Gayla Benefield. Fuente: http://www.nbcnews.com/id/37217275/ |
Los porteños lo describiríamos como "el que levanta la perdiz", "el que bate" "el que sopla", "el botón", "el que te manda al frente", "el buchón". Tenemos muchas expresiones idiomáticas de alta connotación negativa para describir la actitud valiente de quien, frente a una situación crítica y peligrosa, investiga, alerta, informa, y, sin embargo, se encuentra con el repudio general, con el rechazo colectivo de la masa que prefiere seguir viviendo en la ignorancia de algún mal que puede perjudicarla. Es una actitud bastante arraigada entre nosotros esa del "No te metás", o la del "Yo, argentino", aún si el asunto te incumbe e incumbe a todos los que te rodean. De eso habla esta mujer, Margaret Hefferman, a quien escuché por primera vez hace un par de meses entre el listado de charlas de Ted, Ted Talks, de donde recibo notificaciones periódicas. Y gracias a ella también aprendí la expresión idiomática equivalente en inglés a todas las que enumero al comienzo: "to be a whistle blower", algo así como "ser el que da la voz de alerta", ya que el silbato ("whistle"), hace referencia a lo que hace un árbitro en plena cancha de fútbol cuando algún jugador comete una falta, o a un policía que hace sonar el pito para alertar a algún ciudadano que está cometiendo alguna infracción y dejarlo expuesto ante las miradas ajenas.
Gayla Benefield, la mujer que levantó la perdiz en su ciudad natal, Libby, en Montana, cercana a la frontera con Canadá, para pasar a ser el blanco de críticas y agravios, estaba haciendo su trabajo habitual cuando descubrió un secreto acerca de su lugar de origen: "su tasa de mortalidad era ochenta veces más alta que en cualquier otro lugar en los EE.UU." Una anomalía llamativa que nunca antes alguien había notado. No obstante, cuando advirtió a sus vecinos sobre la verdad de lo que sucedía en su pueblo, se encontró con otra dura realidad aún más impactante que su propio descubrimiento: nadie quería saber nada del asunto. A esta reacción de la masa, que elige seguir viviendo en un mal antes que enfrentar la verdad y hacer algo para mejorarlo, Hefferman la denomina "ceguera voluntaria", y sobre ella se basa su charla. Existe, en efecto, cierta coincidencia lingüística, ya que en español tenemos el viejo dicho que reza: "No hay peor ciego que el que no quiere ver".
No deseo extenderme demasiado ni adelantar nada más sobre la experiencia de Gayla, ya que la charla de Hefferman merece ser escuchada. Simplemente, considero relevante observar y reflexionar sobre este fenómeno de conducta a la vez tan humano y perjudicial, y, sobre todo, tan argentino. ¡Cuánto nos cuesta salirnos de esa zona de confort en la cual sentimos que vivimos para hacer cambios para mejor, aún si en ello nos va la propia salud o la vida! Y cuán fácil nos resulta desconfiar de quien es capaz de mirar un poco más allá, de llegar a denostarlo, a condenarlo al aislamiento como si fuese "un bicho raro" - incluso cuando el cambio que nos propone es para nuestro propio bienestar. Ese que es capaz de jugársela por los demás, de proponer modificaciones necesarias que hacen a la calidad de vida de todos es "el que paga el pato", "el que levanta el muerto", "el que canta las cuarenta" que nos viene a importunar. "¿Para qué nos vamos a complicar la vida?" "¡Lo atamos con alambre!" "Que lo arregle el que venga atrás." Es más fácil y más cómodo "hacerse el oso", "mirar para otro lado", "seguir como si nada, total, a mí no me va a pasar", "acá no pasó nada"...
