Otro docente violentado ... esta vez, golpeado por una madre y acuchillado con un tramontina por su hijo, un alumno, en Pergamino, Provincia de Buenos Aires. Seguramente alumno problemático y claramente violento, producto de una familia violenta. Su mamá está detenida. Otra vez la misma historia. ¿Hasta cuándo? Los docentes tenemos miedo de trabajar en escuelas. La Argentina se lleva las palmas en los casos de violencia escolar. Los alumnos y los padres hacen "justicia" (¿?) por mano propia. Son familias que no soportan que se les plantee un problema, y presentan un serio problema. ¿Qué se hace ahora con este chico? ¿Cómo se sigue intentando "enseñar" en estas condiciones?
Yo he usado este espacio varias veces para dejar salir humo de mi pava hirviendo ante tanta falta de criterio y sentido común en la escolaridad de mis propios hijos. He narrado cómo los he hecho cambiar de colegio, o cómo se han desperdiciado oportunidades para enseñarles algo realmente significativo y darles alas, o cómo he ido a la escuela a charlar con alguna docente que no estaba haciendo las cosas bien de acuerdo a mi criterio como mamá y como docente con título habilitante y tiza bajo las uñas. Pero jamás se me cruzaría por la cabeza utilizar la violencia. Ante una nota baja, por más injusta que me parezca, el primer paso es indagar para ver qué falló. Después de todo, sólo es una nota baja. Se levanta. Incluso si me parece que quien falló fue la docente a cargo, pongo el hombro como madre y trato de subsanar enseñando. Y en última instancia, charlo con la docente desde la empatía y apelando al sentido común.
Ahora si el problema es por conducta, creo que lo que se debería hacer es escuchar y pensar a quién se puede recurrir para encontrar ayuda. Aquí aparece este desamparo que debe ser el padre de tantos de los males de nuestros tiempos. Los padres que se sienten desbordados, desamparados a la hora de criar. Los chicos que maman desamparo desde la cuna, y siguen sufriéndolo en la escuela. Los docentes desamparados por un sistema que se ha ido del extremo del autoritarismo de los tiempos que no hemos dejado cicatrizar de la dictadura, a otro extremo de absoluta falta de modelos, límites y sanciones; límites que los chicos necesitan y piden a gritos, o a cuchilladas, que necesitamos todos para aprender a vivir en una sociedad que debería dar el ejemplo de un sistema regulado por pautas, normas y leyes que se aplican, se observan y se cumplen. Y de no ser así, pues "una prenda tendrá". Todas caras de una misma moneda gastada y devaluada.
De acuerdo a un estudio de Julio César Labaké, cuyos resultados comentó en una conferencia que brindó en la Academia Nacional de Educación en diciembre del 2010, y que han quedado plasmados en su libro "Valores y límites en a educación" de Editorial
Bonum, los mismos alumnos preferirían que se les pusieran más límites en la escuela. ¿Qué estamos esperando? ¿Otra masacre como la de Carmen de Patagones, cuyo "aniversario" recordamos precisamente hoy? ¿Una masacre como la de Río de Janeiro? Y de ésto es responsable el estado, ese papá que elige mirar para otro lado y finalmente, agresor y agredido se fusionan en el mismo caos, y todo termina dando lo mismo. ¡Cuidado! Ya son muchas, demasiadas, las señales de alarma: ¿hasta cuándo? Mañana hacemos paro en la provincia: ¿y qué arreglamos? ¿Por qué mejor no nos sentamos de una buena vez a pensar en soluciones, a tomar medidas que nos devuelvan cierto equilibrio, a traer el cambio que tanto necesitamos, y que no pasa por una netbook para cada alumno, señoras y señores, sino por "EDUCAR"? ¿Por qué no nos ponemos a pensar en cómo derrotar al monsrtuo que nos arrastra a este tipo de barbarie: el miedo?
Hay palabras cuya connotación se han ido tornado negativa en las últimas décadas, que producen cierto escozor en muchas personas, y que sin embargo denotan conceptos fundamentales para vivir en una sociedad donde impere el orden, la cordura y la paz social. Son palabras tales como "disciplina" y "autoridad". Estas palabras se han vaciado de connotaciones positivas, y se han instalado otras palabras, tales como "inseguridad", "marginalidad", "anomia", "vacío" y definitivamente "miedo". Los docentes se quejan, los padres se quejan, los alumnos se quejan. Y el motor que no nos atrevemos a mirar de frente es esta emoción tan poderosa como paralizante: el miedo.
No tengo idea de por dónde se empieza o cómo se hace, pero hay que ir por partes, porque, como decía Descartes, “Todo lo complejo puede dividirse en partes simples”. Hay que mirar al monstruo bien a los ojos, ya que, como decía Lloyd Alexander, "Una vez que tienes el valor de mirar al mal cara a cara, de verlo por lo que realmente es y de darle su verdadero nombre, carece de poder sobre ti y puedes destruirlo". Y hay que dar el primer paso, tal como decía Martin Luther King, quien como tantos de nosotros, tenía un sueño, entonces "Debes dar el primer paso con fe. No necesitas ver toda la escalera, tan sólo debes dar el primer paso." Ojalá lo demos. Ojalá tengamos el coraje de traer el cambio. Tal vez deberíamos escucharnos más. Escuchemos:
A boca de jarro