|
Fiel a la idea del self-made man, Bradbury
fue un escritor absolutamente autodidacta. Debido a dificultades económicas, no
pudo asistir a la universidad y aprendió del oficio y arte de escritor de los
grandes a quienes admiró: William Shakespeare, Julio Verne, H.G.Wells y, sobre
todo, de Edgar Allan Poe, que marcaría profundamente el camino literario del
entusiasta joven Bradbury. Y respondiendo al sueño americano devenido a veces en
pesadilla, fue testigo crítico del cambio que propulsó la revolución
tecnológica que llevó al hombre a pisar la luna, y nos hizo concientes de los
peligros detrás de los prodigios de los avances que traen como consecuencia la
posibilidad de descuidar el alma humana.
Crónicas Marcianas lo catapultó a la
notoriedad como autor de ciencia ficción, aunque personalmente él sentía que
ese no era un rótulo apropiado para su obra, pues siempre se consideró un
narrador más próximo a la fantasía: "La ciencia-ficción es una
representación de la realidad. La fantasía es una representación de lo
irreal", decía. No obstante, admitía que Fahrenheit 451 sí se
trata de una novela de ciencia ficción, la obra por la que siempre será
recordado y en la que describe un futuro que cada vez nos parece menos descabellado
en el que los libros desaparecen, salvo en la memoria de los revolucionarios.
Escrito en plena Guerra Fría, resaltaba los males de un Estado totalitario y el título hace referencia a la
temperatura a la que el papel se inflama y arde. Quemar libros en
esta genial distopía se presenta para las mentes estrechas como la solución a
la angustia existencial del hombre y la erradicación de toda desigualdad y
distracción de aquello que hace que no funcionemos como ciudadanos eficientes y
sumisos. Además, es una bella alegoría del poder perenne de los palabra escrita sobre
las mentes indomables que los memorizan para no perderlos.
Todos los años leo al menos un cuento corto de
Bradbury con mis alumnos. Generalmente elijo "Bordado"
("Embroidery") incluido en la colección El sonido del
trueno y otras historias (2005). En esta historia se presenta a tres
mujeres, de quienes no tenemos mayores datos ni descripción, en su intento por
continuar con su rutina habitual de labores hogareñas y bordado conjunto mientras el mundo que las
rodea está a punto de estallar de manera apocalíptica. La historia está
ambientada en algún pueblo de los Estados Unidos, aunque no hay una pista certera sobre la ubicación real. El epicentro del escapismo y la resistencia a creer que
ha llegado el fin que la humanidad misma ha propiciado a través de la
experimentación nuclear que se anuncia como agujas en el aire parece ser una
casa aislada, rodeada de campos y prados, que se refleja en el diseño que
bordan las señoras hasta que se funden, figura y humanidad, en el fuego
de una explosión que arrasa con todo.
Debido a su brevedad y a todo lo tácito de la
escueta narración que juega con el factor tiempo, no les resulta de fácil
comprensión a los adolescentes del siglo XXI, por lo que este año decidí cambiar y leímos "El
hombre" ("The Man"), de una colección de dieciocho
cuentos publicada en 1951 bajo el título El hombre ilustrado (The
Illustrated Man), el libro favorito del nieto del autor que
activamente se conectó en Twitter con los fans para homenajear a la figura de
su abuelo por estos días. En este cuento, un grupo de exploradores del espacio
aterriza en un planeta para encontrar que la población vive en un estado de
permanente felicidad. Tras una investigación, descubren que un visitante
misterioso estuvo entre ellos. La descripción adicional conduce a dos astronautas a
creer que este hombre es el Mesías. Uno de ellos decide pasar el resto de sus
días en el planeta, disfrutando de aquel estado de perfecta iluminación. El capitán
Hart, en cambio, hombre escéptico y testarudo, continúa su travesía en su nave espacial,
persiguiendo al hombre misterioso, siempre un paso detrás de él, nunca lo
bastante rápido como para alcanzarlo. Otros miembros del equipo deciden
permanecer en el planeta para lograr vivir en paz y, al entender que sólo encuentra quien deja de buscar, son recompensados con el
hallazgo de que "el hombre" permanece allí donde ellos eligieron quedarse.
Con Bradbury el viaje siempre es del espacio
exterior y la máquina del tiempo que el corazón del hombre desea conquistar y
manipular a su antojo al núcleo de su propia esencia, esa que es la que le
resulta más remota y desconocida que las estrellas. Siempre resulta un desafío
enriquecedor en el aula y en la vida. Él fue quien ilustró mejor que nadie para
mí, a través de otra historia interesantísima, "El sonido del trueno"
("The sound of thunder"), que el simple aleteo de una mariposa puede
cambiar el mundo y, por consiguiente, todos los eventos en el viaje de la vida.
A boca de jarro