Algo que creía tan propio de la idiosincrasia de mi gente resulta ser un fenómeno universal. Esta ceguera que se elige a voluntad empieza por las pequeñas cosas de todos los días, como cuando ese señor mayor o la embarazada se suben al transporte público y nos hacemos los dormidos para no cederles el asiento, el mero hecho de no responder a un mail que recibimos, el no encargarnos de limpiar los excrementos de nuestro perro cuando lo sacamos a pasear por la vía pública, el no cuidar la limpieza y la integridad de aquellos lugares que llamamos "públicos" porque son de todos, el conducir sin respetar las normas de tránsito y de dar prioridad al peatón, el no comentar aquello que se podría mejorar en nuestro trabajo para no comprometernos o exponernos... Tenemos una lista tan larga de ejemplos de ceguera voluntaria o selectiva como expresiones idiomáticas que usamos para nombrarla eufemísticamente. La más temible es la que sucede cuando resulta provocada por aquellos que deberían generar el cambio, la que elegimos cada vez que nos evadimos con el partido de fútbol o el crimen del día, el programa de cultura chatarra en televisión abierta, para no mirar lo que está sucediendo a través de la ventana de nuestra propia casa o de la realidad, lo que afecta a un vecino o a un desconocido que habita nuestro mismo territorio u otro, un poco más lejano, pero igualmente castigado. Luego de escuchar el testimonio que da Hefferman sobre Gayla, la ceguera voluntaria como estatregia para evitar conflictos se me hace una pandemia. Tal como apunta Hefferman vehementemente, "La libertad no existe si no se usa, y lo que hacen los denunciantes, y lo que la gente como Gayla Benefield hacen, es usar la libertad que tienen."
Algo que creía tan propio de la idiosincrasia de mi gente resulta ser un fenómeno universal. Esta ceguera que se elige a voluntad empieza por las pequeñas cosas de todos los días, como cuando ese señor mayor o la embarazada se suben al transporte público y nos hacemos los dormidos para no cederles el asiento, el mero hecho de no responder a un mail que recibimos, el no encargarnos de limpiar los excrementos de nuestro perro cuando lo sacamos a pasear por la vía pública, el no cuidar la limpieza y la integridad de aquellos lugares que llamamos "públicos" porque son de todos, el conducir sin respetar las normas de tránsito y de dar prioridad al peatón, el no comentar aquello que se podría mejorar en nuestro trabajo para no comprometernos o exponernos... Tenemos una lista tan larga de ejemplos de ceguera voluntaria o selectiva como expresiones idiomáticas que usamos para nombrarla eufemísticamente. La más temible es la que sucede cuando resulta provocada por aquellos que deberían generar el cambio, la que elegimos cada vez que nos evadimos con el partido de fútbol o el crimen del día, el programa de cultura chatarra en televisión abierta, para no mirar lo que está sucediendo a través de la ventana de nuestra propia casa o de la realidad, lo que afecta a un vecino o a un desconocido que habita nuestro mismo territorio u otro, un poco más lejano, pero igualmente castigado. Luego de escuchar el testimonio que da Hefferman sobre Gayla, la ceguera voluntaria como estatregia para evitar conflictos se me hace una pandemia. Tal como apunta Hefferman vehementemente, "La libertad no existe si no se usa, y lo que hacen los denunciantes, y lo que la gente como Gayla Benefield hacen, es usar la libertad que tienen."
Círcula por Facebook una historieta, muy ilustrativa a este respecto : En medio de una granja de pollos, se oye la voz de uno de ellos que advierte: ¿porque crees que nos dan casa y comida gratis? a lo que muchas voces contestan : ¡que se calle ese paranoico! mejor dicho, que lo callen de una vez por todas...
ResponderBorrarY para cuando, las 'paranoias' se hacen tristemente realidad, acostumbra a ser demasiado tarde...
No conocía a esta conferenciante, pero voy a ponerle remedio en cuanto pueda. Muchas gracias por compartir, Fer.
Y un abrazo.
