sábado, 23 de julio de 2011

Más psicología pura y sentido común para pensar juntos

  
  Sigo con el tema que abordé antes de celebrar La Amistad, y apelo a la amistad que nos une a través de este espacio en el que intento pensar mi realidad con ustedes, para sobrellevar la coyuntura, porque resulta terapéutico. Sigo lidiando con esta cuestión que no quiero, ni puedo, ni soy yo quien debo "etiquetar" de mi hija menor, que después de un buen comienzo de año escolar con una maestra cariñosa y comprensiva de los tiempos y las potencialidades de cada chico en su aula, y quien se ausentó por problemas de salud (y hacemos votos para que se restablezca en salud y presencia frente al aula por el bien de todos), está ahora con dificultades y temores que se expresan en un síntoma que nos afecta a todos los miembros de su familia: miedo e inseguridad que se despierta al momento de ir a dormir. A pesar de estar de vacaciones de invierno, mi hija, que juega, anda en bici, va a la plaza, a pasear, socializa, ríe, dibuja, crea, canta, baila, habla hasta por los codos con una riqueza lexical sorprendente, lee y disfruta de sus cosas de niña de ocho años durante el día, expresa miedo e inseguridad a la hora de irse a dormir, duerme mal ella y nos hace dormir mal a nosotros, y se despierta como si nada hubiera pasado por la noche. Yo indago, angustiada, y me encuentro con respuestas muy atinadas desde su óptica de niña, con respecto a las cuales, hago lo mejor que puedo: apoyo, empatizo y trato de desdramatizar. Pero entiendo que la escuela, ese mundo al que se enfrenta cada día durante su jornada escolar simple (por elección muy pensada nuestra, y habiendo ya hecho un cambio de otra escuela de jornada completa y una carencia de criterios pedagógicos alarmante), es un mundo en donde no estamos ni estaremos  nosotros cuando retome las actividades en una semana, para apoyar, más que desde casa, y en donde se encuentra con adultos que muchas veces no valoran la unicidad, las capacidades múltiples de los escolares, donde pesa más lo escrito que lo verbal, lo racional que lo artístico... 


Sir Ken Robinson:"La inteligencia humana es más rica y dinámica de lo que hemos sido inducidos a creer por la educación académica formal".
                                         

  La escuela sigue siendo un mundo donde, como escribe Liliana Karina Bitancurt en su artículo en "Actualidad Psicológica" de mayo del 2011, "Dificultades en la escuela", en el artículo cuyo título le da nombre a ese riquísimo ejemplar de la publicación, dice:

 "Tradicionalmente, se consideraba que el fracaso escolar era atribuible a factores sociales extraescolares, tales como las clases sociales o las diferencias entre el capital cultural del niño y su entorno familiar y el resto de la sociedad, o bien a factores individuales, propios del educando, tales como su maduración, coeficiente intelectual o trastornos físicos (...) 
Desde un principio, el fracaso escolar fue considerado como un déficit personal del sujeto; si el niño no aprendía, era responsabilidad de él (...) la mirada estaba puesta en aquello que el niño no podía, y, por lo tanto, no lograba. (...)
En la actualidad, la mayoría de los especialistas piensa que el eje del problema gira alrededor de la escuela y el miedo sociocultural que lo rodea. (...)
El Pedagogo Víctor García Hoz (1911-1998) decía: "calificar con el mismo nivel a todos los niños es una injusticia. El fracaso escolar nace de convertir los exámenes en sanción social y no en acción pedagógica"."

                                          
  Otra vez el lúcido aporte de la psicología especializada en el tema respalda y confirma lo que dice mi sentido común: ¿pero cómo hago yo para que lo entiendan las maestras de mi hija? ¿Qué hago yo para que mi hija, que afortunadamente está lejos de ser un "fracaso escolar", gracias a nuestro apoyo más que a sus experiencias escolares hasta el momento, no se sienta "un fracaso" ante la mirada que siempre ve "lo que falta" y no lo que está, calificando a través de exámenes que generan miedo por su condición de evaluación finalista y no  continua, y que se emplean, sin dudas, como sanción y juicio social? ¿Cómo hago?


