y hacemos catarsis, que no es poco.
Hoy más que nunca necesitamos de las bondades del efecto Galatea y del efecto Pigmalión. Necesitamos que alguna Afrodita aparezca en nuestras tierras y nos haga entender que merecemos la felicidad, esa que nosotros mismo somos capaces de plasmar al dar lo mejor nuestro y al soñarla cada día. Y que debemos amarla y cuidarla para que no nos la arrebaten.
Besos porteños de lunes feriado, Gala.
Hay Fer! Te entiendo tanto. Recuerdo hace cinco años cuando me llamaron de el trabajo en el que estoy ahora. Yo tenía a mi beba de un mes en mis brazos. Cuando me dijeron que había quedado para el puesto, la abracé y lloré y le dije que un día íbamos a vivir en una casa que fuera nuestra, que iba a darle lo que yo nunca tuve. Que quizá sería un esfuerzo y un sufrimiento no tenerla tantas horas, pero al menos no le iba a psar lo mismo que yo. Cinco años después, veo que al rededor hay gente con menos responsabilidades, menos preparación y menos esfuerzo que gana el doble que yo. Que mi casa ahora en definitiva NUNCA va a llegar, ya que no se puede "atesorar", solo consumir. Creo que esta vez tocó el bombón amargo. Pero en otros sentidos, comí el bombóm dulce, porque hasta que la casa llegue, o los muebles lleguen, o aquel bombon que deseamos llega, uno no se tiene que olvidar de vivir. Las metas son válidas, pero no hay que olvidarse del camino de todos los días: verla crecer a ella, crecer profesionalemente (aunque eso no venga de la mano de un mérito económico), crecer emosionalmente, eso debe ser un mérito en si mismo. Y no es conformismo, solo es la vida misma, a veces te toca el chocolate que no te gusta y eso también te sirve para elejir mejor la próxima vez.
ResponderBorrarLos hijos son esos bombones que te endulzan la vida, los amores, lo que no se compra y no tiene precio, Caro, claro que sí. Por eso marco esa distinción, que por suerte aprendí en el seno de mi familia, entre el ser y el tener. El tener ayuda al ser, pero no lo define. Yo valoro mucho lo que la vida me regaló en amores, que son en definitiva el alimento del alma, el más importante.
BorrarUn beso grande y gracias por la visita y el aporte, Caro.
Es injusto dar a alguien algo por lo que no ha luchado, sin merecerlo...algunos lo llaman caridad.
ResponderBorrarLo que obtenemos por nuestros propios méritos, es lo que nos hace sentirnos orgullosos de nosotros mismos y valorados por los demás, como tu valoras a tu padre.
Somos lo que hacemos, no lo que soñamos ni tan siquiera lo que pensamos que somos.
bssoss
Todos tenemos derecho a ciertas necesidades básicas por el simple hecho de ser humanos. No estoy de acuerdo yo tampoco con las dádivas permanentes. La caridad para asistir temporalmente a quien se ve necesitado por una fatalidad es otra cosa, en mi entender. Pero permitir que la gente gane lo que necesita a través de su trabajo, y premiar a quien se prepara más o se esfuerza más es algo que me sigue pareciendo noble y justo, aunque no suceda donde nos tocó nacer.
BorrarEstoy de acuerdo en que somos lo hacemos y no lo que poseemos, ni lo que soñamos alguna vez ser o tener ni tampoco lo que pensamos que somos.
Gracias y besos.
Esperemos que las cosas cambien Fer, has plasmado muy bien una realidad tan lejana ya que parece una ficción..
ResponderBorrarUn beso
¿Viviremos para ver el cambio? Espero que sí, Sofya.
BorrarGracias y un beso.
Querida Fer, muy actual, clara y acertada exposición. Estoy con la meritocracia, o resultados por méritos. Estaría más de acuerdo aún con la recompensa al esfuerzo, pero el nivel de esfuerzo es muy difícil de medir en forma masiva.
ResponderBorrarSería función del estado asegurar "la igualdad de posibilidades iniciales" y asistir a quienes no pueden, que es distinto que asistir a quienen no quieren. Ya nos han enseñado que tenemos derechos, deberían enseñarnos que tambien existen las obligaciones.
