viernes, 16 de diciembre de 2011

Fin de ciclo

Todas las ilustraciones han sido tomadas de http://institutojvgonzalez.buenosaires.edu.ar/ingles/index.html 
y han sido realizadas por la profesora Susana Marchetti en 2004.




Se termina un año más de clases para mis hijos y para mí, como madre de mis hijos y como docente. Llegamos al final con mucho cansancio después de tantas evaluaciones finales, los trámites pertinentes y el asentamiento de las debidas constancias.
Hoy, sin embargo, más que evaluar lo que sucede en la escuela en general, me detengo a reflexionar sobre lo que ha sucedido en mi aula este año y lo que me pasa a mí como profesora de inglés en el vigésimo primer año de docencia ininterrumpida.

Cerrando mis propios cursos, suelo pedirles a mis alumnos que me hagan una especie de devolución o "feedback", breve y de ser posible por escrito, de lo que ellos sienten fueron aciertos y desaciertos o flaquezas en el dictado de mi materia. Lo hago con total apertura y pidiéndoles honestidad absoluta, porque sirve en la autoevaluación de mi quehacer docente.

Este año me sorprendió el hecho de que les sorprenda tanto a mis alumnos como a mis directivos, quienes también evalúan mi rendimiento profesional de diversas formas, cuánto me río al dar clase. Y sin embargo, los chicos no dejan de apuntar que aprenden mucho, que vienen a clase motivados y que disfrutan en general del curso. Parece que mi risa y la de ellos, que en verdad resuenan al unísono, reverberan en el piso donde doy clase. Y parece que las buenas risas en el aula no son algo muy común.

Repensando y releyendo lo que han escrito sobre mis clases, hoy en casa ya más distendida, sin más notas que cerrar ni planillas que llenar, llego a la conclusión de que habría abandonado mi carrera docente hace años si no fuese porque me río mucho cuando enseño, porque verdaderamente me siento feliz en clase, salvo algunos días en los que es generalmente lo que me ha sucedido afuera del aula lo que me pone un tanto agria, o cuando noto que dentro del aula nos estamos riendo de alguien y no con alguien.
Este año no ha sido fácil en lo personal, y sin embargo, el dar clases ha sido un gran cable a tierra, la posibilidad de olvidarme de los problemas que tardaron en resolverse tanto como se tomó el año en comenzar y terminar. Me pasa que pierdo la noción del tiempo y del resto del mundo, me encuentro sumida en la actividad que nos convoca, me sube la temperatura corporal, me siento en acción, y me divierto, me divierto mucho. Alguna vez leí, justamente en algún libro de inglés, que a este estado se lo conoce com "the flow", y es lo que más se parece a lo que entendemos por felicidad. Es lo que nos pasa cuando jugamos de chicos, cuando hacemos algo placentero en general, y yo tengo el enorme privilegio de que me suceda mientras trabajo.
No concibo la enseñanaza de otro modo: no creo que nadie pueda aprender sin risa, sin interés en algo que vaya más allá de la materia en cuestión, y que tiene que ver con lo humano, con involucrarse y encariñarse genuinamente con los otros, con el encuentro y la comunión de almas, con creer en la persona que se tiene en frente, aunque a mí me gusta más estar al lado, con el respeto que emana de aprender a valorar al otro más allá de su desempeño académico, tanto se trate del profesor como del alumno.



Por estos días me enteré del delicado estado de salud de una Profesora de profesoras, nuestra querida y admirada, adorada profe de Grammar I&II y Linguistics, fanática de Noam Chomsky, Ana, que ha marcado la vida de tantos de sus alumnos en el Profesorado de donde egresé, justamente con lo que más recuerdo de ella: su risa, cálida, un tanto infantil, auténtica. Ana me marcó con el fuego del amor por enseñar, y me mostró claramente a través del ejemplo, la mejor metodología, qué clase de docente quería ser.

Reír es una elección de vida, una forma de comunicación universal. La risa de Ana quedará siempre grabada en mi memoria, su vivacidad, su entrega, lo mucho que disfrutaba y creía en lo que hacía. La genialidad humorística de Susana reflejada en las ilustraciones que he tomado para acompañar esta reflexión, un poco a modo de homenaje a mi casa de estudios, a sus profesores y a nuestra profesión en un fin de ciclo más, va también como ejemplo del espíritu del cuerpo de profesores que me enseñaron a enseñar. Y espero que sea la risa lo que mis alumnos y yo más recordemos de tantas horas de trabajo compartidas.

A boca de jarro

Buscar este blog

A boca de jarro

A boca de jarro
Escritura terapéutica por alma en reparación.

Vasija de barro

Vasija de barro

Archivo del Blog

Archivos del blog por mes de publicación


¡Abriéndole las ventanas a la realidad!

"La verdad espera que los ojos
no estén nublados por el anhelo."

Global site tag

Powered By Blogger