                         

  Además, y muy a mi pesar, o no tanto, está, de acuerdo a esta especialista, "la madre", y de acuerdo a otros, "el fantasma de la madre" (que no se a ciencia cierta qué denota en la jerga psicoanalítica, pero no parece connotar nada positivo); soy una madre que para suerte y desgracia de sus hijos, es profesora, sabe de técnicas y dinámicas efectivas en el aula por estudio y por experiencia, y es  inevitablemente crítica frente a lo que se hace en la escuela de sus hijos.


                                                                  
  Cuando mi hija viene alicaída porque le dieron una evaluación de lecto-comprensión que consta de un texto relativamente largo y sin ilustraciones, seguido de diez preguntas de comprensión a responder por escrito, en forma de oraciones "completas", según insisten las maestras, en lo que es una hora de clase, es decir 40 minutos, a mí se me ponen todos los pelos de punta... ¿No se han aggiornado en esto tampoco? Comprender un texto va mucho más allá de contestar  diez preguntas que cansan la mano y aburren, por lo obvias... Hay técnicas mucho más puntuales y dinámicas, y hasta diría intelectualmente desafiantes, como el "multiple choice", el "matching" (unir partes de una premisa, por ejemplo), y no estoy diciendo nada revolucionario... Simplemente una rica discusión oral en clase de lo que el texto nos dice, nos transmite y nos puede aportar; ni hablar de una dramatización, un "roleplay" que implicaría reescribirlo para luego actuarlo en forma de guión. Pero parece que se le teme a "la clase ruidosa", aunque una clase así, en tercer grado, sería un éxito rotundo: imaginen el entusiasmo de enseñarles a estos chicos a exponer sus ideas en público en forma oral, a debatir civilizadamente, cosa difícil con los ejemplos adultos televisivos y radiales que tenemos en este país. Creo que causaría una gran conmoción, una gran placer al aprender, enseñar y hasta evaluar así, y que generaría ese "sano y productivo ruido de aula trabajando" al que los maestros parecen tenerle miedo. Entonces se elige lo malo conocido

 "Saquen una hoja, calladitos, a escribir, a entregar rapidito, y calladitos mientras yo corrijo en el aula, porque si no pongo cruces en el pizarrón, y por cada cruz se llevan una tarea..." (Dicho  y hecho por su maestro suplente...)

                                                                       
  La tarea es también una sanción disciplinaria injusta ante la imperante y desafortunada ausencia de herramientas para poner límites adecuados y necesarios, y en este caso puntual, por mala-praxis docente: ¡no se corrige en clase, "maestro"! Y así, todos perdemos...  Sentido común, ¿verdad? ¿Cómo hago? 


  La madre profesora experimentada tiene que morderse la lengua para no decirle a una nena inteligente lo que piensa de esa prueba, y darle ánimos de que tal vez otro día le den tiempo de terminarla... para que no sienta que fracasó.

                                                                   

  Ahora en vacaciones, me siento o me acuesto a la noche a leer con ella, porque a esa edad a los chicos, que siguen siendo chicos a pesar de que los adultos de hoy quieren apurar el crecimiento y les quieren hacer creer que deben ser grandes y autónomos, a los niños de verdad todavía les gusta que los adultos les leamos, y le hago preguntas, o simplemente comenta, y me deja boquiabierta.  Y yo trabajo con alumnos secundarios y universitarios que a veces tienen dificultades para entender no solamente el texto con el que se los confronta, sino simplemente para interpretar la consigna de lo que se debe hacer con él...