Un beso grande
Muy cierto, mi estimado James. Mucho oímos acerca de nuestros derechos, poco de obligaciones y responsabilidades. Ciertamente el esfuerzo es un valor que debería ser recompensado pero, como bien apuntás, es tremendamente difícil de mensurar cuando se está dentro de sistemas finalistas, como es el caso en la educación. Trato de tomar en cuenta lo que cada alumno pone de sí en el proceso más allá de la nota final que obtiene, de sopesar cómo llega y con qué se va del curso gracias a lo que él o ella ponen de sí. Pero eso no define su calificación final. Tal vez por eso lo que abunda es el "dale que va", la abulia, la indolencia, el "me da igual", el "no te gastés, total para qué", etc. De eso tenemos por demás.
ResponderBorrarUn beso grande y gracias por aportar tu visión del tema que siempre suma.
Lástima que el mérito hoy se nombre a dedo, lo que hace perder el significado en sí de la palabra, y lo peor es que de estas se pasan a realidades de gente sin escrúpulos que solo miran la paja ajena en el propio, y claro nunca la encuentran.
ResponderBorrarBuena suma de películas meritorias todas ellas de enseñanzas.
Hoy la privatización borra los méritos de los más humildes, porque todo se acaba pagando.
Saludos.
Es cierto, Igna, ya ni siquiera sabemos bien qué queremos decir cuando hablamos de mérito. Mucha "dedocracia" por aquí también: muchos Gardiners...
ResponderBorrarMe alegro que te gustan las películas que escogí: son algunas de tantas de mis favoritas. Han privatizado mucho, pero jamás podrán privarnos del buen gusto y del mérito de saber notar lo meritorio, ¿verdad?
Un saludo cordial y gracias por la visita y el comentario.
He tardado en realizar un comentario sobre esta entrada debido a que me encontraba a la hora de hacerlo ante una severa disyuntiva que hasta ahora no había sucedido. La discrepancia.
ResponderBorrarHe estado a punto de callar y no decir nada. Sobretodo debido a que en gran parte comparto la pasión con la que describes el fenómeno del mérito.Pero también y en gran medida por que no quería entrar en un ámbito tan sagrado como las enseñanzas y aprendizajes paterno filiales. Me daba pudor. Lo describes con tanta ternura y es tan respetable y argumentado lo que dices que pensé dejarlo ahí.
Si finalmente comento es debido a un comentario anterior, el de Gala, que apuesta por la sinceridad y por la sana discrepancia. Siguiendo ese principio y con todo el afecto voy al lío.
La cuestión se centra en que no comparto las apreciaciones respecto de "Forrest Gump". Estoy de acuerdo en que es una película bonita e interesante, pero creo que disfraza y trata de confundir el libre albedrío y la suerte más o menos aciaga, con la sumisión.
En mi opinión el gran y único valor de Forrest Gump, me refiero al personaje, es que acepta la vida tal cual le viene. Por eso sufre siempre menos que el resto de personajes, ya que nunca se cuestiona absolutamente nada. Y la película deja bien claro dos cosas: La primera es que si eres buen chico, sumiso, sonríes y no molestas ni te cuestionas nada, la vida te irá mejor. Aceptando todo cuanto venga como avatares del destino. Sin tomar decisiones ni adoptar una posición crítica ante nada, ya que "como la vida es una caja de bombones" para que molestarse.
Es un ejemplo de sumisión al sistema que siempre me ha provocado terror. Aplicando el imperativo categórico de Kant, un mundo lleno de Forrest Gumps sería el mundo ideal para la implantación de cualquier sistema camino del totalitarismo.
Y esa frase que parece contener cierta sabiduría sobre los frutos del azar en el fondo creo que también esconde un planteamiento conformista ante la vida, el futuro y el porvenir. Sigue
Justo lo contrario sucede en "el show de Truman". Ahí nos encontramos con el ser racional que no admite ser controlado y que desea regir su propio destino desafiando y poniendo en cuestión el mundo prefabricado y consumista que han puesto a su dispòsición. Ambos personajes son muy diferentes, y desde luego, me quedo con Truman. Es más, creo que el mundo debiera estar poblado de Trumans, gente ilusionada, con iniciativa propia, con sueños propios, que desea vivir su propia vida y asumir sus riesgos, antes que con gente resignada a ver que bombón le toca.
ResponderBorrarSi te fijas bien, a Truman también intentan engañarlo diciéndole varias veces que "el mundo es una caja de bombones" y que es un afortunado ya que a él le ha tocado vivir en un lugar idílco que solo tiene un problema:no te permiete pensar ni sentir por ti mismo ya que otros han previsto su vida por ti.
