Voy terminando la lectura de esta pequeña gran obra de arte que he ido saboreando, paladeándola como a una buena copa de un buen Shiraz-Tannat argentino, así de simple, económico y gustoso. Sé que he de volver a este bello libro, lleno de reflexiones honestas, profundas y reveladoras, como vuelvo a otros que me me habitan, y al releerlos, me nutren desde lugares nuevos y frescos en el constante y cambiante devenir de mi paso por la vida.
Me ha gustado muchísimo el cierre dirigido a mí, "Al lector", por su circularidad, la de la vida misma, y por lo que me deja a mí para seguir aportando desde lo que el autor me ha dado:
"Me divertí muchísimo escribiendo este libro, pero
ahora siento algunas limitaciones y quiero que
... mis notas a veces suenan a axiomas. Y esto no me gusta.
No recuerdo haber leído o escuchado ni una sola verdad que después
resultara ser imperecederera. ¿Por qué entonces podría YO enunciar una?
Pues muy cierto, muy respetuoso de tu parte, Hugh Prather, autocuestionarte en la validez de tus maravillosas reflexiones, genuino producto del trabajo y el crecimiento personal. Lo mismo puedo decir YO, de lo que aquí pienso en voz alta y vuelco en reflexiones personalísimas. Te agradezco.
"Algunas reflexiones se me vienen a la cabeza de vez en cuando, y
algunas, que en comienzo tenían poco significado, han aflorado más tarde con fuerza increíble,
pero no hay ninguna que haya retenido
para mí un valor constante."
"Lo que veo en mi vida es una capacidad de darme cuenta cada vez más
profunda y que me une a medida que se adentra hacia el núcleo de mi persona. Mi capacidad de
darme cuenta se profundiza y mi conducta (que en este libro he llamado "elecciones")
se hace más positiva."
"Un ejemplo de ello es que hablo de aceptar
mis sentimientos buenos y de no condenar los negativos, pero ahora me estoy preguntando si
acaso los sentimientos negativos no serán tan
valiosos como los sentimientos positivos....
Ahora veo nueva utilidad en sentimientos tales como la pena, las preocupaciones, las dudas y el sufrimiento. En este libro hablo a veces de cómo el aburrimiento
me ha motivado a veces hacia la creatividad.
Acabo de descubrir que el cansancio puede ser
una sensación deliciosa."
Yo, como este maravilloso e inspirador autor, he comenzado a escribir por aburrimiento, por pena, por sufrimiento, y así, como él, noto con alegría que:
"mi categoría de sentimientos negativos se ha estado contrayendo."
"A medida que escribo estoy en un estado
de aprender, de llegar a ser, de llegar a un lugar, y
no en estado de saber y de haber llegado."
¿Qué otra cosa puede darle sentido y sabor a tanta búsqueda?
¡Gracias, Hugh Prather!
A boca de jarro.
Desconfío de los libros que me embellecen la vida, que me la hacen concebir como una aventura prodigiosa, que me hablan de integrar lo positivo y lo negativo, de crecer, del corazón... Desconfío de ellos porque lo realmente hermoso no se puede describir y los procesos de la mente deben dirigirse por afinar nuestra capacidad de observación, sin juzgar, sin calificar... El único pensador -bastante frío y analítico- que me ha interesado ha sido Krishnamurti. Pero él no da para portadas hermosas con pájaros, y niños en estado contemplativo. El verdadero conocimiento no se embellece ni se califica de maravilloso. Simplemente es. Y no lo digo porque yo sea un maestro de nada. No lo soy. Tengo mis zonas de sombra, como todos, pero he aprendido a no adornar experiencias íntimas y profundas. Es el defecto que veo en estos libros: que pretenden acercar de forma sencilla lo que no puede ser nombrado en cómodos plazos y en capítulos asequibles.
