"Impresionante. Bomberos, policías y médicos durante el operativo que se montó en Castelar. Por el impacto, varios vagones de los dos trenes quedaron montados unos sobre otros." Clarín de hoy.
Dicen mis mayores que en mi país la historia es cíclica. Nunca más cierto. Esta imagen que tristemente se repite a dieciséis meses de otra similar, la de aquella fatídica mañana en Once del 22 de febrero de 2012, en la misma línea ferroviaria, el Sarmiento, que dejó un saldo aún más penoso que el de ayer en Castelar, y que transporta a millones de argentinos trabajadores, estudiantes, jubilados, enfermos que se trasladan a un hospital, ciudadanos anónimos y decentes que arriesgan su vida día a día para salir a bordo del tren a hacer la vida en esta ciudad, aunque se encuentran con la muerte sobre los rieles, es la alegoría más clara y más patética de la realidad política y social de mi país. Chocamos y volvemos a chocar en la misma línea, no logramos salir del choque, aunque nuestra presidenta prefiere no llamar a las cosas por su nombre y que sea "la Justicia" la que determine cómo calificarlo, a pesar de que las imágenes hablan por sí mismas. Como la otra vez, todos los dedos oficiales y responsables se alzan apuntando al chivo expiatorio de turno: el conductor de la formación. Otra vez la misma historia...
Al final de una jornada laboral de catorce horas, extenuante, como la de tantos, en la que hice uso del transporte público de mi ciudad, en estado calamitoso, y en el que se nos transporta como al ganado, quiero decir, peor, ya que somos seres humanos, para poder cumplir, como tantos, con mis múltiples obligaciones laborales, esas que me permiten subsistir en mi país, encontrarme con cosas como esta me da vergüenza ajena y hasta miedo:
CFK lamentó el choque en Castelar: "La vida es así, nada es perfecto"
La mandataria confesó que siente "un poquito de bronca e impotencia", pero justificó las "paradojas" de la vida.
Mientras celebraba un nuevo sorteo de los planes Procrear, la jefa de Estado envió un saludo a las familias de las víctimas fatales de la tragedia ferroviaria. "Sé lo que están sintiendo", aseguró, en una comparación implícita con la muerte de su esposo, el expresidente Néstor Kirchner.
(Tomado de Editorial Perfil)
Justificar lo injustificable, la corrupción, la irresponsabilidad, la desidia, el abandono, el tirarse la pelota unos a otros sin que nadie se haga cargo de aquello que le compete, la falta de inversión que amerita el transporte público en esta megaciudad desde la que se pretendió lanzar un tren bala, y en la que se regalan planes de vivienda y de alimentación... Un tren bala sólo nos habría conducido a chocar más rápido y de manera aún más dramática.
Se me hace difícil hoy pensar con claridad, hilar este tren de pensamientos y sentimientos que se chocan unos con otros para no poder llegar a ninguna estación segura y me recorren y me estremecen otra vez. Pero antes de descarrilar una vez más, necesito plantear esta necesidad que nos convoca: "argentinos a las cosas", como dijera Ortega y Gasset en su momento, quien hoy me dice: "El pensamiento es la única cosa del Universo de la que no se puede negar su existencia: negar es pensar."
Por eso pienso mi realidad en voz alta, como salga, lo importante hoy es pensar y dejar de negarse a hacerlo. Es menester bajar de este tren, ir más despacio, mejorar la infraestructura, invertir tiempo y dinero en pensar seriamente y a corazón abierto cómo nos conducimos por la vida en esta tierra. Y esa es una tarea que nos compete ejercer a todos, cada uno desde su pequeño o gran lugar en este inmenso país, al que a pesar de todo, de tanto, yo quiero de veras, aunque me duela verlo así. Así no quiero ver a mi Argentina, donde, como en una pesadilla recurrente, parece que siempre se repite la misma historia...
A boca de jarro