lunes, 25 de abril de 2011

¡Imperdible!

Esto es imperdible: me lo recomendó una amiga querida que me hizo el honor de comentar mi entrada de "superpoderosas" con toda la lucidez e inteligencia de la que ella es capaz.
¡Disfrútenlo a boca de jarro: ja, ja, ja!


"A Tale of Two Brains"

Historia de dos cerebros (Mark Gungor) - Subtitulos en 

Español


http://youtu.be/XhTzdhsfWz4

domingo, 24 de abril de 2011

Celebrar las Pascuas : nacer, morir y volver a la Vida.. ¡FELICIDADES!

    
Hoy celebro la Pascua en la que creo. No es que me fuerzo a una tradicional comida familiar con los obligados huevos de chocolate para los chicos. Eso lo puedo hacer o no, depende: pero celebro la Pascua en la que creo con el alma, hoy como todos los años.

Desde ya, creo que Jesucristo es el Hijo de Dios, el Salvador que vino a demostrarnos que vale la pena afrontar el hondo misterio de la muerte, no importa cuán dolorosa sea, porque hay Vida después, en unión con el Padre que nos regaló la Vida. Y conste que digo “creo”, no digo “entiendo”, ya que donde la razón no llega, está la fe para iluminar el misterio, como explican los grandes filósofos religiosos.
  
Creo también que la Pascua Cristiana que hoy celebro representa las muchas muertes que atravesamos a lo largo de la vida, y las muchas resurrecciones que de ellas provienen. Coincidentemente, hoy celebro también el cumpleaños de mi hija menor, que representó en mi vida un morir a quien yo era hasta entonces y un renacer a través de su nacimiento a una vida nueva. Esto fue una pascua personal. De esto fui mucho más consciente en mi segundo parto que en el primero, donde todo fue más inconsciente y eufórico, e igualmente intenso y movilizador.

Este misterio del nacimiento de los hijos, en mi caso, trajo aparejado un remolino de emociones que en su momento pudo con mi equilibrio emocional. Sentí alegría, desde ya, y también atravesé un rito de pasaje de resonancias místicas que me acercaron al misterio de Dios, en el que comencé a “ser” desde un lugar nuevo y más trascendente, en tanto me sentí "puente" para que se produjera el nacimiento, en términos físicos y espirituales. Sentí también miedo ante los peligros que avisté o imaginé, tal vez por peligros pasados que revivieron en mi memoria, y sentí angustia, esa emoción que nos habita y que emerge desde nuestra sombra, a veces en los momentos más inesperados. Sentí enloquecer, por qué no admitirlo… para alguien que intenta analizar las causas de los hechos, este tsunami de emociones puede resultar incomprensible.
  

Me llevó años intentar racionalizar esta crisis de angustia que atravesé con el nacimiento de mi segunda hija. Recurrí entonces a una profesional especializada en postparto, que me ayudó y tranquilizó, sin intentar etiquetar o rotular lo que me pasaba. Me apoyé fuertemente en la contención amorosa y empática de mi esposo, fundamental en mi vida desde que lo conocí, y de todos mis seres queridos que fueron mi sostén.Volví a aferrarme a mis creencias religiosas que se habían entibiado, y que resurgieron fuertes y sanadoras. Leí incansablemente a muchos especialistas sobre el tema del puerperio, en especial a Laura Gutman, a quien ya mencionara en entradas anteriores referentes a la maternidad. Con el paso de los años y el fluir de la vida, puedo decir que cada vez entiendo mejor lo que me pasó y me entiendo a mí  misma así como a toda  madre que pueda llegar a sentirse tal como yo me sentí entonces: embargadas y desbordadas por una mezcla de emociones que al unísono parecen disonantes, y que sin embargo provienen del hecho conmocionante que es el dar a luz. Llegué también, a fuerza de mucho trabajo interior, a perdonarme por no haber sentido nada más que pura dicha y regocijo: ¿Qué mejor Pascua que la que nos trae el maravilloso y purificante regalo del perdón?
Hoy creo y siento que para "dar a luz" a un otro, y "echar luz" sobre uno mismo al devenir adulto, es menester enfrentarse y asumir  las propias sombras que se asoman y que nos habitan. Esto también lo aprendí de la mano de un valioso pensador contemporáneo y monje Benedictino y psicólogo Jungiano: Anselm Grün.
Y hoy celebro ese pasaje, desestabilizante en su momento, marcado por el insomnio y el stress generados por una fuerte sensación de impotencia ante las lógicas demandas de la coyuntura, de fragilidad , de finitud y vulnerabilidad; y también  una experiencia profundamente enriquecedora en definitiva, en tanto me hizo asumir todos esos aspectos míos que no quería enfrentar porque no son “socialmente aceptables”: el no ser  “la mujer maravilla” a la que admiraba de chica, la que cambia de traje en apenas unos giros, y puede con todo y contra todos los males que acechan, el egoísmo de querer seguir siendo “yo”  el centro del universo, cuando los hijos tan sabiamente llegan para  imponerte el  correrte de ese centro para ponerlos a ellos allí, y te regalan la preciosa virtud de la humildad, y podría seguir… pero hay que preparar la celebración de hoy. Porque hoy voy a celebrar con todo mi ser, ya conocido y aceptado, ya adulto: con sus luces y sus sombras.
   