                                                 

  Es una nena que ayer estaba calculando en el aire lo que les costaría a ella y a su prima comprarse entre las dos unas muñecas de las que andan prendadas con sus ahorros del dinero que juntan de los dientes caídos, e hizo las cuentas en el aire Y BIEN. No puedo evitar pensar que si "las situaciones problemáticas" (ya el nombre espanta a cualquiera...), es decir las operaciones matemáticas que hay que realizar para encontrar la respuesta a una pregunta dada, tuvieran más que ver con sus intereses (comprar juguetes con sus ahorritos) en lugar de cuántos huevos entran en cada canasta, que es problema para el huevero, no para ella, que de huevos le ... importa un bledo, tal vez las resolvería más contenta, le encontraría sentido y aplicación práctica; y si encima, en lugar de darle cinco, se le acotaran a tres, o se incluyera cantidad, pero se le dieran opciones múltiples como respuesta, seguramente no cometería tantos errores. Parece que diseñaran evaluaciones para hacer fallar al alumno, en lugar de evaluaciones que muestren lo que es capaz de hacer, y con esa misma saña se las corrige. Una pena: ¿cómo hago? ¿Cómo hacemos, porque su papá también está preocupado?


                                                      
  Cambiarla otra vez de escuela no es la solución: es la escuela la que debe cambiar. Es más, le haríamos un daño aún mayor. Por ahora seguir informándonos, seguir leyendo, seguir buscando apoyo para nosotros como padres y para mi hija, a pesar de que ya cuatro  profesionales calificadas nos han dicho que no hay nada "anormal" en ella desde que comenzaron a "etiquetarla" de "lenta", "insegura" y "demasiado reflexiva" en los colegios, lo cual no creo que tenga nada de malo: ¿por qué hay que ser "rápido", "seguro" o "poco reflexivo" para que te apruebe tu maestra?; seguir lidiando con "el fantasma mateno" que lucho por doblegar, aunque no creo ser una madre fantasmagórica, sino cariñosa, alentadora y presente; y seguir mordiéndonos la lengua, yo profesora, mi esposo profesor y directivo docente, para no descalificar lo que sucede en el colegio, tratando de que me hija no dependa de la valoración de su docente de turno para construir su autoestima, sobre la cual se basa no sólo su éxito escolar, sino su éxito existencial, su felicidad, que es lo que realmente me desvela a mí y a su papá también. 

  Y escribo en verde, porque a pesar y más allá de todo, tengo esperanzas de que esto algún día cambie  por el bien de todos.

  Y para finalizar, comparto este video que me pasó una bloggera psicóloga, seguidora fiel y amiga, Lorena, que me puso la piel de gallina por las resonancias que tiene sobre mi alma, y que me siento obligada moralmente a difundir por el bien de mis hijos, de mis alumnos y de toda una generación que depende de nuestra mirada y nuestra acción positiva para alcanzar el verdadero éxito de vivir en libertad, respeto por sus potencialidades y talentos, y plenitud.
                            
                          Etiquetas psiquiátricas de trastornos inventados.

   
A boca de jarro

miércoles, 20 de julio de 2011

La Amistad

Pablo Picasso, "La Amistad"
                           
  Tengo pocos y buenos amigos. Se me hace difícil mantener amistades asiduas siendo adulta,  tendiendo a priorizar familia y trabajo, y siempre parece que los tiempos no dan para ese cafecito, esa rueda de mate, esa picadita que nos convoca e invita a la charla, que es lo que como adulta más valoro de la amistad. Fue más fácil en otras etapas de la vida, cuando no había hijos que ocupaban el centro de mi universo...
                 

  Pero los amigos están, de un modo u otro. Los amigos se filtran, se hacen presentes y cercanos a pesar de la distancia y la escasez de tiempo que se nos impone, no como elección de vida, sino por necesidad vital, aunque a menudo esta necesidad atenta contra nuestra vitalidad. Y son una gran necesidad vital aunque sea de modos diversos y acotados.


