miércoles, 30 de noviembre de 2011

Flotando en tiempos líquidos

Zygmunt Bauman
  
 Estoy sumergida en un libro verdaderamente poco asequible para el lego: Modernidad Líquida, de Zygmunt Bauman. Es un libro escrito por un lúcido sociólogo de 86 años, nacido en una humilde familia judía en Polonia, con la que escapó de Hitler en el último tren a la Rusia de Stalin, para pasar a luchar por los rojos en la Segunda Guerra Mundial. Al finalizar la guerra, Bauman siguió vinculado al comunismo trabajando como espía. Desencantado por lo que descubrió de la práctica comunista, regresó a su Polonia natal, a trabajar como profesor de filosofía y sociología en la Universidad de Varsovia, pero sus diferencias ideológicas le costaron su puesto: fue purgado bajo la política antisemita desarrollada por el gobierno comunista después de los levantamientos contra el régimen que florecieron en la primavera de 1968 en media Europa. Más tarde, probaría suerte en Israel, Estados Unidos y Canadá, para finalmente fijar residencia en Inglaterra, donde aún vive y escribe. 



 Este hombre comenzó su vida de pensamiento y análisis de la realidad que le tocó protagonizar cuando yo llegué a este mundo, y es el autor del concepto de "modernidad líquida", modernidad en la que vivo y siento que floto, cual náufrago solitario. La liquidez es un término que ha incorporado para referirse a nuestra era, una era que por su condición de licuefacción de todos los principios corpóreos sobre los cuales la humanidad se apoyaba antes, fluye, se derrama, se desborda, salpica, se vierte, se filtra, gotea, inunda, rocía, chorrea, mana, exuda y se hace irrefrenable en su fluido y liviano avance hacia inciertos horizontes. Se contrapone a la idea de los tiempos modernos que él vio solidificarse en su juventud, donde parecía todo más concreto aunque para nada rosa, todo basado en la idea de norma, sistema, sociedad, Estado Benefactor, una modernidad "pesada/sólida/condensada/sistémica de la era de la teoría crítica (...) endémicamente preñada de una tendencia al totalitarismo". No en vano, Bauman apela repetidamente a las distopías visionarias de George Orwell en 1984 y de Aldous Huxley, en Un mundo feliz, como los referentes mas exhaustivos y canónicos, los inventarios más completos, aunque de naturaleza diferente, pero similares en sus pronósticos, de todos los miedos y los problemas contemporáneos que él vivió en carne propia.

     

 Bauman responsabiliza, en tiempos de "desresponsabilización", a la desregulación, la flexibilización, la liberación y la privatización de todo lo público, la "fatídica retirada" del ideal de sociedad justa, por la falta de equidad, estabilidad, previsibilidad y certezas de nuestros tiempos líquidos. Y cuando lo público cesa de existir como entidad sólida y "se encuentra colonizado por lo privado", se licua el peso de pautas tales como ciudadano, comunidad, matrimonio, familia, Estado-nación, etc. Así, la responsabilidad última de todo intento de individuación, de ser, cae fatalmente sobre los hombros del individuo, sobre "nuestra propia e irremediable soledad". Dice Bauman que "... la individualización es un destino, no una elección", y así se siente, aunque se pretende que se sienta y se piense de otro modo. Y agrega: "No existen perspectivas de "rearraigo" al final del camino tomado por individuos ya crónicamente desarraigados." El individualismo nos ha hecho parias. De su mano, se nos ha vendido la ilusión consumista de "la autocontención y la autodependencia":

