"La muerte siempre gana, pero te da una vida de ventaja."
Eduardo Galeano, "Hablan las paredes".
Mil maneras de morir nos depara el azar en esta vida. Mi tío Oscar, fiel a sí mismo, se las jugó todas a muerte. Habiendo sido declarado persona non grata y proscripto en todos los antros de juego y los puticlubs con piecita al fondo de sus pagos, y habiendo logrado que todos los levanta quinielas de zona sur se la tuviesen jurada por las gruesas deudas acumuladas, no tuvo mejor idea que apostar su última ficha a la ruleta en el casino de Colonia.
El día en que cumplía los 36, se empilchó como un dandy, tomó el aliscafo de la tarde y desembarcó al otro lado del río cuando los arreboles del poniente ya se habían hundido bajo la pesada línea del horizonte platense. Compartió taxi hasta el hotel con otro fullero del centro que juraba por su madre tener un pálpito para la rula de esa noche. El tío Oscar sabía perfectamente a qué número entrarle en su día, pero no lo compartiría ni con su madre, y se tenía la confianza que nunca nadie le había profesado de pegarle al pleno.
Antes de entrar al casino, se hizo lustrar los tamangos por un botinero orillero que intentó reorientar su suerte hacia el Blackjack.
—Esta noche no estoy para las cartas, mi amigo. Ya me cansé de contarlas... — sentenció, funesto, y quiso la fortuna que en aquel cansancio premonitorio desoído le fuera la vida.
En la sala central de juego, la mesa de ruleta se abría de gambas a mi tío como puta en celo, y las fichas repiqueteaban en sus palmas regordetas, húmedas de anticipación. Intentó enfriar su calentura prendiéndose un pucho y dándole aire al escolazo por dos vueltas, pero el aura del 36 y el embrujado contoneo de la hembra rueda - estática y brillante en su centro - se le hacían irresistibles.
Se alzaron las apuestas para la tercera bola de la noche en Colonia, al tiempo que el río se enfundaba en oscuros nubarrones y ominosos vientos de sudestada. Mi tío Oscar no apuró los pasos de su ritual cabulero. Acarició el paño verde con el anular izquierdo, sobre el que brillaba su sello de oro, con la cara del anillo se rozó el huevo izquierdo, guardando disimulo ante las damas presentes, y le pegó un sorbo fiero al whisky importado que le acababan de traer a la mesa de apuestas, sellando el gesto místico con un chasquido de sus finos labios. Besó su puño derecho, chorreando de fichas, y fue apilándolas con deleite timbero - como quien suelta las cenizas de su suegra sobre el mar - una por una, encima del 36, que lo había llamado desde la otra orilla del Plata, renegrido ahora ya y a sus espaldas.
Con el "No va más" del croupier charrúa, que estrenaba oficio aquella misma noche, su corazón entró en taquicardia arrítmica y le exprimió unas gotas gordas de sudor helado por sobre el cuello arrugado de la camisa. La pálida bola comenzó su danza letal alrededor del plato para ir perdiendo velocidad hasta parar en seco. Se cantó el pleno de su vida, "Colorado el 36", y se cavó la fosa: Tío Oscar cayó redondo, con un infarto puesto, sobre el plato giratorio, con tan mala suerte que se clavó la torre plateada de la rula en medio de la frente.
Visité el casino de Colonia al cumplirse los 36 años de su muerte. El croupier aún hoy lo recuerda.
A boca de jarro
Mala suerte la del tío Óscar. La diosa Fortuna estaba de su parte aquella lejana noche, llenando de oro el cuerno de la abundancia que llevaba su nombre inscrito, pero la Muerte, siempre traviesa, le tenía reservado un final nada feliz.
ResponderBorrarUn saludo y mucha suerte en el concurso.
Muchas gracias, Bruno.
BorrarUn saludo!
Fer
Caray con la partida del Blackjack y el tío Oscar. Me pareció un micro interesante y con gancho. Suerte en el concurso María Paz, un saludo!!
ResponderBorrarMuchísimas gracias, Sonia.
