Todas las ilustraciones han sido tomadas de http://institutojvgonzalez.buenosaires.edu.ar/ingles/index.html y han sido realizadas por la profesora Susana Marchetti en 2004. |
Se termina un año más de clases para mis hijos y para mí, como madre de mis hijos y como docente. Llegamos al final con mucho cansancio después de tantas evaluaciones finales, los trámites pertinentes y el asentamiento de las debidas constancias.
Hoy, sin embargo, más que evaluar lo que sucede en la escuela en general, me detengo a reflexionar sobre lo que ha sucedido en mi aula este año y lo que me pasa a mí como profesora de inglés en el vigésimo primer año de docencia ininterrumpida.
Cerrando mis propios cursos, suelo pedirles a mis alumnos que me hagan una especie de devolución o "feedback", breve y de ser posible por escrito, de lo que ellos sienten fueron aciertos y desaciertos o flaquezas en el dictado de mi materia. Lo hago con total apertura y pidiéndoles honestidad absoluta, porque sirve en la autoevaluación de mi quehacer docente.
Este año me sorprendió el hecho de que les sorprenda tanto a mis alumnos como a mis directivos, quienes también evalúan mi rendimiento profesional de diversas formas, cuánto me río al dar clase. Y sin embargo, los chicos no dejan de apuntar que aprenden mucho, que vienen a clase motivados y que disfrutan en general del curso. Parece que mi risa y la de ellos, que en verdad resuenan al unísono, reverberan en el piso donde doy clase. Y parece que las buenas risas en el aula no son algo muy común.
Repensando y releyendo lo que han escrito sobre mis clases, hoy en casa ya más distendida, sin más notas que cerrar ni planillas que llenar, llego a la conclusión de que habría abandonado mi carrera docente hace años si no fuese porque me río mucho cuando enseño, porque verdaderamente me siento feliz en clase, salvo algunos días en los que es generalmente lo que me ha sucedido afuera del aula lo que me pone un tanto agria, o cuando noto que dentro del aula nos estamos riendo de alguien y no con alguien.
Este año no ha sido fácil en lo personal, y sin embargo, el dar clases ha sido un gran cable a tierra, la posibilidad de olvidarme de los problemas que tardaron en resolverse tanto como se tomó el año en comenzar y terminar. Me pasa que pierdo la noción del tiempo y del resto del mundo, me encuentro sumida en la actividad que nos convoca, me sube la temperatura corporal, me siento en acción, y me divierto, me divierto mucho. Alguna vez leí, justamente en algún libro de inglés, que a este estado se lo conoce com "the flow", y es lo que más se parece a lo que entendemos por felicidad. Es lo que nos pasa cuando jugamos de chicos, cuando hacemos algo placentero en general, y yo tengo el enorme privilegio de que me suceda mientras trabajo.
Por estos días me enteré del delicado estado de salud de una Profesora de profesoras, nuestra querida y admirada, adorada profe de Grammar I&II y Linguistics, fanática de Noam Chomsky, Ana, que ha marcado la vida de tantos de sus alumnos en el Profesorado de donde egresé, justamente con lo que más recuerdo de ella: su risa, cálida, un tanto infantil, auténtica. Ana me marcó con el fuego del amor por enseñar, y me mostró claramente a través del ejemplo, la mejor metodología, qué clase de docente quería ser.
Reír es una elección de vida, una forma de comunicación universal. La risa de Ana quedará siempre grabada en mi memoria, su vivacidad, su entrega, lo mucho que disfrutaba y creía en lo que hacía. La genialidad humorística de Susana reflejada en las ilustraciones que he tomado para acompañar esta reflexión, un poco a modo de homenaje a mi casa de estudios, a sus profesores y a nuestra profesión en un fin de ciclo más, va también como ejemplo del espíritu del cuerpo de profesores que me enseñaron a enseñar. Y espero que sea la risa lo que mis alumnos y yo más recordemos de tantas horas de trabajo compartidas.
A boca de jarro
Muchas gracias por tu comentario, las amigas tan maravillosas como tu sois la que hacéis crecer en luz y amor todos los rincones de la blogosfera.
ResponderBorrarAhora ando un poco despistada con los temas navideños. Recibe un fuerte abrazo y el deseo de que paseis unas felices fiestas.
Hola Fer tienes un bonito espacio,
ResponderBorrarque estos días tengas unas
¡felices fiestas!
Un aula sin risas no es un aula...
ResponderBorrarMe encanta lo que escribiste!!
Nuestros alumnos merecen un espacio donde aprender con alegría...
Abrazos!!!!
Gracias, Neuri, igual para tí, unas muy felices fiestas celebrando tus mil, y un fuerte abrazote de una seguidora fiel!!!
ResponderBorrar¡Gracias, Ricardo, y muchas felicidades te retribuyo, recién conociéndote y dándote la bienvenida a este espacio!
Amorosa Moni: gracias,siempre firme ahí, leyendo y comentando: ¡gracias de verdad!
¿Qué sería de nuestras aulas sin risas, Moni, y de nuestra labor y nuestra vida?
Besote y buen finde!
