viernes, 17 de agosto de 2012

"La educación prohibida" y "El circo de la mariposa"



"Mientras mayor es la lucha,
más glorioso es el triunfo."



Algunos blogs amigos han subido la película "La Educación Prohibida", estrenada el 13 de agosto en 151 salas alrededor del mundo y disponible en internet, ya que no sólo se permite sino que además se alienta la copia, traducción y exhibición pública de la misma, siempre que no existan fines de lucro. La idea es que "La cultura se protege  compartiéndola". Les dejo un avance y el link a YouTube por si quieren dedicarle algo más de dos horas a su vista, que recomiendo:


Apoyo fuertementeno sólo la idea de compartir la cultura de esta manera, sino también, como propone este documental, que cuenta con la opinión calificada de más de 90 educadores, académicos, profesionales, autores, madres y padres entrevistados a lo largo y a lo ancho de 8 países de Iberoamérica, la urgente e imperiosa necesidad de repensar la escuela como la conocemos, de reflexionar juntos críticamente sobre su naturaleza anacrónica y obsoleta, empeñada en la emulación del modelo prusiano reforzado por la irrupción de las fábricas y la producción en serie, donde prima cantidad sobre calidad, velocidad de ejecución sobre proceso humanizador, que desde luego no contempla las necesidades del aprendizaje para la vida y que, por sobre todo, demuestra repetidamente que: "Su principal falencia se encuentra en un diseño que no considera la naturaleza del aprendizaje, la libertad de elección o la importancia que tienen el amor y los vínculos humanos en el desarrollo individual y colectivo."


Muchas veces he reflexionado yo misma en este espacio acerca de esta grave falencia y deuda del sistema escolar para con sus alumnos y para con sus docentes, quienes tampoco somos contenidos en nuestra afectividad ni capacitados para lidiar con las emociones propias o próximas abocados durante largas jornadas a la ardua tarea de educar. Lo he hecho siempre desde mi rol docente, desde mi perspectiva como madre de dos hijos en plena etapa escolar y como mujer pensante del siglo XXI que ha pasado por la escuela para luego des-aprender mucho de lo que allí se le enseñó. Con tristeza noto que lo mismo deberán hacer mis hijos. Me apena la dedicación y el esfuerzo que aún hoy, en la era de los avances más extraordinarios del conocimiento y la comunicación, se les deben dispensar a tantos contenidos y habilidades inútiles con los que se sigue insistiendo, siendo que el mundo ha cambiado tan radical y velozmente, designados y diseñados por personas que muchas veces son agentes totalmente ajenos al proceso educativo y a la realidad áulica. Y más aún me duele que en la escuela casi todo se reduzca a una calificación que hace que se etiquete al alumno con un concepto de sí mismo ante la mirada de los demás que resulta muy difícil de cambiar o remover por él mismo en todos los años que invierte en su paso por ella.


La nota numérica o conceptual que se le asigna a cada educando por su desempeño se convierte en lo que ese niño o adolescente, de cuyas emociones e individualidad poco se sabe y menos se contempla, cree que vale para el mundo más allá de las puertas de su casa, e inclusive, a menudo, puertas adentro, donde hasta sus propios padres toman esas calificaciones como un fiel reflejo de lo que ese ser es capaz de ser. Este es el defecto más nefasto del sistema educativo, que tiene repercusiones profundas sobre la autoestima y el destino de cada una de las almas que pasan por el colegio.


Expresiones como las que un niño logra realizar a través del arte, al cual se le otorga un mínimo espacio dentro de la currícula escolar, también se evalúan del mismo modo. Y siempre pienso en la enorme necedad de no permitir que el ser en desarrollo experimente el arte libremente, sin ningún juicio de valor mediante, para no caer en lo que los obtusos adultos sentenciaron acerca del dibujo que da comienzo y sustento al periplo de El Principito:

"Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digería un elefante...
Las personas mayores me aconsejaron que dejara a un lado los dibujos... y que me interesara un poco más en la geografía, la historia, el cálculo y la gramática." 
 Antoine de Saint-ExupéryEl Principito1943.



