sábado, 23 de julio de 2011

Más psicología pura y sentido común para pensar juntos

  
  Sigo con el tema que abordé antes de celebrar La Amistad, y apelo a la amistad que nos une a través de este espacio en el que intento pensar mi realidad con ustedes, para sobrellevar la coyuntura, porque resulta terapéutico. Sigo lidiando con esta cuestión que no quiero, ni puedo, ni soy yo quien debo "etiquetar" de mi hija menor, que después de un buen comienzo de año escolar con una maestra cariñosa y comprensiva de los tiempos y las potencialidades de cada chico en su aula, y quien se ausentó por problemas de salud (y hacemos votos para que se restablezca en salud y presencia frente al aula por el bien de todos), está ahora con dificultades y temores que se expresan en un síntoma que nos afecta a todos los miembros de su familia: miedo e inseguridad que se despierta al momento de ir a dormir. A pesar de estar de vacaciones de invierno, mi hija, que juega, anda en bici, va a la plaza, a pasear, socializa, ríe, dibuja, crea, canta, baila, habla hasta por los codos con una riqueza lexical sorprendente, lee y disfruta de sus cosas de niña de ocho años durante el día, expresa miedo e inseguridad a la hora de irse a dormir, duerme mal ella y nos hace dormir mal a nosotros, y se despierta como si nada hubiera pasado por la noche. Yo indago, angustiada, y me encuentro con respuestas muy atinadas desde su óptica de niña, con respecto a las cuales, hago lo mejor que puedo: apoyo, empatizo y trato de desdramatizar. Pero entiendo que la escuela, ese mundo al que se enfrenta cada día durante su jornada escolar simple (por elección muy pensada nuestra, y habiendo ya hecho un cambio de otra escuela de jornada completa y una carencia de criterios pedagógicos alarmante), es un mundo en donde no estamos ni estaremos  nosotros cuando retome las actividades en una semana, para apoyar, más que desde casa, y en donde se encuentra con adultos que muchas veces no valoran la unicidad, las capacidades múltiples de los escolares, donde pesa más lo escrito que lo verbal, lo racional que lo artístico... 


Sir Ken Robinson:"La inteligencia humana es más rica y dinámica de lo que hemos sido inducidos a creer por la educación académica formal".
                                         

  La escuela sigue siendo un mundo donde, como escribe Liliana Karina Bitancurt en su artículo en "Actualidad Psicológica" de mayo del 2011, "Dificultades en la escuela", en el artículo cuyo título le da nombre a ese riquísimo ejemplar de la publicación, dice:

 "Tradicionalmente, se consideraba que el fracaso escolar era atribuible a factores sociales extraescolares, tales como las clases sociales o las diferencias entre el capital cultural del niño y su entorno familiar y el resto de la sociedad, o bien a factores individuales, propios del educando, tales como su maduración, coeficiente intelectual o trastornos físicos (...) 
Desde un principio, el fracaso escolar fue considerado como un déficit personal del sujeto; si el niño no aprendía, era responsabilidad de él (...) la mirada estaba puesta en aquello que el niño no podía, y, por lo tanto, no lograba. (...)
En la actualidad, la mayoría de los especialistas piensa que el eje del problema gira alrededor de la escuela y el miedo sociocultural que lo rodea. (...)
El Pedagogo Víctor García Hoz (1911-1998) decía: "calificar con el mismo nivel a todos los niños es una injusticia. El fracaso escolar nace de convertir los exámenes en sanción social y no en acción pedagógica"."

                                          
  Otra vez el lúcido aporte de la psicología especializada en el tema respalda y confirma lo que dice mi sentido común: ¿pero cómo hago yo para que lo entiendan las maestras de mi hija? ¿Qué hago yo para que mi hija, que afortunadamente está lejos de ser un "fracaso escolar", gracias a nuestro apoyo más que a sus experiencias escolares hasta el momento, no se sienta "un fracaso" ante la mirada que siempre ve "lo que falta" y no lo que está, calificando a través de exámenes que generan miedo por su condición de evaluación finalista y no  continua, y que se emplean, sin dudas, como sanción y juicio social? ¿Cómo hago?


