Fumo desde los diecisiete años. Empecé como tantas adolescentes para sentirme más grande, más cool, más segura de mi misma. Detrás de todo fumador hay un ser inseguro que necesita una muleta y un manojo de ansiedad que el cigarrillo incrementa aunque se crea lo contrario. El cigarrillo me acompañó durante mi carrera, me parecía que me ponía en un estado de alerta mental para estudiar largas horas diurnas y nocturnas. Luego me apoyé en él para dar mis primeros pasos en el mundo del trabajo, cuando todavía se nos permitía llenar de humo los lugares que compartíamos con nuestros colegas.
Me puse de novia y luego me casé con un tipo más sano que el Quaker que me aceptó a mí y a mi compañero sin chistar. Nunca fui de fumar más de mis cinco o seis cigarrillos por día, y comencé a hacerlo al aire libre, en el patio o la terraza de casa. Empecé a convertirme en una fumadora culposa, avergonzada y bien consciente de los daños que el cigarrillo produce. Cuando supe que estaba embarazada de mi primer hijo, guardé el paquete en uso en un rincón de un cajón y nunca más probé uno. Hasta que dejé de amamantarlo. Con la excusa de las largas horas de estar en casa viviendo al ritmo del bebé y la sensación de encierro y falta de descanso, volví a fumar.
Cuando decidí buscar mi segundo embarazo, dejé de fumar con esfuerzo bastante antes de quedar embarazada. Quería estar sana y hacer un cambio radical en mi estilo de vida, hacer ejercicio, cambiar mi dieta, bajar de peso. Y traspasada la crisis de abstinencia que manejé alejándome de los lugares de casa donde solía fumar a escondidas para que mi hijo pequeño no me viera, logré superarlo. Me mantuve sin fumar por más de un año y medio. En el segundo postparto experimenté síntomas de ansiedad más agudos que la primera vez. Acudí esta vez a una terapia en lugar de ir corriendo al quiosco a comprarme un atado, aunque la idea me rondaba. Y la psicóloga me dijo que si sentía que caminaba por las paredes, no estaba tan mal fumar dos o tres cigarrillos por día para calmar los nervios. Ahí ya no amamantaba. Muchos profesionales, tal vez fumadores ellos y sin malas intenciones, recomiendan consumir una dosis de nicotina controlada antes de forzar al paciente a transitar por la desesperante abstinencia que dejarlo totalmente conlleva. Entonces reincidí.
Creí que lo tenía controlado. Fumaba mi cuota diaria que no sobrepasaba los cinco, hasta que el año pasado, a raíz de una serie de experiencias estresantes que cualquier vida trae de tanto en tanto, se me fue de las manos. Empecé a hacerlo automáticamente, y si bien nunca perdí la cuenta de lo que fumaba, lo que parecía la mesura de los cinco diarios se duplicó. Tanto es que comenzó a controlarme él a mí que dejé de hacer cosas que antes hacía con mayor asiduidad, como ejercicio intenso, porque las energías no alcanzan.
Últimamente me hice plenamente consciente de que soy esclava de mi vicio. Siento que necesito fumar para rendir, para trabajar, para premiarme después de trabajar, para inspirarme para escribir. Pero termino el día exhausta y sé que es por el cigarrillo.
Estoy leyendo un libro escrito por dos ex-fumadoras empedernidas que llevan adelante un método exitoso y serio para ponerle fin al tabaquismo. No creo en la magia: ni el láser, ni la acupuntura, ni la auriculoterapia. Pero necesito apoyarme en un libro en este momento en el que he tomado la decisión de dejarlo porque tengo pánico de fracasar y reincidir otra vez. Según el libro, debo prepararme psicológicamente, pensar en positivo, asumir un cambio profundo que incluye una nueva identidad en la que el cigarrillo no entre, bucear en las causas y las formas de esta adicción. Debo fijar un día, el Día D, y una hora. Se aconseja hacer un pequeño ritual de despedida íntimo entre el cigarrillo y yo la noche anterior a ese día y prepararse mentalmente para lo que serán unos siete o diez días de irritabilidad, impaciencia, más ansiedad, desasosiego y quizás insomnio, con los cuales no sólo yo tendré que lidiar, sino también quienes conviven conmigo. Y tengo miedo. Quiero dejarlo, pero tengo miedo.