Es interesante el paralelismo entre la historia que circula en Facebook y lo que narra George Orwell en Rebelión en la granja, donde se silencia a Snowball, (Bola de Nieve), el cerdo que le hace sombra al personaje de Napoleón, al descubrir la verdad de lo que se presenta como el pilar de la revolución de los animales de la granja. Finalmente, al disidente que ve con claridad el engaño perpetrado se lo hace desaparecer, no sin antes haberlo calumniado y desprestigiado frente a todos los animales que lo apoyaban, y sólo el burro, Benjamín, se da cuenta de todo, pero permanece en silencio hasta el final. El mensaje de esta novela es claro y contundente: a pesar de las ideas revolucionarias y de igualdad, el poder absoluto, cuando no se tienen límites, corrompe, y vuelve dictador a quien lo ejerce. Ya lo decía Maquiavelo... Orwell fue un gran "whistle blower" y aún hoy, a través de sus dos distopías, echa luz sobre lo que sucede, bajo el nombre de la democracia, en muchos países del mundo y en pleno siglo XXI.
BorrarTe va a gustar escuchar a Hefferman. Es una brillante oradora.
¡Un placer compartir estos hallazgos que a todos nos abren bien los ojos!
Un abrazo y muchas gracias, Cristal.
Fer
¡Tan cierto! ¡Tan terrible y cierto! Es tan sencillo el no cuestionarse nada; resulta tanto más simple ser rebaño que pastor....
ResponderBorrarEsta actitud tan deplorable de la sociedad de hoy en día es la que mayor conciencia me hace tomar de la necesidad de vivir fiel a mis principios.
Un abrazo.
A mi te me figuras como un "whislte blower", como un valiente denunciante, Manuel, por eso te respeto y te sigo, porque no tienes pelos en la lengua para echar a correr la verdad a los cuatro vientos de lo que ves que sucede a través de la ventana de tu propia realidad y dentro de tu propia vida. Mi corazón está contigo siempre desde la distancia sólo geográfica que nos separa.
Borrar¡Un fuerte abrazo, y gracias por ser y por estar firme ahí, como esta Gayla Bennefield!
Fer
Hola Fer!!! José Saramago escribió una novela entera sobre la ceguera colectiva, su archiconocido "Ensayo sobre la ceguera" (recomendable). En ella, el Nobel hacía una crítica ácida y profunda acerca de la sociedad y de cómo las miserias de la humanidad son invisibles para la propia humanidad...Esa intransigencia le alejó de muchos lectores.
ResponderBorrarPor mi parte sólo diré que los cambios nunca vienen de la pasividad social. Ahí está la Historia para comprobarlo.
Excelente post!! Un abrazo.
Muchas gracias por la recomendación de lectura, Marybel, y por tus conceptos. El post es bueno porque la charla es excelente. Merece ser difundida, sólo que tuve que esperar a que estuviera disponible con subtítulos en español.
BorrarUn abrazo, Marybel!
Fer
Interesante la charla de Heffernan! A propósito de la expresión anglosajona... hay una película excelente (durísima, y basada en hechos reales lo que la hace aún mas dura, pero excelente) que se llama "The whiste blower" y acá se estrenó como "La verdad oculta" hace un par de años. Saludos!!!!
ResponderBorrarComo siempre, mi querida Vale, voy a tomar en cuenta tus recomendaciones. La charla es impecable, no sólo por el contenido en sí, sino además por cómo está construida y dada. Es una excelente lección fonológica -sobre todo en términos de entonación-, y de brillante oratoria en inglés ;)!!!
BorrarSaludos y muchas gracias!!!
Fer
Magnífica reflexión, Fer, y muy cierta, que todos somos ciegos, o preferimos serlo, para no enfrentarnos a determinadas situaciones que nos inquietan. No sé... Pienso que quizá se debe a un instinto de protección, a una necesidad humana de ampararse en lo bueno y hermoso obviando todo aquello que lo agrede. No sé, pero sí sé que es una conducta muy generalizada, cada vez más en las sociedades actuales, donde nos conformamos con nuestras pequeñas parcelas de comodidad y no luchamos por mejoras generalizadas. ¿Egoísmo? ¿Borreguismo? Difícil de calificar sin duda, como diferentes son las motivaciones de cada cual al respecto.
ResponderBorrarUn abrazo.
