martes, 13 de octubre de 2015

Truman: Somos Vida y Muerte











Todos somos eso: Vida y Muerte. 



 Vida y Muerte nos habitan. 

Son un misterio que nos excede. 




A ciertas alturas del cauce de una 
es preciso ir irrigando la otra,
ir abriendo camino para que las aguas confluyan
en armonía, 
regando la vida que continuará 
fluyendo hacia el mar de la existencia.





Solo aquellos que tienen la certeza de estar cerca de su propia muerte saben cuáles son aquellas pequeñas cosas por las que vale la pena vivir la propia vida.




Un verdadero aprendiz de su propia muerte sabe dar 
valiosas lecciones acerca de cómo vivir la propia vida.


Es posible que sea más fácil aprender a morir 
que aprender a vivir. 



Sería buenísimo que la muerte nos sorprendiera tan gratamente como me ha sorprendido el libro, el tono, el ritmo y el final de esta buenísima película que es "Truman", del director catalán Cesc Gay. Sería buenísimo que todos pudiéramos ser tan sensatos cuando nos llegue la hora del último viaje como es Julián, el personaje que interpreta, de manera soberbia, Ricardo Darín. Sería buenísimo que tuviésemos la lucidez de decidir cómo queremos vivir nuestros últimos días sin joderle la vida a nadie y que arreglásemos nosotros mismos lo que deseamos se haga con nuestros restos mortales, aun siendo incapaces de concebir esa última transformación. Sería buenísimo que todos intentáramos acompañar a nuestros amigos y seres queridos en el abordaje de la partida como lo hace el sobrio y medido Tomás, interpretado por un brillante Javier Cámara, un ser que irradia todos sus sentimientos a través de la mirada y que, desde el amor y la admiración, respeta y ennoblece la inobjetable lucha de su amigo por morir con dignidad. Sería buenísimo que en nuestra propia película vital pudiésemos hablar a bocajarro de nuestra propia muerte como propone adultamente Gay, sin dramatismo, con una pizca de humor, con honestidad y sin pasar facturas impagas a nadie, mucho menos a nosotros mismos. "Truman" es una película buenísima, una de esas rarezas cinematográficas de inusitada belleza donde lo mejor es que el perro es protagonista sin comerse la película.




Reflexiones suscitadas por la película "Truman".




“…Pudieras, renaciendo en la vejez,
ver cálida tu sangre que se enfría.”

William Shakespeare

A boca de jarro

viernes, 9 de octubre de 2015

Gota del olvido




Gota del olvido, pendiendo de un grifo, ahora que me detengo, te miro, y sos como la promesa que escatima mi destino. Te miro, te toco, te desafío. No caés sobre mi mano, quedás congelada en un grueso hilo, con tu liquidez acuosa suspendida en el vacío. ¡Pobre gota! Podrías haberme llorado un río. 

Anoche yo te soñé, y me despertaste empapada en un sudor seco y frío, queriendo gritar tu nombre en un intento enmudecido. Mi voz no acudía a mi boca, ronca desde su olvido. Venían por mi las bravas aguas del olvido, me silenciaban, me arrastraban, me ahogaban, me asfixiaban, y yo queriendo gritar tu nombre, llamarte en busca de auxilio, enrollada sobre mis playas, me destrozaba en un chorro sucio y breve que caía de ese grifo, y solo me asistían tus ensordecedores gemidos. 

Por fin me partí en la acuosa exhalación de un alarido, sentada en la cama como un náufrago mojado, encarcelado en sus harapos, confundido, sin rumbo y sin sentido. 

¡Pobre gota del olvido de ese destino que viene a mí en sueños sin que yo jamás lo haya bebido!



Cry me a river (Ella Fitzgerald) 


A boca de jarro

lunes, 5 de octubre de 2015

Sirena de las Palabras

Siren song series by Victor Nizovtsev




Como en olas Ella llega, 

en puntillas, espumada, 

a tientas, de madrugada,

cuando oteaba mi partida,

besa mi orilla, la limpia,

y de pleamar me empapa.



Me despierta, extrañada.

¿Es por mí que has venido,

es por mí, que estoy vacía, 

es por mí, que estoy varada, 

sin barca, sin luz, sin mapa,

sin mar, sin ruta, sin atlas?




¿Cómo podré yo servirte,

cómo podré conducirte,

cómo podré yo cantarte,

cómo sabré traducirte?

Yo tan solo amo las lenguas

y quiero volver a casa.



Mi alma te doy, entera,

igual la daba por muerta,

te entrego mis torpes dedos,

mis ojos y mis orejas,

te doy este par de remos

y te concedo mi Itaka.




Pero ella no me contesta,

solo me mira intrigada

y preguntándose por qué

quedé así tan marchitada,

tan seca, tan deshojada,

tan mustia, tan encallada.




Tómame entera, te ruego,

Sirena de las Palabras,

alza mis velas ahora,

aunque es de madrugada,

llévame donde tú quieras

que yo ya no pierdo nada.




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