La sincronicidad en los ecos que mis pensamientos encuentran en las voces que se expresan en la prensa escrita sigue siendo fuente de inspiración. Ojeaba en el fin de semana el libro de Laura Gutman, "La familia ilustrada", y pensaba que voces como la de esta mujer, que tanto me nutrieron durante los primeros arduos años de la crianza de mis hijos, ya no me acompañan de igual modo ahora que se están haciendo grandes. No la culpo, tal vez la adolescencia no sea parte de lo que se encasilla bajo el rótulo de "crianza". Gutman conoce como nadie los misterios del puerperio materno, y echó luz, apoyándose en Carl Jung, en el esclarecimiento que necesité en aquel momento de profunda crisis vital para mi entendimiento de lo que ella brillante y detalladamente explica como "el encuentro con la propia sombra".
Sin embargo, al leer lo que le dedica a la etapa de crianza en la adolescencia, no me siento contenida. Escasos párrafos se le dedican a este período en el que creo que los padres debemos seguir acompañando a nuestros hijos, aunque ya no con pura fusión física, upa, teta y colecho, claro. Parece que cuando nuestros hijos crecen y dejan de ser bebés, ya todo depende de lo que les hemos dado o negado en esa etapa idílica que tantos padres parecen querer eternizar. Es claro que a pesar de los berrinches, la imposibilidad de razonar y dialogar con un niño pequeño, así como todos los demandantes cuidados en los que dependen de nosotros, relacionarse con ellos tiene la gran ventaja de que nos adoran incondicionalmente. Devenidos adolescentes, la relación necesariamente se torna más ríspida, empiezan las contestaciones, los planteamientos, las críticas y la desendiosamiento de esa figura que nos tenía bien alto, en un pedestal, y nos hacía vernos perfectos al mirarnos al espejo. El hijo que comienza a darse cuenta de que somos humanos, de que estamos llenos de defectos que a veces no podemos disimular ni limar, ese hijo no se hace tan fácilmente adorable: es un desafío amar a este hijo que se extraña de sí mismo y de nosotros, y nos hace extrañar a aquel niño que hasta hace muy poco le bastaba con ir de nuestra mano a la plaza o al cine a ver el último estreno de Disney o Pixar para tocar el cielo con las manos.
De todas formas, como padres que han criado con compromiso y apego a ese ser devenido adolescente, cada vez más prematuramente y por imposición social antes que por madurez propia, uno sigue haciendo upa y dando teta de sutiles y diversas maneras a ese ser en desarrollo y con una profunda y genuina necesidad de mirada, quien además es capaz de herirnos con palabras y gestos que jamás sospechábamos podrían venir de él. He ahí el mayor desafío de la crianza y del ser padres: amar incondicionalmente a nuestros hijos en su verdadera naturaleza, que comienza a moldearse en esta etapa crítica. Y seguir intentando acompañarlos en ese despertar a su propia identidad y al mundo del afuera sin ahogarlos ni reprimir sus impulsos conquistadores, pero guiándolos para que no naufraguen en semejante empresa.
Proteger y cuidar a un hijo adolescente no es sobreprotección, aunque a veces se nos acusa de ello. Esto es lo natural, esperable y deseable. Los mamíferos superiores empujan a sus cachorros cuando todavía logran nada más que un andar tambaleante, del mismo modo en que los amamantan a libre demanda un poco antes de eso. Y por más que vistan ropas caras y de marca, anden cargados de toda la tecnología de moda, pretendan vivir en la supuesta diversión que les ofrece la nocturnidad, beban alcohol para demostrar su valía, usen tachas y piercings y se tatúen la piel, estos chicos no son más que esos cachorros tambaleantes asomando el hocico a una jungla llena de predadores al acecho. Estos hijos, que comienzan a andar el camino de la metamorfosis hacia una adultez que cada vez se impone más lejana, necesitan de nuestra mirada y nuestro acompañamiento, porque el afuera los devora, literal y metafóricamente hablando.
