No
entiendo bien por qué razón en nuestro mundo occidental judeo-cristiano está
mal visto hablar del Libro del Apocalipsis, el último de La Biblia,
el best seller más rotundo de todos los tiempos por alguna razón, a pesar de la
mala prensa que ha tenido por siglos, mientras todo el mundo se tragó
el sapo de las predicciones Mayas, con todo el respeto que este pueblo aborigen mesoamericano me merece. Mis hijos este año han aprendido más acerca de los
Mayas y han visto más videos aparentemente serios y cientificistas que dan
prueba del fin del mundo según lo vaticinaron ellos de lo que han leído La
Biblia, siendo que ambos asisten a un colegio parroquial. Paradojas del
posmodernismo que me superan.
21 del 12 del 2012. Las profecías Mayas son 7, la Bestia es el 66,
los jinetes del Apocalipsis son 4. Digo, para los que quieran jugarle a
algunos numeritos, tienen para entretenerse. ¿Quiénes, cuántos y por cuánto son
los que estudiaron las profecías Mayas, a qué credo, dogma o secta responden, y
cómo llegan a la conclusión de que aquella alta cultura americana se vio venir
el fin de mundo justo ahora? Hablan de tormentas solares cataclísmicas, debido
a que el sol está que arde en este ciclo, que nos dejarán sin
electricidad y por ende sin agua y sin combustible en poco tiempo a los
malos que vivimos en la civilización y le dimos la espalda a la
naturaleza, como si se tratara de una decisión personal. Por lo tanto, los
únicos capaces de sobrevivir a este fin mentiroso, ya que daría paso a un nuevo comienzo, serían
aquellos que viven en aldeas o comunidades alejadas de la perversas urbes, prescindiendo
de la electricidad y en armonía con la naturaleza que, según esta gente, los
citadinos irresponsables y ávidos de poder y dinero hemos desbaratado,
metiéndonos a todos en la misma bolsa de gatos para que nos quememos en
el infierno a partir de mañana. Somos los responsables de los desastres que
tenemos, los cambios climáticos, los altos niveles de basura y polución, la
violencia y la maldad descarnada en la que subsistimos, etc. En fin, somos los malos de Sodoma y Gomorra remixados versión siglo XXI.
Según ellos, con esa casta impoluta que vive alejada de la
urbe se producirá un nuevo amanecer que sincronizará a todos los seres vivos y
les permitirá acceder voluntariamente a una transformación interna que produce
nuevas realidades, en las cuales el cambio será la clave. En lugar de internet
nos comunicaremos a través del pensamiento, encontraremos paz interior sin
necesidad de ansiolíticos ni psicólogos, elevaremos nuestra energía vital prescindiendo
del Viagra y de los antidepresivos, llevaremos nuestra frecuencia de vibración interior del miedo hacia
el amor sin usar ningún botón ni tecla, ni iPad, ni iPod, ni iPhone, ni Smart o
Touch screen, ni mp3, 4 y 5 y lo mejor de todo será que podremos captar y
expresar mensajes a través del pensamiento en vez de usar el mail, Messenger,
Facebook, SMS, WhatsApp y
What the Fuck... Lástima que parece que toda la gilada que está leyendo esto y quien suscribe no entremos en el
número selecto de seres responsables que han vivido en el lugar correcto para
salvarse de la catástrofe de la que ya sabían los Mayas unos siete siglos
atrás. Nótese la importancia del siete en todo esto: hay que jugarle al
siete...
La
energía de "un fogonazo desde el centro de nuestra galaxia, la vía
láctea, activará el código genético de origen divino en los hombres que
estén en una frecuencia de vibración alta" (¿?), y esto traerá la paz a
los hombres y ampliará la conciencia de todos acerca de lo que La Biblia
viene diciendo hace más de dos milenios: que hemos sido hechos a imagen y
semejanza de un ser supremo que nos ama y que espera que amemos a nuestro mundo y
a nuestro prójimo tanto como a nosotros mismos. ¡Chocolate por la noticia Maya,
entonces!
La verdad es que todo esto me
resulta una receta New Age bastante indigesta con una pizca de la Era de
Acuario, unas cucharadas de índigos y cristales y el golpe de horno de los
oportunistas de siempre, que necesitan de estas creencias para depositar su fe
en algo o para lucrar con la incredulidad de muchos de diversas maneras: desde
libros hasta remeras y fiestas temáticas. El cuento del nuevo amanecer con una
humanidad unida telepáticamente y capaz de prodigar amor y volver a un estado
de equilibrio paradisíaco perdido por nuestra culpa, esa culpa que resulta tan
odiosa cuando se machaca sobre ella desde lo que muchos llaman "el
dogma", suena muy lindo, muy onda Edén, ya lo leí en varios cuentos y lo vi
en unas cuantas pelis, pero no creo que pase. Por si acaso, volví al Libro del Apocalipsis, el más rico en símbolos y profecías del Nuevo Testamento, y tal vez el más difícil de interpretar para legos y expertos. Llamativamente, el Apocalipsis está basado en una estructura septenaria (las cartas a las siete iglesias, los siete candelabros, las siete estrellas, los siete sellos, las siete trompetas, las siete copas, las siete visiones del fin, etc.), y las profecías Mayas son, casualmente, siete. En el Apocalipsis se habla de la destrucción de Babilonia y de una Nueva Jerusalén, y según esta gente, cuya procedencia desconocemos pero que hasta en Obama se amparan para validar sus presagios, después del desastre habrá un nuevo amanecer. Si hay algo que quienes me enseñaron a acercarme a La Biblia sin temor ni prejuicios me transmitieron acerca de este último libro es que su estilo críptico es todo un género literario, comparable a lo que vemos hoy en películas como justamente "El día de mañana", "Independence Day" o "Soy leyenda", y que nadie conoce ni el día ni la hora de lo que se interpreta como el fin de los tiempos.
Así que yo propongo dormir tranquilos como angelitos, levantarnos a ver el sol, tomarnos unos mates o una rica taza de café, hacer una caminata, y definitivamente pasar por el puesto de lotería más cercano a ver si nos ganamos el Gordo de Fin de Año con tanto número que especula sobre el fin de los tiempos y nos distrae de los otros números, los que no cierran.
A boca de jarro