"Amas lo justo y odias lo que es malo;
por eso, Dios, tu Dios, te dio a ti solo
una unción con perfumes de alegría
como no se la dio a tus compañeros.
Mirra y áloe impregnan tus vestidos,
el son del arpa alegra tu casa de marfil."
por eso, Dios, tu Dios, te dio a ti solo
una unción con perfumes de alegría
como no se la dio a tus compañeros.
Mirra y áloe impregnan tus vestidos,
el son del arpa alegra tu casa de marfil."
Salmos 45: 8 -10, La Biblia Latinoamericana.
Caminando por la calle Tacuarí, en pleno centro porteño y en medio de un calor arrebatador, me encontré con un pituco local de esencias, fragancias, aceites y difusores aromáticos para ambientes, y una fila de personas en la puerta de acceso al negocio, todas con una bolsa entre las manos con la letra "E" impresa sobre ella. Como no es nada difícil tirarle de la lengua a un porteño, sobre todo cuando está practicando su deporte favorito, que, sin lugar a dudas, es hacer cola, me acerqué a una señora de cabellos blancos y le pregunté qué regalaban en el negocio.
-Regalar no regalan nada. Cobran bien caro... Esperamos para que nos cambien estos difusores. Cuando los compramos, nos hicieron oler la fragancia de un tester, y el perfume era riquísimo y bien persistente. Pero al llevarlo a casa, a todos nos pasó lo mismo: las varillas no huelen a nada... ¡Una estafa!
- ¿Y cuál es la fragancia? - pregunté, curiosa.
- Alegría. - me soltó, muy apenada.
Camino a la parada de colectivo, se me ocurrió pensar que toda esa gente haciendo cola o bien está desesperadamente deprimida o nunca debe haber pasado por una depresión en su vida. Recordé también alguna vez haber leído en un libro muy, muy amarillo, arrugado y perfumado, sobre fragancias y trucos para hacerlas perdurar, que el aroma de la alegría - de enérgicas notas cítricas, avainilladas y florales - se evapora ante el menor intento de comprarlo o de venderlo, ya que es la única fragancia del universo que no tiene precio. Las narices del mundo perfumero dicen que se asemeja al aroma que se desprende de entre los pliegues de la piel de un recién nacido. Algunos lo llaman "el perfume de Dios". Quienes alguna vez lo hemos perdido para volver a encontrarlo en las cosas de todos los días sabemos bien cómo huele y sabemos, además, que no se compra en frasquito.
A boca de jarro
- ¿Y cuál es la fragancia? - pregunté, curiosa.
- Alegría. - me soltó, muy apenada.
Camino a la parada de colectivo, se me ocurrió pensar que toda esa gente haciendo cola o bien está desesperadamente deprimida o nunca debe haber pasado por una depresión en su vida. Recordé también alguna vez haber leído en un libro muy, muy amarillo, arrugado y perfumado, sobre fragancias y trucos para hacerlas perdurar, que el aroma de la alegría - de enérgicas notas cítricas, avainilladas y florales - se evapora ante el menor intento de comprarlo o de venderlo, ya que es la única fragancia del universo que no tiene precio. Las narices del mundo perfumero dicen que se asemeja al aroma que se desprende de entre los pliegues de la piel de un recién nacido. Algunos lo llaman "el perfume de Dios". Quienes alguna vez lo hemos perdido para volver a encontrarlo en las cosas de todos los días sabemos bien cómo huele y sabemos, además, que no se compra en frasquito.
Muy bizarro. Las cosas que "nos" pasan.
ResponderBorrarJaja me hiciste reír Fer, la verdad es que uno se encuentra con anécdotas así a cada rato en este mundo, porque ya creo que no es solo de este país.
Por suerte no se compra en frasquitos...tendría límites.
Beso grande!
Es una suerte, muy cierto, Dana.
BorrarBesos y gracias!
Fer
!Qué buen relato! esta reflexión sobre los aromas con ese toque de humor e ironía que le pones a tus palabras, cariños y buen día, María Fer
ResponderBorrarCariños, María Eugenia.