De todas formas, como padres que han criado con compromiso y apego a ese ser devenido adolescente, cada vez más prematuramente y por imposición social antes que por madurez propia, uno sigue haciendo upa y dando teta de sutiles y diversas maneras a ese ser en desarrollo y con una profunda y genuina necesidad de mirada, quien además es capaz de herirnos con palabras y gestos que jamás sospechábamos podrían venir de él. He ahí el mayor desafío de la crianza y del ser padres: amar incondicionalmente a nuestros hijos en su verdadera naturaleza, que comienza a moldearse en esta etapa crítica. Y seguir intentando acompañarlos en ese despertar a su propia identidad y al mundo del afuera sin ahogarlos ni reprimir sus impulsos conquistadores, pero guiándolos para que no naufraguen en semejante empresa.
Proteger y cuidar a un hijo adolescente no es sobreprotección, aunque a veces se nos acusa de ello. Esto es lo natural, esperable y deseable. Los mamíferos superiores empujan a sus cachorros cuando todavía logran nada más que un andar tambaleante, del mismo modo en que los amamantan a libre demanda un poco antes de eso. Y por más que vistan ropas caras y de marca, anden cargados de toda la tecnología de moda, pretendan vivir en la supuesta diversión que les ofrece la nocturnidad, beban alcohol para demostrar su valía, usen tachas y piercings y se tatúen la piel, estos chicos no son más que esos cachorros tambaleantes asomando el hocico a una jungla llena de predadores al acecho. Estos hijos, que comienzan a andar el camino de la metamorfosis hacia una adultez que cada vez se impone más lejana, necesitan de nuestra mirada y nuestro acompañamiento, porque el afuera los devora, literal y metafóricamente hablando.
Sergio Sinay publica ayer un impecable artículo al respecto en La Nación titulado "La sociedad que devora a sus hijos". Sinay acusa con absoluta sensatez y razón, como nos tiene acostumbrados:
"El cuidado de los chicos y los jóvenes es una cuestión moral. Para cualquier grupo humano, desde una familia hasta un país en su conjunto, la valoración y el cuidado de ellos está vinculado a la continuidad de su historia, a la trasmisión y honra de los valores de la vida y a la trascendencia."
Moral, familia, país, valores, historia, honra, vida, trascendencia: fundamentos que han sido relativizados y desdeñados, pisoteados y pseudo-superados por la posmodernidad. Y quienes pagan el pato son nuestros jóvenes, al ser descuidados y privados de mirada por padres que prefieren pensar que el trabajo ya está hecho, que basta con darles lo que piden de esta sociedad consumista donde ser es tener, y los dejan a merced de quienes hacen de ellos el target de una alarmantemente lucrativa industria, jugando lastimosamente como grandes no adultos "al gran Bonete", como Sinay ilustra. Es también lo que se espera de los padres de esta generación de jovenzuelos: que sean amigotes y compinches de sus hijos, que trancen con lo que se impone en aras de una libertad que estos chicos se beben de un trago para dejar la vida en un accidente automovilístico en el asfalto algún sábado a la noche, o en la guardia de un hospital por un coma alcohólico. Lo leemos en el diario, lo vemos en la noticias, lo constatamos en la calle, le pasa a alguien conocido o cercano, pero todo sigue igual. Nos encargamos de lamentarnos cuando ya es demasiado tarde para lágrimas, de hablar unos días del tema, de ver a quién se puede usar como chivo expiatorio, si es la sociedad que no les da proyectos, que les impide soñar, si son los padres, los docentes o los gobernantes de turno. Pero la sociedad la hacemos todos y cada uno de nosotros: somos nosotros.
"Todos culpan a todos. (...) Responsabilidad cero. Mientras tanto se siguen perdiendo vidas breves y futuros largos. (...) La sociedad argentina (una parte significativa de ella, que incluye represantantes de todas las actividades y clases sociales) malogra serialmente la vida de sus hijos. Cuando algo ocurre una vez es un hecho. Cuando sucede nuevamente es una casualidad. Si se repite como hábito es una coincidencia significativa, según las llamaba Carl Jung. Las coincidencias significativas no obedecen al azar ni a la mala suerte. Tienen significados y correlaciones concretos y profundos."