La diferencia está en que si situas a Forrest Gump en el marco y entorno de "el show de Truman" aceptaría todo sonriendo según le explicó su madre y el muy infeliz no haría absolutamente nada. Moriría en el engaño.
Por eso considero que la película Forrest Gump contiene un mensaje conformista mientras que "el show de Truman" apuesta por el ser racional que toma iniciativa, cuestiona el mundo en el que vive, y hasta desea salir de él.
Si Forrest Gump se cruzase en la parada del autobús con Truman y aquel le explicase lo de la caja de bombones, Truman le contestaría como hace al final de la película cuando da un corte de mangas al montaje prefabricado que Forrest admite resignado y ni se plantea cuestionar: "buenos días, buenas tardes y buenas noches a todos" que es la frase equivalente que a Truman le han intentado inocular desde pequeño pero con la que no traga. Y le contaría a Forrest precisamente eso, que no traga, que todo está controlado y que no se fíe un pelo.
La trampa de Forrest Gump estriba en que muy habilmente se adorna al personaje con su condición de borderline. Y se nos pretende inyectar el discurso de que el borderline da lecciones de vida a los amargados que malastan su vida quejándose o protestando por su mala suerte. Forrest Gump ni siquiera cuestiona la guerra de Vietnam. Y el trato moral que recibe el teniente lisiado, y la presunta enseñanza que la película aplica es más o menos: "¿fuiste a una guerra injusta que jamás debió existir, perdiste las piernas y destrozaste tu futuro? no pasa nada, te tocó el bombom equivocado, pero tranquilo, olvídalo y sobre todo no pienses ni cuestiones nada.Mira, mejor te vas con Forrest a pescar gambas en el barquito y descubres que la vida es maravillosa".
Disculpa la extensión. Solo espero no haberte molestado. Un fuerte abrazo.
En absoluto me molesta, ya que mi objetivo no era ir tan profundo. Tomé a estos tres personajes ficticios como ejemplos de individuos que llegan a ser meritorios de algún modo sin haber hecho esfuerzos, ninguno de los tres. Tenemos ejemplos reales de sobra de personas que se destacan y no han hecho ningún esfuerzo por lograrlo. Se me hacen tan border como Forrest o Gardiner. La adición de Truman tiene que ver con la disyuntiva de aceptar el sistema o atreverse a pensar e ir en contra de lo que se acepta y hasta se aplaude. Por eso también hago referencia a 1984, a la idea de pensar como un acto que nos convierte en criminales.
BorrarTal vez no quedó nada claro. Tal vez todo está teñido de emotividad y ganas de decir otra cosa. Nadie que conozca analiza el cine tan maravillosamente como lo haces tú.
Un abrazo y gracias por tantas enseñanzas.
Perdona, me quedé corta porque llegaron mis hijos del cole y tenía que darles el almuerzo, pero me dejaste pensando y de verdad no me importa si metí la pata en el uso que hice de estos maravillosos personajes, querido Víctor, pero te cuento cómo lo veo yo, aunque discrepes conmigo: no me molesta en absoluto. Por el contrario, me aporta muchísimo.
BorrarLos Forrest Gumps me dan mucha pena, pero lo cierto es que son mayoría. Esta observación la tomaría cualquier psicólogo como un rasgo neurótico de mi personalidad, igual que la entrada completa: no me importa nada, sé que lo soy, nací así y hay poco que pueda hacer al respecto. Es mi destino. Los Forrests no sufren porque no se cuestionan la vida, ni al mundo ni a sí mismos como lo hacemos mi padre y yo todo el tiempo, y hasta enfermamos por eso: todo lo toman como viene, creen en lo que les dicen, son sumisos y corren, corren y corren, sin plantearse hasta dónde o para qué. Es ahí donde veo que la película refleja una realidad y en eso creo que es meritoria. No leo en ella el mensaje que es mejor ser así o en que todos deberíamos ser como Forrest.
Hay pocos Trumans, Víctor, y yo también los prefiero porque soñé con ser una, y probablemente se es mucho más infeliz siendo un Truman, pensante, cuestionador, paranoide, creyendo que estás enloqueciendo porque intuyes una verdad que nadie quiere admitir a tu alrededor, y abriendo la puerta de los límites permitidos para vivir en lo que creemos que es "libertad".