BorrarMuchas gracias!
Fer
Bello relato Fer. Entiendo esa sensación, tengo en mi cabeza y en mi memoria, olores de mi infancia y adolescencia sobre todo, que cuando vuelven a llegar a mi, me evocan grandes y hermosos recuerdos!!
ResponderBorrarUn abrazo de esos calentitos (aunque allí haga calor) y un besazo.
Mafar
Abrazo calentito y besos, amigaza! Muchas gracias.
BorrarFer
Excelente manera de transmitir una gran esencia....
ResponderBorrarSaludos
Muchas gracias, Mark.
BorrarSaludos!
Fer
Que linda manera de expresar lo que es la alegría, la vida, esos perfumes que nos recuerdan, no se puede por suerte o por desgracia manipular ni manufacturar. El perfume de dios...
ResponderBorrarGracias mil, Marijose.
BorrarUn beso grande ;)!
Fer
Los perfumes más exquisitos no vienen embotellados, por desgracia. Ni la alegría, ni el amor, ni la esperanza... el que consiguiera fabricar un perfume así se haría de oro.
ResponderBorrarUna entrada estupenda, con sentido del humor y poesía. Me encanta.
Mil besos, Fer
Me alegra que te haya gustado, Chari. Muchas gracias!
BorrarBesos!
Fer
Si el aroma de la alegría se comercializara no habría colas a la puerta del comercio, sino a las puertas del mismísimo país. Una "refrescante" forma de explicar qué es y cómo huele "el perfume de Dios". Ayyyyy quién pudiera disponer de él a placer...
ResponderBorrarMuy bueno, Fer :))
Besitos y feliz noche!!
¡Quién pudiera! Muchas gracias, Julia.
BorrarUn beso grande.
Fer
Una ingeniosa reflexión, María Fer, que nos aporta al conocimiento del valor esencial de las cosas que no tienen precio, como ese divino perfume que solo lo adquieren los que tienen belleza interior.
ResponderBorrarUn besito
Muchas gracias, Estrella.
BorrarBesitos!
Fer
Maria Fer un relato que solo si yo pudiera oler no me pasaría desapercibido oler la alegría, la esperanza y a Dios mismo. Pero no llevo unos años que no entra en mis narices aroma ninguno, solo después de una operación de pólipos, me han devuelto un poco de aroma a mi pituitaria. Me quedo con el recuerdo de aroma y olor a tierra mojada, o a algas de mar. Porque aunque tengo muchos perfumes apenas los noto. Eso si en mi trabajo que huele a casa cerrada, calefacción fuerte, a viejos a pesar que los perfumamos y lo mas importante ¡huele a caca y a pis! y eso si que es un aroma fuerte. Yo apenas los percibo por eso cuando me toca el aseo lo hago con mucho gusto. Un abrazo
ResponderBorrarDurante un tiempo visité un hospital de ancianos todos los viernes por la mañana. ¿Sabes lo tenía que hacer para poder vencer el revoltijo que esos olores me causaban? Me llevaba una chalina perfumada alrededor del cuello, para poder olerla antes de entrar a las habitaciones. Muchas personas que acompañaban a los viejitos durante su internación llevaban aerosoles para perfumar los ambientes. Te entiendo, María del Carmen. Ese olor a vejez enferma entristece y suele tapar otros aromas vitales agradables. Lo único que alegra cuando esa tarea se nos hace pesada es el pensar que les estamos alegrando a ellos el alma con nuestra esencia y nuestra presencia, pero sí es cierto que es arduo mantenernos alegres frente a ciertas realidades de la vida.
BorrarTe mando un gran abrazo y te agradezco esto tan sincero y real que me has compartido!
Fer
Fer
Y cuando ese perfume se posa en nuestro cuerpo, no hay fragancia semejante. Ninguna nos proporciona mayor bienestar.
ResponderBorrarQué bonito, Fer. Está lleno de poesía. Muy bonito.
Un beso bien grande.
Muchísimas gracias, mi querida Isabel.
BorrarUn beso grande ;)!
