A menudo mientras hago mis tareas me viene a visitar el murmullo del agua de ese río donde lavaba la ropa mi buena abuela asturiana. Mi abuela Leo lavaba la ropa en el río Nalón, del cual mil veces me habló. Mientras echo la pila diaria al tambor del lavarropas - no sin antes revisar bolsillos por si han quedado pañuelos de papel que causan un estropicio, billetes o monedas - el murmullo de esas aguas llena mi mente de un rum-rum insistente, monocorde, cargado de preguntas. ¿Qué sentirías? ¿Qué pensarías? ¿Qué esperarías? ¿Qué desearías? Y entonces mi buena y dulce abuela asturiana y yo nos ponemos a charlar, como aquella tarde de otoño en la que estuvo lúcida por última vez.
-Yo estoy bien, abuela, creo que bien, aquí donde me ves, convertida en un ama de casa de tiempo completo, en medio de la jungla de cemento de la urbe, junto al lavarropas. ¿Sabés? Te pienso mucho ahora que soy grande. Te pienso y te sueño. Veo esa imagen que llevo grabada en mi memoria de una fotografía tuya descolorida de cuando ni te conocía. Te veo junto al río, dale que te dale, así como vos me ves a mí ahora, y corre en el agua del lavado que sacude mi lavarropas un murmullo de destinos no elegidos aunque sí asumidos - el tuyo y el mío - unidos por una soga invisible donde, tendidos, flamean al viento pilas de sueños no cumplidos, también invisibles, ganas de estar en otros ríos, en otras aguas, ganas de no tener que arrear con la pila del lavado de todos, todos los días.
A menudo me embargan esas ganas justo cuando toca quedarme acá, plantificada, justo cuando se me junta el lavado, la limpieza y la comida, y no sé muy bien ni por dónde empezar, aunque sí sé que tengo que empezar. Es entonces cuando me pregunto si yo tendría el coraje que vos tuviste para dejar toda mi ropa y todo mi río y hacerme al mar en busca de otro destino. Pero enseguida llega el murmullo del agua de nuevo a mí - el murmullo del agua de mi río, que no es otra cosa que una vertiente del tuyo - con otra vuelta del tambor del lavarropas, que me avisa que ya todo arrancó, que está todo en marcha, y me canta clarísimo, cristalino, que nuestro destino pasa justo por aquí, por el agua del lavado. Entonces creo que veo una luz al otro lado del río y que escucho tu voz desde la otra orilla que me dice: "Rema, rema ..." Y yo te juro, abuela, te juro que la estoy remando.
-Yo estoy bien, abuela, creo que bien, aquí donde me ves, convertida en un ama de casa de tiempo completo, en medio de la jungla de cemento de la urbe, junto al lavarropas. ¿Sabés? Te pienso mucho ahora que soy grande. Te pienso y te sueño. Veo esa imagen que llevo grabada en mi memoria de una fotografía tuya descolorida de cuando ni te conocía. Te veo junto al río, dale que te dale, así como vos me ves a mí ahora, y corre en el agua del lavado que sacude mi lavarropas un murmullo de destinos no elegidos aunque sí asumidos - el tuyo y el mío - unidos por una soga invisible donde, tendidos, flamean al viento pilas de sueños no cumplidos, también invisibles, ganas de estar en otros ríos, en otras aguas, ganas de no tener que arrear con la pila del lavado de todos, todos los días.
A menudo me embargan esas ganas justo cuando toca quedarme acá, plantificada, justo cuando se me junta el lavado, la limpieza y la comida, y no sé muy bien ni por dónde empezar, aunque sí sé que tengo que empezar. Es entonces cuando me pregunto si yo tendría el coraje que vos tuviste para dejar toda mi ropa y todo mi río y hacerme al mar en busca de otro destino. Pero enseguida llega el murmullo del agua de nuevo a mí - el murmullo del agua de mi río, que no es otra cosa que una vertiente del tuyo - con otra vuelta del tambor del lavarropas, que me avisa que ya todo arrancó, que está todo en marcha, y me canta clarísimo, cristalino, que nuestro destino pasa justo por aquí, por el agua del lavado. Entonces creo que veo una luz al otro lado del río y que escucho tu voz desde la otra orilla que me dice: "Rema, rema ..." Y yo te juro, abuela, te juro que la estoy remando.
Jorge Drexler -Al otro lado del río
"Tanta lágrima y yo
soy un vaso vacío
Oigo una voz que me llama,
casi un suspiro:
Rema, rema, rema..."
"Tanta lágrima y yo
soy un vaso vacío
Oigo una voz que me llama,
casi un suspiro:
Rema, rema, rema..."