                         

  Además, y muy a mi pesar, o no tanto, está, de acuerdo a esta especialista, "la madre", y de acuerdo a otros, "el fantasma de la madre" (que no se a ciencia cierta qué denota en la jerga psicoanalítica, pero no parece connotar nada positivo); soy una madre que para suerte y desgracia de sus hijos, es profesora, sabe de técnicas y dinámicas efectivas en el aula por estudio y por experiencia, y es  inevitablemente crítica frente a lo que se hace en la escuela de sus hijos.


                                                                  
  Cuando mi hija viene alicaída porque le dieron una evaluación de lecto-comprensión que consta de un texto relativamente largo y sin ilustraciones, seguido de diez preguntas de comprensión a responder por escrito, en forma de oraciones "completas", según insisten las maestras, en lo que es una hora de clase, es decir 40 minutos, a mí se me ponen todos los pelos de punta... ¿No se han aggiornado en esto tampoco? Comprender un texto va mucho más allá de contestar  diez preguntas que cansan la mano y aburren, por lo obvias... Hay técnicas mucho más puntuales y dinámicas, y hasta diría intelectualmente desafiantes, como el "multiple choice", el "matching" (unir partes de una premisa, por ejemplo), y no estoy diciendo nada revolucionario... Simplemente una rica discusión oral en clase de lo que el texto nos dice, nos transmite y nos puede aportar; ni hablar de una dramatización, un "roleplay" que implicaría reescribirlo para luego actuarlo en forma de guión. Pero parece que se le teme a "la clase ruidosa", aunque una clase así, en tercer grado, sería un éxito rotundo: imaginen el entusiasmo de enseñarles a estos chicos a exponer sus ideas en público en forma oral, a debatir civilizadamente, cosa difícil con los ejemplos adultos televisivos y radiales que tenemos en este país. Creo que causaría una gran conmoción, una gran placer al aprender, enseñar y hasta evaluar así, y que generaría ese "sano y productivo ruido de aula trabajando" al que los maestros parecen tenerle miedo. Entonces se elige lo malo conocido

 "Saquen una hoja, calladitos, a escribir, a entregar rapidito, y calladitos mientras yo corrijo en el aula, porque si no pongo cruces en el pizarrón, y por cada cruz se llevan una tarea..." (Dicho  y hecho por su maestro suplente...)

                                                                       
  La tarea es también una sanción disciplinaria injusta ante la imperante y desafortunada ausencia de herramientas para poner límites adecuados y necesarios, y en este caso puntual, por mala-praxis docente: ¡no se corrige en clase, "maestro"! Y así, todos perdemos...  Sentido común, ¿verdad? ¿Cómo hago? 


  La madre profesora experimentada tiene que morderse la lengua para no decirle a una nena inteligente lo que piensa de esa prueba, y darle ánimos de que tal vez otro día le den tiempo de terminarla... para que no sienta que fracasó.

                                                                   

  Ahora en vacaciones, me siento o me acuesto a la noche a leer con ella, porque a esa edad a los chicos, que siguen siendo chicos a pesar de que los adultos de hoy quieren apurar el crecimiento y les quieren hacer creer que deben ser grandes y autónomos, a los niños de verdad todavía les gusta que los adultos les leamos, y le hago preguntas, o simplemente comenta, y me deja boquiabierta.  Y yo trabajo con alumnos secundarios y universitarios que a veces tienen dificultades para entender no solamente el texto con el que se los confronta, sino simplemente para interpretar la consigna de lo que se debe hacer con él...