Celebro y agradezco el inmenso regalo de la vida de mi hija y el hecho de haber sido y ser partícipe en la  creación y moldeado de su vida, que es una bendición en una infinidad de sentidos. Una hija que, quizás por lo que su mamá atravesó en su nacimiento, y por brillar con una intensa luz propia, tiene una fuerte conexión con los mundos sutiles y las verdades sobre el misterio de la Vida que me sorprenden, dados sus escasos ocho años de existencia.
Por eso hoy, desde lo más profundo de mi ser, te deseo felices Pascuas, las del calendario litúrgico si sos creyente, y las propias: las muertes y resurrecciones nuestras de cada día. Amén: que así sea.

 «Dios es luz, sustancia espiritual de la que todo depende
                     y que no depende de nada»    San Agustín.
                                                                                                                  


A boca de jarro

jueves, 21 de abril de 2011

ESPACIOS…

"encuentro" : dEDICADO AL SEÑOR XAVIER BUSTO





   Un lector de La Nación Revista que leyó mi carta publicada el domingo 16 de abril del corriente, y que yo comentara y festejara en este blog, tuvo el maravilloso gesto de dirigirse a mí vía mail para expresar su reacción a mi carta. Esta es un fragmento de nuestro intercambio epistolar que merece ser publicado por su profundidad, sutileza y riqueza, más allá de que me honra, alimenta y alienta a seguir con mi humilde intento de
“… pensar la realidad que me toca vivir con total honestidad y en voz alta”, y de escribir.

Xavier Bustos tituló su primer envío “Espacios”, y yo tomo su  apropiadísima elección como título de esta entrada.

Aquí va el intercambio:

El 19 de abril de 2011, 23:36, Xavier Busto escribió:

Fue muy agradable encontrar una carta como la que usted escribió para la revista del domingo. Más de una vez sentí que la mujer -ser que literalmente venero- cobraba fuerzas en lo relativo a lo laboral o lo empresarial y a la vez era  devorada por la impaciencia, la competitividad y un creciente e inconsciente (o no) estado de similitud con lo masculino, dejando trozos de piel en esa lucha (además de su familia y su propia persona). Ojalá que al descubrir la necesidad de un cambio, esa revolución que propone se efectivice para lograr con ella la calma, recuperar espacios perdidos y, fundamentalmente, reencontrar la exquisita femineidad que eternamente debe acompañar a la mujer. La felicito por un tema que ayuda a pensar, le pido perdón por mi intromisión y gracias por por su lúcido análisis que provocó mi necesidad de responderle a través de Internet. Hasta otra nota, cordialmente. Xavier.                                                             

El 20 de abril de 2011, 06:09, Fernanda escribió:

Estimado Señor Xavier Busto: Yo soy quien se siente profundamente agradecida y honrada por recibir una reflexión tan sensata y honesta como la suya. Más allá de las diferencias de género, que estimo nos complementan y no nos distancian, estoy absolutamente convencida de que lo que escribí en mi carta del domingo, y lo que Ud. tan acertada y correctamente agrega, es la humilde verdad que padezco como mujer día a día: ir dejando trozos de piel propia y de la quienes más amo en una lucha fútil por pretender ocupar espacios donde, precisamente, no me hallo en mi piel, y no la hacen sentir piel de mujer. No podría Ud. haber usado una imagen mejor.
La revolución que propongo es un cambio pacífico, ordenado, paulatino y armonioso hacia una forma de vida sin más "ismos", donde todos nos sintamos a gusto, aunque suene utópico. Es mi deseo que las generaciones futuras, en especial la de mis hijos y sobrinos, logren alcanzar algo del equilibrio que nosotros parecemos haber perdido. Y celebro este contacto.
Muchísimas gracias por su exquisito aporte, que me reconforta el alma, ya que escribir y sentir que hay eco en otras voces es algo sencillamente maravilloso que he adoptado como hobby, aunque admito que me gustaría ir un poco más allá…
Lo saluda muy atentamente,

María Fernanda Paz.


El 20 de abril de 2011, 21:40, Xavier Busto escribió:


Estimada Señora: Aún me encuentro bajo los efectos emotivos producidos por el mail que me enviara. Tomando en cuenta lo expuesto por Vd. en la revista no deberían asombrarme la claridad de conceptos o calidad en su narrativa, pero su respuesta superó expectativas de mi parte. Me gratificó reencontrar un encanto literario que creía perdido a través de errores y horrores cotidianos que maltratan a nuestro idioma. Quizá por tales razones no me parece utópico el cambio que Vd. propone y creo forma parte del sentir de muchos que soñamos con la paz, estar a gusto sin necesitar de "ismos" (que en más de una oportunidad devienen en "itsmos", si se me permite el juego retórico). Habla también de gente noble que no se detiene en su persona sino en los que están junto a nosotros, hijos, sobrinos y, en mi caso, mi nieto Ignacio. Su blog es un lugar tan bello, donde encontré la magia de Klimt, Van Gogh y el encanto de lo poético (más allá de Neruda o no, toda la página es poesía pura). Sin dudas, el domingo tenía que leer la revista, encontrar su carta y hacer sobre la misma un comentario, el saber que de alguna manera he llegado a su alma acrecienta las esperanzas de que esa revolución por Ud. propuesta no es un imposible.  Si deseara emprender un intento literario, cuénteme entre quienes van a ir a buscar con mucho placer su obra en Yenny o Cúspide, por ejemplo.   
Xavier. 




Un encuentro de almas que ensancha a las dos en un espacio virtual de comunicación concreta y real :

           ¡UNA Y MIL VECES MÁS:
    GRACIAS SEÑOR XAVIER BUSTO!      

Y te lo digo así: a boca de jarro, que rebalsa hoy…





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