Fer
A veces somos tan robóticos que no nos paramos a pensar en nuestras acciones. Extraño comportamiento!! Pero la anécdota me has hecho sonreir y la idea de tener unos decilitros de fragancia de alegría envasadas más jajajaja. A alguno le haría falta un litro a lo menos :))
ResponderBorrarGracias por compartir esta delicia aromática.
Un fortísimo abrazo.
Muchas gracias, Marybel.
BorrarAbrazo grande!
Fer
Un relato eficaz y hermoso. No tengo demasiadas reflexiones que hacer sobre la alegría. Supongo que cada uno la encuentra en algo diferente. Unos en el fútbol, otros en la familia, otros en la comida, otros en el amor, otros en la lectura, otros en las drogas, otros en las aventuras, otros en las caminatas, otros en el jogging, otros en el sexo, otros en la política, otros en el aquí y el ahora, otros en la moda, otros en en tráfago de actividades que ocultan el vacío, otros en el ego ... Es algo que se tiene o no se tiene. Es un equilibrio causal y casual. Una feliz coincidencia. Un azar. Pura suerte. O tal vez química. ¿Un perfume llamado alegría? ¡Qué hermosa idea! Pero tan etérea.
ResponderBorrarUn beso, Fer.
Cuando estuve deprimida leía mucho acerca de la química de las emociones. Muchas veces he leído y han intentado explicarme que la alegría y la tristeza son producto de nuestra química cerebral, y que un disbalance, en un sentido u otro, se podía enmendar a fuerza de más química. Es curioso: yo he tomado fármacos por años para curarme y sólo me hacían sentir más enferma y dependiente. Recién cuando decidí dejar de tomarlos recuperé la alegría, y hasta el día de hoy creo que la alegría es un estado de gracia.
BorrarMuchas gracias, Joselu. Un beso.
Fer
De resultas de tu entrada debo entender que los anósmicos, los que hemos perdido el olfato, estamos incapacitados para sentir o disfrutar de la alegría. No sé si alegrarme o sentirme desdichado por encontrar una causa natural a un fenómeno que parecía congénito a mi condición humana.
ResponderBorrarBesos
No conocía la palabra "anósmico", y me encanta, como todas las palabras que voy aprendiendo, por lo que te agradezco mucho. Es posible que los olores no sean lo tuyo, pero sí lo es la música, eso lo sé. Y la música, mi querido Krapp, es el idioma universal de la alegría. Tuve un largo período en el que no se me daba por escuchar mi música, y ahora que he vuelto a escuchar horas de música por día te digo que el primer síntoma de falta de alegría en mí es el silencio.
BorrarBesos!
Fer
Conservamos en nuestra memoria muchas cosas asociadas a un olor. Un abrazo.
ResponderBorrarDicen los que saben que el olfato es el sentido más importante para la supervivencia de nuestra especie, aún en pleno siglo XXI. Muchas gracias, José.
BorrarUn abrazo!
Fer
Hasta aquí, ahora, me ha llegado el perfume de tu alegría plasmado en esas letras.
ResponderBorrarMe ha encantado.
Gracias.
Te sonrío con el Alma.
Gracias a ti por acercarte hasta aquí y tocar mi alma.
BorrarUn beso!
Fer
Los sentimientos y las sensaciones son difíciles de enfrascar, sin embargo... el anhelo tal vez debido a la desesperación, y la credulidad viajan en frascos grandes y bien abiertos...
ResponderBorrarLo peor de los que engañan es que se sirven del buen corazón ajeno.
Besos.
Muchas gracias, mi querida poetisa.
BorrarBesos!
Fer
Como dice nuestro común amigo, el Dr. Krapp, los anósmicos (también la acabo de aprender) crónicos u ocasionales se pierden/nos perdemos el aroma que desprenden las pequeñas cosas que nos ofrece la vida cotidiana...Dichosos los que saben olerlas y apreciarlas.
ResponderBorrarBesos, estimada Fer
¡Pero has aprendido una palabra nueva, y sé que eso sí te proporciona alegría, mi querido Luis Antonio ;)!
BorrarBesos y gracias.
Fer