Es una reflexión que se desprende naturalmente de lo que expone esta brillante mujer, mi querida Isabel. Me puse a pensar en todas las expresiones idiomáticas, que me resultan tan interesantes siempre, que tenemos en este bendito país para avalar este tipo de conducta que resulta universal, tal vez por instinto de preservación, tal vez por miedo, vaya a saber. El aporte de un sociólogo en este caso esclarecería los por qué.
BorrarUn abrazo y muchas gracias.
Fer
La ceguera voluntaria, llega a todas partes y en todos lo sentidos...es patético va en aumento, los ciegos que no quieren ver están rodeados de "halcones" con vista para la proyección de la ambición a costa de lo que sea. Esos "halcones metafóricos" juegan sin problemas, sin escrúpulos con la apatía, el miedo, la indiferencia, la incultura y con sobornos a los miserables que podrían quizá levantar la voz.
ResponderBorrarPatético , Fer , pero necesario denunciarlo una y cien millones de veces.
Besos de ánimo ♥♥♥
Nada que agregar a tu más que elocuente comentario, mi querida Tramos. Si hay que cumplir con la misión de denunciante, se hace, y se enfrentan las consecuencias con todo gusto, porque se sabe que se hace en nombre del bien común. "Sarna con gusto no pica"... ;)!!!
Borrar¡Estoy con ánimos, Tramos: cuéntame cuando gustes cómo te estás sintiendo tú, que para eso estamos, para darnos ánimos la una a la otra!
Besos mil y gracias de ♥.
Fer
Y nada de levantar la voz reivindicativa o denunciante, todos en el redil, sumisos, ciegos y sordos.
ResponderBorrarNo sé si será por los años, que te quitan mordazas, pero me siento peleona.
Que podamos ejercer nuestra libertad es el reducto que nos queda cuando atacan nuestra dignidad, cuando nos vapulean como a títeres, cuando quieren callarnos.
Despertar nuestro yo solidario, valiente y denunciante, es nuestra respuesta.
Un abrazo y que el solcito dé luz a tu día de hoy
Me siento igual que tú, Josela. Siento que los años me van haciendo más y más cuestionadora, aunque te confieso que a veces me lo cuestiono, porque parece que me quedo fuera de juego en muchos aspectos. Pero resulta más fuerte que yo esto de cuestionar, y lo hago siempre en nombre del bien común. Con respecto a la valentía, no lo sé, Josela: no te voy a negar que muchas veces siento miedo. Es inevitable sentirlo cuando ves lo que les sucede a los peces gordos que se juegan a denunciar las verdades que millones se niegan a ver y que se nos presentan como la única verdad. Se pierden cosas demasiado valiosas al tomar esta actitud, y, sobre todo, se piensa en lo que les puede llegar a suceder a quienes más amas. Pero vivir jugando el papel de ciego, sordo y mudo es un rol patético para el que muchos no hemos nacido.
BorrarUn abrazo y gracias por el deseo de luz a mi día, Josela: ¡te lo retribuyo!
Fer
Coincido, Fer, en lo que decís tanto Hefferman como tú, gran parte de nuestra ceguera (el que la tenga, ojo) se debe al miedo a perder lo que tenemos y que consideramos seguro, algunos ni siquiera saben que son libres porque ya se han encargado de llevarnos así, no sólo a través de la educación, como hablábamos hace unos días, sino de a través de los medios de comunicación de masas. Internet ha cambiado el paradigma, supongo que por eso a los de mi generación nos cuesta un poco menos actuar.
ResponderBorrarVoy a mover la TEDTalk de Margaret por todas mis redes sociales, de momento en casa ya lo hemos visto dos humanos y cuatro gatos bastante convencidos de que la situación debe cambiar. Ahora, a ver que opina el resto.
Muchas gracias por compartirlo con nosotros Fer
Un abrazo
El miedo es tan humano como temible, es cierto, Jen. Pero es menester mirarlo fijamente a los ojos, enfrentarlo y aprender a convivir con él, no queda otra...
BorrarDime, por favor, qué opinan los cuatro gatos con respecto a esta charla: los animales suelen ser más sabios y más tajantes que los humanos en estas cuestiones ;)!
