"Puse rumbo al horizonte
y por nada me detuve,
ansioso por llegar
donde las olas salpican las nubes.
Y brindar en primera fila
con el sol resucitado,
sentarme en la barandilla
y ver qué hay del otro lado.
Y cuanto más voy pa' allá
más lejos queda,
cuanto más deprisa voy
más lejos se va."
y por nada me detuve,
ansioso por llegar
donde las olas salpican las nubes.
Y brindar en primera fila
con el sol resucitado,
sentarme en la barandilla
y ver qué hay del otro lado.
Y cuanto más voy pa' allá
más lejos queda,
cuanto más deprisa voy
más lejos se va."
"El horizonte", Joan Manuel Serrat.
Mis últimas entradas han sido fiel reflejo de todo el espectro de emociones negativas que afloraron al sentir que perdí la salud y con ella gran parte de lo que me identificaba con un "yo" agradable para mí misma y aceptable socialmente, sobre todo, desde lo funcional y lo estético: mi hermoso cabello largo que comenzó a debilitarse y a caerse, mis grandes ojos marrones que se secaron, se inflamaron y enrojecieron, la boca que prodigaba besos mojados y que ahora necesita de agua permanentemente, que saboreaba ricos platos que ahora producen ardor e inflamación y que hablaba y canturreaba sin parar en dos lenguas sin cansar la voz que hoy se resiente, mis articulaciones, que limpiaban, escribían, bailaban y ejercitaban sin dar queja y ahora duelen, mi piel que se bronceaba en verano y en la cual los perfumes resaltaban y ahora se reseca o erupciona como un volcán al mero contacto con la luz solar o un cosmético. Todo esto me hizo enojar y entristecer, ya que me forzó a tomar conciencia de mi finitud, llegando repentinamente a una edad en la que no esperaba algo así, a un punto de mi ciclo vital en el que habrá cambios incómodos aunque no letales que tendré que aceptar para los que la medicina no parece tener cura. Se me hizo claro que entré en un terreno que solemos temer porque aprendemos desde muy pequeños que nos hace feos, poco valiosos, invisibles o visibles a miradas que lastiman, porque incomoda, es desagradable y hasta nos hace sentir culpables de comportamientos pasados. Desde esta actitud de edadismo que llevamos impresa a fuego es desde donde también muchos afrontan la vejez misma y todo lo que ella conlleva: canas, arrugas, cambios corporales considerados antiestéticos, la supuesta falta de deseo y potencia sexual generada principalmente por lo que social e hipócritamente se espera del sexo y se toma como norma, falta de energías y vitalidad, achaques, dolor y muerte. Por eso es que hacemos e invertimos tanto tiempo y dinero en retrasarla, disimularla u ocultarla.
A pesar del desconcierto que me producen los síntomas, a mis 44 años, una historia clínica sana y sin un diagnóstico definido todavía, ha sido muy interesante comenzar a transitar este camino de enfermedad que seguramente ha llegado a mí para enseñarme alguna valiosa lección que necesito aprender, para abrirme caminos de indagación personal que conduzcan a un destino incierto pero seguramente más auténtico y más conectado con lo esencial así como a la aceptación de la realidad ineludible de que la vida es cambio permanente. Pero más interesante aún resulta ver cómo reaccionan los otros frente a ésto, quienes de un modo u otro me acompañan, desde sus propias y entendibles limitaciones, como las mías. Algunos, muy cercanos, se enfurecieron conmigo hasta los gritos, acusándome de estar generando o agrandando yo misma el escollo con mi actitud temerosa que dio paso al enojo, la ansiedad y la desesperanza por momentos y que, según ellos, es lo que más enferma, a pesar de que no se adopta por voluntad propia: es lo que sale, lo que hay. Esos gritos, con rótulos y revelaciones acerca de la imagen que proyecto en quienes los profirieron, dolieron mucho. Otros intentaron tranquilizarme haciendo comparaciones con otros seres que se enferman mucho más seriamente, razón por la cual debería yo considerar lo que a mí me pasa una nimiedad sin importancia y seguir adelante sin prestarle mayor atención. Por supuesto me conmueve ver a esa chica de no más de veinte que vive en mi calle y se pasea con su cabeza pelada por el efecto de la quimio y con su pequeña hija de la mano. Me apena profundamente descubrir, al entrar al negocio de uno de mis mejores vecinos, que el tumor que le extirparon el año pasado se ha extendido y ha tomado ganglios, y verlo desmejorado y deprimido aunque de pie y trabajando, igual que yo. Pero yo, como esa chica sin pelo y mi vecino con cáncer, vivo dentro de mis zapatos. Puedo ponerme en los zapatos del otro por un rato, puedo empatizar y compadecerme, pero no puedo dejar de conectar con lo que siento que falla en mí y que hasta hace poco funcionaba bien. Como bien lo explica mi estimado y respetado Antonio H. Martín, autor de la bitácora Cuaderno Nocturno, en uno de sus últimos textos, "A partir del caos": "De momento, sólo diré que parece que cada uno tiene su particular estilo, un modo personal de percibir y de reaccionar ante los hechos de la existencia, como una actitud natural no elegida, un lenguaje individual, y desde ahí camina y vive."