                                                 

  Es una nena que ayer estaba calculando en el aire lo que les costaría a ella y a su prima comprarse entre las dos unas muñecas de las que andan prendadas con sus ahorros del dinero que juntan de los dientes caídos, e hizo las cuentas en el aire Y BIEN. No puedo evitar pensar que si "las situaciones problemáticas" (ya el nombre espanta a cualquiera...), es decir las operaciones matemáticas que hay que realizar para encontrar la respuesta a una pregunta dada, tuvieran más que ver con sus intereses (comprar juguetes con sus ahorritos) en lugar de cuántos huevos entran en cada canasta, que es problema para el huevero, no para ella, que de huevos le ... importa un bledo, tal vez las resolvería más contenta, le encontraría sentido y aplicación práctica; y si encima, en lugar de darle cinco, se le acotaran a tres, o se incluyera cantidad, pero se le dieran opciones múltiples como respuesta, seguramente no cometería tantos errores. Parece que diseñaran evaluaciones para hacer fallar al alumno, en lugar de evaluaciones que muestren lo que es capaz de hacer, y con esa misma saña se las corrige. Una pena: ¿cómo hago? ¿Cómo hacemos, porque su papá también está preocupado?


                                                      
  Cambiarla otra vez de escuela no es la solución: es la escuela la que debe cambiar. Es más, le haríamos un daño aún mayor. Por ahora seguir informándonos, seguir leyendo, seguir buscando apoyo para nosotros como padres y para mi hija, a pesar de que ya cuatro  profesionales calificadas nos han dicho que no hay nada "anormal" en ella desde que comenzaron a "etiquetarla" de "lenta", "insegura" y "demasiado reflexiva" en los colegios, lo cual no creo que tenga nada de malo: ¿por qué hay que ser "rápido", "seguro" o "poco reflexivo" para que te apruebe tu maestra?; seguir lidiando con "el fantasma mateno" que lucho por doblegar, aunque no creo ser una madre fantasmagórica, sino cariñosa, alentadora y presente; y seguir mordiéndonos la lengua, yo profesora, mi esposo profesor y directivo docente, para no descalificar lo que sucede en el colegio, tratando de que me hija no dependa de la valoración de su docente de turno para construir su autoestima, sobre la cual se basa no sólo su éxito escolar, sino su éxito existencial, su felicidad, que es lo que realmente me desvela a mí y a su papá también. 

  Y escribo en verde, porque a pesar y más allá de todo, tengo esperanzas de que esto algún día cambie  por el bien de todos.

  Y para finalizar, comparto este video que me pasó una bloggera psicóloga, seguidora fiel y amiga, Lorena, que me puso la piel de gallina por las resonancias que tiene sobre mi alma, y que me siento obligada moralmente a difundir por el bien de mis hijos, de mis alumnos y de toda una generación que depende de nuestra mirada y nuestra acción positiva para alcanzar el verdadero éxito de vivir en libertad, respeto por sus potencialidades y talentos, y plenitud.
                            
                          Etiquetas psiquiátricas de trastornos inventados.

   
A boca de jarro

6 comentarios:

  1. Fer, me alegra que vos, como mamá, tengas esta claridad de pensamientos y sentimientos respecto a la experiencia de tu hija (y de todos Uds como familia), y de esta disfunción cercenante del sistema educativo actual. Es así como vas a poder apoyarla mejor, permitir que toda su potencialidad emerja aún en este contexto.

    Son tiempos de aprender y crecer conociendo por qué las cosas son como son y suceden como suceden, y los chicos son muy buenos para eso.

    Integrarlos desde un lugar de comprensión de aquello que organiza y define el contexto que los rodea, para que puedan adaptarse sin perder su singularidad, y aportando para enriquecer su realidad y hacerla más habitable. Lo que se pueda en la escuela, y lo que no en espacios artísticos o deportivos, donde lo más auténtico vaya encontrando expresión, cauce y retorno en sentimientos más plenos.