"... que los hombres y mujeres no tengan a quien culpar de sus frustraciones y preocupaciones no implica, hoy más que ayer, que puedan defenderse de sus frustraciones utilizando sus electrodomésticos o que puedan escapar de sus problemas (...) Y además, si se enferman, se presupone que es porque no han sido lo suficientemente constantes y voluntariosos en su programa de salud; si no consiguen trabajo, es porque no han sabido aprender las técnicas para pasar las entrevistas con éxito, o porque les ha faltado resolución o porque son, lisa y llanamente, vagos; si se sienten inseguros respecto del horizonte de sus carreras y los atormenta su futuro, es porque no saben ganarse amigos e influencias y han fracasado en el arte de seducir e impresionar a los otros. Esto es, en todo caso, lo que se les dice en estos días y lo que han llegado a creer, de forma tal que se comportan como si de hecho fuera así. Como señala acertada y agudamente Beck, "el modo en el que uno vive se vuelve una solución biográfica a contradicciones sistémicas". Los riesgos y las contradicciones siguen siendo producidos socialmente; sólo se está cargando al individuo con la responsabilidad y la necesidad de enfrentarlos."




  

 Así es como nos volvemos consumidores compulsivos de toda ilusión de aquello que necesitamos para "ser", porque hoy "ser es tener", y tener no tiene límite. Y a medida que adquirimos más y más bienes materiales, se agudiza nuestra desdicha y nos hacemos más compulsivos y más vulnerables, ya que al adquirir algo nuevo que se impone como necesario, nos damos cuenta de que siempre hace falta algo más para "ser": comprar se convierte en "una droga indispensable", es el soma de los tiempos de líquidos. Compramos ávidos de finalmente adquirir una receta de vida que nos garantice la autorrealización, sólo para descubrir que siempre hay algo más, algo nuevo y mejor que comprar para ser más, una receta mejorada. Nos convencemos de que somos personalmente incompetentes, ya que la idea de  felicidad  que se nos vende no depende de la competencia personal. Y además, los gurúes de moda nos hacen creer esto a través de aforismos elocuentes pero peligrosamente engañosos y fatalmente banales. Siempre se nos hace creer que necesitamos esforzarnos más, que la falla está en nosotros, por no haber comprado la capacitación adecuada para ser quienes soñábamos ser y así ganarnos la vida, para seducir a los empleadores que nos ofrecerían ese trabajo al que aspirábamos, por no haber logrado alcanzar la imagen que se impone y que triunfa, y que se construye a fuerza de voluntad personal y acatamiento a un cierto programa de ejercicio físico, a una determinada dieta, o a una visión de lo que es estéticamente bello o espiritualmente deseable. Si tu realidad no está bien y no te tiene satisfecho, es porque no la estás mirando bien. La falla está en vos: necesitarás de ayuda adquirible para solucionarlo.




 Bauman no ofrece recetas de autoayuda ni hace futurología: simplemente se dedica a analizar lo que es, a rasgar el telón de la realidad para mostrarnos con crudeza y realismo el relieve poroso de nuestros tiempos líquidos. El domingo pasado se publicó una entrevista a Bauman hecha vía mail en la revista dominical del diario Clarín, Viva. Allí se le pregunta acerca del futuro de todos los movimientos de protesta, que, según su visión, expresan la indignación ante la negación de nuestra dignidad y autoestima así como la omnipresencia de nuestra ignorancia e impotencia. Dice también que hasta ahora son muestras de nuestro hartazgo ante la capacidad destructiva de nuestros tiempos, ante la concentración de la riqueza que debilita y que se ha confiado en un inexistente efecto derrame. Nos hace ver claramente que se ha socavado la solidaridad social y la responsabilidad común, pero asegura que todavía la tarea de hacer resucitar algo sólido que nos ampare a modo de salvavidas, si es que hay algo resucitable, o de encontrar una salida, depende de la tarea de construir el paradigma que viene a continuación, de la mano de líderes que todavía no están a la vista.




 Somos seres precarios, desorientados, frágiles, aislados pero sosegados por una efímera conectividad mayormente virtual, aún compartiendo la misma incertidumbre y el mismo desamparo. Se nos niega hasta la certeza del destino común. Se nos induce a temernos o a envidiarnos unos a otros.