Entiendo que la actitud con la que encaramos la existencia toda, en las buenas y las malas, no se elige a voluntad de un menú disponible, y que resulta harto difícil manejarla o dominarla de acuerdo a lo que nos conviene. De otro modo, no habrían muerto cientos de miles de almas en campos de concentración y sobrevivido sólo algunos que, con su enorme entereza y sabiduría, han dejado testimonio de la actitud de vida que permite lograr superar semejante atrocidad, como Viktor Frankl, por ejemplo. Se intenta no sufrir ante el dolor y la pérdida, pero no es tarea simple. Me admira lo que llaman "la práctica del no sufrir" de la que hablan los budistas. Según dicen, Buda vino a enseñarnos que aunque el sufrimiento es parte de la condición humana, no es necesario. Esto no quiere decir que el dolor no exista –el dolor es inevitable ya que sentimos. Sin embargo, insisten en que al practicar el arte del no sufrir, se aceptan los hechos de la vida y las lecciones que nos vienen a enseñar. Si estos hechos son dolorosos, naturalmente sentiremos dolor, pero no lo intensificaremos mentalmente agravando la historia que creamos y diciéndonos: "Esto es devastador. No puedo soportar vivir así. Es demasiado para mí. Me va a arruinar". Según dicen, somos capaces de convertir el dolor en ganancia, de escribir un relato heroico de los hechos en el que el dolor sea una parte importante de nuestra curación y liberación y no una historia que nos confirme como víctimas y nos condene a un sufrimiento aún mayor. Se debería poder renunciar al sufrimiento y así dejar de aprender lecciones a través de traumas, conflictos y enfermedades para llegar a ser capaces de comenzar a aprender directamente del conocimiento en sí. Pero me temo que yo no he llegado a ese grado de iluminación o no he aprendido todavía a romper con este karma, aunque no pierdo las esperanzas.
No es mi intención regodearme en la infelicidad ni escribir sobre lo que se ha ido para no volver. No es mi intención dar lástima, dejar salir el vapor de mis malos humores o buscar que quienes me leen y comentan se vean forzados a darme ánimos y a ir perdiendo el interés de leerme porque sé que la temática no exhala positivismo ni alegría, y eso tiende a espantar hasta a los más compasivos de los seres. Por lo tanto, aquí hago un alto en el camino, me doy una pausa, me tomo las vacaciones que no me tomé de los médicos que encontré, los exámenes de laboratorio y los desvelos y pongo rumbo al horizonte. Entre tanto, me voy reincorporando, visiblimente distinta, diría desmejorada, pero es una impresión subjetiva comparada con aquella que no volveré a ser, a la rutina escolar de mis hijos y a mi trabajo, y continúo con los tratamientos paliativos y a la espera de definiciones. Todavía me quedan un par de buenos especialistas más por consultar, que por fin han regresado de sus vacaciones. Por eso éste es el verano de mi descontento, el más largo de mi vida, casi un invierno con poco sol. Me refugio en las caricias y el apoyo de mi núcleo más íntimo: mi esposo y mis hijos, mis verdaderos soles. Y cuando vuelva, tal vez haya crecido y podré dar algún otro testimonio más luminoso e interesante, algo más de una nueva "yo" que haya crecido y aprendido las lecciones necesarias del camino de la enfermedad que le ha tocado transitar, como a tantos. Me llevo una cita que publicó otro autor de blog amigo:
"Tu enfermedad refleja una desarmonía interior, en tu alma. Tu enfermedad es tu aliada, te señala que mires en tu alma, a ver qué te sucede. ¡Dale las gracias: te brinda la ocasión de hacer las paces contigo mismo!"
Cita de Ghislaine Lactot tomada de "Sánate
a tí mismo" por mj en Eternauta.
¡Que así sea!
Mi querida Fer!!!!!!!
ResponderBorrarLo primero es que te voy a echar de menos,pero sé que a tu vuelta yo voy a seguir aquí, así que no te vas a desembarazar de mi tan facilmente ahora que te he encontrado, yo no sé los demás, hablo por mi misma, pero ni me voy a espantar por que hables de tu enfermedad y lo que supone estos cambios en tu vida, ni por los sentimientos contradictorios que sientes al enfrentarte a ella, ni voy a venir corriendo si en tu próxima entrada quieres hablar de los "deseos sexuales de un hombre solitario en busca de sexo ardiente con mujeres picantonas en busca de orgasmos mágicos", jajajaja!!!.
Cada uno siente su propio dolor, a cada uno le duele lo suyo,suelen decir. El sufrimiento de uno, no es igual al de otro, no se puede poner en su pellejo, es perfectamente normal sentir así.
Hay personas que en cuánto le dicen " a mi es que me duele mucho la espalda" por ejemplo, enseguida contraatacan diciendo que a ellos les duele la espalda, las cervicales, los pies y se marean en barco...es como si se tratara de una carrera, haber quién tiene más partes de su cuerpo que le hagan sufrir.
No comprenden, que lo que para uno es un simple dolor de cabeza, para otro puede ser una fuerte migraña insoportable, cada uno siente su dolor y es lo peor para esa persona, por muy poca cosa que sea.
Sufrir va siempre con el ser humano, se nos caracteriza por nuestros sentimientos, por lo tanto también sufrimos, pero debemos saber transformar ese dolor, como tú dices, en el conocimiento, en el camino para no aumentarlo sino para saber llevarlo de la mano,asimilarlo, intentando que no pueda con nosotros, con nuestra vida, que podamos seguir disfrutando de las pequeñas cosas que son las que nos ayudan a ser felices.
Esa última frase es tremenda y muy sabia, darle la vuelta a la enfermedad para que nos ayude a comprendernos y aceptarnos, que sintamos esa paz interior que todos buscamos.
Te deseo que en estos días llegues a ese climax total de meditación contigo misma, de todas formas creo que vas por buen camino y que tienes las ideas muy claras y eres muy sensata,así que cariño...descansa y disfruta de tu familia que es lo principal y que ellos disfruten de tu sonrisa!!!
Un enorme abrazo con mucho cariño y aquí me tienes a tu vuelta!!!!
