"Una aventura maravillosa" es el título al cual se ha transferido en Latinoamérica a la película denominada "Life of Pi" ("La vida de Pi"), basada en el best-seller homónimo de Yann Martel que ha vendido más de siete millones de copias desde su publicación en 2001. Es una fiesta para los sentidos además de una profunda alegoría de los desafíos que la vida nos presenta, llevados a un extremo que por momentos resulta desgarrador, y de lo que la mente puede hacer ante ellos para enfrentarlos, asimilarlos y superarlos.
Se trata de una historia circular con diversos niveles de lectura y con
soberbios efectos de fotografía, sonido, edición y guión, más el sello de la
dirección de Ang Lee,
pero, por sobre todo, con un uso exquisito de la tecnología y fotografía que no se regodea simplemente en la innovación y el desafío tecnológico, que llevó más de
cuatro años de trabajo para plasmar lo que desde el libro parecía una hazaña
imposible. Se percibe que la aventura 3D se ha puesto al servicio de la
emotividad del cuento y así expandir las reverberaciones del viaje físico y espiritual que
realiza el protagonista en su penoso y aleccionador naufragio y sumergirnos en
sus implicancias existenciales y místicas. Más allá de lo técnico, imapacta el alcance de la relevancia de este viaje, que, como todo viaje, conduce a
un encuentro con lo más valioso y sombrío de nuestra humanidad y a la
maduración espiritual del ser que lo emprende, así también como a las
múltiples enseñanzas que aporta para quienes lo vemos transcurrir en pantalla.
Su protagonista es Piscine Martel, nombrado así por un padrino del alma
que deseaba para él que nadara en las mejores piscinas del mundo, sin pensar que
le esperaba nada menos que el Pacífico como destino. El niño abrevia hábilmente
su nombre en sus años escolares a la notación de la letra griega π, Pi,
de infinitas lecturas numéricas y filosóficas, bautizándose
así mismo como un ser en busca de la trascendencia y evitando la estigmatización
de sus compañeros, a quienes supera en avidez de conocimiento del verdadero
mundo más allá de los muros de una escuela que lo aburre. A Pi le interesa la naturaleza
divina de todo cuanto lo rodea y se zambulle en todas las manifestaciones de la
divinidad veneradas por la humanidad que va descubriendo de joven, conectándose
y reverenciando cada una sin prejuicios y extrayendo de ellas lo que subyuga a
su mente y alimenta a su alma, ávida de sentido existencial, cosa que su padre,
un conservador, exitoso y realista hombre de negocios, no comprende ni
aprueba, no así como su madre, un alma más receptiva y abierta a la diversidad.
Lo mismo sucede con su vínculo con los animales del zoológico que su padre
regentea en Pondichery, el distrito francés de la India. El muchacho busca
conectar con el alma que cree que habita detrás de los ojos de los animales del
zoo, aún con la del temible tigre de Bengala, Richard Parker, a quien su
padre le enseña brutalmente a temer y que eventualmente se convertirá en su alter ego, ese tigre que llevamos instintivamente en nuestra naturaleza animal,
sin que los espectadores sospechemos que no se trata del animal que naufragó
también al hundirse el barco japonés que transportaba a toda la familia y al
zoo a los Estados Unidos en un intento de salvarse de la bancarrota,
interrumpiendo la vida del muchacho en la vivencia de su primer amor.
El barco de carga se enfrenta con una feroz tormenta y comienza a hundirse
mientras Pi está maravillándose por la fuerza de la tempestad en plena
cubierta. Al percatarse del peligro, intenta salvar a su familia, ya bajo el agua,
pero es arrojado a un bote salvavidas. Desde el mar agitado, Pi observa con
impotencia cómo el barco se hunde, matando a su familia y su tripulación. Poco
después, vemos que el muchacho se encuentra en el bote con una cebra
herida, y se une una orangutana que perdió a su cría en el naufragio. Una hiena
se escabulle por debajo de la lona que cubre la mitad de la embarcación y mata
a la cebra para alimentarse de ella. Para angustia de Pi, la hiena también
hiere mortalmente a la orangutana en una pelea en la que lo defiende a él de su
ataque. De repente, el tigre Richard Parker emerge por debajo
de la lona, y se come a la hiena.
Es con el enorme y feroz tigre al que ha sido educado a temer con quien deberá
compartir su aventura en un bote para treinta personas, atravesando el océano
para sobrevivir al naufragio. El espectador no se percatará de que el tigre no
es el soberbio y temible animal del zoo, sino el lado salvaje de la naturaleza del muchacho que le permitirá emerger de los mares de la inmersión en la adultez y
el encuentro con las sombras que nos hacen devenir adultos y encarnar nuestras
figuras paternantes ante su irremediable ausencia, no sin lamentarse de no
poder haberse despedido de esos seres que, con sus virtudes y defectos, le han transmitido todo lo que
necesitaba aprender para atravesar los bravíos mares de la existencia y salir a
flote. El tigre no es sino una proyección de la personalidad, en pleno
desarrollo, del propio muchacho, y ésto no se nos revela hasta el
desenlace, narrado por Pi adulto, al volcar su versión alternativa y literal de
la historia, tranquila y emotivamente, en los oídos de un ávido escritor en
busca de un cuento inspirador y fantástico para recrear.