Debido a la coincidencia significativa y a sus profundas y concretas correlaciones, asumo la responsabilidad de reflexionar sobre el tema. Sinay nos convoca a pensar, a preguntarnos seriamente qué nos sucede a nosotros como adultos protagonistas de esta realidad, qué hace que nuestra mirada no se detenga ante este fenómeno que observamos y aceptamos resignados, encogiéndonos de hombros porque: "Ahora las cosas son así. Los chicos son así." Padres que permiten que sus hijos hagan el preboliche en sus propias casas, es decir, se alcoholicen bajo su propio techo con la bebida que ellos mismos les suministran, para que no tengan que ir a hacerlo a un bar o un pub, y así llegar al boliche totalmente borrachos a las tres de la mañana, hora en que comienza "la diversión". ¿Hasta cuándo vamos a seguir haciendo como que esto es normal? ¿Cuántas vidas más deberán ser devoradas para llenar los bolsillos de las industrias que se alimentan de este escarnio malogrando lo mejor nuestro? ¿Será tan alto el precio que se pague por decir simple y rotundamente que no a tanto desborde malsano y sin sentido? ¿Será tan fastidioso hacernos verdaderamente adultos, dejar de hacernos los pendejos, y ejercer el rol que nos compete como padres y modelos de roles para esta juventud desorientada de futuro incierto y pronóstico reservado?
Habrá que descender a los abismos de nuestras propias miserias y por fin enfrentarnos con nuestras propias sombras...
"No son el precio del dólar, las tramoyas internas de un poder político ensoberbecido y narcisista, las patéticas piruetas de una oposición sin brújula y sin propósito, la desorientación patológica del técnico de la selección de fútbol y sus jugadores o el último juguete tecnológico (...) los que determinarán y mostrarán el sentido y el futuro de esta sociedad y de la vida de sus integrantes."
Como decía Carl Gustav Jung, una honda coincidencia significativa vital:
"El único propósito de la vida humana es encender una luz en las tinieblas del mero existir."
"Tu visión se voleverá clara sólo cuando mires dentro de tu corazón.
Quien mira afuera, sueña. Quien mira adentro, despierta...."
Quien mira afuera, sueña. Quien mira adentro, despierta...."
A boca de jarro.
Hola Fer, qué te puedo decir? Yo tampoco entiendo por qué existe esa especie de resignación con que "las cosas ahora son así" y no entiendo que los padres no se hagan responsables por sus propios hijos. Como sabés, yo no tengo hijos adolescentes, pero observo bastante a mis primitas, a hijos de amigos de mis padres...y así como a veces me desespera, otras veces encuentro esperanza... Porque creo que todo (o la mayor parte) depende de lo que hay en casa, de la mirada (que parece que se confunde con invasión) los chicos necesitan algunos límites y autoridad (que parece que se confunde con autoritarismo), necesitan que sus padres sean sus padres...
ResponderBorrarCon respecto a Gutman, es cierto que ella no trata mucho el tema de padres de adolescentes, porque en realidad no es que escribe sobre crianza, aunque indefectiblemente está ligada a eso. Lo que a Gutman más le interesa es el tema de las biografías humanas (como ella les llama), la indagación personal, cómo constituimos nuestro personaje a partir del discurso materno, cómo lo que nadie nos cuenta sobre lo que pasó va a la sombra y en situaciones críticas (como es la maternidad y el puerperio) esto sale "a la luz". Ella concluye que la poca disponibilidad emocional que tenemos las madres se debe a nuestro desamparo primario y por eso inevitablemente habla de los bebés, de lo que los bebés esperan cuando llegan a este mundo y de lo poco que reciben comparado con esas expectativas de contacto permanente (brazos, colecho), alimento permanente (lactancia a demanda)...En fin, te cuento que hace un tiempo leí un libro que se llama "Criar sin miedo" de Miguel Espeche, es para hijos más grandes (en mi blog algo debe haber sobre el libro). Es un escritor que también tiene su columna en la Revista Sophia (que suelo leer), donde también ahora escribe Sinay, ya que te gusta este autor...(en Sophia online: http://www.sophiaonline.com.ar/)
Bueno, te mando besos!!!! Animo Fer, mamá de pre-adolescente!
Gracias, querida Gi!
ResponderBorrarSí, entiendo lo que me decís de Gutman, y sigo pensando que su aporte es valiosísimo. Leí el libro de Espeche que citás, pero sigo pensando que el miedo no es zonzo, como diría mi abuela. Aquí hace falta un profundo cambio social, que es lo que induce a pensar Sinay.
Sería bueno que en lugar de echar al miedo lo usáramos como motor de cambio, como una alerta, como hacen los mamíferos superiores también. Es una emoción que tiene mala prensa, pero en la mayoría de los casos me parece que es una respuesta natural al medio en el que vivimos y elegimos no cambiar.