    En definitiva es el gran trabajo que tenemos todos a lo largo de nuestra vida, contínuamente, en todas las etapas y ante cada nueva circunstancia.

    El video que te compartí me pone la piel de gallina de la cabeza a los pies, me emociona y a la vez me da esperanza.

    Todos tenemos el deber de ser quienes somos, encontrando el mejor lugar de expresión para nuestras mociones mas constructivas y productivas, aquellas que si se coartan o se contradicen nos alienan, intoxican.

    Hablar, escribir, difundir en todos los espacios donde sea posible, en los cuales tengamos oportunidad de hacerlo es una forma de forjar una realidad diferente, mas inclusiva, mas sana y productiva.

    Me interesa mucho el tema. Me apasiona. Lo vamos a seguir.

    Gracias por este encuentro, el nuestro, y esta amistad tan productiva! :)

    Un abrazo muy fuerte!!!

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  2. Yo te agradezco de alma y corazón a vos, Lore, por entender siendo también una experta en el tema, por apoyar mi necesidad de desahogarme, por acompañarme en esta sensación de impotencia y transformarla en la sensación de que el cambio es posible, de que el cambio está en nuestras manos, que a veces sentimos atadas...
    No es fácil vivir durmiendo mal, te lo aseguro, sobre todo cuando no hay nada en la familia ni en la nena que lo motive. Hay momentos en que se ven fantasmas que asustan, porque uno teme por quienes más ama. Y hay que mantener la mente clara, el corazón dispuesto y fuerte y disponer de litros de paciencia y creatividad para apoyar y ayudar. Por eso, como dice T.S. Eliot, y aprendí ni bien me recibí de profesora:

    "No dejaremos de explorar
    y al final de nuestra búsqueda llegaremos a donde empezamos y conoceremos por primera vez el lugar."

    Y te agradezco el hallazgo que me permitiste hacer al compartir tan generosamente este video: DICE TANTO EN TAN POCO TIEMPO Y CON TANTA SIMPLEZA!!! Es maravilloso.
    Gracias por tantos cerezos en flor!
    Beso y abrazo grande, amiga blogger de fierro!
    Fer.

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  3. Mantener la mente clara y el corazón dispuesto para todo y contra todo!

    El aprendizaje de hacernos nuestro propio lugar en el mundo con nuestras fortalezas, incluso y más aún, las que surgen de nuestras debilidades, es el gran desafío que tenemos todos.

    Tu hija va a salir adelante desde ese lugar!.

    Me encantó esa parte donde decís "quien dijo que tenemos que ser rápidos, seguros, etc." o algo así.

    Creo fehacientemente en eso!!!

    Muchas veces detrás de "supuestas" virtudes se esconden debilidades mucho más relevantes que otras que, en definitiva, no lo son.

    Porque en definitiva todas las fortalezas en ciertos aspectos de la personalidad implican debilidades en otros, y todas las debilidades tienen el germen de las más interesantes fortalezas.

    Ying-Yang.

    Besos Fer!!!

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  4. De nuevo y más fuerte:GRACIAS,LORE!
    No sabés cuánto bien me hace escuchar tanta psicología con sentido común, tantas verdades "a boca de jarro". Y te cuento que estamos empezando a pasar mejores noches, ya que al escribir, que es pensar en voz alta, leer, compartir, escuchar, y VER lo que vos me hiciste ver, por ejemplo, uno se planta mejor frente al tema, y se anima a abordarlo con más herramientas y menos temor, porque comenzás a sentirte menos débil en las debilidades, que, como vos decís, se convierten en fortalezas.
    Me encantó lo que escribiste,cómo escribís, tu enganche visceral con este tema,tu férrea convicción, tu honestidad, tu ser una persona de bien, y tu presencia en esta parte de mi casa (porque así siento a mi blog)y en este tramo pasajero de la realidad que me toca vivir. Y me alegra contar con gente valiosa como vos para transitarlo creciendo y enriqueciéndome en esta verdadera comunión que confío seguirá dando frutos como tus bellos cerezos... ¡Qué fenómeno fenomenal el de los blogs! Gracias de verdad.
    Un abrazo fuerte y un beso grande,
    Fer.