"El proletariado se está convirtiendo, y rápido, en precariado, seguido de una porción en rápida expansión de la clase media."

 Allí pertenezco, precarizada. Ese hondo sentido de desorientación me llevó a escribir mis primeras tímidas líneas en este blog. Y sigo leyendo y escribiendo mientras siento que floto a tientas en la misma marea. Agradezco el anclaje que permiten pensadores como Bauman en medio de la imprevisibilidad que impera en mi vida de cada día así como en la de tantos.


  Hoy un dibujo especial se extiende por todo el ancho de la página inicial de Google en homenaje al gran escritor estadounidense Mark Twain por el día en que se celebra el 176º aniversario de su nacimiento. A propósito de la famosa cita de Twain, "The reports of my death have been greatly exaggerated" ("Las noticias de mi muerte son una burda exageración"), Bauman acota:

"... las noticias de la muerte de la modernidad, e incluso los rumores de su canto de cisne, son una burda exageración: la profusión de los obituarios no los hace menos prematuros."

 Señoras y señores:  hay modernidad líquida para rato...

A boca de jarro

4 comentarios:

  1. Creo que me gusta este BAUMAN, FER,

    Todas las ideas que expones, pero por lo candente de la situación en nuestro país, del moribundo movimiento de los indignados, creo que da en la diana cuando dice...

    “...Surgen porque se ha socavado la solidaridad social y la responsabilidad común, pero asegura que todavía la tarea de hacer resucitar algo sólido que nos ampare a modo de salvavidas, si es que hay algo resucitable, o de encontrar una salida, depende de la tarea de construir el paradigma que viene a continuación, de la mano de líderes que todavía no están a la vista...”

    Sin embargo difiero en una de sus ideas... no creo en absoluto, al menos en España, que la clase media esté en expansión, me temo que desgraciadamente está en proceso de desmantelación... despegó en los 70, tuvo su momento álgido en los 90 y ahora, sin duda alguna es la que más varapalo está sufriendo con la crisis crónica que se ha apoderado de esta sociedad...

    Tampoco supongas que la desorientación y la fragilidad, es consecuencia sólo de la precariedad laboral FER, lo siento si es tu caso
    ( con tu valía será por poco tiempo. La he notado y casi ni te conozco:-) Aun cuando se disfrute de seguridad laboral, te aseguro que yo sigo tan desorientada a veces, como cuando tenía 15 años y hace mucho que los pasé, te lo aseguro... todos flotamos en este vida líquida intentando mantenernos en la superficie el mayor tiempo posible y aun cuando estoy tan saturada y harta como tú, de esta modernidad líquida de la que hablas... no creo que nos quede tanto...no sé medir el tiempo, pero cada vez veo más claro que estamos viviendo el final de un ciclo, es tan obvio que a veces me asusta... algo así como ser testigos de la caída del imperio Romano... siempre lo uso como ejemplo, lo que no sabría decirte es quienes serán nuestros bárbaros:-)

    Muy denso, pero interesantísimo lo que has escrito FER

    Un beso grande y...



    Muy feliz (tarde ) aquí:-)

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  2. Muchísimas gracias, MARÍA, por tu aporte riquísimo sobre la realidad española, y por todas tus generosas apreciaciones.

    Creo que lo que quiere decir Bauman es que la clase media se esta precarizando, nos estamos convirtiendo en un "precariado", como el proletariado de antaño, rápidamente, no que crecemos. Tal vez sacado del contexto de la entrevista no ha quedado claro.

    Coincido contigo en que la clase media es una especie en extinción duramente castigada, desafortunadamente. De ahí mi desorientación y mi interés por este pensador.

    En cuanto a lo que dices de precariedad laboral, te cuento que aquí todos, quien más quien menos, tenemos una sensación de ser fácil y rápidamente prescindidles. No hay trabajo ni posición segura. A "seguro" se lo han llevado preso, querida MARÍA... De ahí que la metáfora de la liquidez me parezca tan pertinente.