BorrarUn abrazo.
Fer
Muy bueno María Paz, me ha encantado, enhorabuena. La suerte puede ser igual de caprichosa que la muerte, incluso ambas pueden cogerse de la mano en una aterradora alianza. Pobre tío Oscar, ganar significó su perdición. Suerte en el concurso! ; )
ResponderBorrarTe agradezco el haber puesto en palabras la idea embrionaria de este relato, Ramón: ganar a veces implica perder hasta la propia vida.
BorrarUn abrazo.
Fer
Nunca se sabe donde tenemos escrita nuestra desgracia que, a veces, se disfraza de fortuna y es allí, en aquello que más deseábamos y con lo que soñábamos donde se encuentra nuestro infortunio. Ya lo dijo alguien "Ten cuidado con lo que deseas porque se podría cumplir".
ResponderBorrarPrecioso relato.
Un beso.
Yo creo que a veces esos sueños por los que vivimos pueden llegar a matarnos de maneras sutiles, o de formas obvias, como he elegido ilustrar en este relato. Muchas gracias, Rosa ;)!
BorrarUn beso.
Fer
Con la historia que nos cuentas este relato, queda demostrado que tener suerte en esta vida puede significar la perdida de ella. ¡No de forma tan literal, pero vaya!
ResponderBorrarSuerte amiga
Tal cual. Muchísimas gracias, Francisco.
BorrarUn beso grande.
Fer
Lo que más me ha sorprendido de este relato son algunas expresiones léxicas que desconocía, pero que me suenan muy bien.
ResponderBorrarBesos, Fer
Me alegra que te suenen bien, porque he trabajado duro para darle al relato una jerga de juego que sonara auténtica, sin llegar al extremo de que resultara recargada o poco transparente para quienes no son "del palo". Muchas gracias, Luis Antonio.
BorrarBesos.
Fer
Muy bueno Fer, que tengas mucha suerte!! Una mala jugada del destino. Me gustan las palabras que usas, empilchar, pucho, escolazo, tamangos, botinero orillero... , al leerlo me suena fantástico, tiene otro sabor!!!
ResponderBorrarBesos mi Fer
Esas palabras que te han gustado provienen del lunfardo, aunque son muy comunes aquí en la Argentina, sobre todo entre jugadores y apostadores. Muchísimas gracias, Mafar.
BorrarBesos!
Fer
Me encantó tu relato, Fer. Reconocí en él un nutrido vocabulario platense. Pero más allá de eso, es ágil, atrapante y tiene un estilo muy ameno. Y qué decir de la suerte... mala o buena suerte del tío Oscar, fue a morir en su ley, y qué mejor despedida que acertar!
ResponderBorrarUn abrazo
Muchísima gracias por tu valoración positiva de mi trabajo, Mirna.
BorrarUn abrazo!
Fer
Que estupendo relato fluido
ResponderBorrarcomo el entorno de la noche ,
llevado con augurios y seña el tío
Oscar , no hizo más que cumplir
con la enmienda de la vida...
Te agradezco enormemente la calidez de tus comentarios, la compañía y tu apoyo a mi trabajo, Raúl ;)!
BorrarUn beso.
Fer
Un relato francamente bueno...
ResponderBorrarSaludos
Mil gracias, Mark. ¡Gracias por la lectura!
BorrarUn abrazo.
Fer
Muy bueno, una muerte en lo mejor de su vida. Un 36 anunciador de su final.
ResponderBorrarUn besillo.
Muy agradecida, María.
BorrarUn beso!
Fer
Aparte de la fina ironía de esta muerte "anunciada" por el destino aunque desoída por su protagonista según nos has narrado con tan exquisita demostración de jerga platense que combinas perfectamente con el resto del lenguaje, me ha resultado atractivo y coherente. ¡Suerte, Fer!
ResponderBorrarUn beso enorme.
Muchísimas gracias por tan positiva valoración de mi trabajo, Estrella.
BorrarUn beso enorme para ti también ;)!