Muchísimas gracias por tu enorme calidez, Estrella. Menudo trabajo me espera: a mí que soy Paz, aunque parece que se dirime una lucha interna a la que hay ponerle fin, por mi propio bien y el de los que me quieren bien, hacer las paces conmigo misma... A eso me dedicaré con ahínco en este tiempo. No dejaré de visitar a mis amigos en el mundo de los blogs que me hace tanto bien y dejar mis comentarios, así que mantendremos contacto.
BorrarUn enorme abrazo y gracias de verdad por tanto cariño inmerecido!
Hola Fer, justo descubrí tu blog en el receso de Alson y ahora eres tu quien también hace un alto en el camino. Te entiendo pues me he reconocido en algunos de tus comentarios, a mi me toco el año pasado tomar conciencia de lo preciada que es la salud y que por disfrutar de ella no somos conscientes de la suerte que tenemos.
ResponderBorrarQue fácil es consolar, apoyar, animar a los demás y que difícil aceptar estos gestos cuando nos los dirigen a nosotras e intentar que no descubran nuestro miedo. Pero somos fuertes y seguimos adelante, con algún cambio físico y emocional pero seguimos disfrutando de los que queremos y nos quieren que al final es lo más importante.
Una abraçada y ojalá que regreses pronto con la salud restablecida y los ánimos allá bien arriba!!!
Rosa M.
PD. A mi también me encanta Serrat, el año pasado pude oirlo por primera vez en directo (autoregalo o auto premio, como prefieras) en la gira con Sabina que también me gusta mucho. Fue fantástico disfrutar de sus canciones y de la complicidad que ambos demuestran en el escenario.
Veo que también te gusta Dalí, no se sí has tenido oportunidad de ver el museo de Figueres, aunque hay bastantes copias es toda una experiencia.
Un petó, RM
Muchas gracias y disculpas, Rosa. Has dado con la clave de todo el malestar y el sufrimiento que me embargan: el miedo. Es muy posible que mucho de lo que me sucede esté enraizado en el miedo. Y te aseguro que no me resulta un oponente fácil de enfrentar. Pero lo intentaré. Luego les contaré qué tal me ha ido.
BorrarTuve la inmensa dicha de visitar el Museo Reina Sofía hace años en Madrid y ver este cuadro, una copia del cual cuelga en mi casa y otra aquí, en mi casita virtual, y que me atrapó desde que mis ojos se posaron sobre él siendo una veinteañera sin ningún respeto ni sentido de apreciación por este arte.
A partir de la reacción que esta figura en la ventana causó en mí empecé a interesarme por la pintura, sin llegar nunca a ser una experta, pero aprendí a disfrutar del profundo goce estético que brinda. Y Serrat es un amor de toda la vida, pero sobre todo, de adolescencia. Esos nombres que saben a hierba, tú me entiendes, y también lo ví en vivo en el teatro Gran Rex hace añares en Buenos Aires, cuando aún venía solo, sin Sabina.
Un petó y una abraçada muy fuerte, Rosa!!!
Estimada Fer, todo lo que decís es cierto, es más natural conectarse con la alegría que con la tristeza, especialmente cuando lo triste remite a la endeblez del bienestar propio. Sinceramente creo que la negación y/o subestimación del dolor ajeno, es fundamentalmente un mecanismo de autoprotección, y no necesariamente una muestra de egoísmo y falta de empatía.
ResponderBorrarSin entrar en detalles, pasé hace no tanto tiempo por un período en el que me sentí realmente mal de salud y durante esos largos meses transité por los mismos caminos que hoy estás recorriendo, entre ellos el sentimiento –subjetivo en mi caso- de la falta de solidaridad emocional, el replanteo del sentido de casi todo, la frustración ante la falta de respuestas de la medicina y el repliegue afectivo sobre los afectos verdaderos.
Esperando no caer en la subestimación, de la que hablara en el primer párrafo, quisiera transmitirte algo que en aquel momento fue de ayuda para mí: trataba de tener presente la infinidad de cosas gravísimas que pueden sucederle a cualquier ser humano, incluso a mis seres más queridos, y esa idea me ayudó a darle perspectiva a esos oscuros momentos.
No hace falta decirte que adhiero al concepto budista que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional , pero sin engañarme pensando que con sólo coincidir con la idea el sufrimiento desaparecerá. El sufrimiento deja las enseñanzas más profundas, pero nadie quiere hacerse sabio pagando semejante precio. Nadie quiere aprender sufriendo, pero hay momentos que no queda otra opción, momentos en que ninguna elección es posible salvo esa, la del crecimiento por ese camino inhóspito, que jamás hubiésemos elegido.
Supongo que leerás estas palabras como si te llegaran desde Marte, porque cuando se sufre todo comentario suena superficial y lejano, no obstante quisiera hacerte llegar mi acompañamiento incondicional.
Para terminar repito las sabias palabras de Sófocles
Quien no haya sufrido como yo, que no me de consejos.
Un beso grande.
PD: tenés mi mail
Mi muy querido James: Aprecio todas y cada una de las opiniones y experiencias que tenés a bien compartir conmigo siempre tan respetuosa y dulcemente. Realmente te siento muy cercano y te valoro como compañero en esta travesía que muchos no comprenden pero que nosotros adoramos realizar. Tus palabras no me suenan marcianas, me suenan muy humanas, ya que entiendo que vienen de un ser que ha sufrido a pesar de toda tu adhesión a un concepto. En el fondo mi creencia es que nadie puede escapar del sufrimiento, es parte de la condición humana. Hasta los animales sufren: si no mirá que pasa cuando se separa a un cachorro de su madre. Y coincidimos en que es una gran fuente de conocimiento de uno mismo y de crecimiento espiritual. Honestamente, no creo que pueda sentirme identificada con Buda, aunque intento aprender y nutrirme de todas las creencias desde el respeto, pero sí me siento profundamente identificada con Jesús. Y Jesús sintió dolor, aunque antes del dolor físico, sintió miedo y sufrió por eso. Hasta le reprochó a su Padre tan amado por qué debía enfrentarse con tanta calamidad y se sintió abandonado. ¿Qué me queda a mí, entonces? Yo intento poner todo lo que me sucede en las manos de ese Dios con el que tengo una relación peliaguda pero a quien en definitiva amo, y creo que todo lo que me pasa es para que se cumpla su voluntad en mí por alguna razón que me supera a pesar de que siento que procura mi bien último. También voy a usar este tiempo para intentar reconectarme con ese Dios al que tengo en un rincón, que me ha servido de escudo y protección en otros tiempos oscuros. Aprovecho este tiempo especial de Cuaresma, que es un tiempo especial de gracia, para reavivar esa llama de la fe que siempre me acompañó y tan bien le hizo a mi alma en otros momentos difíciles.
