Roberto Pizano, Maternidad |
"EL ARTE ES UN ESTADO DEL ALMA." Cita de Chagall.
Cuando nos hacemos madres, no tenemos la más pálida idea de lo que esto implica. Somos pura inconsciencia, entusiasmo y deseo. Creemos infantilmente que es más o menos lo mismo que cuidar de nuestras muñecas, hermanitos y primos menores o alguna mascota querida. Pero el bebé que asoma un buen día en el que sentimos tocar el cielo con las manos, si todo sale bien, pronto nos enfrenta con nuestro propio ser en todo el espectro de sus riquezas y humanas limitaciones. Es el bebé quien despierta nuestra animalidad ancestral, y no nuestro instinto el que nos toca una campanita avisándonos que ha llegado la hora de ser prolíficos y multiplicarnos. Y al despertarse el instinto, que nos embriaga de dulzura y necesidad de prodigar cuidados, calor, nido y contacto, también se despierta una parte nuestra que no se había manifestado antes: la necesidad imperiosa de preservar nuestro "yo" tal como lo conocíamos antes de que el hijo llegara. Misión imposible, mujeres: al parir, nos partimos, y las partes nunca volverán a fusionarse en el mismo todo. Deberemos "parirnos a nosotras mismas", re-crearnos, bajo una nueva luz. Comienza allí una especie de tironeo doloroso, molesto y arduo en el que es menester anteponer las necesidades básicas del crío, que no pidió venir al mundo y que no puede valerse por sí mismo ni podrá por años, a las necesidades vitales y existenciales propias, que nunca antes habíamos desatendido tan estruendosamente. Cosas simples como dormir, alimentarnos, ir al baño, darnos una duchita, vestirnos tomándonos el tiempo femenino que eso implica, hacer el amor o salir a la calle para hacer lo que hace falta hacer en una vida normal, se complican. Y arremetemos con todo eso con el bebé a cuestas. Nos hacemos canguros. Se puede, se logra, pero no me pregunten cómo: no hay fórmulas, aunque abunde toda una literatura sobre el tema. Por suerte hay algunos buenos referentes, mujeres con ovarios y cerebro, como Laura Gutman, que ayudan mucho a digerir la capita azucarada con la que se pretende endulzar a la maternidad real, y de hecho esa línea de pensamiento reverbera en estas líneas...
Hay días de absoluta locura, de sentimientos encontrados, de replanteos oscuros y mortificantes, y días paradisíacos en los que agradecemos a la vida, a Dios y a todos los Santos por haber tenido a nuestros hijos. Digo días, aunque en verdad se pasa de un estado al otro, del cielo al infierno, en cuestión de horas o minutos. Nos hacemos bipolares. Esta es la verdadera maternidad de la que siento pocas mujeres se atreven a hablar con total honestidad y "a boca de jarro".
Hay días de absoluta locura, de sentimientos encontrados, de replanteos oscuros y mortificantes, y días paradisíacos en los que agradecemos a la vida, a Dios y a todos los Santos por haber tenido a nuestros hijos. Digo días, aunque en verdad se pasa de un estado al otro, del cielo al infierno, en cuestión de horas o minutos. Nos hacemos bipolares. Esta es la verdadera maternidad de la que siento pocas mujeres se atreven a hablar con total honestidad y "a boca de jarro".
Georges Braque, Figura |
Yo creo que no nos hacemos ningún bien si nos proponemos ocultar y ocultarnos a nosotras mismas que el arte de ser mamá se aprende minuto a minuto encarnándolo hasta la médula, con compromiso, entrega y toneladas de paciencia, para con nuestros hijos y para con nosotras mismas y toda la constelación familiar que se gesta y se reacomoda al devenir madres. Maternar es un arte que, como todo arte, conlleva prueba y error, éxitos y fracasos rotundos, momentos de absoluta plenitud y otros de agobio y desborde.