  Está mi amiga Ale, una amiga que me hice de adulta, una gran amiga, siempre presente a través de mails trasnochados, compartiendo cansancio, frustraciones laborales y de toda índole, y festejando logros ganados a todo pulmón. Una excelente amiga con la que sintonizamos en nuestra postura frente a la vida, con quien las diferencias nos aúnan y nos hacen más cercanas en tanto empatizamos  y nos entendemos más allá de ellas, una amiga que apoya, que dice cosas inteligentes y sensibles "a boca de jarro". Una amiga con la que puedo pasar de reír a carcajadas a llorar de emoción o de amargura sin vergüenza... Está Ale: ¡qué bueno! Siempre pienso que cuando nos jubilemos, tendremos tiempo para hacer cosas lindas juntas: estudiar algún idioma que no sea inglés, porque le enseñé inglés por un tiempo y de ahí surgió nuestra amistad, o ir a pasear, de shopping, si la jubilación nos alcanza, o qué se yo...

                                                
   Están Vale y Dani, también alumnas devenidas amigas, que apoyan y siguen, que aportan desde su juventud y su inteligencia, con quien siempre está pendiente el cafecito, y puedo abrir el corazón... ¡Qué bueno, Vale y Dani!

                                                               
   Están mis amigos de hace mucho, que ligué de rebote a través de mi esposo: Leo y Pablo, que ya no califican como amigos: son de la familia, y estuvieron presentes en momentos clave de nuestra vida familiar. Conocemos nuestras biografías, con sus momentos de felicidad y plenitud, y con los otros. Sin ellos seguramente no seríamos la familia que hoy somos. Y nos juntamos cuando podemos. ¡Qué bueno, Leo y Pablo! 

                                                                
   Está la bella Bea, una colega y compañera de trabajo ocasional y amorosa, con quien hicimos click desde el momento en que nos conocimos. Bella Bea, pasando por un momento feo, y yo apoyando desde donde puedo, como puedo. Bea sabia, que me da consejos "a boca de jarro", como a mí me gusta, sobre cómo moverme en el mundo del trabajo con mi inocencia a cuestas y cierta falencia a la hora de poner límites necesarios... ¡Qué bueno, Bea!
   Y está Mariana, que cantó "pri" cuando le conté que tomaba este rumbo blogger, y me felicitó, se copó con las historias de las clases de flauta de mi hija, e hizo correr la bola. ¡Qué bueno Mariana!

                                 
  Están mis amigas bloggers que sigo hace años, primero como lectora anónima, después comentando en sus blogs,  que tanto me enseñaron y enseñan, y que ahora están como amigas unidas en esta hermandad que genera el fenómeno fenomenal del blog: María Guadalupe Buttera y Ximena Ianantuoni. 

 María es una amiga del alma y maestra en mi camino de crecimiento personal en lo espiritual (¿hay otro?). Se brindó a mí desde que le envié mi primer tímido mail felicitándola por el efecto que su libro "El secreto de aceptar" había tenido en mi vida. Y me aceptó como amiga sin más. Estoy esperando que llegue el día en el que finalmente pueda hacerme una escapada a Santa Fe y la conozca cara a cara, porque ya la conozco de muchas otras formas bien íntimas. María me ha regalado regalos invaluables en forma de escritos, reflexiones, citas, videos ... perlas en el baúl de mis tesoros. Están todas guardadas en una carpeta que se titula "My Spiritual Stuff" (Mi material espiritual) entre mis documentos. María ha rezado por mí, y yo por ella y por lo que ella me pidió. Admiro a María. La quiero. 

María Guadalupe Buttera.

                                                             
  Y con Ximena siempre "Vamos Viendo", siempre la leo y la comento, hace años ya, le he enviado mails que me ha contestado en donde le abrí mi corazón, y no precisamente el lado más luminoso de mi corazón, y lo entendió. Me invitó a una de sus charlas de Crianza, y conocí personalmente al ser lleno de luz que irradia desde su blog, a esa mamá tierna y honesta para consigo misma, para con sus hijos y para con todos. ¡Qué bueno, Xime!


Ximena Ianantuoni. 