Sobre todo temo porque había pensado que el mejor sustituto en esos días de crisis sería un buen termo de mate disponible a toda hora a la que suelo fumar, sobre todo, por las mañanas. Y justo pasa que voy al súper y no hay yerba mate a la vista por las góndolas donde solía encontrarme con todas las marcas y clases: la que tiene cascaritas de naranja sobre todo, que es mi preferida. En los supermercados chinos de alrededor de casa la yerba se consigue, pero el paquete sale justo el doble de lo que me cuesta el atado de cigarrilllos que compro cada dos dias. Cosas que pasan en la tierra de la yerba mate...
Igualmente, esta vez quiero dejarlo y quiero hacerlo por mí. Las otras veces estaba la enorme motivación de estar sana para los hijos que llevaba adentro. Y resulta que ahora están afuera, me pescan infraganti y no me gusta para nada que me vean con un cigarrillo en el patio: no se es coherente como padre de ese modo. ¿Con qué argumentos les voy a decir que nunca lo hagan? Admito que me siento como de duelo. Estoy de duelo por la que quiero dejar de ser, aunque no sé si podré, ni sé en quién me convertiré. Pienso y pienso en cuál será el día más apropiado, en cómo voy a hacer para resistir, trato de poner la cabeza en los beneficios que se me auguran y que sé ciertos, pero no me resulta fácil.
Para quienes nunca han fumado tal vez sea imposible comprender todo esto. Esto es una enfermedad. De poco sirve que nos espanten con testimonios e imágenes de órganos o personas arruinadas por el cigarrillo: sabemos de qué se trata, y ya estamos enfermos. Eso es lo más patético. Según los expertos, la nicotina genera una adicción cinco veces más potente que algunas drogas duras, que jamás he probado y me jactaba de ello. Sin embargo, se tiende a ser más intolerante con el fumador que con cualquier otro adicto. Ahora me siento una adicta más, luchando. Los familiares y amigos me dicen que todo es cuestión de fuerza de voluntad, pero parece que sólo con eso no alcanza. Es necesario plantearse una nueva vida, un cambio profundo y eso genera sentimientos encontrados. Ver la vida sin la capa de humo gris que la cubre puede llegar a des-cubrir vastas áreas grises que necesiten oxigenarse tanto como mis propios pulmones y desintoxicarse igual que mi torrente sanguíneo.
Por ahora estoy en la etapa previa, tomando coraje, recabando testimonios de quienes lo lograron. Ya tengo una idea aproximada de cuál será el Día D, un nuevo comienzo en mi vida. Porque en definitiva, siempre se trata de volver a empezar.
Volver a empezar, de y por Alejandro Lerner.
Pasa la vida y el tiempo
no se queda quieto
llevo el silencio y el frío
con la soledad.
En que lugar anidaré
mis sueños nuevos
y quien me dará una mano
para volver a empezar.
Volver a empezar
que no termina el juego.
Volver a empezar
que no se apague el fuego.
Queda mucho por andar
y que mañana será un día
nuevo bajo el sol
volver a empezar.
Volver a empezar
volver a intentar
Se fueron los aplausos
y algunos recuerdos
y el eco de la gloria
duerme en un placard.
Yo seguiré adelante
atravesando miedos
sabe Dios que nunca es tarde
para volver a empezar
Volver a empezar
que aún no termina el juego.
Volver a empezar
que no se apague el fuego.
Queda mucho por andar
y que mañana sera un día
nuevo bajo el sol
volver a empezar.
Volver a empezar
volver a intentar.
A boca de jarro
Uh Fer, pasé por todos esos vaivenes con el cigarrillo, también con dos embarazos y lactancias de por medio. Pero mi testimonio de nada te va a servir porque yo lo dejé definitivamente de un día para otro, después de un resfrío al que le tocó ser por casualidad el puntapié inicial, y no me afectó para nada! Sólo lo eché de menos en aquellos momentos típicos de fumar, pero no por mucho tiempo. Me considero una afortunada por eso, y por haberlo dejado ni te digo! descubrí lo que era respirar y no fatigarme al caminar, por ejemplo! Ojalá lo logres sin pagar mucho precio! Vale la pena (o... porque tú lo vales! jajaa) Un beso y éxito en la cruzada pro Fer!
ResponderBorrarOjalá me pasara como a vos, Eli!!! Veremos, estoy precalentando, haciéndome a la idea, pero tengo ganas de abandonarlo de por vida.
BorrarGracias por apoyar la cruzada: viene bien el apoyo.
Un beso y muchas gracias por tu testimonio.
Mucho ánimo. Espero de corazón que lo consigas.
ResponderBorrarMuchísimas gracias. Te mando un beso grande!
