Mostrando las entradas con la etiqueta Crianza. Maternar. Mis hijos. Mi mundo feliz. Agradecimiento.. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Crianza. Maternar. Mis hijos. Mi mundo feliz. Agradecimiento.. Mostrar todas las entradas

jueves, 9 de febrero de 2012

Los hijos te hacen andar


A mí esto de bloguear me agarró con mis hijos ya grandecitos. Debería haber tenido un blog para escribir tantas vivencias intensas, descubrimientos y cuestionamientos que me asaltaron al ser madre de bebés y niños en sus primeros años. Hubiese sido una gran forma de hacer terapia y de cantar mis verdades a boca de jarro con respecto a todas esas experiencias desde mi óptica, que muchas veces era bien diferente a la de las mamás a mi alrededor, como les pasa a todas.

Cuando arranqué asiduamente con el blog, hace ya cosa de un año, solía escribir muy a menudo sobre mis hijos. Luego empecé a diversificarme y a explorar otros temas que tienen más que ver conmigo más allá de mi rol de madre. De todos modos, tengo amigas virtuales que me acompañan fielmente desde los comienzos y me concedieron el honor de formar parte de algo así como una tribu de mamás blogueras, donde me siento un poco una matrona que da consejos sin que se los pidan, a veces desenfocados, porque hay etapas que ya pasé y por que en esto de criar no sé si puede o se debe aconsejar demasiado.


De todos modos, las sigo, las comprendo e intento apoyar. Y ellas me siguen aún en mis diversificaciones, lo cual agradezco y valoro. Hasta me pasan un premio que viene del grupo. Lo tomo porque justamente el otro día había escrito esta entrada que pensé en dedicarle a Gi, que se pierde y se enreda tanto como me pasaba a mí cuando transitaba el tramo que a ella le toca andar ahora. La consigna para recibir el premio es contestar algunas preguntas. Intentaré hacerlo de modo creativo, adaptando mi post para responder los interrogaciones que se me formulan.


1. Elige un momento de tu vida muy importante. Sólo uno.

Sin dudas, un momento muy importante y que me desacomodó más que ningún otro fue el nacimiento de mi segunda hija: allí supe que había logrado formar la familia soñada. Hay memorias que a pesar del paso de los años no se borran, aunque la emoción que en principio las dejó grabadas se va aguando con el tiempo. Recuerdo que estaba embarazada de ocho meses de mi hija que cumple nueve años en abril. Por entonces, traía y llevaba a mi hijo de cinco al jardín todos los días, como lo hago ahora con la menor, que pasa a cuarto grado, y con los dos al club en verano. Íbamos mi panza y yo detrás a paso cada vez más cansino, y recuerdo haber notado por primera vez en años que las cuadras camino al colegio eran cuesta arriba.

Nunca falta la madre de un compañerito de tu nene que se te acerca en la puerta del colegio con sus suspicacias: "¿Dé cuánto estás? ¿Y dónde la vas a tener? ¿Con quién te atendés? ¿Y cuántos kilos aumentaste? Ah....". Tuve una hermosa beba de tres kilos y medio una mañana de abril. Decidí que mi hijo mayor tenía que seguir con su rutina para que su mundo no se alterara más de la cuenta. Ya era bastante con que le naciera una hermana que lo destronara. Durante mi internación mi primogénito fue al jardín todos los días acompañado por los abuelos. Yo me repuse pronto y sentí el deseo de seguir yendo a buscarlo a la salida. No vi que fuese demasiado problema. Era un otoño tibio, me cargaba a la beba en una mochila portabebé y disfrutaba de continuar con la rutina a pesar de la falta de sueño y el trajín de la recién nacida. Intentaba cronometrar alimentación y cambio de pañal para estar lista a esa hora. Siendo una madre reincidente, sabía que la beba no moriría por esperar un rato para comer o por ir hasta el cole con la pancita llena de leche. Y hasta hoy creo que nos hizo bien a las dos: me salió bien paseandera y camina gustosa a la par mía.

2. ¿Qué lugar del mundo te gustaría visitar que no conoces?

Aquí podría contestar muchos, pero realmente mi primera elección sería África. Paso a explicarles por qué. La señora que preguntaba tanto no dejaba de rondarme en la puerta del colegio. Se acercó, como otras, a conocer a mi bella dama, pero ella venía todos los días con preguntas y alguna importante enseñanza para transmitir. "¿Le estás dando el pecho? Porque mirá que cuando amamantás perdés tooodos los kilos que aumentaste más rápido. ¿Y, decime, cuántas veces te despierta a la noche? ¿Tenés alguien que te ayude? Porque mirá que lo vas a necesitar ahora con dos..." De todos los lugares a donde la podría haber mandado, el más apropiado hubiese sido África: hay gente a la que un buen baño de inmersión en la realidad más allá de sus narices le vendría de maravillas.