BorrarTe agradezco enormemente tu apoyo sincero e incondicional, y seguiré visitándote y comentándote: de eso no pienso privarme.
Un beso enorme!
Fer, cada una de tus entradas supera a la anterior, en interés general, en contenido y en la forma de tratar los temas.
ResponderBorrarTe echaremos de menos en tu ausencia y esperaremos con ansiedad tu vuelta.
bssosss.
Agradezco profundamente tus cálidas palabras, querido amigo. Aquí sencillamente le doy rienda suelta a mi alma. Si notas superación, significa que estoy creciendo como persona, que es lo entiendo por ser grande y trascender, una de las metas más importantes para mí en esta vida. Yo no dejaré de deleitarme con tus escritos y comentarlos, así es que no te daré tanto tiempo de echarme de menos.
BorrarBssoss!!!
Discrepo casi por completo del párrafo que empieza: "Entiendo que la actitud con la que encaramos la existencia toda, en las buenas y las malas, no se elige a voluntad de un menú disponible" Sólo la frae que sigue a la anterior tengo por cierta en dicho parrafo.
ResponderBorrarEl sufrimiento y la desdicha son tan necesarios como el goce y la dicha. Quien intenta engañar o eviar el sufrimiento acaba en la desesperación, el pánico, y por consiguiente la anulación del propio ser. Sólo desde el sufrimiento podemos conocer en profundidad la esencia y las formas de aquello que nos hace sufrir. Dese ese conocimiento podremos evitar el colapso de la mente y mantenerla en plenas facultades de respuesta a lo que nos condiciona: Aprenderemos a sufrir lo que debemos sufrir (ni más ni tampoco menos) cómo debemos proceder en ess etapa y ello no nos restará vitalidad, ya que la vitalidad es una cualidad que reside en el alma y no en el cuerpo. El alma no envejece si no se lo permitimos. Bueno, que me estoy distrayendo de lo verdaderamente importante que te quería decir:
Esta entrada tuya deja en mí la alegría de una fantástica noticia; Como muy bien presientes estás creciendo interiormente en el transcurso de tu enfermedad y estás aprendiendo el modo de vivir con los reveses sin dejar que estos te anulen; muy por el contrario, sabras gestionarlos con insultante naturalidad y maestría... Estoy contento por ti, porque sé -lo he visto muy claro en esta entrada- que vas a salir muy reforzada de este tiempo que te esta tocando vivir, y que una vez fuera te sorprenderás de tu nueva visión de las cosas.
Un abrazo inmenso.
Gracias, Manuel. Valoro tanto tu disenso como tu acuerdo y tus enseñanzas. Ojalá todo ésto que estoy atravesando me conduzca a una nueva y sorprendente visión de la vida, querido amigo. Creo que el alma se enferma cuando deja de sorprenderse ante las maravillas de los pequeños milagros cotidianos. Tal vez necesite tiempo y espacio para redescubrirlos.
BorrarMuchísimas gracias por tus intensas palabras y un inmenso abrazo de "hasta pronto"!
El tiempo y el espacio son la gran clave de estos periodos. Son dos conceptos que tienes que desterrar del proceso. En mi caso, cuanto más quería evitar el sufrimiento, cuanto más buscaba ponerle fin, cuanto más ansiaba escapar..., más me hundía en el abismo. La fortaleza de mi mente (que ahora sé que es mi mayor valor y que me abrumó en aquellos tiempos) me hizo entender que ese periodo iba a durar lo que tenía que durar, que en ningún caso eso se podía acortar; en cambio sí que se podía alargar, eternizar o nunca superarse si no cambiaba mi perspectiva. Vemos en el horizonte la salida a la luz o, lo que es peor, como el sol se pone dejándonos en la fría noche; de esto último hablaré en otra ocasión. Tratamos de recorrer desesperadamente ese espacio que nos separa del horizonte lo más rápido posible con la misiva de llegar a él en el menor tiempo posible; pero de lo que no nos percatamos es de que no corremos hacia la luz sino hacia allí donde está, buscamos llegar a ese horizonte y no a la luz sólo porque allí está ésta: El horizonte es la luz, pero no lo percibimos como tal sino como horizonte nada más, donde se haya aquello que anhelamos. Pero el horizonte, como bien se releja en tu entrada, es inalcanzable y el camino que nos separa de ese horizonte no es, por tanto, mesurable en tiempo ni en espacio; en tal forma es que nunca alcanzaremos la meta propuesta; por el contrario, si consideramos el horizonte como la luz que perseguimos y no como horizonte en sí, enseguida caeremos en la cuenta de que el camino no es mesurable en tiempo ni en espacio, sino en gestión de los problemas, que son el camino mismo: lo que nos separa de la luz. Este camino debe desandarse con el aprendizaje y crecimiento de nuestro propio ser, lo cual tampoco es mesurable en tiempo ni en espacio, sino en perseverancia. El camino se irá acortando a medida que vayamos creciendo en criterio y espíritu; y en esta forma descubriremos un día que hemos alcanzado la luz; y lo que es aun más importante: la forma en alcanzar cualquier horizonte.