BorrarYo cuando me pongo enfermo es cuando no fumo...Nunca he intentado dejarlo de manera convincente y soy fumador por gusto no por vicio, aunque llevo 38 años fumando mas de 35 cigarrillos al día...también bebo mucho agua y no creo que una cosa sea peor que la otra...es peor trabajar o conducir y mata mucha más gente, pero claro de eso nadie dice nada...No digo que sea bueno, es malo como casi todas las cosas en exceso, pero hay una campaña en contra muy encarnizada...cuando la venta de tabaco supone pingues beneficios a los estados y mucho mas los remedios antitabaco y libros de autoayuda.
ResponderBorrarbesos ...ah...eso sí, nunca fumo en casa.
El tabaco beneficia al estado con impuestos,aunque no en térmimos de salud. Los fumadores representamos una carga para el sistema de salud. Todo lo que dices suena a la autojustificación típica del fumador empedernido que tiene derecho a serlo si así lo elige, pero no sin ser consciente de los riesgos que corres y del empobrecimiento de su calidad de vida debido a lo que fuma. Creo que es verdad que la campaña contra quienes fumamos se ha hecho encarnizada. Pero son este tipo de actitudes omnipotenes y negadoras las que suelen hacer sentir al fumador como a un enemigo y sonar chocante ante quienes no fuman ni nunca lo han hecho. Como fumadora, te entiendo. Uno se busca mil argumentos para justificarse en sus excesos. Tienes derecho, es tu libertad. Pero no puedes comparar trabajar con fumar: ¡sí, vivir termina por matarte, hombre!
BorrarA lo que apunto es a recuperar mi poder de elección de cómo vivir. Y en cuanto a remedios antitabaco, no consumiré ninguno. Y libro de autoayuda, compre uno sólo, y comparado con lo que cuesta tanta basura pseudo-literaria o pseudo-espiritual que se vende por ahí, no me parece tan caro. Sobre todo porque me hace ver que soy una de muchos que lucha contra una adicción: eso debemos empezar por admitirlo. Te puede gustar fumar, pero es un vicio, y si no, haz la prueba de dejar de fumar a ver qué te sucede. Allí comprobarás que no estás tan sano como piensas. Y si no fumas en casa los 35 cigarrillos diarios que te fumas es que no estás mucho en casa. Ya empiezo a preocuparme por tí... ¿No te gustaría probar de dejar conmigo? Dicen que así puede resultar más fácil.
Agradezco tu honestidad igualmente y el hecho de que bebas mucha agua es bueno para eliminar toxinas.
Besos.
Mucho ánimo, Fer. Yo no puedo darte ningún consejo, nunca he fumado, pero sé muy bien lo que representa ese vicio. Mi padre lo tenía, encendía un cigarrillo con la colilla del anterior y fue siempre esclavo del tabaco en todas sus formas. Hasta que murió. Creo que tienes demasiados motivos para intentarlo y estoy segura de que vas a conseguirlo. Mucho ánimo y un beso grande!
ResponderBorrarGracias, Antonia. Gracias por la confianza que da fortaleza.
BorrarUn beso grande!
Muchisima suerte, ánimo, estoy segura de que el esfuerzo tendrá recompensa. Un saludo.
ResponderBorrarOjalá así sea: ¡Muchas gracias! Es una batallita de mamá esta también.
BorrarUn saludo cordial.
Hola Fer, yo no fumo, no bebo alcohol ni nada por el estilo, pero me cuesta horrores comer menos harinas y tomo mucho mate! Se que no es igual de perjudicial, pero puedo sentir empatia sobre lo complejo y duro que debe ser. Todos canalizamos por algun lado nuestras ansiedades, miedos e insatisfacciones. Solo te deseo mucha fuerza y suerte en tu dia D y posteriores. Mucha luz para esos momentos de oscuridad! Un abrazo de oso!
ResponderBorrarIntententaré hacerme adicta al mate, que no es para nada perjudicial, salvo por el precio de la yerba mate. Y evitaré las harinas, porque también pasa que se tiende a subir de peso al dejar de fumar. ¡Pero ante todo la salud!
BorrarGracias, Gi, por tu abrazo de oso y tu apoyo y empatía de siempre.
Un beso grande!
La vida es mejor sin tabaco. Uno nota sus pulmones limpios, puede subir escaleras y montañas sin angustiarse por la congestión alveolar, no tose ni tiene esas típicas flemas del fumador, no depende de esa droga psíquica y física que, sin embargo, procura algún tipo de placer subliminal.
ResponderBorrarNo lo dudes, déjalo.
