Mostrando las entradas con la etiqueta Humor. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Humor. Mostrar todas las entradas

lunes, 8 de febrero de 2016

Reclamos Vitales Móviles

Quino




"Con el pucho de la vida apretado entre los labios
(...)
Esto se le oyó acusar..."


   Cumplidos los cuarenta, la Señora se fue una mañana, toda empilchada y perfumadita, a la Oficina de Reclamos Vitales Móviles antes de que se le fuera el tren, porque dicen los que saben de este asunto de Vivir que es entonces cuando se va.



- Buenos días, Señorita. Vengo a hacer mis Reclamos Vitales Móviles.

- Un momentito que ya la atiendo. (...) ¿Tiene cumplidos los cuarenta?

- Por supuesto, aquí tiene mi documento.

- ¿Y tiene cantadas las cuarenta?

- Las cuarenta las voy a cantar un día de estos. Hoy podría ser, si Usted me lo permite, claro.

- ¿Tiene Seguro de Vida?

- Seguro que no. A mí me dijeron que a Seguro se lo llevaron preso.

- Y Usted les creyó... Bueno. Veamos. ¿Tiene Usted Obra Social?

- Obra y Social. Acá están mis credenciales.

- ¿Aportes Jubilatorios?

- Aporto, aporto, lo que no sé es si a este ritmo voy a llegar, ¿vio?

-¿Llegar a dónde?

-¿A dónde va a ser? ¡A jubilarme! 

- Por Reclamos a Futuro tiene que dirigirse a otra dependencia. Acá sólo atendemos Reclamos Retroactivos. Ahora le aclaro que hoy comenzamos la mañana trabajando a reglamento en señal de protesta por una necesidad imperiosa de mejora salarial, así que sólo estamos tomando tres Reclamos Vitales Móviles por persona.

- Está bien. Creo que con eso me va a alcanzar.

- Perfecto. La escucho. ¿Cuál sería su primer reclamo entonces?

- Deseo reclamar la posibilidad de ser millonaria. A mí me dijeron que si no era millonaria antes de los cuarenta, nunca lo sería.

- Le informaron bien. Así es. Reclamo asentado. ¿Qué otra cosita?

- Bueno, me gustaría reclamar el no haber sido la mujer que los demás esperaban que yo fuera: la hija que mis padres soñaban, la compañera que mi esposo deseaba y la madre que mis hijos necesitaban. ¿Se entiende?

- Perfectamente. Encuadra en el Reclamo 201. Es un reclamo muy común en mujeres de su edad. Aún le queda un reclamo más. ¿Cuál sería?

- La verdad es que yo traía una lista larga, pero ahora Usted me dice que sólo me queda un reclamo más, ¿no es así?

- Me temo que sí. Señora. Mire, no lo vaya a tomar a mal, pero no tengo todo el día para sus reclamos: hay una extensa fila de personas esperando para reclamar. ¿Podríamos apurar el trámite?

- Sí, como no, entiendo. Todo el mundo quiere apurar el trámite. Así es como los cuarenta llegan en un abrir y cerrar de ojos y nos encuentran llenos de reclamos. Se nota que hay mucha insatisfacción vital en esta sociedad. Y, encima, Ustedes, trabajando a reglamento para reclamar por un aumento.... ¡Qué barbaridad! Bueno, ya que estamos en tren de reclamos, por último, yo quisiera reclamar por el tren que se me fue. ¿Por qué se tiene que ir tan pronto el tren, a ver si alguien me lo puede explicar?

- En este momento me asalta una duda, Señora. Déjeme que haga una consulta antes de aprobar este último reclamo suyo. (...) Lamentablemente, y tal como me lo temía, con este último reclamo de que se le fue el tren, Usted acaba de anular su posibilidad hasta de reclamar.

- ¿Cómo dice?

- Lo que escucha, Señora. Esta es la Oficina de Reclamos Móviles: si Usted da por sentado que se le fue el tren, siento mucho tener que informarle que se ha quedado sin el Móvil para reclamar. ¡Siguiente, por favor!