A veces nos hacemos tanto problema por esta cuestión, importante desde ya, de cómo alimentar a nuestros hijos, que siento que nos olvidamos de lo primordial: la función de la madre en un mundo donde nacen y viven millones de personas hambreadas es alimentar lo mejor posible, y el mejor alimento es el que es suficiente para que los chicos crezcan sanos y el que se da con amor. Todo lo demás es cuestión de suerte: digo, de tener la suerte de pertenecer a la parte de la población mundial que está bien nutrida. Eso es realmente lo que sentí entonces y lo que pienso hasta hoy.

3. Haz un menú con tu comida preferida: entrada, plato principal y postre.

Entrada: criterio propio; plato principal: sentido común y postre: atreverse a ser una misma como mamá. Y charlar en la comida, así... Un día de aquellos que rememoro se presentó un frente de tormenta de esas que empiezan con viento y unos gotones justo a la hora en la que salen los chicos del cole. Yo me fui con la beba en cochecito (perdón, mamás que portean: yo usaba cochecito también, lo confieso, y cargaba las compras en la parte de atrás). Tenía un protector plástico para el cochecito que no permitía que pasara ni viento ni agua. La verdad es que la beba estaba mejor que todos los demás a su alrededor. La señora en cuestión no pudo con su genio, se acercó y me increpó: "¿Te parece que es día para salir con la beba tan chiquita? ¿No se ahogará adentro de ese cobertor?" Mis ojos se inyectaron de sangre, me invadió un profuso flujo hormonal de hembra con cachorro recién nacido, abrí la boca y rugí como una leona. Demás está decir que nos dejamos de hablar por un tiempo.


Este recuerdo se me vino a la memoria en estos días de verano en los que hace unos 38 grados de sensación térmica a la sombra y me encargo de llevar a mis hijos al club en bici. Y son varias las voces que ponen el grito en el cielo para levantar la alarma: "¿No te parece que hace demasiado calor para ir en bici hasta el club a pleno rayo del sol? ¿No les dará un golpe de calor? ¿Por qué mejor no pedís un remis? ¿No ofrecen servicio de camioneta?"


Ahora ya no contesto, no rujo, ni me mosqueo. Ahora ya aprendí: me alimento de criterio propio, sentido común y atreverme a ser yo misma con mis hijos, más allá de lo que digan. Haga calor, haga frío, llueva, granice o caiga nieve, si hay algo maravilloso que logran mis hijos por mí es que siempre me ponga en marcha, es que todo lo que para los adultos adormilados que opinan sin ofrecer dar una mano es una tragedia, sea un motivo de risa y diversión compartida con ellos. Mi hija no se queja del calor: goza de contar mariposas camino al club. Mi hijo se pone a dirigir la marcha y me dice qué atajo tomar para llegar más rápido o evitar alguna calle bacheada. Y cada tanto se da vuelta y me pregunta: "¿Venís bien, má? Así de grandes son los ojos del corazón de los chicos. Y así de fuertes son sus impulsos por andar: porque son los hijos los que te hacen andar.

4. Si a trabajo se refiere, ¿cuál sería tu trabajo perfecto o profesión, sin pensar en salarios?

No hay profesión perfecta, y no puedo trabajar sin pensar en salarios: por eso tenemos un solo auto y voy y vengo en bici con los chicos desde siempre. Lo que tengo está bien. Doy gracias porque tenemos trabajo en casa.

5. ¿Recuerdas cuándo y por qué reíste la última vez? Cuéntalo si lo recuerdas.

Por última vez me reí una mañana de estas. Mi hija se levantó tarde. Había dormido acurrucada a una muñeca andrajosa que tiene hace años y adora. Le pregunté: "¿Qué le pasó a esa muñeca?" Me contestó: "¡El tiempo, mamá!". Nos reímos mucho. Y me reí cuando me vino este recuerdo de la señora metiche a la cabeza, me reí de ella y de mí misma, por haberme enojado tanto entonces y por poder recordar todo esto con humor hoy y pensar en que le puede ser útil a alguien a quien le quiero dibujar una sonrisa y dar las gracias: mi amiga Gi.



Y el premio hay que pasarlo. Se lo otorgo a tres buenos blogs de crianza que acompañan: 



A boca de jarro

Buscar este blog

A boca de jarro

A boca de jarro
Escritura terapéutica por alma en reparación.

Vasija de barro

Vasija de barro

Archivo del Blog

Archivos del blog por mes de publicación


¡Abriéndole las ventanas a la realidad!

"La verdad espera que los ojos
no estén nublados por el anhelo."

Global site tag

Powered By Blogger