Lo más jugoso y temible de este rito de iniciación oceánico es el proceso de aprendizaje por el cual animalidad y humanidad deberán convivir en un mismo ámbito, rodeados por el abismo de las maravillas y los peligros de las profundas aguas en las que se encuentran perdidos y de las cuales no emergerán hasta desaprender lo aprendido acerca de lo que es humano y lo que es animal en nosotros e integrarlo para lograr el equilibrio que hace posible la supervivencia en la liquidez de la existencia humana. El esplendor y la furia de la naturaleza en la inmensidad del mar harán que Pi por fin se enfrente cara a cara con ese Dios al que busca con avidez para cuestionarlo. Es recién entonces cuando se entrega, habiendo luchado hasta extenuarse y habiéndose contentado con los recursos que la naturaleza le provee y que su inteligencia emplea para sobrevivir, domando también a ese tigre a quien en principio teme. Y al doblegarlo, llega a su fin el viaje, se encuentra con la civilización que lo rescata y pierde de vista a Richard Parker, que se ha convertido en un compañero que ahora retorna debilitado pero firme y sin mirar atrás a la selva donde pertenece. El muchacho, ya un hombre, llora amargamente su ausencia sabiendo que es abandonado por esa parte de su naturaleza que lo ha salvado de manera mucho más fehaciente que los hombres que lo encuentran finalmente en la orillas de una playa mejicana y lo hospitalizan.
Allí entendemos, gracias al relato literal de los hechos que los hombres de la
aseguradora de la nave hundida esperan escuchar, que a bordo del bote estaban
en verdad los animales que también habitan a los demás náufragos: la
pobre cebra, usada como fuente de alimento por la hiena cuando comienza a apretar
el hambre animal, representa a un marinero que cae al bote herido, la repugnante
hiena es la figura que encarna al desalmado cocinero "comeratas" del barco,
protagonizado por un fugaz y genial Gérard Depardieu, que acabará también con la
orangutana, la madre de Pi, para finalmente hacer salir al tigre de Bengala de las
entrañas del muchacho mismo que, con un cuchillo, da muerte a la traicionera criatura de risa burlona y a todos los preceptos alimenticios que ha observado durante sus breves años
de vida hasta entonces. La historia contada como la vemos en principio no
resulta creíble ni útil para los humanos civilizados y alejados de la fantasía
de los cuentos humanos que alimentan el alma de Pi desde pequeño. Finalmente,
Pi les dará el relato que cuaja para sus mentes terrenas y ajenas a la
naturaleza animal en nosotros y pagarán el seguro que salvará al joven
materialmente una vez en tierra.
Es recién entonces cuando obtenemos las dos lecturas de lo sucedido y de
quiénes somos en espíritu y en verdad. En su encuentro con el escritor que da
comienzo y cierre a la narración, Pi le pregunta, como el autor a
nosotros, qué historia prefiere. Éste elige el cuento con el tigre, a lo que Pi
responde:
-Y así es con Dios.
Echando un vistazo a una copia del informe de los agentes de seguro, el escritor se percata de un comentario final acerca de "la notable hazaña de sobrevivir 227 días en el mar, sobre todo con un tigre", lo cual significa que los agentes eligieron esa versión de la historia también. Todo refuerza la teoría de que la vida misma es el cuento que cada uno de nosotros recrea de la aventura que le toca protagonizar, con la fe, la esperanza y el coraje con los que venimos a ella o que las circunstancias hacen que emerjan o no. Ésta es una historia de fe, esperanza y coraje. No obstante, me volvió la tragedia Shakesperiana al salir del cine, dado que presiento posible que gocemos de cierta libertad para optar por qué lectura hacemos de nuestro paso por el mar de la existencia humana:
-Y así es con Dios.
Echando un vistazo a una copia del informe de los agentes de seguro, el escritor se percata de un comentario final acerca de "la notable hazaña de sobrevivir 227 días en el mar, sobre todo con un tigre", lo cual significa que los agentes eligieron esa versión de la historia también. Todo refuerza la teoría de que la vida misma es el cuento que cada uno de nosotros recrea de la aventura que le toca protagonizar, con la fe, la esperanza y el coraje con los que venimos a ella o que las circunstancias hacen que emerjan o no. Ésta es una historia de fe, esperanza y coraje. No obstante, me volvió la tragedia Shakesperiana al salir del cine, dado que presiento posible que gocemos de cierta libertad para optar por qué lectura hacemos de nuestro paso por el mar de la existencia humana:
“La vida no es más
que una sombra en marcha;
un mal actor que se pavonea
y se agita una hora en el escenario
y después no vuelve a saberse de él:
es un cuento contado por un idiota,
lleno de ruido y de furia,
que no significa nada.”
(Macbeth, Acto V, Escena V, William Shakespeare).
A boca de jarro