"Toda carta tiene contra
Y toda contra se da..."




Soledad & Adriana Varela - LAS CUARENTA (Teatro Colón)



A boca de jarro

martes, 22 de diciembre de 2015

Desahogo antinavideño




        Te escribo porque ya no aguanto más la Navidad. No aguanto más esto de tener que celebrar porque lo dicta el calendario. No soporto estos días de calor pastoso en Buenos Aires, cuando la gente se pone más loca que de costumbre en tiempos que, se supone, son de paz, te cuerpea alevosamente por la vereda, te tira el auto encima por la calle para llegar más pronto a no sé dónde, llena los centros comerciales, hace cola en todas partes y para todo, compra todo tipo de artículos de lo más innecesarios hasta de noche, escucha música de lo más pedorra a toda hora, manda salutaciones con brillitos cuando ni se acordaron de tu existencia en todo el resto del año y te invita a reuniones donde lo único que se hace es comer y chupar como si llegara el fin del mundo. 

Yo ya estoy avivada hace rato, ya sé que vos no existís, pero es un tiempo en el que hacemos de cuenta que estamos todos contentos, que nos cae bien todo el mundo, que somos todos buenitos, así que permitime que haga también de cuenta que vos sos real, que vivís en el Polo Norte y que vas a leer esta carta. Permitime este desahogo antinavideño por un rato aunque más nos sea. En las últimas semanas me tuve que fumar tres fiestas de graduación al hilo: la de "egresaditos" de mi sobrino, que terminó la sala de cinco, la de mi hija menor, que terminó la primaria, y la de mi varón grande, que egresó de la secundaria, aunque todavía debe un par de materias. Todas las celebraciones son espantosamente predecibles y cortadas por la misma tijera. Arrancamos con las banderas de ceremonia y los aplausos para los abanderados entrantes y salientes, desafinamos el himno, nos tragamos los discursos alusivos y los videos lacrimógenos que dan cuenta de lo mucho que van creciendo los chicos y lo viejos que nos vamos poniendo nosotros - que ni figuramos en ellos - y seguimos aplaudiendo hasta que el último diploma puramente simbólico ha sido entregado. Todo esto con treinta y cinco grados de calor y siempre en los mismos patios mal ventilados del colegio. Ya no me dan más ni las manos, ni los pies, ni la paciencia para festejos. Ni hablar de la billetera...

Hace un mes que recibo llamados a horas extrañas de parte de mi vieja y de mi suegra a ver con quién vamos a pasar las fiestas. ¿Con quién va a ser, digo yo, con el embajador de Bélgica? ¿Y qué toca este año: vitel toné, matambre o nos matamos con un asado en medio de la ola de calor? ¿Celebramos en mi departamento de tres ambientes, o mejor, si te parece, en tu casa, por si se corta la luz como el año pasado y nos quedamos sin aire y sin ascensor? ¡Basta, por favor, ya basta!

Anoche mi hija me dejó una extensa misiva con sus pedidos navideños sobre la mesa de luz: vos me dirás de dónde saco la guita yo para comprarle un secador de pelo con iones y turmalina (¿¿??), un epilady de última generación, un palo para selfies, un par de anteojos de sol Ray Ban originales y un celular de quince lucas. ¿Y a mí quién me va a regalar algo, eh? ¿Cuándo voy a ligar yo? Te digo lo que yo quisiera para las benditas fiestas: un pasaje de ida a cualquier parte, donde corra un poco de aire fresco, por favor, una habitación con una heladera llena, para evitar el supermercado hasta el dos de enero, de ser posible, unas buenas pelis que no sean navideñas, y un par de libros de esos que no tuve tiempo de leer en todo el año. Y de yapa te pido que me lo mandes a mi esposo, que hace quince días que no lo veo: no hace más que ir de reunión en reunión.





