miércoles, 24 de junio de 2015

Premura

"Alone", Alexander Shilov, 1980.



       Premura es lo que se le imprime a la fugacidad de eso que se nos diluye y que llamamos Tiempo. Ella se le opone con dureza, y yo mal aprendo, como si me viese reflejada en todos sus espejos sin poder hacer otra cosa desde que tengo memoria. Camina lento y me obliga a que la espere un paso más allá en la vereda que ahora me parece tanto más angosta. No se permite valerse del bastón que necesita en su tenaz y fútil resistencia contra el paso del Tirano. Bien sabe que le queda poco, que entró en la recta final y descendente, y lo anda despacio a tientas y a sabiendas, desafiando con la plena conciencia de la que siempre ha sido dueña a la Naturaleza impiadosa que poco a poco le va paralizando sus afinadas piernas. Hace rato que quedó paralizada su voluntad de ser ella la protagonista de su propia historia y se lo niega, como también se niega, orgullosa, el permiso de apoyarse en mí ahora y usarme de bastón para subir el escalón de entrada a lo que irremediablemente esta odiosa y egoísta Premura del Tiempo nos depara. 

A boca de jarro

14 comentarios:

  1. El tiempo es tajante, no pasa rápido ni es fugaz, pero jamás da un paso atrás. Fluimos inexorablemente nosotros. A veces le desafiamos en nuestra ingenuidad, a sabiendas que jamás le detendremos... y la evidencia de las pérdidas se convierte en dolor. Profunda reflexión. Me gustó.
    Un abrazo

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    1. Jamás da un paso atrás. así es, el muy perverso.

      Un fuerte abrazo y gracias por tu presencia en este espacio, Marybel!

      Fer

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  2. Aunque se intente disfrutarlo y saborearlo a poquitos, el Tiempo marca su ritmo y siempre resulta demasiado acelerado. Muy bonito texto.
    Un abrazo,

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    1. Muchas gracias, Carmen. Eres bienvenida y realmente te agradezco el seguimiento.

      Un abrazo.

      Fer

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  3. Qué duro se hace el implacable paso del tiempo para aquellos que lo sufren en propias carnes, cerca de su final, y para aquellos que asistimos como espectadores desde el balcón del amor. Al leer tu precioso texto he remorado a mis mayores, muy ancianos ya, y cómo se me parte el alma de verlos tan vulnerables por culpa del Tirano....

    Un texto maravilloso, Fer, lleno de ternura y cariño.

    Un fuerte abrazo!!

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    1. Qué paradoja que cuando sentimos que nos liberamos un poco de los bebés y niños pequeños que dependían tanto de nosotras sean nuestros mayores a quienes tengamos que maternar, negándonos nuevamente en buena medida ese presente que siempre parece que debemos resignar a un mañana cada vez más incierto. Ley de la vida, balcones del amor...

      Un fuerte abrazo y gracias por la empatía, Julia!

      Fer

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  4. Preciosa reflexión relatada sobre el tiempo que se nos viene encima irremediablemente.
    Un abrazo

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  5. Admiro a las gentes que respetan, cuidan y manifiestan empatía por sus ancianos.

    Abrazos, estimada Fer

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    1. Creo que existe una soledad inherente a la ancianidad, diferente a todas las soledades que experimentamos en otras edades,absoluta, categórica, asfixiante por momentos. una soledad que va más allá de los cuidados y el amor que le prodiguemos a nuestros mayores aquellos que asumimos el compromiso ineludible que conlleva el vínculo, mi estimado Luis Antonio. Percibo que mi madre atisba un lugar al cual aún no me he asomado desde mi ventana vital y no puedo, por más esfuerzos que haga, es más, siento que ni siquiera debo, mitigar esa soledad existencial que probablemente no sea otra cosa que el último peldaño que se asciende en el crecimiento personal que nos ofrece esto que llamamos vida, una lucha descarnada contra el tiempo y la mortalidad.

      Abrazos.

      Fer

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  6. Es triste eso del paso del tiempo, que en la recta final se pierdan facultades y necesitemos ayuda. Pero la pintura que has elegido, Fer, se titula "Sola"... ¿Quién ayuda a esa anciana mujer, que se quedó viuda hace tiempo y cuyos hijos viven muy lejos? Aún reúne fuerzas cada mañana para levantarse, asearse y trabajar en su jardín. Pero a la hora del café o del mate, se queda mirando al vacío, recordando una vida que se le fue... Esa es la impresión que me produce el cuadro de Shilov.
    Yo me divorcié hace cuatro años, y desde entonces vivo solo, muy lejos del que entonces era mi hogar. Y a veces pienso en que, en pocos años, quizá me vea mirando, como esa mujer, al vacío, sólo recordando lo que se fue. Pero no me pone triste el asunto, porque estoy enamorado de los destellos que se pueden encontrar (si uno sabe mirar) en medio de cualquier sombra. Con ellos, sin duda, me iré, cuando llegue el tiempo...

    Un abrazo, Fer.

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    1. Mi querido y respetado, admirado caminante existencial de destellos, Antonio H. Martín: todos los seres alados pensamos en ese día en el que nos sentamos a la mesa y la encontramos vacía, todos le tememos a esa acuciante y anunciante soledad. Podemos ampararnos en los destellos, yo también lo hago, mi madre lo hace, pero la confrontación máxima con la sombra que precede el renacer de la luz de nuestro ser se me hace necesariamente dolorosa si se es consciente de lo que se está viviendo. Benditos quienes mueren antes, benditos quienes no se enteran, Antonio. Somos demasiado sensibles y pensantes y necesariamente sufrimos al vislumbrar la llegada de ese tiempo o el verlo en quienes más amamos. Afortunadamente, nos tenemos unos a otros para desafiarlo con la herramienta más sublime y poderosa que, como raza condenada a la mortalidad, hemos sabido crear para jugar a que somos inmortales: la palabra.

      Un fuerte abrazo.

      Fer

      P.D.: Extraño mucho a Cristal. Desearía que leyera esto y se comunicara de alguna manera conmigo.

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