Recuerdo que una de mis mayores preocupaciones al quedar embarazada era el parto, en rigor, era mi temor de los dolores de parto que se nos anuncian bien dolorosos ya desde el Génesis Bíblico... Y recuerdo las palabras de mi propia madre, que habían sido repetidas infinidad de veces, y supongo que si hoy sus nietas le preguntan por el tema, que ya les empieza a despertar curiosidad y hasta cierta preocupación, la respuesta será la misma: "Duele un poquito... como si estuvieras haciendo una caquita dura. Pero enseguida se pasa." Sé positivamente que mi mamá lo decía por bien, y porque muy posiblemente es el cuento que le han contado a ella y que ella se creyó, para maldecir hasta a su propia madre en el momento de parir. Y ésto lo cuento porque es así, con ese grado de infantilización y ocultamiento de las verdades básicas de la maternidad, como la enorme mayoría de las mujeres, incluso mujeres urbanas, con título, carrera y honores bajo el brazo (tal vez las más penosamente desinformadas y desconectadas de la naturaleza en cuestiones de maternidad), como llegamos a ser madres.
Recuerdo que una de mis mayores preocupaciones al quedar embarazada era el parto, en rigor, era mi temor de los dolores de parto que se nos anuncian bien dolorosos ya desde el Génesis Bíblico... Y recuerdo las palabras de mi propia madre, que habían sido repetidas infinidad de veces, y supongo que si hoy sus nietas le preguntan por el tema, que ya les empieza a despertar curiosidad y hasta cierta preocupación, la respuesta será la misma: "Duele un poquito... como si estuvieras haciendo una caquita dura. Pero enseguida se pasa." Sé positivamente que mi mamá lo decía por bien, y porque muy posiblemente es el cuento que le han contado a ella y que ella se creyó, para maldecir hasta a su propia madre en el momento de parir. Y ésto lo cuento porque es así, con ese grado de infantilización y ocultamiento de las verdades básicas de la maternidad, como la enorme mayoría de las mujeres, incluso mujeres urbanas, con título, carrera y honores bajo el brazo (tal vez las más penosamente desinformadas y desconectadas de la naturaleza en cuestiones de maternidad), como llegamos a ser madres.
Hay además, y en mi modesto entender, una mistificación del acto de parir y de las primeras épocas de absoluta fusión con el bebé en nuestro tiempo, que se ve plasmada en color rosa, o más bien, blanco, como las mamás y los bebés inmaculados de las propagandas, mamás frescas, esbeltas y tonificadas y bebés resplandecientes, que nada tienen que ver con la verdadera cara del maternaje en su arranque, y que además tan sólo comienza entonces. Si bien el parto puede ser un momento sublime, insisto, si todo resulta bien, y las primeras semanas, un idilio absoluto, al menos en nuestra memoria afectiva una vez que han quedado atrás, ser madre es una realidad que cuelga de nosotras como nuestras tetas luego de haber amamantado a la cria, por el resto de nuestros días. Nunca dejamos de serlo. Nuestros hijos son causa de nuestros mayores logros, de nuestras más profundas alegrías y orgullo, así como también de nuestras más desconcertantes preocupaciones y pesadillas. Y tal vez lo más difícil llega el día en el que traspasan el umbral de la puerta y se van, ya no de nuestra mano: el día en el que se van solitos, armados con una pequeña mochila y un celular, y les rogamos que nos avisen dónde y con quién están, para que ignoren u olviden nuestro ruego, hasta que finalmente los llamamos nosotros y los importunamos o avergonzamos. Es la paradoja esperable del hijo que crece, ese a quien le hemos dado la teta, la papa en la boca, le hemos limpiado el culo infinidad de veces, lo hemos llevado corriendo a la guardia de un hospital cuando se hizo aquel corte o al pediatra un centenar de veces para ver cómo iba creciendo, al que hemos tenido que despegar de nuestras piernas para que se dignara a entrar al jardín, haciéndonos sonrojar por sus alaridos salvajes, siendo ya mujeres grandes, como si le estuviésemos haciendo el peor de los males, y que ahora se avergüenza de nuestros besos o caricias en público, y se empecina en querer prescindir de los cuidados que es necesario seguir brindándole, porque sabemos que aunque se sienta un león, todavía no sabe rugir en esta selva a la que hay que dejarlo salir libre...