Vale la pena difundir esta charla por todos lados y seguir creando conciencia. Es un enorme placer para mí compartirla y difundirla desde este espacio de libertad al que han intentado silenciar más de una vez.
Un abrazo y muchas gracias.
Fer
MUY interesante esta charla. Cuantas veces nos hacemos los ciegos y sordos voluntariamente? En situaciones personales como aquellas que nos afectan a todos, mas que ceguera voluntaria es una ceguera selectiva, vemos y escuchamos los que nos conviene a nuestras intrincadas estructuras armadas. Vemos lo que queremos, o lo que podemos soportar?
ResponderBorrarEs ciertamente muy interesante. Hefferman habla de "ceguera voluntaria o selectiva" indistintamente y la considera una estrategia que empleamos para evitar conflictos. Es posible que tu interpretación sea acertada, Caro: cada uno tiene un cierto umbral de tolerancia y una cierta capacidad para reaccionar frente a las circunstancias que no elige, sino que es lo que sale. Es una buena interpretación del tema.
BorrarMuchas gracias por tu aporte, Caro!
Un beso.
Fer
El ser humano es conservador, tiende a lo familiar, a lo conocido y cualquier cambio le incomoda; por lo general. No es que sea una "ceguera voluntaria",ni mucho menos una ceguera colectiva. Hay cosas que se saben y no gustan, por lo que tratan de ignorarse y eso no soluciona el problema pero alivia la pena.
ResponderBorrarun bsazo
Es muy plausible tu interpretación de la cuestión y muy humanizante, Spa. Personalmente, me inclinaría a pensar que si no estamos del todo ciegos, al menos estamos bastante miopes, al menos así lo veo ahora que me han recetado gafas de leer con mayor grado de aumento...
BorrarUn bsazo y muchas gracias!
Fer
La ignorancia es la felicidad, no lo dudes, no crea problemas, ni dudas y tampoco riesgos...
ResponderBorrarAsí es, Temu, y en esa ignorancia tratan de mantenernos por todos los medios. Hay todo un aparato de propaganda y vigilancia montado para tales efectos. Sólo nos comunican las noticias que ellos mismos generan, a menudo disfrazando la verdad, y nos tienen adormecidos con el fútbol y con los crímenes, como si no fuese responsabilidad de ellos ponerle coto a la criminalidad que ellos mismos generan a través de la pobreza que no erradican, sino que aumentan. Ante todo, esto es una fábrica de pobreza moral, Temu, que es la peor de las pobrezas. Entonces eres absolutamente ciego porque ni siquiera puedes distinguir entre el bien y el mal. Es triste pero real. Así vivimos. Los ingleses tienen el mismo dicho que tú traes: "Ignorance is bliss".
BorrarUn saludo y gracias por tu aporte, Temu.
Fer
Utilizan su libertad y sacuden la nuestra, sin embargo, seguimos siendo ciegos voluntarios desde esos pequeños, en apariencia, detalles cotidianos a gestos mayores donde dicha ceguera es imperdonable.
ResponderBorrarSomos los seres humanos animales de costumbres, capaces de asumir hasta las mayores debacles no sin cierto apabullamiento, pero asumiéndolas para no despegarnos de esas raíces invisibles que la mayor parte de las veces hemos creado nosotros mismos y otras, nos las han venido imbuyendo de a poquito; sutilmente.
Algo así como aquello de más vale malo conocido que bueno por conocer...
Somos bastante lamentables, la verdad.
Besos.
Más vale malo conocido... Ese sí que es bien argentino, mi querida Marinel. ¡Cuánta pena me da por toda la humanidad! Necesitamos de tantas mujeres como esta, y sin embargo cada vez que alguien así emerge lo diagnosticamos como lunático, delirante, disfuncional, idealista, lo condenamos ciegamente, sin pensar y finalmente lo crucificamos. ¿Tendremos arreglo, Marinel? Cada día lo dudo más.
BorrarBesos y muchas gracias.