La verdad es que a mi edad me he vuelto un tanto escéptica quizá, y me inclino por pensar en que la vida es una mezcla bastante equilibrada de libre albedrío y lo que se nos presenta como destino, y que por más que nos esforcemos, no podemos cambiarlo. La frase que cierra mi entrada resume bastante bien lo que siento acerca de cómo son las cosas en este escenario, y para mí ahí reside la grandeza de la debilidad de Forrest, en admitir ésto que Truman finalmente algún día descubriría fuera del set, porque es sumamente inteligente: "Yo no sé si mamá tenía razón o si la tiene el teniente Dan, yo no sé si todos tenemos un destino, o si estamos flotando casualmente como en una brisa... pero yo creo que pueden ser ambas, puede que ambas cosas estén ocurriendo al mismo tiempo."
Tengo el presentimiento que el mejor mérito que podemos hacer es admitir esa gran verdad y dejar de pelearnos con la realidad tal como es intentarlo cambiarla aunque más no sea pensándola y criticándola: pero ya ves, no puedo conmigo misma, sigo haciéndolo a veces más acertadamente que otras, ¿qué se le va hacer?
Te mando un beso grande y te agradezco por tu absoluta sinceridad y por dar tanto de tu inteligencia y tu sabiduría en este espacio que adoro precisamente porque lo habitan personas como tú!!!
Amiga Fer, al contrario. Tus textos me sirven de estímulo más allá de puntuales divergencias que en el fondo solo son cuestiones de matiz. Pero dices grandes verdades.
ResponderBorrarNo considero en modo alguno que tus razonamientos sean producto de una personalidad ¿con rasgos neuróticos?. Para nada. Me encanta tu cuestionamiento del mundo en el que vivivimos ambos. Tus preguntas, tus valoraciones e inquietudes. Me parecen muy humanas y muy lejos de la consulta de cualquier psicólogo.
Vivimos en una sociedad adormecida, anestesiada, que está más preocupada por las andanzas de Messi (gran jugador) que por cuestiones clave como la meritocracia. Pero eso no es tu culpa, ni la mía.
Para mi ha resultado extraordinariamente vivo el contraste de pareceres. Y alentador.
Fíjate hasta que punto que, inspirado por tu texto,lo cual te agradezco enormemente, voy a sacar el tema a la plaza pública en mi propia página. Te expongo la idea: Yo voy a hacer un texto exponiendo con matices las razones que tu ya conoces a grandes rasgos sobre estos dos personajes. Me interesa saber cual es la opinión de la gente sobre esa dialéctica. Estoy seguro que otros aportarán otras opniones distintas a las nuestras e igual de válidas que nos pueden enriquecer a todos.
Y todo ello te lo debo a ti, ya que no tenía pensado ni por asomo hablar sobre el tema. Creo que el experimento puede ser interesante. Gracias de nuevo y me pongo a ello. Un abrazo.
Amigo Víctor: Me parece una idea más que acertada y etupenda. Será de verdad un placer leer tu escrito y las opiniones de quienes te comentan y con gusto lo haré también yo misma. Tu espacio es sin dudas el más indicado para profundizar sobre las películas. Yo tan sólo eché mano a los personajes principales para ejemplificar casos de popularidad y "éxito" sin ningún merecimiento, aunque tengo mi visión de estas vistas y sus mensajes. Podría haber dado nombres propios de funcionarios públicos que aquí todos conocen y habría sido todo mucho más a bocajarro, pero las cosas están bastante complicadas en términos de libertad de expresión en mi país como para llegar tan lejos.
Borrar¡Espero con ansias y entusiasmo tu entrada!
Otro abrazo y muchas gracias nuevamente.
Fer en todas las sociedades por muy modernas e igualitarias que sea, es más facil llegar cuando ya estas a mitad de camino, que hacerlo desde abajo...
ResponderBorrarpero creo que el hecho de intentar superarte cada día...intentar llegar más lejos de lo que lo hicieron tus padres...es un buen estimulo...si luego no consigues los objetivos,debes tratar de vivir feliz con lo que has logrado...
seguro que has andado un tramo de ese camino...y tus hijos llegaran un poco más allá...
aunque para mi llegar más allá no es tener muebles de roble...y un palacete en la cuidad y un yate en la playa...llegar más allá es ser mas feliz...mas pleno...valorar a cada cual por lo que vale y no por lo que tiene...
piensa que tus abuelos gallegos habrían dado media vida por poder escribir y hablar con los que dejaron atrás...y poderlos ver a través de la pantalla del ordenador en tiempo real...creo que entre todos hemos llegado un poco más lejos en nuestro caminar...de lo que no estoy tan segura es de que seamos tan felices como lo fueron ellos cuando vieron que sus hijos alcanzaron la universidad...
un abrazo
Estoy de acuerdo contigo, y lo aclaro en mi reflexión, que ser no pasa por tener, mi querida Julia. Desde ya. Es simplemente una retrospectiva de lo que pensaba sobre lo que serían "logros" en mi vida a los 20 años comparándolo con todo lo que he aprendido y aún me queda por aprender en el camino. Deseo que mis hijos sean más felices y se sientan más plenos que nosotros, aunque lo que el mundo les ofrece hoy como garantía de felicidad es consumir aún más de lo que se nos ofreció a nosotros.