    Ojalá sea como tú dices, y Bauman esté equivocado: ojalá se trate de que estamos siendo testigos del fin de una era de inequidad e indignidad. Que sean tiempos bisagra, como algunos economistas apuntan.

    Tienes razón que es bien denso esto de los tiempos líquidos. Procuraré cambiar de tema, por mi propia salud mental.

    Y gracias por tu amoroso mail, que leí hace un rato. ¡A mí también me encanta contar contigo!

    Un beso grande y feliz resto de tu día!

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  3. Llevo bastantes años reflexionando en términos próximos a los que propone Bauman. Soy consciente de nuestra inconsistencia personal, de nuestra fragilidad, de nuestro carácter prescindible, de nuestra identidad de consumidores, de la falta de pensamiento fuerte que nos lleva a una perpetua tarea continua de flexibilidad y adaptación a circunstancias que cambian cada vez con más velocidad. El ser humano vive en una planitud que le niega densidad y volumen. Nada hay en nuestro mundo que dure más allá de unos minutos, unas horas, unos días… No sé si esto es el sentido que Bauman define como modernidad líquida. Dicen que el río que pasa por cerca de mi casa en su desembocadura tiene abundantes restos de fármacos antidepresivos y ansiolíticos que eliminamos. Aguantar el ritmo frenético lleva a necesitar numerosas sustancias que nos equilibren y tranquilicen. En los años setenta u ochenta se publicó un libro paradigmático titulado El shock del futuro de Alvin Toffler. Hablaba de esto, de esta incertidumbre en que no nos reconocemos en ningún paradigma que sea estable. Que deambulamos como fantasmas, creyendo que somos sólidos, pero somos líquidos.

    Me encanta que hayas trabado relación con María. Es una de las comentaristas más sagaces que tengo en mi blog y una excelente persona, llena de buenas vibraciones.

    Besos.

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  4. ¡Gracias, Joselu!

    Comentaristas de tu talla o la de María, a quien llegué gracias a tí, son quienes hacen que me anime a publicar entradas de este calibre: poco digeribles, densas, pero crudamente ciertas.

    Además es un pensador que vale la pena divulgar, aunque hay que bajarlo un poco: a mí personalmente me cuesta seguirlo en varios tramos del libro, por su enorme erudición y el amplio espectro de los pensadores a quienes cita y de quienes a su vez se nutre.

    Leí a Toffler, recuerdo la descripción de las tres olas, y recuerdo que en mi casa paterna estaba ese libro que tú citas, y mi padre estaba maravillado con él.

    Es cierto lo que dices de la fugacidad, pero a pesar de que es lo que se impone como ritmo y forma de vida, yo me rebelo todo lo que puedo. Igual que al consumismo y al individualismo descarnados y sin sentido, y al hecho de que todo en el mundo del trabajo se mida por los resultados materiales, las ganancias, los fríos números, y no logremos encontrar un lugar en el que podamos planear quedarnos hasta jubilarnos.
    Pero se paga el precio de esa rebelión sintiéndose un paria, ya que mucha gente que conozco ni siquiera se detiene a preguntarse por qué las cosas deben ser así...

    Creo que es todo esto y la ansiedad lógica que genera la incertidumbre lo que nos lleva a hacer uso y abuso de ansiolíticos y antidepresivos, en el intento de encontrar un ritmo más equilibrado que el que se nos propone desde el afuera. De hecho yo no duermo sin ansiolíticos desde hace años. Y, como dice Bauman, no creo que sea una debilidad mía: se ha hecho bien difícil dormir tranquilos en las grandes ciudades.

    Ya he sido tocada por las buenas vibras de María, a tal punto que se me ha ocurrido lo que puedo publicar próximamente para salir de este clima tan sombrío...

    Y agradezco tus buenas vibras y lúcidos aportes también, de todo corazón.

    ¡Besos, profesor!

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