BorrarUn abrazo.
Yo, simplemente, como me inspira a decirte el Nano Serrat, quiero ver si es que vienen tiempos mejores, mi querido Manuel. Y tengo fe de que llegarán, aunque tanta especulación médica y tanto rótulo y predicción de posibles complicaciones me han asustado más que los síntomas en sí, que sí me han afeado, me han hecho verme y sentirme enferma y envejeciendo de golpe, y es eso lo que más duele. Tu testimonio de vida sirve, me da una clara perspectiva de una forma de encarar el proceso. Por eso creo que meterme en la rutina de mi trabajo y de la escolaridad de mis hijos, sobre todo la de la más pequeña, me hará no estar tan pendiente de ésto, sacar la cabeza de ahí y ponerla en otra cosa conectada con el ciclo normal de mi vida. En verdad, nunca llegamos a alcanzar el horizonte, Manuel, esa es la metáfora más bellamente dolorosa de nuestra humana condición y el poeta lo sabe.
BorrarUn fuerte abrazo, amigo, y gracias por tus palabras desde y para el alma.
Fer, linda...yo te espero.
ResponderBorrarA veces es necesario correrse, bajar un cambio, hacer una pausa. Es necesario porque creo que uno al alejarse un poco ve mejor, como las pinturas en los museos...je.
Espero que te fortalezcas, que descanses de las cosas no-cotidianas, que vuelvas a sorprenderte.
Me encantan tus entradas, me divierto, me instruyo y quedo pensando. Ojalá nos necesites pronto (me creí por unos segundos imprescindible en tu vida), porque por lo que leo en los comentarios, no somos pocos los que sienten placer en tu escritura.
Un beso muy grande y aunque no haya sido tu intención: Vamos! Este es el mejor momento de tu vida.
Gracias, Dana! Sí, esa es la idea: bajar un cambio ahora que se pone en marcha la rutina del año. Claro que los voy a necesitar, que ésto para mí es una gran válvula de escape y un cable a tierra también, y sabemos que escribir es terapéutico, es realmente sanador. Pero así como se secaron varias partes del cuerpo me siento un poco seca de inspiración y creo que un break me va a humectar, digamos.
BorrarTe agradezco de verdad tus amorosas palabras, Dana.
Un beso enorme y te sigo en tu espacio.
Yo no creo, Fer, que se crezca a través de una enfermedad. Una enfermedad es una putada que todos nos podemos encontrar a través de nuestra vida.
ResponderBorrarEl dolor es inútil o por lo menos eso pienso yo y sirve como síntoma de una enfermedad para poder detectarla. No me gusta la idea de sublimar el dolor que es algo muy físico y que no tiene nada que ver con el mundo espiritual.
Intenta mejorarte pues me duele tu dolor. Intenta crecer con pensamientos, con libros y con conversaciones. Que te quiten los dolores que puedas tener a costa de lo que sea y que sepan curarte de lo que tienes y yo no comprendo. Te deseo lo mejor Fer, eres una persona que es un lujo haber conocido y no quisiera perderte como amiga pues con tus reflexiones has aportado mucho a mi vida.
Ay, Lola. Yo me enojé mucho al principio y ahora que estoy tratando de darle vuelta a la tortilla para encontrarle algún sentido a todo ésto que me viene a pasar a los 44 años, un reputísimo síndrome autoinmune que hasta desorienta a los propios médicos que veo, que han especulado sobre cosas como el inicio de un lupus, una artritis reumatoidea y hasta una condición celíaca conmigo adelante, Lola querida, ahora me vienes tú con tu enorme sabiduría de vida y tu inmenso caudal de sentido común a decirme que no me servirá para nada. Créeme que hago todo lo que me dicen,tengo una farmacia en casa, me hecho una peregrinación por una docena de consultorios este verano y todavía voy por más, porque quisiera sanarme, pero me dicen que si es lo que suponen, un síndrome de Sjögren, no hay cura, sólo paliativos. Y mis síntomas hasta ahora han sido molestos y visibles. En otras personas, sobre todo mujeres, que somos quienes más lo padecemos, pasa más desapercibido, al punto que muchas tardan años en llegar a un diagnóstico. Pero a mí me ha tocado bailarlo así. Permíteme entonces que piense que de algo me ha de servir, que alguna lección aprenderé, que seré capaz de salir fortalecida de lo que no me matará y que aprenderé a convivir con ello sin que haya ninguna complicación.
BorrarTe agradezco mucho el concepto que tienes de mí, Lola. El respeto y el cariño son mutuos.
No me voy. Sólo me guardo por un rato y vuelvo.
Un beso grande y te sigo en tu espacio, Lola, que de eso no voy a privarme.
Hay un refrán muy sabio que dice "no hay mal que por bien no venga", y a lo largo de la vida me he dado cuenta de lo real que es. Siempre después de una desgracia salimos fortalecidos, eso es verdad, pero el dolor en sí no sirve para nada y no se lo puedes ofrecer a nadie. El dolor tiene que ser suprimido de nuestras vidas. Hablo del dolor físico que me horroriza y tengo un umbral bajísimo de resistencia a él. Ya tenemos bastante con el dolor de alma que padecemos a lo largo de la vida. No te olvido.
BorrarY hay otro dicho que reza que lo que no mata, te hace más fuerte. Pensemos que será así. No te olvido tampoco, querida Lola.
BorrarUn beso grande, un fuerte abrazo y gracias!!!
Fer siento que nos dejes, espero que solo durante un tiempito...como dirían ustedes...