Desde ya hay muchos jóvenes que no entran en esto, que estudian y trabajan ejemplarmente, y se divierten sanamente. Y acuerdo en que lo que se da en casa es fundamental para lograr que no caigan en lo que propone el afuera como el ideal de juventud. Pero sigo pensando que como sociedad toda deberíamos hacer cosas para ofrecerles algo mejor a nuestros jóvenes. Hay grupos de padres organizados para trabajar por una forma de diversión más sana, sin caer en el alcohol y las drogas. Deberíamos ser muchos más los que nos involucráramos en este tipo de movimientos, y sobre todo recibir apoyo de los poderosos, que sí pueden y deben cambiar nuestra realidad para mejor.
Besos para vos también!
Que excelente reflexion Fer. A veces pareciera que la crianza termina en los primeros años no? Sin embargo sigue...y la etapa de la adolescencia no debe ser nada facil de llevar... Me encanto leerte. Gracias!
ResponderBorrarGracias, Bren!
ResponderBorrarAsí es: la crianza continúa por largo tiempo, cada vez más largo en estos tiempos modernos.
Espero que vuelvas cuando gustes: sos muy bienvenida!
Un beso!
Fer, me encantó esta entrada que invita a la reflexión, y es que la etapa de la adolescencia es una etapa muy dificil para los hijos, al igual que para los padres, porque hay que entenderlos, pero todos lo hemos pasado, y hay que intentar ponernos en su lugar, ponerse cerca de ellos, y no alejarlos, no protegerlos como cuando eran niños, pero sí que tenemos la responsabilidad de estar a su lado en los momentos que nos necesiten, y sobre todo, darlos siempre ese cariño y ese amor que tanto necesitan a cualquier edad.
ResponderBorrarUn beso, amiga mía.
¡Gracias, María!
ResponderBorrarYa lo creo: es bien difícil y complejo, sobre todo el equilibrio que se requiere para intervenir dejándoles ser, permitiémdoles explorar pero sin que se lastimen o lleguen a extremos de los que no hay retorno. Mesura es lo que nos está haciendo falta por aquí, querida María.
¡Sinay es un lúcido pensador argentino que vale la pena leer!
¡Te agradezco el aporte y te mando un beso grande: me honra que me consideres una amiga!
Yo también estoy feliz de contarte entre las amistades que he cosechado a lo largo de este año, que aún no se ha cumplido, escribiendo lo que siento "a boca de jarro" sobre la realidad que me toca vivir.
Fer reflexiono tanto al respecto! Aborrezco la paternidad y maternidad ejercida en forma irresponsable Hay quienes piensan ok ya camina solo que no use mas cocha, ok ya va al secundario que viaje solo en bus, ok si va solo al baño que ya no me pida ayuda para tirar la cadena. Pequeños ejemplos de "vivezas" de la dificil epoca en que vivimos
ResponderBorrarSin duda s elso quiere hacer madurar a toda maquina a los niños y convertirlos en "grandes" Mi hijo de 2 años trae en su ciuadernio una invitacion a un pijama party!!! Pijama party??? noooo de ninguna manera Aun se levanta y se pas aa mi cama y eso esta bien!! no el pijama party!
una niña de 14 años nunca fue a un baile y eso esta bien!!!! y si juega con muñecas que????
Los tupimos con informacion super rapido para que tengan cuidado! cuidado d enoq uedar embarazada cuidado de no drogarse cuidado cuidado!!!! Y si mejor los guiamos? y si mejor los criamos? y si les intentamos ayudar con esa personalidad que se esta formando ?
Aca hay una campaña que el eslogan dice: "Ningun pibe nace chorro" Cuanta verdad! ninguno nace depresivo, ni drogadicto ni abusivo ni agresivo ni nada! Entonces sospecho que lso padres debemos velar por el bienestar de nuestros hijos siempreee hasta el dia en que dejamos este mundo
Y ahi nuestra mayor riqueza sera decir "me voy confiado de que deje una desendencia integra"
Bueno escribi el comment en mil pedazo con100 nterrupciones pero confio en que lo escensial quedo!
Gracias Fer!
Hola, Ana!
ResponderBorrarEstamos en la misma sintonía, Ana:¿quién inventó las pijama parties para niños de dos o tres o cuatro o cinco...? ¿Quién duerme? ¡Quié se divierte? Ya empezamos con la nocturnidad como sinónimo de dievrsión desde tempranito...