                                    
  Con estas dos amigas de blogs que sigo hace rato enlacé unas cuantas veces. ¡Cómo me gusta entender la amistad como un enlazar, un entramar, un aportar y lograr un precioso patchwork enriquecido por los aportes de individualidades unidas y en sintonía que no pierden su unicidad! ¡Qué bueno la amistad que se genera a través del fenómeno fenomenal del blog!


                                                  
  Están ahora todos esos amigos que he ido ganando este año a partir del blog o de mis cartas publicadas en LNR: Xavier Busto, Dora e Isaac, Vanina, Lorena, Facundo, Moni, Tatuagem, las bloggeras chilenas, en especial, La Mujer Mutante... ¡Qué buenas estas amistades fenomenales gracias al fenómeno fenomenal del blog!


                                                        
   Están las amigas que se habían perdido con el paso del tiempo por esas cosas de la vida, y que logré reencontrar gracias a Facebook, sobre el cuál debo escribir otra entrada, repensándolo ya, aunque no tranzando del todo con él.... Pero eso otro día.


                            
   Está Gaby, mi amiga perdida por mí de la niñez y la adolescencia, amiga entrañable que logra encontrar y brindarme las piezas perdidas del rompecabezas de esa era que no encontraba,  y las pone en su debido lugar, la mejor amiga que supe tener, y con quien, gracias a Facebook, hice contacto y nos reencontramos. Nos debemos más reencuentros, pero no es fácil. ¡Qué bueno, Gaby!

                                    
   Y está Sandra, compañera de un tramo del profesorado y amiga de parrandas, de noches de boliche en las que soñábamos encontrar al Príncipe Azul o de cualquier color... que nos tardó en llegar. Hace pocos día que me redescubrió casualmente, y nos debemos un cafecito cuando vuelva de sus vacaciones en la nieve.


                                    
  Está mi famlia, que no encaja en la categoría de "amigos", y sin embargo existe también el lazo de la amistad.  ¡Qué bueno la familia amiga!

                                 
                                   
  Y estoy yo, siempre tratando de hacerme amiga de mi misma, y dando pasos firmes en ese camino, con altibajos, y siempre en marcha de constante crecimiento. 


                      ¡Qué bueno amigarme conmigo misma!

                                             

Para todos y para los que no están explicítamente nombrados e igualmente están: ¡Gracias por estar!
Hoy y siempre...


A boca de jarro.         
¡GRACIAS!

   

lunes, 18 de julio de 2011

Psicología pura, sentido común y "Canción del corazón", un poema de Cristina Banegas

Mi Mafaldita lectora...
  Mi hija menor de ocho se vino a casa una semana antes del comienzo de las tan esperadas por todos vacaciones de invierno con un libro de la biblioteca del colegio que ella y sus amigas decidieron pedir prestado. Tuvieron unas últimas semanas irregulares, con ausencias repetidas de la maestra de grado por enfermedad, y fueron pasando de mano en mano, de un maestro a una maestra, a lo largo de los días. Se fueron "las manos que guían" ... 

  No es fácil para chicos de esta edad entender que los adultos que guían su aprendizaje tienen una vida adulta más allá de ser sus maestros: son niños, no son "adultos pequeños", como diría Silvia Beatriz Zurdo una vez más. Las explicaciones que a veces les dan los adultos son pueriles hasta para ellos que son niños, y ellos aman a su "seño", la extrañan y le hicieron un montón de dibujos para cuando vuelva. Odiaron intensamente a quienes para ellos resultaban "usurpadores del trono" de SU MAESTRA. Y es evidente que sintieron un cierto grado de desamparo ante esta situación de la que nadie tiene la culpa, obviamente.