BorrarMis abuelos gallegos no podrían creer que su nieta escribe estas cosas públicamente, que habla otros idiomas además del español y que se relaciona con buenas personas de su tierra como lo hago, así, de este modo que les resultaría increíble, contigo. Estoy segura de que donde están se sienten sumamente orgullosos de nuestros logros en todos los sentidos.
Gracias y un abrazo.
Hoy trajiste un tema muy complejo y veo que lo han dicho todo.
ResponderBorrarCreo que nadie jamás me dijo que la vida iba a ser justa, así que nunca creí que las cosas se alcanzaran por mérito. Sin embargo, en lo personal no es algo que me afecte demasiado, sé que hay una gran dosis de suerte, más allá del talento o el trabajo.
En lo social, ahí sí que sé que nunca se llega a algún lugar por mérito, el sistema es así, varias veces estuve en posiciones de privilegio (poder relativo) y todas esas veces me sentí asqueado del entorno.
Te dejo un abrazo.
HD
¡Qué gusto contar con tu punto de vista y tu experiencia también, Humberto! Te lo agradezco mucho. Será entonces que a mí me educaron a base de conceptos que no se condicen con la realidad. Yo no busqué espacios de privilegio ni chapa en lo mío, aunque tal vez silenciosa e ingenuamente esperaba ganármelos a fuerza de hacer mérito. De todas formas noté el mismo tufillo que vos al oler "el círculo de los elegidos" desde afuera y creo que no me sentiría cómoda ni realizada ahí adentro. Será entonces, como finalmente acierta Forrest y demuestra la magnífica historia de Kosinski, cuestión de caer parado.
BorrarUn abrazo!
Bueno Fer, como tu fuiste la inspiradora y de aquí nació la idea, aprovecho de nuevo para darte las gracias.
ResponderBorrarDespués de leer todos los comentarios detecto que, tal y como suponía el tema da mucho de si. Ante todo me alegro que la dialéctica propuesta haya interesado a la gente, y que sobretodo varios se han animado a entrar a comentar.
No se si podemos sacar alguna conclusión. Pero está muy claro tras el muestreo detecto que ambos personajes no dejan indiferente y que Forrest despierta una gran admiración, con excepción de un par de comentaristas. Detecto una inclinación natural por defender al personaje,cosa comprensible ya que aparentemente es el más débil. Me inclino por pensar que más que a Truman.
Y puesto que no se trataba de una competición olímpica entre ambos, hay quien incluso considera que la mezcla de ambos roles sería ideal.
Hay alguna aportación refiriendose a Platon y el mito de la caverna muy interesante refiriéndose a Truman.
Te agradezco mucho la idea que sirvió de inspiración. Un fuerte abrazo.
La agradecida soy yo, Víctor. Esta retroalimentación es lo que mantiene vivos y llenos de bríos a nuestros espacios y a nuestras mentes. Tu entrada merece repercusión y comentarios por lo analítica, lo detallada y lo jugosa.
BorrarCreo que pones frente a frente a dos enormes figuras que, como te dije, han pasado a la historia del cine. Leí a alguien que mencionó a "Náufrago", otro gran film que tiene varios y profundos niveles de lectura.
Sin dudas, hay mucho de alegoría y sobre todo de Platón en Truman y no me voy a perder de volver a leer ese aporte y todos los que has recibido.
Quizás en el fondo todos tengamos algo de Forrest y algo de Truman en nosotros. La eterna batalla entre el libre albedrío y la predestinación nunca quedará resuelta, más que en nuestros imaginarios. La realidad siempre nos sorprende con plumas que se elevan con la brisa y nos llevan tras ellas hacia donde menos lo esperábamos, para nuestro bien y nuestro mal. Pero siempre está en nosotros el poder de decidir qué hacer una vez que la brisa deja de soplar y la pluma cae en nuestras manos.
¡Ojalá sigamos siendo fuente de inspiración el uno para el otro por largo tiempo!
Un beso grande, Víctor.