ResponderBorrarDisculpa por mi intromisión, pero no creo que se puedan describir algunas cosas sin falsearlas, y hacerlas hermosas buscando el crecimiento personal es un ansia que revela algo que no me gusta. Embellecer, embellecernos es feo.
Un cordial saludo.
El desacuerdo, el disenso y el disgusto valen, Joselu.
ResponderBorrarSe agradecen porque aportan tanto más que la alabanza simplona.
Aprecio a Krishnamurti,y de hecho ha nutrido alguna que otra reflexión por aquí o por Chile, no recuerdo ahora. Soy muy ecléctica en cuanto a lo que leo y a lo que elijo como alimento o combustible espiritual.
De tener que elegir palabras, pués eligiría las de Jesucristo. Esa es la Palabra Viva que me nutre en el silencio y la absoluta privacidad de mi ser, y no comparto mi reflexión sobre ella en el blog generalmente, por elección personal.
No eres responsable de tus sentimientos, pero sí de lo que haces con ellos: así te contestaría Prather, y tomo sus palabras para hacerlo yo, desde el mayor de los respetos.
No noto que este hombre, que no la va de pensador ni mucho menos, no admita su sombra, más bien siento que la acepta y la blanquea, y desde allí, desde esa humildad de asumirse y aceptarse como un ser que no puede ni tiene por qué gustarle a todo el mundo, piensa en voz alta. Y en eso estamos los tres en sintonía: en cuestionar e iluminar nuestros lados sombríos, cada quien a su gusto. Con o sin libros. Con este libro o con otros. Con las imágenes que yo he elegido, con las que elegirías tú, o sin ellas. Los tres estamos en la búsqueda, me parece. De allí también proviene mi gusto por sus palabras. Y tú confiesas tu propio gusto por las palabras, que pueden ser distintas a las que me nutren a mí, o a Prather. Son sólo palabras en un vano intento de aprehender lo inasible: la esencia pura del ser.
Acuerdo contigo en que hay procesos incalificables e indescriptibles, inefables, pero el intento de nuestra mente y, sobre todo, de nuestro espíritu, Joselu, por traducir el misterio de la existencia y las complejidades humanas nos ha acompañado siempre. Sin él, no habría Filosofía, Literatura, Poesía o Arte. Es una búsqueda, la puedes considerar fútil, yo la elijo ante lo frío y lo analítico. Son gustos y formas de ser y de enfrentar la existencia.
Y si el conocimiento fuese inenarrable,y las experiencias íntimas no se adornaran, pues ni tú ni yo estaríamos escribiendo o leyendo. Nos habríamos quedado en la maravilla de experimentarlo en silencio: ¿no crees?
¡Te agradezco el comentario, y te saludo cordialmente, luego del reto que me has dado! ¡Vienen bien un reto y un "No me gusta tu ansia de querer ser" de vez en cuando!
¿A ver quién me voy a creer que soy, verdad? Me recuerdas mucho a alguien que conozco en profundidad...
Lo que sí te aclaro es que no intento falsear: mi propósito es la honestidad siempre. Lamento sonarte falsa. De hecho, varias veces la he pasado mal por ser honesta, "a boca de jarro".
P.D. Si todos pensaran como tú, que embellecer y embellecerse es feo, ¿te imaginás cuántas empresas y gente que vive de embellecer lugares, objetos, a otros, y a otras, sobre todo, caerían en la ruina?
Bueno, nos hemos conocido. Sabía que había planteado un pequeño reto. No todo el mundo lo recibe bien y a veces la disensión no se acepta y se rechaza. Hay entre quienes escriben personas inseguras que sólo buscan la alabanza personal. He visto en tu caso que no es así. Saber encajar las críticas y las objeciones es también un pequeño arte. No hay nada que me guste menos que alguien diga ¡que maravilloso es lo que escribes! Prefiero mil veces la discrepancia, la reflexión conjunta que nos lleva a aprender el uno del otro.