A boca de jarro
Muy buena entrada, dos generaciones reúnen sus líneas de tiempo en una labor tan femenina y antigua como lavar la ropa de la familia. Excelente la conexión con la voz de J. Drexler al otro lado del río. Felicitaciones!
ResponderBorrarMuchas gracias, María Eugenia.
BorrarCariños!
Fer
Precioso texto, no sólo transmite la conexión entre las dos a través el tiempo, sino también esa esencia del agua que a veces sólo nos arrastra y nos dejamos llevar aún cuando no es el destino que elegiríamos, aún cuando lo diario se vuelva difícil travesía con el riesgo de ahogarnos. Y sí, "rema, rema, rema"
ResponderBorrarY remaremos ;)! Gracias, Nata.
BorrarSaludos!
Fer
Muy interesante...
ResponderBorrarSaludos
Muchas gracias, Mark de Zabaleta.
BorrarUn abrazo.
Fer
Bella conexión en el tiempo entre el devenir de tu abuela Leo y tú, no sin una punta de amargura en la evocación que enlaza con la gris realidad actual. Entonces te das cuenta del valor y arrojo de aquella generación que se lanzó y cruzó el mar para buscar una tierra mejor donde vivir. No sé cuándo migraría tu abuela, tal vez en la posguerra española cuando todo era más aciago y gris en España. Tu relato me ha conmocionado pues está cargado de profunda emoción en los dos lados del arco: el pasado y el presente. ¿Qué decir? Solo me viene que no te resignes a lo dado, como tu abuela no lo hizo. No sé por qué me dan ganas de llorar tu texto. No lo voy a hacer, pero siento por dentro tu amargura convertida en belleza pero amargura en realidad.
ResponderBorrarUn beso, Fer.
Hay amargura también en esto de asumir nuestros destinos como vienen, Joselu, pero al conectar con la imagen siempre presente - ahora más que antes, te diría - está la dulzura que también me dio el destino sin que yo hiciera nada para ganarla. Así es la vida. Gracias por tus palabras.
BorrarUn beso.
Fer
Qué simbiosis tan perfecta, Fer, de generaciones en medio de ese elemento universal tan importante y vital como el agua que un día llevó a Argentina a tu abuela asturiana, como antes quizás llevó también a mis abuelos paternos que emigraron allá en los años previos a la dictadura franquista. Ellos luego pudieron regresar con varios hijos nacidos allá, pero siempre escuché hablarle a mi padre de tales recuerdos y de algún familiar más que emigró después.
ResponderBorrarUn abrazote y ¡feliz semana!
Mira cómo este murmullo del agua nos ha traído algo en común, Estrella. Lo celebro. Hay mil historias como la tuya y la de los tuyos, que por cierto me resultan sumamente interesantes, de familias que quedaron escindidas por causa de la emigración. Gracias por compartirla conmigo.
BorrarUn abrazote desde este lado del charco!
Fer
Una familia, un océano por medio y un montón de recuerdos. Son muy emotivos esos soliloquios interiores que mantienes con tu abuela; es una forma de entender el pasado y avanzar en el presente. Sigue remando Fer, vas bien.
ResponderBorrarComparto este bonito texto.
Un abrazo.
Sigo remando, Marybel ;)! Muchas gracias.
BorrarUn fuerte abrazo!
Fer
Bella entrada Fer, me hizo acordarme de la mía, la única que conocí, estuve con ella hasta los 13 años y tengo muchos recuerdos de ella así como tú. Las cosas sencillas y cotidianas nos pueden volver a traer grandes y bellos momentos!!
ResponderBorrarBesosss mi Fer!!
mafar
Son tan grandes esas pequeñas cosas de la vida de todos los días, mi querida amiga, tan grandes que sólo tomamos consciencia de cuan grandes son cuando nos dejan...
BorrarMil besos y mil gracias!
Fer
Mi querida Fer, tu remar ha llegado a mi emoción y la ha desbocado, como ese río que os une a tu abuela y a ti, ha unido mi sentir al tuyo que tan bien expresas en tus letras.
ResponderBorrarSólo decirte que me ha encantado.
Besos miles.
Celebro que te haya desbordado y encantado, mi querida poetisa Marinel.
BorrarBesos miles y mil gracias ;)!
Fer
Cómo me ha gustado tu texto, Fer. Destila poesía y cotidianidad, cariño sin desgaste y fuerzas a prueba de desilusión; vida en una palabra.
ResponderBorrarQué especial debió de ser aquella abuela tuya, tanto como tú que de ella aprendiste muchas cosas :)) Me dejas sonrisas y un suspiro, gracias mil veces.
¡¡Un abrazo enorme!!