ResponderBorrarSe que no es fácil asumir la enfermedad...y como dice Lola es una putada...
ahora solo espero que den con el problema que acarreas y que tenga una solución...
Te echaré de menos...porque lleve tiempo compartiendo contigo...pero se que nos volveremos a encontrar en este mundo virtual...para apoyarnos en la barandilla y contemplar juntas el horizonte...
Cuídate mucho...y deja que te cuiden los tuyos...
un abrazo y encantada de haberte conocido...
Sólo son unas vacaciones del blog, Julia. No es un adiós definitivo.
BorrarUn fuerte abrazo y muchas gracias!
Dice mi amigo Manuel, Desastre Manifiesto, que "el tiempo y el espacio son la gran clave de estos periodos" pero no solo es el espacio y el tiempo que deslumbramos en el horizonte, me atrevo a decir que en tu caso creo que la mirada hacia atrás es la que realmente te desvela. Tu bella entrada, tienes un talento especial para describir tus sensaciones aunque no sean positivas, es reveladora y al mismo tiempo comprensible al respecto. Es de perogrullo decir que lo que más añoramos es lo perdido pero es evitable recrearnos en las heridas que nos produce.
ResponderBorrarPercibo que tienes cierta necesidad de perfección en todo lo que haces y sientes, lo cual siempre es un sentimiento razonable, pero te falta indulgencia contigo misma y en consecuencia con los demás. Parece como si no te permitieras la vulnerabilidad, la debilidad. Parece que no te permites que las aguas te desborden y necesitaras tenerlo todo controlado sujeto a tu racionalidad que tu caso es un arma poderosa pero no suficiente. ¿Y si probaras a dejarte llevar un rato?
No soy quien para darte consejos. Disculpa
Espero que tengas un bonito hacia ti misma.
En Itaca te estaremos esperando.
No eres el primero en notar mi perfeccionismo y mi falta de indulgencia, sobre todo, para conmigo misma, Krapp. ¿Se puede manejar ésto a voluntad? Eso es a lo que me refiero cuando digo que la actitud con la que encaramos todo en este viaje hacia Ítaca, que en verdad es lo que vale y no el llegar allí, no se elige a voluntad. Se intenta dominar lo que sale de uno y viene de fábrica, tanto como creo que sucede con gran parte de las enfermedades: está todo mayormente escrito en nuestros genes y nuestra historia lo termina de moldear, en mi modesta opinión. Pero te aseguro que de todos modos estoy intentando dejarme llevar un rato a ver a dónde me conduce toda esta marea, aunque admito que me cuesta no racionalizar por temor a hundirme, darle vacaciones a esta mente controladora y disfrutar de los hallazgos inesperados, monstruosidades incluidas como en todo periplo, sí señor. Eres un buen psicólogo: has dado con un buen diagnóstico a diferencia de todos los súper especialistas con los que he consultado.
BorrarGracias, un saludo y nos reencontramos pronto, en plena travesía existencial.
Hola, amiga Fer.
ResponderBorrarNo sabía nada de lo de tu enfermedad. Por supuesto, te deseo que mejores lo antes posible y que vuelvas pronto a ésta tu bitácora, que tantos buenos temas contiene, y todos tratados desde una sensible seriedad. Gracias por citarme. Ha sido para mí un orgullo y un placer aparecer aquí.
Un fuerte abrazo, Fer.
Muchas gracias, Antonio. Tus escritos siempre me llegan hondo por tu enorme caudal de rica emotividad bien encauzada. Siento tu sensibilidad muy afín a la propia y eso no es algo que me suceda frecuentemente con personas ni del mundo real ni del virtual. Por eso tu espacio verdaderamente me nutre. La agradecida soy yo, por eso mismo, por tus cálidas palabras y por tus buenos deseos.
Borrar¡Un fuerte abrazo, amigo, y hasta pronto!
Fer, cada uno habla desde su experiencia, y la mía en cuanto a salud no fue nunca muy feliz. Tuve de todo un poco desde que recuerdo, soy físicamente bastante frágil. Y en la última, por suerte, no caí en la quimio, zafé con los rayos, que también son una porquería. Y aprendí que ciertas cosas hay que padecerlas a solas, que los que te quieren te pueden rodear de amor y comprensión, pero la que tiene que poner el cuerpo, es una; la que pasa por todo el proceso, es una; la que irá de a poco aceptando las nuevas condiciones de vida, es una. El peor estadio es el de la incertidumbre, te comprendo desde lo más hondo, lo pasé. Y el pequeño gran descubrimiento que hice al cabo de todo ese período, fue la fortaleza que tenía en tanta fragilidad. Allí hay que apoyarse, ese es el bastón que nos mantiene de pie, y envolvernos en el manto del afecto cercano.
ResponderBorrarTe deseo que transites esto lo mejor que puedas y a tu manera.
Acá muchos te estaremos esperando. Un abrazo enorme.
Infinitas gracias, querida Mirella, por compartir una experiencia personal y real de enfermedad conmigo. Habla de tu valentía, que no es ausencia de miedo ni de fragilidad, sino la toma de conciencia de qué hacer con esa fragilidad y ese miedo para seguir adelante como hiciste vos.
BorrarNoto que a muchos les resulta muy fácil dar consejos, juzgarnos en nuestra vulnerabilidad, transparencia e incertidumbre, que realmente es lo que encuentro más difícil de tolerar, como vos apuntás, y tus palabras tienen un sustento que valoro enormemente.
Te doy las gracias desde el alma por los buenos deseos y estoy segura de que estaré de vuelta pronto. Entretanto, tengo que ponerme al día con tus escritos alados y otros blogs amigos. Pero estoy tomando todo a un ritmo más pausado.
Un fuerte abrazo!!!