Publicidad RIBEIRO Navidad 2015 - Vicky Xipolitakis - #Arre"Reinos" 


A boca de jarro 

martes, 10 de noviembre de 2015

Baños de diseño



En mi próxima vida, no quiero pensar. ¡Quiero diseñar! Ya lo decía Steve Jobs, que de esto sabía algo: "Estamos aquí para dar un mordisco al Universo, sino ¿para qué otra cosa podemos estar aquí?" Eso es. En mi próxima vida, quiero pegarle, no un mordisco, un tremendo tarascón al Universo. Definitivamente, en mi próxima vida voy a tener un baño de diseño, por lo menos para no mear fuera del tarro a la hora de contestar las preguntas de mi hija adolescente.





Es que el otro día me sorprendió con una pregunta tan posmoderna que me hizo caer en este anacronismo de pensar. Asaltada por esa inquietud de vanguardia que la caracteriza siempre que damos una de nuestras vueltas al perro, a la antigua, me preguntaba cómo eran los baños de mi escuela. Mi respuesta, ahora que me doy cuenta, fue paupérrima, muy siglo XX:

-Los baños de mi escuela eran baños. Tenían una puerta, inodoros pequeños en la primaria, más grandes en secundaria, ventanitas altas, como respiraderos, una pileta para lavarse las manos y un espejo todo salpicado.

Debo confesar que su tren de pensamiento me apabulló una vez que lo pillé. Para la generación de mi hija, un baño no es simplemente un baño: un baño es un objeto de diseño. Mi hija nació en una casa con más de un baño, por lo tanto, ha tenido la chance desde muy chica de compararlos. No se trata ya de un único espacio compartido por el grupo familiar ni de ese sagrado lugar al que acude tanta gente... A Dios gracias, mi hija ignora también la cruda realidad de tantos millones de seres humanos que aún hoy, en la era del diseño, no cuentan ni con baño ni con casa. Para los adolescentes de su generación y de su condición social, la cruda realidad pasa por el sushi. Y los baños son poco menos que sitios turísticos, aptos para dar rienda suelta a la creatividad y al buen gusto, y así dejar en ellos mucho más que aquello que dejan los valientes. Son sitios donde se debe dejar una huella personal, pero a la luz de las velas aromáticas, con aceites esenciales, sales de baño y en una lengua foránea.






Inevitablemente, mi respuesta iba a frustrarla y hacer que se encendiera como una lámpara de diseño.

-El diseño es el pensamiento hecho visión, Má.

- ¿Y se puede saber de dónde sacaste eso vos, che?

-¡Ay, Má, por favor! Eso lo sabe cualquiera. Lo postearon en Instagram el otro día.




Eso lo sabe cualquiera... Tristemente cierto. Las frases de diseño arrasan en las redes un día cualquiera. Hoy hay pensamientos, citas, libros, tipografía y autores de diseño. Hay sillones, mesas, camas, blanquería, accesorios decorativos, vajilla, cocina y hasta mates de diseño. Con decirte que este pasado Día de la Madre no tenía ni puta idea de qué regalarle a la vieja - que afortunadamente, aun siendo jubilada argentina, no necesita nada -  y entré como por un tubo: ¡un mate de diseño!




Hay celulares, ordenadores, tarjetas, comidas, parejas y cuerpos de diseño. Así como la liquidez inundó la solidez de los vínculos en nuestra era - generando relaciones en las que los individuos se consumen uno a otro sin llegar a fusionarse, diluyéndose en su esencia amorosa so pretexto de escaparle al compromiso y al vínculo maduro, profundo y responsable - de la misma manera se está abriendo paso a una corriente en la que sólo flota la imagen. Y la imagen se crea, ya no para satisfacer una necesidad humana, sino para crear la necesidad. ¿Se entiende o es muy de diseño? Es que en mi época, digámoslo, lo que flotaba era otra cosa. Ahora nos parece que el mate qualunque ya no sirve para tomarse unos buenos verdes. Hace falta tener un mate de diseño. Y el baño ya no es solamente un baño, es "el cuarto de baño"- ojo al piojo - y ya no nos basta para hacer nuestras necesidades, ni siquiera en el colegio, hija mía. Es preciso contar con un receptáculo agradable que observe la armonía cromática incurriendo en la iconolingüística y - de ser posible - que respete también las leyes del feng shui para lavarse los dientes y darse una duchita rapidita antes de irnos a dormir. Así seguro que no era el baño de mi escuela, qué esperanza. Eso sí: que al baño lo siga limpiando Magoya o, en su defecto, Má.