Yo soy serio, no sonrío nunca y menos me carcajeo… Es un problema sí señor, pero perdí mi sentido del humor en el camino. Es como al que le hubieran amputado una pierna y tuviera que vivir sin ella. Tampoco hay que hacer un drama. Se puede vivir sin pierna y sin sentido del humor. Es mejor tener pierna y sentido del humor, pero ¿qué se le va a hacer? Si se pierde se pierde. A mí me gustaría tener sentido del humor, pero un día lo perdí no sé dónde. Tal vez tomándome las cosas demasiado en serio. Y fue un día gris, como de aguacero, y tal vez era miércoles o jueves. Y eran en vísperas de Navidad, de esas navidades tan raras del hemisferio sur en que es navidad en pleno verano cuando la verdadera navidad es con nieve y frío. No sé, pues, dónde lo perdí. Tal vez en algún sitio indecoroso. Me llaman a comer. Seguiremos con lo de indecoroso. Creo que el sentido del humor se basa en el sentido del indecoro. No sé, me voy a comer...
ResponderBorrarQuerido Joselu: creo que se puede ser serio en lo que uno hace sin perder la capacidad de disfrute, de la risa. Yo también hago las cosas en serio, y me comprometo con la enseñanza, ya que preparo alumnos para rendir exámenes que tienen que aprobar para asegurarme la continuidad en mi puesto.
ResponderBorrarPero en el aula el estilo lo impongo yo. Y el estilo que uno impone es el que se elige para la vida, o el que nos ha tocado por las circunstancias.
Ser serio no implica no sonreírse nunca, no disfrutar, no reírse con las cosas de los chicos. Y te voy a contar una cosa: a la hora de evaluar lo que ha faltado en el curso, mis alumnos dicen que les ha faltado "jugar" un poco más. Los adolescentes piden más juegos didácticos, sana diversión que les haga más ameno el aprendizaje.
Creo que se aburren bastante en todos lados. Por eso entran en cosas que se les ofrecen como diversión, pero son en verdad peligrosos anestésicos contra el aburrimiento letal de sus vidas y las nuestras.
Estimo que el gran mal de la educación en todos los niveles y en todas partes es que nos hemos creído todos que aprender es algo rígido, que se hace sentadito, quietito y en silencio, que no debe levantar una buena carcajada. Hasta los errores más bestiales pueden ser tomados como una fuente de aprendizaje si se hace con respeto y con buen sentido del humor.
¿Por qué no pruebas irte un día al aula con tu cara de payaso? Tal vez hagas que el sentido del humor que se fue vuelva. Tal vez ustedes se reencuentren...
Y no sé qué decirte acerca de lo que piensas de la verdadera Navidad: ¿por qué ha de ser con frío y nieve? ¿Acaso no es también Navidad en el trópico?
¿Por qué todo lo serio, lo verdadero y lo importante ha de ser tan gélido y gris?
Fíjate en lo que me ha hecho pensar el enterarme de esta brillante profesora mía, que no ha de tener más de 60, y quizás por sus excesos de responsabilidad y tomarse todo tan en serio hoy se nos está yendo...
Un beso, y gracias por comentar desde tu más adusta seriedad.
A mi me apasiona reir. Aparte de lo bueno que es para la salud también es muy saludable para el espíritu. Soy una persona alegre por naturaleza e intento, cuando puedo, no dar demasiada importancia a los problemas. No siempre puedo, eso es verdad.
ResponderBorrarLa risa por delante, Fer, la risa por delante. Un abrazo Lola
¡Sí, señora mía, Lola querida!
ResponderBorrar¡La risa por delante, mucha buena salud y larga vida a la gente que va con risas por la vida siempre que se puede!
¡Un abrazo y gracias!
Hola, Fer, después de unas semanas de paréntesis forzado, ya vuelvo a los blogs, y aquí estoy visitándote.
ResponderBorrarLa verdad es que ya estoy deseando que a mi hija la den las vacaciones, porque la veo con pocas ganas de estudiar, y es que después de tanto esfuerzo, y meses de colegio, veo que necesita un descanso, y es que, aparte de eso, yo soy bastante exigente, y la obligo a que estudie todos los días para que coja hábito, y después me gusta preguntarla lo que ha estudiado. No sabía que eras profesora, te imagino una persona encantadora con tus alumnos, y sobre todo con sonrisas, yo también suelo sonreir bastante, porque creo que desde ese prisma se siente uno más feliz, y los problemas se ven de otra manera más suaves.
Te deseo unas felices navidades y te mando un beso enorme.
En cuanto a lo que comentas
¡Gracias, María por tus dulces palabras!
ResponderBorrarY deja ya a esa pobre niña tranquila: te digo ésto como si me estuviese hablando a mí misma, te aclaro, porque hago lo mismo con la mía, la más pequeña, ya que el mayor, se escapa ya de su mamá profesora... ¡Somos padres exigentes los que estamos en docencia!
Parece que me querías comentar algo más y se cortó ahí: tal vez porque justo publiqué otra entrada.
Adelante, cuando quieras.
Te mando un beso y un fuerte abrazo, y te deseo una feliz navidad para tí y tus seres queridos!