ResponderBorrarEn cuanto a traducir experiencias contemplativas a través del arte y de la literatura es cierto que ha sido así, Pero las grandes expresiones han sido elusivas, metafóricas, simbólicas, sin explicitar. No me gusta el afán de explicarlo todo, de hacerlo asequible al ciudadano apresurado. Y no porque sea partidario del hermetismo o el elitismo, pero hay cosas que no se pueden aludir sino a través de símbolos. De esto los africanos sabían mucho. Utilizaban las fábulas, las leyendas, los cuentos, pero nunca era explícitas sobre su significado simbólico. Fueron los antropólogos los que se interrogaron sobre qué querían decir, que ocultaban sus máscaras, sus danzas. Ellos lo sabían, no lo decían, bailaban, representaban, pero no explicitaban lo que estaba en el mente de todo el mundo. Tal vez sea ese el problema actualmente en una época líquida: que nos hemos olvidado en cómo vivir, en encontrar el sentido a la vida... Y cuando encuentro en los grandes almacenes libros en estanterías que aquí se llaman de "autoayuda" para enseñar a vivir, para enseñar a no sufrir inútilmente, para saber aceptarnos... me parece... No quiero calificar lo que me parece. Siempre ha habido pensadores pero nunca habían ocupado las páginas centrales de los suplementos dominicales los expertos en la vida que te revelan que tienes que aprender a perdonarte, que tienes que aprender a sacar lo mejor de ti, etc.
Gracias por contestar.
Para mí el reto es un gran desafío: es la encarnación de mi figura paterna, siempre cuestionando mis gustos, y sobre gustos, estimado profesor Joselu, no hay nada escrito. Es un cliché que, como todas las frases hechas, encierra sabiduría.
ResponderBorrarCoincido en que vivimos en una era líquida, y no le hago asco a lo que algunos consideran un género menor, aunque no compro todo ni me caso con nadie (ya lo he hecho con uno, y ya es bastante complejo llevarlo adelante...). Tomo lo que me ayuda de quien me lo brinda.
Si exploras un poco este jarro, encontrarás también mi admiración por los grandes de la Literartura y del pensamiento: Shakespeare, Hemingway, Joyce, Orwell, Ortega y Gasset, Carl G.Jung. No la voy de elitista ni intelectual yo tampoco. Es lo que he se me ha dado e ido incorporando gracias a los buenos maestros que he tenido.
Y los buenos maestros son aquellos que siempre que te enseñan algo, te enseñan también a dudar de lo que enseñan. Has de ser bueno en el arte de enseñar...
Me siento agradecida y honrada de que me hayas conocido un poco más en profundidad. Y gracias por lo que aquí, en criollo, llamamos "el retruque". Te convidaría con un buen mate, o con una buena copa de vino argentino, pero tengo que irme a mis clases: mi alumnos adolescentes se pondrán felices por mi retraso.
¡Hasta luego, Joselu!
Aquí la seguidora número 29. Invitada a abrir esa ventana me quedé hipnotizada por la vista...
ResponderBorrar¡Qué gusto, Victoria!
ResponderBorrar¡Sos tan bienvenida!
No es fácil encontrar un alma afín, y siento que tu sensibilidad y la mía afinan bastante a menudo desde que te leo.
Una verdadera alegría contar con tu compañía en torno a mi jarro. Espero que te sientas libre y feliz de expresarte aquí también, ya que valoro mucho toda tu bella y multifacética expresividad, tan hondamente femenina.
¡Te mando un cálido saludo, y te agradezco el bello gesto que has tenido!