Fer
Querida Fer, lo que cuentas, de lo que habla esa mujer, es mucho más antiguo que Carracuca. Tan antiguo que hay hasta hay una película Disney sobre el tema:
Borrarhttp://www.youtube.com/watch?v=jRjcyBn1tOg
Un viejo tema el de los avisados frente a los que prefieren no saber. Aunque a veces, perdona, en todas estas nobles historias hay algo de moralina. Es bueno estar preocupado pero no rasgarse las vestiduras, sobre todo por estas latitudes en las que se acerca el invierno con pisadas de gigante:
Lo siento pero en este tema, ante tanta angustia televisada, a veces pienso como el personaje de Bardem:
http://www.youtube.com/watch?v=tYd1Nh0NvOE
Besazos
Es cierto que no es nada novedoso el tema. No me dediqué a bucear el trasfondo político de este caso, que seguro lo ha de tener. Sólo me dejé llevar por el eco de lo que veo que sucede a diario a mi alrededor. Te agradezco los links que me dejas y los veré con gusto, mi querido amigo.
ResponderBorrarBesazos para ti también!
Fer
Tremendamente interesante. Sirve como ejemplo para preguntarse si vivimos en una sociedad anestesiada o si por el contrario son nuestros propios miedos los que nos impiden alzar la voz.
ResponderBorrarHoy voy a quedarme con el vaso medio lleno. Ya que el ejemplo formidable de esta señora, aunque en un principio trate de acallarse, fíjate que termina encontrando eco. Y ese es el camino, paso a paso, para tomar conciencia de muchísimas cosas.
Este tipo de asuntos deberían de saberse. Enhorabuena por traerlo. Por tanto la labor divulgativa es extraordinaria, más allá de que otros tomemos su capacidad de observación y su denuncia como motor para otras, cada uno en su ámbito. Un abrazo
Gracias, querido Víctor. Es indudable que compartimos la misma visión del mundo.
ResponderBorrarUn abrazo!
Fer
Fer ojala todo el mundo tuviese el coraje de la protagonista de tu entrada...es verdad que hay mucha ceguera voluntaria...
ResponderBorrarpero también hay muchas personas dispuestas a jugárselo todo con tal de hacerse oír y de luchar por lo que merece la pena...bien por ellos...
un abrazo
Afortunadamente, mi querida Julia, hay muchas personas anónimas que se la juegan el todo por el todo a diario, que luchan por el bien común sin esperar recompensa material alguna ni trascendencia mediática. A ellas, mi homenaje a través del ejemplo de esta mujer.
ResponderBorrarUn abrazo y muchas gracias.
Fer
Creo que el mito de la caverna tiene algo de esto. Un grupo de encadenados condenados a ver el mundo a través de las sombras que proyectan los seres reales. Uno de ellos sale al exterior y conoce el mundo en realidad y ha de volver a contárselo a los que están dentro viendo solamente sombras. ¿cuál es su reacción? De total hostilidad y rechazo. Y si pudieran matarían al mensajero que les trae la evidencia de que existe otro mundo distinto al que ellos han visto desde niños.
ResponderBorrarUna vez tuve una intervención con dos adolescentes conflictivos por motivos familiares. Les hablé de la naturaleza, de la experiencia de entrar en cuevas por la noche que había llevado a cabo con mis alumnos. Me escucharon con atención y me respondieron. ¿Nos vas a llevar tú o de qué estas hablando? Porque no había nadie que les fuera a llevar a vivir esta experiencia.
La sociedad se defiende con armas conservadoras sobre lo que contradice su sentido común que es de rechazo sobre la innovación y los nuevos planteamientos aunque sean reales y contundentes.
Un abrazo.
Excelente la comparación con la alegoría de la caverna de Platón, Joselu. Esto ha sido siempre igual, por algo a Galileo le pasó lo que le pasó. Todo cambio que se propone choca contra la intolerancia de la masa. El problema es hasta donde puede llegar la intolerancia a veces.
ResponderBorrarUn abrazo y muchas gracias!
Fer