Ser madre es una arte. Y en el arte hay muchos estilos. El mismo objeto puede ser plasmado de mil maneras distintas de acuerdo a la mano del artista. Aquí va mi homenaje desde el arte a todas aquellas mujeres cercanas y remotas que han elegido, desde su inocencia y su altruismo, ser madres, y se esmeran por mejorar la técnica día a día para darle al mundo las obras de arte que le están haciendo falta.
¡A todas les deseo un muy pleno día de la madre!
P.D.: Y recuerden que mañana, sin regalos ni festejo, la historia continúa... porque de eso se trata ser mamá...
A boca de jarro
¡Qué hermoso post! Cuántas verdades juntas. Nuestras madres nos mienten sobre el parto y nosotras seguramente les mentiremos a nuestras hijas, porque así somos las madres... somos millones de cosas, pero por sobre todo, somos muy protectoras.
ResponderBorrarQue pases un hermoso día, te mando un beso grande!
Vos sos muy "a boca de jarro", por eso te sigo y valoro tu aporte en mi espacio!!!
ResponderBorrarGracias, feliz día, y sigamos iluminando con la verdad del ser madres, y el ejercicio honesto y compretido de este bendito rol de claroscuros, como el mismíso rol del ser, ni más, ni menos.
Un beso grande!
GRACIAS FER!!! gracias por tanta verdad,honestidad, y cuánta sintonía entre tu escrito y el mío.
ResponderBorrarCabe aclarar que yo lo escribí con el mayor respeto y consideración por las madres y por todas las mujeres que maternamos aunque no tengamos hijos. A veces es un poco difícil hablar de la maternidad cuando no se tiene hijos; pero yo confío plenamente en lo que escribí, porque aplica para todas las relaciones, y cuanto más crucial e importante para todos es que se cultive desde el vínculo más primario y primordial.
Me gusta leerte.
Besos!! y MUY FELIZ DÍA!!!
Lore: no hace falta que aclares que todo lo que escribís lo hacés desde el respeto, es clarísimo, y así se recibe tu mensaje, siempre respetuoso y equilibrado, que es como una caricia para el alma de quien te lee. Desde ya, no creo que haya que ser mamá para hablar de este vínculo primario, ya que todos somos hijos e hijas, y desde ahí, ya sabemos mucho sobre el tema. En verdad, la fuente de mayor sabiduría para ejercer este rol, un verdadero espejo, es nuestra propia madre, por virtud y por defecto. Y como vos bien decís, es un vínculo humano más, que se ejerce no solamente a través del tener hijos. Es más, aunque no sea grato decirlo, hay muchas gente que siendo padres biológicos no se han convertido en "PADRES"... Con tu experiencia profesional, vos la sabrás muy bien, y es una realidad muy triste pero real. Son los hijos de esos padres quienes tienen que hacer un trabajo muy profundo y amoroso consigo mismos para superar esa gran carencia.
ResponderBorrarGracias por estar y apoyar: a mí también, de verdad, me da muchísimo placer y me hace muy bien leerte, me hacés pensar siempre, desde la elección de tus títulos en adelante, y escribís muy bien y desde el alma. Me maternás bastante, así que ¡Feliz Día!
Un beso grande!
Que hermoso lo que escribiste, Fer! Es todo tan cierto! Antes de ser madres imaginamos eso, que tener un bebe es casi lo mismo que cuidar a nuestros muñecos, ponerles ropita linda y perfumito y estar muy felices todo todo el tiempo. Yo tuve un parto bastante bueno, pero los primeros tiempos tenia muchas ganas de llorar, de hecho, lloraba cada dia abrazada a mi beba. Y otras veces le decia a mi marido que la tuviera el porque no sabia que hacer...sentia que era comida por sus demandas "excesivas" comparadas con lo que habia imaginado! Tambien esto me causaba culpa! Pero como tambien decis, nos volvemos un poco bipolares y alternamos momentos de extasis con nuestros hijos donde no podemos creer que un instante atras estuviesemos tan sensibles y con sentimientos un poco negativos.