A boca de jarro

viernes, 16 de octubre de 2015

Los eskejos

Not to be Reproduced (La reproduction interdite, 1937) , René Magritte


En esta tierra mía donde justo se vinieron a bajar del barco mis abuelos, hace rato que hemos dejado de tener espejos para pasar a tener eskejos. Los eskejos son en apariencia iguales a los espejos que solían tener colgando de las paredes, en el baño y adentro de sus roperos mis abuelos, sólo que en los eskejos que tenemos en casa ahora se produce un fenómeno notable que paso a explicarles. Resulta que en estos eskejos de fabricación cien por ciento argentina se ve distinto. Se cae un botón del sacón, y en este eskejo es como que te vas acostumbrando a verte el sacón sin botón, a punto tal que en poco tiempo te parece que el sacón sin un botón está bueno, que tiene onda. Al tiempo, se te hace una agujero en la manga del mismo sacón al que se le había caído el botón, y se empieza a roer la tela alrededor del orificio, asoman todos los hilitos por ahí, te mirás al eskejo y te parece que igual el sacón queda lindo, que vas a la moda. Pasa un poco más de tiempo, y resulta que el paño del sacón se empieza a brotar en gorollitos que no los sacás ni con el jabón de lavar que te venden por televisión en la tierra de los eskejos para tales mágicos efectos. Te mirás en el eskejo con tu sacón lleno de gorollitos, agujereado, con hilitos y sin botón, y te parece de lo más kitsch. Pasan unos meses más, llega el tiempo de guardar el sacón porque ya llegó el calor, mirás al sacón sin un botón, agujereado, con hilitos y gorollos, lo ponés a contraluz, y notás que el color gris que tenía cuando lo compraste y lo pagaste un ojo de la cara se ha convertido en color ratón. Lo llevás a la tintorería para hacerlo aguantar una temporada más, y aunque la señora tintorera no te promete ningún milagro, te sale un discurso raro, como si estuvieras hablando por kadena nacional, ahí parada, levantando el índice y la voz, toda aireada, muy aseñorada frente al mostrador de la tintorería argentina, un diskurso que dice más o menos kosas como que para qué vas a komprarte un sakón nuevo de likidación si lo ke venden ahora es todo peor que tu sakón, ke te lo cobran kualkier kosa, kada uno lo ke se le kanta la reverenda gana, ke ya la kalidad de antes no se konsigue más y todas esas kosas ke te suelen embargar en una kaskada mental frente a todos tus eskejos. Entonces, ya medio en kaliente komo buena argentina ke sos, dejás al sakón sin un botón, kon un agujero en la manga, lleno de hilitos y gorollitos y kon su nueva tonalidad kolor ratón, pensando que lo vas a pasar a buskar en una semana, vas a pagar otro ojo de la kara por la limpieza en seko y va a terminar kedando igual de choto ke komo lo habías llevado. Te vas de la tintorería kaliente pero tratando de konvencerte de que la señora tintorera debe usar algún produkto mejor ke el jabón de sakar gorollos ke nos venden tan koloridamente aká por televisión, en la tierra de los eskejos, y ke es por eso ke kobra tan karo por la limpieza del sakón. Tal vez el año ke viene, kon un poko de suerte y viento a favor, pensás en kaliente, komo buena argentina kabrona ke sos, te podrás por fin komprar un sakón nuevo. Y si no, serán más eskejos, ké lo karió.



Publicidad : Skip, Kita las pelotitas 




A boca de jarro

Buscar este blog

A boca de jarro

A boca de jarro
Escritura terapéutica por alma en reparación.

Vasija de barro

Vasija de barro

Archivo del Blog

Archivos del blog por mes de publicación


¡Abriéndole las ventanas a la realidad!

"La verdad espera que los ojos
no estén nublados por el anhelo."

Global site tag

Powered By Blogger