                                                                
  Yo no soy psicóloga ni lo quiero ser, pero me gusta y me interesa la psicología. Y leo bastante. Un día de esos en los que "la seño" estaba faltando y mi hija salía malhumorada y triste, para qué negarlo, lo cual coincidió con dificultades para dormir que ya había atravesado y superado, pero que reaparecieron, veo en el puesto de diarios frente a la escuela un periódico titulado "Actualidad Psicológica", y el enorme titular de tapa me pudo:


Dificultades en la escuela , mayo 2011
  Es una publicación muy seria, enriquecida con variados aportes de especialistas que evidentemente trabajan con la realidad de la escuela que yo muchas veces palpo como madre y docente, aunque ya no ejerzo en colegios por elección. Y el primer largo y riquísimo ensayo con el que me encuentro, escrito por Gisela Untoiglich, titulado "En la infancia los diagnósticos se escriben con lápiz" (páginas 1 a 5) me resulta muy reconfortante y esclarecedor. Además de tratarse de un texto muy bien escrito, enriquecido con aportes bibliográficos valiosos y cuidadosamente incorporados, Gisela demuestra tener mucha experiencia y conocimiento directo de la realidad que describe. Y me asombra la coincidencia entre su opinión calificada, respaldada y avalada por esa experiencia y por sus estudios, y los comentarios y reflexiones que a mí me salen "a boca de jarro" cuando charlo y analizo la escolaridad de mis hijos y sobrinos con mis familiares y amigos adultos en una rueda de mate o café...

 Gisela  reflexiona acerca del aumento en el índice de severidad de la patología psíquica infantil en el presente, y se pregunta "dónde se produjo el viraje" para contestarse y contestarme:

 "Es probable que las necesidades fundantes en los niños continúen siendo las mismas a lo largo de las diferentes épocas: cuidado de los aspectos biológicos (...); sostén del pequeño; (...) afecto (...); regulación de la presencia-ausencia del adulto (...); límites y prohibiciones entendidos como bordes que ayudan (...); renuncia pulsional por parte del adulto en lo que refiere a los aspectos ligados  (...) a la violencia física y/o psíquica y a la inconteninencia verbal que muchas veces se derrama sobre el niño; juego como aquella actividad por excelencia que posibilita fundar lo infantil de la infancia; aprendizaje de contenidos y valores (...); transmición de sentidos que posibiliten metabolizar los acontecimients vividos y fundamentalmente tiempo que implica durante la infancia que alguien estará en disponibilidad libidinal incondicional para ese pequeño que necesita que le otorguen su espacio-tiempo (...). Todo esto tendrá que ocurrir en un contexto de asimetría en el cual el mayor es el responsable de proporcionar y sostener todos los aspectos mencionados"
                                    (Nota: Las negritas son de Gisela Untoiglich)
                                                 

  Nada que agregar: absoluta y totalmente de acuerdo. De estos aspectos, faltan unos cuantos en la escuela, de ahí que haya dificultades. Una amiga de mi hija, según me cuenta su mamá, dice tener retortijones y dolores de panza cuando llega la hora de ir al colegio ... 
  Y tengo claro que ni mi hija ni su amiga encuadran en lo que Gisela Untoiglich diagnosticaría con tinta como una psicopatía: a penas esbozaría un diagnóstico de una ansiedad escolar incipiente causada por la ausencia de varios de estos factores estabilizantes en la vida de las nenas, y lo escribiría en lápiz, para bien de la salud mental de sus madres y padres también.



  Gisela analiza más a fondo cada uno de estos factores en lo que sigue del texto, y luego agrega algo que para mí, como mamá y educadora es crucial :

"El proceso de enseñanza-aprendizaje implica tanto la transmisión de contenidos como de valores en un entramado indisoluble. (...) ¿Podemos pensar en la excelencia de contenidos académicos por fuera de la construcción de valores? ¿Qué clase de personas podríamos promover si creyéramos que los contenidos educacionales están por fuera de los valores éticos?"