Permítaseme decirlo a boca de jarro: ¡tanta boludez, Ana, y tanto daño interfiriendo con sus infancias desde la pobre óptica de lo que el adulto piensa que es "divertido"!
Desde ya queda lo esencial,
que es todo lo dicho.
Te lo agradezco!!!
Beso grandote!
Los "problemas" por llamarlo de algun modo, van creciendo conforme crecen nuestros hijos, verdad?
ResponderBorrarEs triste que los adolscentes se sientan tan solos, muchas veces con razón. Me parece que hay mucho chico descuidado, desde chiquito y por supeuesto esto no cambia l ahcerse mas grande.
Ayer justamente hablaba con mimardio sobre un amgo de él (de 31 años hoy) a quien el padre tiene las 24hs bajo su cuidado para evitar que consuma drogas. Yo conozco a este chico hace 11 años, en ese momento ya consumia. SU hermano mayor acaba de salir de rehabilitacion. Y sus padres se dieron cuenta de que él necesitaba ayuda hace dos meses, porque otro de sus amigos se sentó a hablar con ellos. Pueden ser tan ciegos? habiendo vivido la historia con el mayor...tener los ojos tan cerrados por tantos años con el menos? Claro que siempre hace falta de la mirada de los padres!
Hola Fer! me encantó este post. Una reflexión fuerte, contundente, comprometida, valiente y amorosa, como suelen ser las tuyas.
ResponderBorrarComparto totalmente TODO lo que decís... me preocupa lo que estamos haciendo y no estamos haciendo como sociedad, como adultos, para acompañar la tan estructurante etapa de la adolescencia.
Me preocupa algo que compartía el otro día en mi facebook: "Está diluida la función paterna en nuestra sociedad, y eso es muy grave..."
La función paterna es la del orden, la de los limites, la de hacerse responsable por la propia existencia y por los propios deseos... la de no hologramarse con los deseos de los padres...
Los hijos que ya hemos devenido en adultos, sabemos hoy que lo que más valoramos de nuestros padres, fueron todos los NO a tiempo, todos los valores que nos han impartido durante la crianza, y que eso es lo que llega darnos las herramientas necesarias para luchar con tenacidad desde el amor y la consideración hacia uno mismo y hacia los demás.
Estamos formando espíritus sumamente débiles, con miedo a la angustia, con baja tolerancia a la frustración, sin perseverancia, sin sentido del cuidado... personalidades border, psicopáticas, depresivas... es triste pero es así... cuando vamos a poner-nos un limite y terminar con todo esto???
Gracias por compartir tus inquietudes, y generar conciencia.
Beso enorme!!!
Gracias, Mica!
ResponderBorrarLlamemos a las cosas por su nombre: son problemas.
Sinay tiene un libro que ya leí hace tiempo: "La sociedad de los hijos huérfanos", y allí describ magistralmente esa falta de mirada, esa ceguera del ciego que no quiere ver a la que vos te referís con un ejemplo cercano.
Gracias por el testimonio y el aporta que suma!
Y gracias, Lore!
Como siempre con las palabras precisas, con toda esa lucidez: ¡cuánta capacidad de decir lo justo y certero y hacerme siempre sentir en absoluta sintonía!
Sin dudas, la pregunta es:¿cuándo?
Te quiero de amiga en Facebook!
Voy a ver si te encuentro. Además, Maxi formó un grupo genial y voy a proponerle de incluirte allí, si te interesa, si es que no lo ha hecho él ya.
Un beso grande!
Hola
ResponderBorrarhace poco que paso por aca a leerte. Me gusto tu reflexion, lei la nota de la nacion y coincido. Creo que todos las difusiones de este tipo suman.
Te invito a que pases por mi espacio http://desdece.blogspot.com
Saludos!
c
Hola, Cecilia: bienvenida!
ResponderBorrarYa me sumé a tu espacio, tan cálido y maternal.
Prometo hacerme un tiempito para leer y comentar con todo gusto, ya que como verás, los hijos y la crianza, la maternidad y la paternidad son temas importantísimos para mí, y creo que para la sociedad toda.
Un saludo, y sigamos sumando el granito de arena que se pueda desde nuestros espacios difundiendo las voces claras y fuertes de gente como Sinay, unidas a nuestras voces, porque todas las voces suman.
Gracias por pasar y aportar!