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  5. Yo no te puedo dar mi opinión como especialista en el tema ni como mamá de nena en edad escolar, pero sí como nena que fue a la escuela y tenía (tiene!) una mamá docente. Muchas veces cuando me pongo a rememorar mi niñez (lo hago muy a menudo desde que nació mi gorda, en realidad es como estuviera reviviéndola con ella, aunque tiene una edad de la que yo no tengo recuerdos, al menos conscientes), recuerdo haber jugado, pero también me recuerdo siempre responsable y sufriendo por algo de la escuela. Tampoco dormía de noche. Mi mamá era bastante exigente, me exigía 8 como nota mínima y si me sacaba 9,50 me preguntaba: "¿En qué te equivocaste?". Cuestión que en 4to grado bajaron mis notas (a 7) y las maestras llamaron a mi mamá para hablar. La realidad era que yo sólo quería estar con mi mamá (que ese año trabajaba a la tarde y yo había pasado a ir a la mañana, nos veíamos recién a las 18) y no me importaba mucho la escuela. No pasó que me tildaran de nada, bah, sí, me tildaban de "niña 10" con algunas consecuencias para mi autoestima también. Pero tampoco dormía de noche (a los 9 años!) y recuerdo haber llamado a mi mamá las noches previas a evaluaciones y ella se acostaba conmigo y me decía que me iba a ir bien, pero después se iba. Y por esta experiencia personal te puedo decir que como nena lo que más me importaba era la aprobación de mi mamá. Y ella no me decía: "Si te va mal, no importa, está todo bien igual". No es que mi mamá sea un ogro, cuando hablo con ella de este tema (ahora yo adulta) me dice que no se daba cuenta, que creía que así me motivaba (y bueh...). Así que acompañando a tu hija como lo están haciendo con tu marido, su autoestima no se va a ver dañada. Las maestras no importan tanto como los padres. Los chicos les creen todo a los padres y las etiquetas que ellos ponen son las que no se pueden quitar (aunque hablé en tercera persona, debí haberlo hecho en primera!). Te mando un beso y suerte!

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  6. Gracias, Gi, por compartir parte de tu biografía para darme ánimo!!!
    Yo soy de esas profesoras que detestan poner notas, tomar pruebas y corregir con rojo... Creo en la evaluación continua, en el alentar, en el mirar el lado lleno del vaso. Las notas hay que ponerlas: así es el mundo... pero no hay que creer que nuestra valía pasa por un número. Intento transmitir esto a mis hijos y a mis alumnos, a los que de todas maneras tengo que calificar,pero jamás etiquetar, al menos no negativamente. Al contrario, me sale más fácil el halago. Algunos de ellos me siguen, así que pueden llegar a corroborar que no miento en esto.
    Y sí creo que sos una especialista: haber vivido tu historia y haber llegado a cuestionarla para ejercer tu rol de madre de manera diferente de como se lo hizo con vos(aunque creo que tu mamá no quiso hacerte mal, como vos pensás también), te hace toda una especialista. Es la vida pensada y aceptada la que enseña más que los libros en realidad, aunque algunos libros ayudan. El haber llegado a procesar todo eso que viviste y a encarnar tu ser madre desde otro lugar te hace una experta en la materia.Y te cuento a vos, como le conté a Lore, que va mejorando la cosa.Lo de dormir en la cama de mi hija me resulta muy familiar... Tal vez una especialista me diría que está mal: yo prefiero pensar que mientras me necesite y yo esté para darle mi calor y mi presencia, lo voy a seguir haciendo.
    Beso grande, de mamá a mamá!
    Fer.

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