Ahora que te vas FER, me acerco yo. Realmente nunca he sabido por qué nos distanciamos y tampoco importa. Me ha apetecido acercarme al andén para despedirte, desearte buen viaje y aun cuando no lo creas, quería también que supieras que me encantará verte de vuelta, eso significará que te encuentras mejor.
ResponderBorrarHay una realidad incuestionable, cuando uno no se siente bien físicamente, emocionalmente está tocado, no tú, todos. Además por lo que te leo ahora y antes, me temo que lo más duro, es que no terminan de diagnosticar con exactitud lo que causa toda tu sintomotalogía y esa incertidumbre cuando uno no está bien, es lo peor de todo. Para ti, porque inevitablemente das vueltas a la cabeza y eso además de ansiedad, genera miedo y muchísima angustia y para los especialistas, que sin saber la causa, solo tratan síntomas. No sé qué decirte salvo que ojalá pronto se disipen las dudas, eso siempre da tranquilidad. Lo peor de las malas noticias es el temor a recibirlas, una vez conocidas, al menos puedes empezar a asumirlas. Tú eres fuerte, ahora no físicamente, pero tienes mucha fortaleza interior y sea lo que sea podrás acometer la luchar, cuando sepas contra qué debes luchar. Que nunca sea contra ti misma como ahora, porque esa lucha es agotadora y estéril. Además cuentas con los tuyos, agárrate fuerte a ellos y juntos saldréis de lo que sea, estoy segura.
Respecto a tu impresión sobre el éxito o supuesto fracaso de las entradas, no lo sé. Desde luego ten por seguro algo, el hecho de que el contenido de las entradas sea más o menos positivo, no tiene nada que ver con el interés que despierten en la gente. Personalmente me engancho con un blog, cuando conecto con su autor y siento que el diálogo es fluido y cómodo para los dos. Compartamos o no formas de expresarnos, ideas o contenidos. Me siento estrechamente unida a blogs que no expresan más que la dureza de la vida, penas y dolor casi siempre, a pesar de lo cual, son lugares confortables en los que te sientes bien, acompañando a su autor en su desahogo. No pienses jamás que el hecho de que tú no te encuentres bien y lo manifiestes es motivo de huida de lectores, nunca es eso. Solo si por la razón que sea se pierde el hilo, conexión o feeling entre quien escribe y quien lee. Nada tiene que ver con la temática que se trate y ni siquiera a veces hay motivos, ni culpables, como en la vida...a veces te sientes más cerca o cómoda en unos lugares que en otros, sin más.
Solo quería que supieras que me pareces una persona muy valiosa, cabal, sensible, con una capacidad de análisis y razonamiento increíble y de muy buenos sentimientos. Espero de corazón se terminen tus incertidumbres, el dolor físico te abandone e intentes mirarte con buenos ojos y que lo que encuentres te guste. A mi siempre me ha gustado lo que he visto de ti.
Un beso FER, todo lo mejor para ti. Cuídate mucho y ánimo.
Te agradezco enormemente este gesto que me conmueve, María, y te pido perdón por haber sido en parte responsable por este distanciamiento nuestro. Siempre creí que lo que más te espantó de mí es esa falta de positivismo y esa incapacidad mía, que reconozco y padezco, de mirar el lado lleno del vaso, de esperar lo bueno y no quedarme mascullando lo malo.
BorrarCreo que si hay algo que esta dolencia puede llegar a darme es la oportunidad de hacer un cambio de foco, por mi bien y el de quienes me quieren bien, que lo merecen aún más que yo. Soy conciente de que tiendo a arrastrar heridas del pasado que no terminan de cerrar, que tengo un sentido demasiado fuerte de lo que para mí es "justo" e "injusto", pero estoy aprendiendo que la justicia (y se lo vengo a decir a una abogada, válgame Dios...), en este mundo no tiene por qué responder a mis parámetros, que las cosas pasan y que la razón es un misterio que me supera, aunque siempre intento buscar el por qué y me enojo con la vida cuando no logro entenderlo.
Yo te he confiado por mail todo cuanto me ha venido sucediendo en los últimos años, sobre lo cual además he escrito aquí, pero entiendo que es lo que le sucede a mayormente todo el mundo, y a muchos les va muchísimo peor en verdad. Soy yo quien tiende a magnificar la importancia de los hechos desafortunados y tomarlos como un castigo inmerecido. Espero no olvidarme de ésto que estoy comenzado a ver con claridad, hacerlo carne, y cuando vuelva a escribir, hacerlo desde otro lugar, un lugar más abarcativo, menos trágico y fatalista, menos condenatorio y más luminoso. Y sobre todo, como tan acertadamente apuntas, que lo que vea de mí por fin sea de mi agrado porque nunca he terminado de aceptarme y aprobarme como soy, esa es la pura verdad acerca de mí. No creo que logre nacer de nuevo, pero tal vez sí pueda adoptar una visión más equilibrada de las luces y las sombras de la biografía humana de todo ser y sobre todo, de la propia, María.
Te agradezco profundamente los buenos conceptos que has tenido a bien vertir sobre mi persona. No sé si estoy a la altura de tu descripción, pero una cosa es cierta: soy transparente y en eso radica mi fortaleza y mi debilidad al mismo tiempo. Sería mucho más agradable, para los demás sobre todo, escribir amparándome en el anonimato, no hablar de mi vida personal tan honestamente, optar por temas diversos, intentar ser graciosa o qué se yo, pero no sería tan auténtica. Sin embargo, debo admitir que tanta trasparencia me agotó y temo agotar con ella a quienes vienen a este jarro, que no son tantos, pero son muy valiosos y no merecen tragos amargos. Este trago debo beberlo yo sola, y cuando lo digiera, recién entonces, volveré, no sé si curada, pero fortalecida en la aceptación de la realidad que me ha tocado vivir. Mi propósito aquí es pensarla en voz alta. Por el momento, siento que necesito un tiempo para vivirla desde el silencio.