Fer
Excelente y vibrante... de colección!!
ResponderBorrarMuchísimas gracias por pasarte por aquí y por tan amables palabras, Sergio.
BorrarUn abrazo!
Fer
Impecable relato, apostarlo todo a un número nunca dio resultado. Tanto puedes morir de fracaso, como en este caso, de éxito. Suerte!!
ResponderBorrarMuy amable, David.
BorrarUn abrazo.
Fer
¡Pobre tío Oscar! Quizás le hubiera ido mejor con su mala suerte, aunque esta última apuesta sí será recordada, ;)
ResponderBorrarMe ha gustado mucho la ambientación del relato, muy bueno.
Suerte!
Un abrazo.
Me alegra mucho que te haya gustado, Irene. Gracias por tu visita.
BorrarUn abrazo.
Fer
Muy buen relato, sobre todo tus expresiones, me encantan las mezclas con las que te expresas.
ResponderBorrarUn placer leerte Mari Paz.
Besossss!!!
Muchísimas gracias, Carmen.
BorrarBesos!
Fer
En el mismo instante que ganó la fortuna perdió la vida, una de las mil y una maneras de vivir, narrado de manera cinematográfica, con mucho vocabulario que desconozco, pero con una soltura admirable. Me ha gustado mucho tu relato, Fer.
ResponderBorrar¡Saludos compañera, y suerte en el concurso! ;)
Agradezco enormemente tu valoración de este relato, Edgar.
BorrarUn abrazo!
Fer
Suele decirse que el destino nos tiene preparadas unas cartas y a nosotros nos corresponde jugarlas. Aunque lo de Oscar no fueran cartas, tanto da porque ahí anclado al juego andaba su destino.
ResponderBorrarMe ha deleitado (a pesar de desconocerlo) el vocabulario que has empleado en esta ocasión, Fer, y la ácida ironía que gastas en la frase de lanzar las fichas "como quien suelta las cenizas de su suegra sobre el mar".
¡Que tengas muchísima suerte, linda!
Un beso
Te agradezco mucho, Chelo.
BorrarUn beso ;)!
Fer
Madre mía, casi he tenido que recurrir al diccionario Lunfardo/koruño para desentrañar las entrañas de tan estupendo texto, pero mereció la pena leerlo porque es una gozada con ese toque final que es como la guinda al pastel.
ResponderBorrarMuy bello.
Besos
Imagino que en el diccionario koruño ha de haber muy interesantes palabras para referirse al juego también. Me alegra que lo hayas gozado al leerlo como gocé yo al escribirlo, amigo Krapp.
BorrarUn beso y mil gracias.
Fer
Hola María, muy bueno tu relato. Oscar tuvo Buena suerte al ganar en el juego pero qué mala suerte al final :(. Nada buen sale de la esperanza en lo lúdico. Un final de película, que hace difícil olvidas lo ocurrido al tío Oscar. Éxitos y bendiciones!
ResponderBorrarTe agradezco mucho, Mery.
BorrarUn fuerte abrazo!
Fer
Curioso relato, la mala y la buena suerte acudieron el mismo día y al mismo lugar para encontrarse con el tío Óscar.
ResponderBorrarGenial, Fer. Combinas perfectamente un lenguaje cuidado con otro más coloquial, me encanta.
Un beso grande.
Muchas gracias, Kirke.
BorrarUn beso grande.
Fer
Muy buen relato Fer, al menos el tío Óscar murió sabiendo que había hecho el pleno, cosas del destino que cuando llega una se lleva a otra.
ResponderBorrarAunque había palabras que desconocía, me ha llegado la intensidad del relato.
Suerte.
Un abrazo
Muchas gracias, Conxita.
BorrarUn abrazo!
Fer
Decirte que he visualizado al tío Óscar desde el minuto 1 en que he empezado a leerlo. Soberbio relato. Puedo decir que aunque no lo entendía todo, la forma en que lo describes es tan ágil y dinámica que no había forma de pararse hasta que el buen señor se clava la rula en medio de la frente. Jajaja. Eres genial, Fer. ¡Pero vamos a ver, pero si hasta llevaba sello de oro! Un drama con un magnífico sentido del humor. ¡Primer premio!