Una fecha y que dicha fecha sea el comienzo de otra vida. Te sentirás orgullosa de ti misma por cada día que pase y que no hayas fumado.
Bebe mucha agua, cada vez que sientas mono, bebe agua, a litros. El agua rebaja la tensión psíquica; camina, eso te ayudará a rebajar toxinas; escribe, eso ayuda a rebajar la angustia y la tensión; júntate con otros que no fumen, evita durante un tiempo las tertulias con fumadores…
Decisión, fuerza mental, dominio de ti misma, orgullo personal, satisfacción.
Besos.
Gracias por tus consejos, sobre todo porque lo has pasado y lo has logrado. Te haré caso: mucha agua, mucha caminata y mucho orgullo por cada día hora y día ganado en la batalla.
BorrarUn beso.
Hay que coger al toro por los cuernos,como solemos decir por aquí.
ResponderBorrarÁnimo y a por todas.
Grábate a fuego aquello de:
Querer es poder.
Y ya sabemos que no siempre es cierto,pero para dejar de fumar-cosa harto difícil-hay que querer,querer, y quererlo mucho.
Venga hermosa!!!!
:)
Besos.
Me da un poco de cosa lo de coger al toro, pero conozco el dicho y sé lo que quieres decir. Gracias por tu apoyo, Marinel.
BorrarBesos!!!
Prohibido está leer este comentario con cigarrillo encendido, que lo sepas.Te puedo mandar mis mejores deseos, aunque siendo sincero no se si servirá de algo. Vale,uno desde la otra orilla del oceano me desea lo mejor ya ¿y?.
ResponderBorrarEn cierta ocasión un señor deciertaedadme comentó como dejo de fumar. Por amor y lealtad a su esposa. ¿Como? pregunté. Y me contó el sistema. Era un matrimonio que por motivos de trabajo en ocasiones no se veía en cinco o seis días o incluso una semana. Ambos idearon un plan aparentemente sencillo pero que si se piensa dos segundos es tremendamente duro y radical.
Cada noche,antes de acostarse, el marido fumador se comprometía a enviar un sms de móvil a su esposa con el siguiente texto "buenas noches cariño.24 horas más sin fumar"
Me contó que fue muy duro. La idea de no mentir a su esposa debía ser más fuerte que la adicción. Y al parecer funcionó.Un abrazo.
Por suerte, Víctor, no fumo nunca cuando escribo. De otra manera, debería alejarme de la compu por unos días y sería otra abstinencia que haría la del cigarrillo más ardua.
BorrarUn buen testimonio: todo suma. Mi marido me brinda mucho apoyo, pero no me entiende porque jamás fumó. Cree que es más fácil de lo que se me hace. Y tu apoyo desde el otro lado del charco sirve, aunque te parezca que no, y se agradece mucho.
Un abrazo!
Yo dejé de fumar cuando un día me quedé sin tabaco, era tarde y no me apetecía vestirme, salir a la calle y buscar un bar abierto. Luego de los típicos días de agonía, tampoco tan graves, lo dejé hace este mes 7 años.
ResponderBorrarCreo que no deberías darle demasiada relevancia, ni filosofar mucho sobre el tema, ni anticiparte sobre lo que vas a hacer cuando dejes de fumar. Al resaltarlo tanto, al darle tan importancia, te generas más ansiedad y más necesidad de fumar. Cuanto más grande hagas a tu enemigo, el tabaco, más difícil te resultará librarte de él. Si puedes, puedes y si no es así ya tendrás tiempo para dejarlo. Puedes empezar por reducir la dosis y ver que tal lo llevas.
¡Qué bueno que me lo pintes así! El tema es mi propia tendencia a hacerme un mundo de cada cosa: eso es lo que predomina detrás de mi adicción al tabaco. Se llama ansiedad. Si yo pudiera lograr darle a cada cosa sólo la importancia que tiene, o aún mejor, tender a minimizarla en vez de agigantar el tema para que se convierta en un problema, pues creo que sería como nacer de nuevo. Un poco de eso se trata este intento, doctor: de hacer un cambio en mi manera de enfrentar la vida. Ya reduje la dosis, y lo voy llevando. Estoy cerca del día en que comience la agonía, que espero no me resulte tan grave. Intentaré no filosofar y librarme de él lo más placenteramente posible.
Borrar¡Gracias por tu testimonio: 7 años no es poca cosa!
Un beso.
Leyendote es como si estubiera leyendo casi mi propia historia. Hoy tengo 45 años y fumo desde los 17 o así y el pasado 19 de octubre de 2011 fumando el último cigarrillo de la cajetilla, lo miré y me dije- no recuerdo cual fue el primero pero si voy a recordar el último- y hasta hoy.