Un beso grande, gracias de corazón por ser tan franca y tan noble en tu buen gesto y hasta siempre.
No tengas dudas de que tu enfermedad contiene tu sanación.
ResponderBorrarTu blog es tuyo, es tu espacio de expresión, habitalo sin pensar en las consecuencias de lo que escribís. Más o menos lectores, más o menos comentarios, y la impresión que se pueda crear sobre tu persona es secundario, es más, no debería ser relevante.
Quizás algo de esto - el temor a una mirada aguda de los otros, de tu propia mirada aguda sobre los otros - también tenga que ver con lo que te pasa. Quizás haya que aligerar la vida un poco más, sin que esto implique en absoluto perder compromiso, profundidad y mucho menos identidad.
Estoy segura que el mensaje que hay en esto que te toca transitar, te iluminará aún más.
Abrazo muy fuerte Fer!!!
Gracias, Lore. Evidentemente resulto demasiado transparente para todas las lecturas psicológicas que se han hecho de mi persona. También ésto me agota un poco. Todavía no sé a ciencia cierta qué enfermedad padezco: es de la que lleva tiempo diagnosticar y hay que controlar periódicamente. Y si es lo que se especula, no arreglamos mucho con la terapia que mucho me aconsejan y no tiene cura, aunque no me va a matar a menos que se complique. Pero no es eso lo que me asusta. Estoy muy cansada, eso sí, de la incertidumbre. Quisiera conocerle el nombre, la cara, y ya. Y si no es curable y sólo tratable, hacerme a la idea de vivir así y listo. Mi mamá me dice todos los días que ella le pide a Dios que todo vuelva a ser como antes y yo no le puedo explicar que a lo mejor no, que en realidad es muy posible que nada vuelva a ser ni ahí como era, porque tiene 75 años y me dice que preferiría que le hubiese tocado enfermarse a ella, que preferiría morirse antes de verme mal a mí. Mi hija de casi diez me pregunta por qué no nos fuimos a escalar el cerro Ventana este verano, y no sé qué contestarle, aunque se dio cuenta de que me la pasé de médico en médico y de laboratorio en laboratorio. Esa también es la mirada que tengo sobre los demás. Aunque admito que soy muy aguda y que me no me parece tan secundaria la mirada ajena, ni en la vida real ni en la virtual, es cierto. Lo de aligerar en todos los sentidos es precisamente lo que procuro. Y la luz es siempre lo que busco, Lore, siempre.
BorrarAbrazo enorme y gracias!!!
Sos una linda persona. Alguna vez vi algo sobre la enfermedad que estás transitando. Entiendo la necesidad de diagnóstico, pero el pronóstico de cualquier enfermedad es siempre incierto, y la estadísticas no son más que el recuento de lo que paso con otros, que no son vos.
ResponderBorrarMucha luz, sé que estas rumbeando bien.
Aquí estaré para lo que necesites, o en mi blog o en lore_fiore@hotmail.com
besos
Mil gracias!
BorrarBeso grande!
No pienso despedirme, ni decir hasta la vista, ni que sea breve, ni nada de eso. Bueno, en realidad ya lo he dicho, aunque solamente para decir que no quiero decirlo.
ResponderBorrarVengo para decir otra cosa. Mi dislocada pereza y mi anarquía juega en mi favor. Fruto de ello descubro con facilidad que me quedan muchas entradas sin leer. Y otras por repasar. Por tanto seguiré en contacto contigo, tus reflexiones y tu calidez humana. No cabe despedida alguna por cuanto te seguiré visitando.
Uno de los grandes errores que se cometen en los blogs es que se viven al hilo de la actualidad. Y eso no es necesario. A mi me encanta recuperar antiguos textos no leidos y volver sobre otros. No importa que sean de hace año y medio o seis meses.
Por tanto, poprlo que a mi respecta, no hay descanso ni tiempo muerto que valga.
Igual hasta visito otra vez a la conferenciante psicosexual. A ver si le encuentro el significado a su tesis y el atractivo a su presencia.
Podría añadir muchas más cosas referentes a mis deseos y tu salud, pero esas ya te las imaginas.
Un fuerte abrazo. No pienso decir hasta la vuelta. Vaya, ya lo he dicho. Esto es un lío...pero me parece que nos entendemos.
Nos hemos entendido siempre, Víctor. Te aprecio y te respeto muchísimo, y te estoy profundamente agradecida por tu actitud, la de siempre, y la de esta vez en particular, que confirma el concepto que me he formado de tí gracias a nuestra nutricia interacción virtual de que eres un ser humano excepcionalmente cálido, sensible e inteligente.
BorrarUn fuerte abrazo y hasta luego.
Desde la distancia física, pero con un cariño virtual, solo puedo darte muchos ánimos. Mucha fortaleza y... actitud.
ResponderBorrarEso es lo que diferencia a los fuertes de los débiles. Creo que encajas entre los primeros.
Y un aobservación que creo cierta, y es que cada vez se extiende más y se dice: la raíz del problema. A veces solo vamos a la consecuencia, cuando por ejemplo, la causa sea estrés o angustia.
Te mando un fuerte abrazo.
Gracias, Diego, con el mismo cariño virtual que te tengo desde que te conozco virtualmente. No sé si soy tan fuerte: veremos. Todos me hablan de estrés y de angustia, y yo respondo con toda humildad: ¿quién puede vivir sin ellos? Son parte de la condición humana, y la mía es sensiblemente más humana que la de muchos de mis congéneres, ¿qué se le va a hacer? Igualmente, sigo en la lucha por una mejor calidad de vida.
BorrarUn fuete abrazo!