   Sin dudas, la respuesta a la  primera pregunta retórica es un rotundo "NO". Y la segunda es "MONSTRUOS". No obstante, Gisela como especialista experta en el tema, y yo como madre y educadora, sabemos que esto pasa, y que allí reside el mayor problema que debe enfrentar la escuela, para que los niños puedan enfrentar la realidad imperante que muchas veces los supera en su ser niños, para que:

" ... los niños tengan más herramientas elaborativas. (...) Cuando muchos de los elementos mencionados se hallan desarticulados nos encontramos con adultos fragilizados que no están en condiciones de amparar y contener a su progenie (...) las interveciones subjetivantes pueden cambiar el decurso de un pequeño (...) padres que abdican de su función antes de haber comenzado, (...) niños en estado de orfandad (...).
Entonces hay cada vez más niños que no se ajustan a lo esperable, cada vez más padres que necesitan un mayor sostén para la crianza de sus hijos, por lo tanto cada vez hallamos mayores niveles de fragilización. (...) ... la lógica del mercado hoy también se impone en los modos de realizar diagnósticos. (...) Parece más sencillo imponer una etiqueta diagnóstica que tomarse el tiempo para indagar acerca de sus padecimientos."


  Y corona tanta riqueza de psicología pura y sentido común con esta definición que todos necesitamos:

"¿Qué es la normalidad, qué es la anormalidad? Foucalt en su libro "Los anormales" (1999) plantea que la anormalidad es una construcción discursiva (...) atravesada por los condicionamientos políticos de una época que determina quién es normal, por ende, quién es anormal (... ) Así, el desconocido pasa a ser un conocido "anormal" (...) lo que tranquiliza a muchos adultos. (...) 
¿Si cada vez hay más niños con problemas psíquicos severos no habrá que revisar lo que estamos generando desde el mundo adulto?"

                                                                    
  Por supuesto que sí, Gisela. Podríamos cambiar tanto con tan poco... Ya lo esbocé cuando traté de analizar la masacre de Río de abril del 2011 , sin todas las herramientas de las que dispone esta maravillosa especialista, simplemente apelando al sentido común, que sigue siendo el menos común de los sentidos...

  Gisela, como yo, ve a la escuela como un lugar en el que el niño debería poder creer, debería poder sentirse "albergado, esperado y acompañado", como una institución que debería apostar todas las fichas por el potencial y el desarrollo de ese niño en lugar de boycotearlo, etiquetarlo, medicarlo, y sacarlo del juego de su propia autorrealización porque no se lo comprende ni en sus carencias, ni en sus riquezas, ni en su ser niño, ni en su necesidad de AMOR. Esa para mí es la gran cuenta pendiente de la escuela de hoy.

                                                           
  Y para sobrellevar las carencias que sintió en estas últimas semanas, mi hija trajo un libro a casa :"Cuentos para seguir creciendo" de distribuición gratuita por el Ministerio de Educación a través de Eudeba. Allí encontramos un bello poema de la maravillosa actriz y artista argentina Cristina Banegas, de su propio libro "El país de las brujas", que de algún modo resume esta larga entrada que tenía muchas ganas y poco tiempo de escribir, para compartir y difundir este hallazgo y esta gran riqueza que me brindó Gisela Ungoiglich.  Y que se lo dejo a mi hija por si algún día llega a leer lo que su mamá escribió alguna vez pensando en su felicidad:  


"Canción del corazón", por Cristina Banegas.

Corazón tan mío,
en cada latido
sólo la verdad
sabe obedecer...
Yo no soy brujita,
¡ni lo quiero ser!

Corazón tan loco
disimule un poco
y aprenda a latir,
pero no a temer...
Yo no soy brujita,
¡ni lo quiero ser!

Corazón tan mío 
nunca tiene frío,
guarda el sol aquí
y me hace crecer.
Yo no soy brujita
¡ni lo quiero ser!
                        
                   Etiquetas psiquiátricas de trastornos inventados | Spot del CCHRInt



 A boca de jarro           

Buscar este blog

A boca de jarro

A boca de jarro
Escritura terapéutica por alma en reparación.

Vasija de barro

Vasija de barro

Archivo del Blog

Archivos del blog por mes de publicación


¡Abriéndole las ventanas a la realidad!

"La verdad espera que los ojos
no estén nublados por el anhelo."

Global site tag

Powered By Blogger