Me alegra mucho que te haya gustado, Julia. Gracias a ti por leer y valorar tan cálida y generosamente.
BorrarUn beso grande!
Fer
Bonito texto, aunque yo intentaría inocularte algún fármaco contra los peligros de la nostalgia, que es un producto en muy poca cantidad y muy de vez en cuando, solo cuando el cuerpo realmente lo necesite.
ResponderBorrarMe gustan más las rías que los ríos pero no estoy exento de sus peligros. Te diría que tu abuela no dejo su tierra, ni su río, ni su vida por valentía si no por algo más triste. Se llama necesidad.
Un beso muy grande entre colada y colada.
Ya inoculé esos fármacos por un tiempito y me hacían rebotar contra las paredes, mi querido Doctor de Almas, así es que he optado por cortar por lo sano y permitirme la nostalgia de aquello que no ha sido de vez en cuando. Es probable que tengas razón con respecto a mi abuela Leonides, (la pobre vieja se llamaba "Nicolasa Leonides", y le decíamos "Leo" por obvias razones...). Es posible que no fuese nada valiente y que haya cruzado el charco por miedo a perder la vida,por necesidad, como tú dices. Pero así y todo, te digo, Krapp, que en su familia hubo hombres que perdieron la vida por miedo a dejar el terruño, aún cuando veían claramente que la cosa se ponía negra. Un día debería escribir sobre esa historia que resultó ser un trauma familiar y que he escuchado más de una vez, tanto casi como la historia de cuando lavaban en el río. Fueron las mujeres de la familia quienes escondieron a los hombres que estaban sospechados y en la mira, hasta que finalmente pillaron a uno y terminaron con él. Entonces, con una mano atrás y la otra adelante, se vinieron aquí solas. Mi abuela se casó ya de grande con mi abuelo, a quien conoció en la Argentina, ya que él había emigrado de Asturias muchos años antes que ella. Esta es parte de la historia de la rama materna y menos distinguida de mi familia: no puedo decir "pobre" porque los de Galicia llegaron tan pobres como ellos, pero con todos los humos musicales de lo que habían perdido lastimosamente.
BorrarUn beso enorme y muchas gracias, Krapp ;)!
Fer
"...escucho tu voz desde la otra orilla que me dice: "Rema, rema ..." Y yo te juro, abuela, te juro que la estoy remando."
ResponderBorrarQue remanso mas hermoso es el q te une a esos remos niña.
Ha sido un placer "sentirte" en toda la historia.
Te sonrío con el Alma.
Muchas gracias, DesdMiVentana H. Te sonrío con el Alma yo también.
BorrarBesos!
Fer
aunque esta relacion que hago parezca loca el finde fui a ver la pelicula Kunfupanda 3 y leyendote me acorde de vos
ResponderBorrarDeja un mensaje hermoso y el cuestionamiento eterno de si seremos uno mas dejandonos llevar por nuestras circunstancias o grandes hacedores de nuestro destino
En mi opinión es dificl para cada uno ver nuestra grandeza, yo veo a tu abuela lavando en el rio me la imagino empacando y cambiando su rumbo y camino y pienso: que grande!
y me veo a mi en la oficina y pienso: que embole! Pero seguro alguien estara admirando algo de grandeza tambien en mi vida y mis actos
A veces creo que la vida solo cuesta vida como dice la frase y cuesta tanta que no nos da para pensar que nuestro pequeños actos a veces tambien son gigantes
No se si me expresé bien pero me encanto leerte y no me gusta releer lo que escribo
Besote Gracias por compartir estos pedacitos divinos de tu sentir
Quizas en muchos años te recuerde mucha gente por esto
Te entiendo perfecto, Ana. Hay grandeza en asumir la pequeñez que nos depara el destino, aunque internamente deseemos otra cosa para nosotros mismos. Así lo entiendo, y así creo que hizo mi abuela y ahora me toca hacer a mí. Por eso digo que la estoy remando: la estoy remando para asumirme a mí misma en el lugar que la vida me ha dado y para asumir la historia entera de mi familia, ya que creo que esa historia determina de una manera inefable e inevitable la mía propia. Lo de construir el propio destino es muy de película, suena muy lindo, vende mucho, pero a mí no me termina de convencer, qué querés que te diga. Tampoco creo que sea mi destino el ser recordada por mucho tiempo ni mucho menos por mucha gente, pero agradezco mucho tus generosas palabras.
BorrarUn beso grande!
Fer
Justamente incluyo el vídeo de la bellísima canción de Drexler al pie de la entrada porque lo he usado como fuente de inspiración.
ResponderBorrarUn cordial saludo!
Fer