ResponderBorrarEs verdad que para dejarlo hay que estar concienciado y tener voluntad, si no por muchos libros que leas... a mí me daba más ganas de fumar, cuando leía tantas veces la palabra cigarro.
He descubierto tu blog casualmente y creo que seré testigo de tu triunfo, ¡Ánimo!, un saludo desde Tenerife-Canarias-España, te dejo enlace de mi blog por si quieres conocerlo.
http://gofioconmiel.blogspot.com.es/
Tu historia me anima, Gloria. Te la agradezco. Es notable como todos los testimonios de quienes lo han logrado recuerdan el momento de corte definitivo y el tiempo transcurrido. Es un paso importante y trascendente. Y gracias por la confianza. Voy a pasar por tu blog gustosa.
Borrar¡Un cálido saludo que llegue a tu bella tierra!
Fer no fumo y nuca fumé, por suerte. Pero mi marido es un gran fumador (hasta 2 paquetes diarios en el peor de los casos) y me encantaría poder ayudarlo y no encuentro las herramientas. El marido de mi mamá falleció el mes pasasdo luego de luchar con una penosa enfermedad producto de su adicción al cigarrillo. Estar cerca de él en el último tiempo me sirvió para ver de cerca los estragos del mal hábito y descubrir lo terriblemente dificil que es para un adicto poder abandonar el cigarrrillo. El dormía con oxigeno, salía de su casa con la mochila de oxigeno a cuestas, su calidad de vida era espantosa, era incapaz de caminar una cuadra sin agotarse y, sin embargo, siguió fumando a escondidas hasta último momento, no lo podía evitar. Deseo de corazón que puedas abandonar y para siempre el cigarrillo, mucha fuerza!
ResponderBorrarbuen fin de semana, beso!
Gracias, Maru, por el testimonio. No es fácil, es cierto. Creo que te llega el momento en que te cae la ficha o no te llega, no hay mucho que se pueda hacer de afuera. Es más, a veces la insistencia de los demás es peor, por más buenas intenciones que tengan, genera más autodefensa. Pero es la calidad de vida lo que un fumador tiene que priorizar. A mí me pasó que me dí cuenta de que me controlaba el cigarrillo a mí, no yo a él, como creía que en realidad pasaba. Empecé a prestar atención a la hora en que empezaba a fumar, la cantidad, a cómo fumaba, con qué intensidad pitaba, y me calló la ficha de que tenía que intervenir, tenía que tomar las riendas "yo".
BorrarGracias por la fuerza que me mandás. Con tantos buenos augurios me siento mucho más fuerte para enfrentar el Día D.
Un beso grande y buen finde para vos también!
Soy una delas que no ha fumado nunca y sí, es verdad, me cuesta entender tanto enganche. Mucho ánimo en esa lucha. Tú puedes!!
ResponderBorrarBesos,
Gracias, Carmen, por la sinceridad y el ánimo.
BorrarBesos.
¡Cómo te entiendo, Fer...! Yo también espero "el día D, el día apropiado... lo haré, lo haré".
ResponderBorrarSeguro que lo consigues. Muchísimo ánimo, muchísima fuerza.
Tiene que venir de una decisión interna, personal, es como hacer un click. Ya te llegará el momento. ¡Gracias por animarme!
BorrarUn beso
Estimada, te felicito por el logro, pero sobre todo por la fuerza de voluntad que ha posibilitado ese importantísimo avance hacia la salud física.
ResponderBorrarSi bien yo no he dejado, inexplicablemente lo tengo controlado. Empecé a fumar con cierta continuidad ya de grande (treinta años) y mantuve un promedio de paquete diario por veinte años aprox. Concurrí dos veces a cursos para dejar de fumar, que por más que no me di ciuenta en el momento, me han ayudado. Pasé de los veinte a diz, de los diez a cinco, a ninguno y desde hace un tiempo (digamos dos años) a uno o dos por día, con ciertas desvíos ocasionales.
Un beso grande
Llevo siete meses sin fumar, y no te voy a engañar: si pudiera controlarlo así como lo hacés vos, limitándome a dos por día, volvería a encender uno ahora mismo, porque es un placer que extraño, aunque soy muy conciente del daño que me hace, sobre todo por mi personalidad ansiosa y adictiva que hace que no lo pueda manejar mesuradamente. Así que yo te felicito a vos que lográs controlarlo a él de esa manera.
BorrarUn beso y gracias siempre, James!