ResponderBorrarPersonalmente, creo que lo mejor que me dio la naturaleza fue la posibilidad de darle vida a mi hija, y a partir de ella, ser una nueva mujer. Te mando un besote.
Gracias, madre amiga y consejera, Gi!!! Son historias simples y reales como la tuya y la mía las que me inspiran.
ResponderBorrarUn besote!!!
Como siempre, salvajemente cierto.
ResponderBorrar¿sabes que yo no me esperaba nada? digo, ni facil ni dificil. Nunca hable demasiado del tema de tener hijos con mi mamá o amigas, no se, como que no me veia en ese rol en el corto plazo. Hasta que Joaquin decidio venir, decidio que yo estaba lista jaja o que él se arriesgaba jeje
Y fui descubriendo todo paso a paso, a veces tarde (como con otras opciones de parto), a veces temprano, como con el apego, que me salió del alma mucho antes de saber que existía esa palabra.
Y entonces, si bien no recibí criticas, tampoco consejos. Y obviamente, junto con todo lo que absorví de mi crianza, voy haciendo mi propia experiencia, con Coco como maestro y mi marido como compañero.
Otra hermosa y veradera historia de maternidad real: gracias por compartirla!!! Apego: ¡que palabra ENORME, que no se vende con los pañales de la publicidad,¿no?
ResponderBorrarUn beso grande a vos y a tu hermosa familia, tu Coqui, tu esposo y compañero de ruta, de quienes hablás con tanto amor siempre!
aiii Fer... qué lindo lo que me dijiste.. se me dibujó una sonrisa emocionada cuando lo leí. Es muy lindo esto que se genera. Gracias!
ResponderBorrarY me encantó el comentario de Mica.
Besos a todas!
hermoso Fer! brindo por mujeres como vos que hablan a boca d ejarro de los claroscuros de la maternidad! Yo tambien lo hago No siempre obtengo buenas respuestas, es mas, a veces hasta con lastima me han llegado a mirar, pero cuando leo post como los tuyos me doy cuenta que mi sentimiento es compartido y puaf! que alivio
ResponderBorrarPese a los claroscuros tenemos otra gran cosa en comun y es que los hijos son siempr enuestro mejor PLan la mejor opcion sin dudarlo un segundo
Salu mama Feliz dia!
Sí, Lore: es muy enriquecedor este compartir desde lo que verdaderamente sentimos y pensamos, con respeto y por respeto a la verdad de la vida y de los vínculos. Yo las siento a ustedes muy cercanas, aunque nunca las he visto. Pero el alma tiene ojos que ven mucho más hondo que el sentido de la vista, y es entrañable para mí contar con personas como ustedes, que tienen la valentía de contar historias íntimas y reales de vida!
ResponderBorrarY yo también brindo con vos, Ana. Sin dudas, lo mejor que tenemos, nuestro mejor Plan, así, con mayúsculas trasnochadas o madrugadas, son nuestros hijos.
Un beso con abrazo fuerte, gracias y salud, Mamá de Juana y Cami!
<>.
ResponderBorrar;)!!!
ResponderBorrarGracias!!!
Me ha encantado ese tratado sobre la maternidad con ese sentido común tan enorme, y haciendo un precioso homenaje a todas las madres del mundo.
ResponderBorrar¡Gracias!
Es un gusto compartir mis pareceres y sentires acerca de esta tarea que es, sin duda, la más relevante en mi vida, y una enorme satisfacción recibir tu amable comentario, Maripaz.
BorrarUn saludo y gracias a ti por la lectura y la visita!
Fer