De este modo, con cada interpretación adulta de lo que expresa un niño desde su ser niño, desde su enorme caudal imaginativo y fantasioso intacto al que no se encauza en las tediosas y mecánicas horas de clase, se va cercenando gran parte de su esencia. Es como si al niño que ingresa entero al sistema escolar se le fueran cortando las alas, o se permitiera por falta de uso que se atrofiaran aquellos recursos innatos con los que cuenta, y finalmente los reprime, los olvida, para quizás nunca volver a conectar con ellos. Asume entonces como verdadero el juicio de la estrechez adulta que lo encasilla creyendo que lo evalúa: se asume de acuerdo a polaridades basadas en comparaciones con sus pares. Así es como están "el apto" y "el inepto", "el rápido" y "el lento", "el hábil" y "el torpe","el capaz" y "el incapaz", "el aplicado" y "el vago", para finalmente emerger del sistema como "el fracaso","el mediocre" o "el sobresaliente". Y proporcional al arraigo a estas creencias inculcadas por años será su grado de sorpresa y frustración cuando se enfrente a la vida fuera de los muros de la escuela y descubra que aquellos juicios poco importan o carecen de validez en el mundo real.

Deberá entonces recomenzar un proceso que toma toda una vida: el de aprender a descubrir quién es en verdad, qué lo hace vibrar y sentirse pleno, cuál es su misión y vocación primaria y cómo puede aprender lo que necesita para desplegarla. Seguramente esta tarea deberá llevarla a cabo mayormente en soledad, ya que en la escuela ha aprendido que los demás son competidores con quienes se lo compara y se lo mide constantemente, y esto de nada sirve a la hora de transitar el camino del autoconocimiento y la autorrealización.

Se sentirá tan frágil como la crisálida en su capullo antes de convertirse en mariposa, algo semejante a lo que ilustra "El circo de la mariposa", un cortometraje de un valor educativo diferente al que se apunta en la escuela, ya que este sí educa para la vida. El lugar: Estados Unidos de los años 30, un país en crisis tanto económica como moral, como tantos otros hoy en el mundo. El protagonista: un hombre a quien le faltan brazos y piernas, que ha renunciado a su condición de persona por asumirse como "víctima de un Dios que le ha dado la espalda", "un error de la naturaleza". El mensaje: la aceptación de nuestra condición, la lucha por la autosuperación y la alegría de por fin descubrir por nuestros propios medios que somos todos como una mariposa, únicos, singulares y efímeros, necesitados de maestros que nos eduquen en la creencia de nuestra grandeza y nuestra dignidad y nos guíen en nuestra búsqueda perenne por encontrar nuestro lugar en el mundo para darle un sentido a nuestro paso por él. También se los recomiendo y se los dejo aquí para ver y pensar en voz alta.



A boca de jarro

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. La educación no ha ofrecido alternativas superadoras, transformadoras o revolucionarias a pesar de las campañas, pseudo inversiones, innovaciones tecnológicas, etc. El hecho educativo sigue ocurriendo entre cuatro paredes y los alumnos son forzados a construir sendos muros en sus cabezas. Como dice Ken Robinson seguimos solo educando cerebros para que ansíen incursionar en el mundo académico y cerramos innumerables puertas que permitirían explorar otros territorios. No hablemos de arte, ni de actividades prácticas que sean prácticas. La escuela se encuentra maniatada y docentes y padres se limitan a criticar y padecer. Estamos lejos de una educación de calidad que se vincule con la vida real, las emociones y que pueda eludir la obligación de etiquetar a los educandos con calificaciones que impactan descarnadamente sobre su autoestima.

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    1. Padres críticos nosotros, Javier. Aunque no destructivos de un sistema que soñamos alguna vez con construir junto a otros como docentes y que vemos desmoronarse por desidia. Y además, como protagonistas de este paradigma, también maniatados como docentes. Difícil encrucijada.

      Creo que la película debería titularse: "La Educación Provida", como de hecho se sugiere al final, porque el título evoca una revolución demasiado grandilocuente que puede espantar a muchos o que podría resultar impracticable. Estimo que simplemente bastaría un pequeño cambio de enfoque, una mirada algo más abarcativa y amorosa, un abrir un poco más la puerta del aula para ir a jugar o atreverse a jugar y a jugarse en el aula, más apertura mental y afectiva y sobre todo, menos miedo y menos burocracia miedosa y cobarde. Con eso bastaría para empezar en mi opinión. Y ya sería muchísimo...

      Gracias!!!

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