ResponderBorrarLa lástima es que te lo has "cargao" y ahora no tenemos 2ª parte.
Un beso.
Eres siempre tan amable en tu valoración de mis escritos, querida Angie, que me desarmas;)!!! Decirte que la chispa de inspiración inicial para este relato me la dio una historia real en el seno de la familia de mi esposo: hubo un Tío Oscar, jugador empedernido, que se escapaba a la Banda Oriental a hacer su juego cuando se veía acorralado por las deudas contraídas en esta orilla del Plata: eso es real. No fue el quien murió en verdad, sino el hombre que lo acompañó en el taxi hasta el hotel. Cuando Oscar se bajó de aquel taxi, el otro jugador con quien lo había compartido para aligerar el gasto, tuvo un accidente fatal en ese miso auto, que fue chocado de su lado, y murió en el acto, sin poder llegar nunca a su cita con la rula del casino de Colonia.
BorrarUn beso grande y muchísimas gracias!
Fer
Dudé si podría ser una historia real aunque mi primera impresión fue que lo era. En cualquier caso le has dado la forma ideal. la verdad es que me gustó mucho y también me hizo reír. Gracias a ti.
BorrarMe pasó lo mismo que a Angie, vi y acompañé a tío Óscar desde el primer momento y esa forma de narrarlo con expresiones porteñas me metió más en situación.
ResponderBorrarLo dudas, te llevarás el premio más merecido.
Un beso
Ojalá tenga mejor suerte que el protagonista en este concurso, Josela. Muchísimas gracias!!!
BorrarUn beso.
Fer
¡Ay! llego con ese aroma a Río de la Plata que vi asomarse en tu cuento y quedé fascinado. Este que me acabo de leer de un tirón, que trae consigo ese aliento que se asoma entre las palabras de este lenguaje que tanto anhelo. Por ese lado es que te escribo, por la sensación de que esta historia la conozco, no el contenido, sino la forma de contarla, las palabras que usaste. En ese tono cansino y reo, tanguero, me atrevo a decir, que llevamos los argentinos (porteños) metido en el alma ¡Qué enorme placer! quedarme con este sabor en la boca. Gracias por escribir este texto, por contarlo tan bien, y por hacerlo en este lenguaje. Me hiciste sentir que cruzaba el río marrón a jugarme la vida con tu tío. Brillante Fer, con tu permiso voy a venir a pispear entre tus cosas. Ha sido un placer leerte. Es un relato para el Oro. Te deseo ¡Mucha suerte!
ResponderBorrarAriel
¡¡¡Qué lindo comentario que me regalás!!! No sabés cuánto te lo agradezco. Para mí, el oro está en encontrar personas como vos, que me lean tango, que me lean Plata, que me lean el sabor en la boca, reo y cansino, que me lean alma de río marrón. Te agradezco enormemente las palabras y el honor de tu visita.
BorrarUn beso grande, Ariel ;)!
Fer
Vaya manera de morir para el tío Oscar. Me hiciste imaginar el lugar con esas descripciones bien detalladas, pareciera que fui testigo de su irónica suerte.
ResponderBorrarTe envio mis buenas vibras.
Agradezco enormemente tu visita y tus cálidas palabras, Xavier.
BorrarUn abrazo!
Fer
Hola Fer, como va?
ResponderBorrarPase a avisarte que el cuaderno azul ya fue. Fin de ciclo.
Igual abrí otro. Que todavia no fue inaugurado!
Eso, ahora voy a leerte!! Beso.
:)
Avisame cuando lo inaugures, que yo me apunto, Dana: a mí me gusta leerte!!!
BorrarBeso enorme y gracias por pasar ;)!
Fer
Un momento desafortunado para morir, la verdad. Muy bueno Fer.
ResponderBorrarAbrazo!!!
Muchas gracias, María Jesús.
BorrarUn abrazo!
Fer