Hola Fer,
ResponderBorrarcreo que por ese libro llegué a tu blog y como te conté, yo también lo tengo gracias a la lista de Bucay :)
En el taller de escritura al que asisto todos los viernes, lo primero que hacemos es conectarnos con el "aquí y ahora" con alguna música, ejercicio, relajación o juego que la profe propone. Después leemos algo y por último tenemos 40 minutos para escribir. La profesora siempre nos incita a que no pensemos ni tratemos de racionalizar lo que escribimos, sino que vaya surgiendo espontáneamente, inconscientemente (después el que quiere, en su casa lo corrige, lo adorna un poquito, busca las palabras apropiadas) y cada día los siete integrantes escribimos cosas diferentes, lo que a cada uno le surge, y a veces hay algunas lágrimas. Y si alguno se pone a llorar, la profe le da un pañuelito y dice: "Sacaste lo que te hacía mal y ya no lo llevás más con vos". Me recordó a este post. Besotes!!
¡Bendita sea la hora que compré y escribí sobre ese libro si eso fue lo que logró que tu camino y el mío se encontraran en la ruta blogueril, Gi!
ResponderBorrar¡Qué bueno suena tu taller de escritura! Me encantaría vivir en la misma ciudad que vos y poder acompañarte, o compartir esa actividad con vos.
Y sí, tu profe tiene razón: es terapéutico escribir... y se saca todo afuera, tanto lo bueno como lo malo. Porque en definitiva, como siempre digo, somos un claroscuro, una mezcla de luces y sombras.
Y tus aportes siempre echan luz!!!
¡Beso grande,Gi, gracias y hasta luego!
Uy cuanto sobre que conversar, entre el post y los comentarios.
ResponderBorrarYo lei muy poco de lo denominado "autoayuda", pero celebro todo lo que sirva para alivianar un poco a la gente que a veces necesita algún escape. Necesita que alguien más le diga que puede perdonarse, que puede cambiar y ser feliz. Y si leer un libro (o muchos) sirve, bienvenido sea!!
Yo leo todo, absolutamente todo lo que cae en mis manos (hasta los libros de navegacion de mi marido, aunque entienda la mitad) y de todo se aprende, todo sirve, para bien o para mal, para encontrar aciertos, o para crearnos una controveria que nos lleve a algo que no estaba o no veiamos estar.
Sobre algo que comentaste por ahi Fer, yo creo que el mejor maestro es aquel que te enseña que no lo necesitás para nada, que el único maestro de uno mismo es: uno mismo. Que todo lo que necesitamos saber está dentro nuestro, nuestra alma, escencia, corazón...o como cada uno lo llame. Ese lugar que encierra el conocimiento ancestral que nos hace seres divinos viviendo esta vida humana. Eso es lo que creo yo, porque creo que el amor es eterno, y si el amor es eterno entonces el cuerpo es solamente algo que usamos por un rato. Y entonces, si el cuerpo lo usamos por un rato, pero el amor es eterno, lo que realmente somos es amor, no cuerpo...¿no?
Me quedó larga la redaccion, pero como tambien coincido, la escritura es terapia, es "escucharnos" a nosotros mismos desde afuera...leer lo que nos sale de las manos, aunque nos parezca que a veces lo escribió alguien más.
Después de todo tambíen es algo de nosotros que entregamos para siempre...es un juego de eternidad.
Absolutamente de acuerdo, Mica.
ResponderBorrarY también acuerdo que maestro es el que te enseña a no depender de la opinión de nadie para hacer tus propias elecciones de vida, que en definitiva, te llevan a descubrir quién sos: y en esa búsqueda estamos...
He comprado muchos libros que venían con recomendación, best sellers hiperinflados y promocionados, sólo para descubrir que no había nada en ellos relevante para mí, por más que muchos se desarmaran en alabanzas.
Y ni hablar de libros escritos por ciertos gurúes de la crianza: con varios me he peleado, he subrayado con rojo y anotado mi desacuerdo en las páginas del libro, y hasta para eso sirven y reafirman tu creencia y tu impulso de llevar la crianza, como la vida misma, a tu modo, escuchando tu propio corazón, que se juega íntegro en eso.
¡Gracias, Mica, por tu hondura y lucidez! Yo también creo que el amor nunca muere, "El amor jamás pasará".
¡Beso y abrazo!