Hoy es un día en el que afortunadamente me toca celebrar.Y también tengo ganas de pensar en voz alta. Celebrar con los niños de mi familia, celebrar el maravilloso milagro de que estén en este mundo conflictivo y conflictuado al que elegimos traerlos y al que deberán hacerle frente. Mi mayor deseo para mis hijos y mis sobrinos, niños amados por mí, y para los niños del mundo, es que alcancen la plenitud del ser, que es la clave de la felicidad. Pienso que no es tarea fácil: nunca lo ha sido. No lo fue para sus ancestros, mis abuelos, para sus abuelos, mis padres, para sus padres, no lo es. Pero se puede y se debe intentar cada minuto de cada día que la vida nos regala generosamente. Los niños son generosos en su sonrisa, amplios de corazón, y celebran todo el tiempo cada detalle que se les dispensa. La sociedad de consumo les mete por todos los sentidos el imperativo de celebrar con regalos. Y nosotros cumplimos con el mandato, compramos los regalos, los aprecian y agradecen, pero son tan sabios que al rato están buscando sus juegos de siempre y sus pequeñas celebraciones cotidianas para seguir vibrando al ritmo de la vida.
Estoy aprendiendo sobre la historia de la infancia como fenómeno observable, y no hace mucho tiempo atrás en la historia, la infancia como período vital crucial y digno de ser estudiado y segmentado, observable y "celebrable", no existía. Los niños eran considerados "adultos en miniatura", "adultos pequeños", y se fundían en el entramado de la vida del resto de los suyos, compartiendo tareas, presenciado nacimientos, enfermedades, guerras y muertes, igual que los adultos a su alrededor. Tal es así, que sólo los hijos de los ricos, los nobles, vestían ropas iguales a las de los adultos, pero hechas a medida para ellos. Existía tal vez un "sentimiento de infancia", que ya se deja entrever hasta en La Biblia. Pero no se pensaba que a los niños se los debía tratar de un modo especial y diferencial, dispensarles cuidados, atención, upa, teta materna y amor. Se los traía al mundo porque hacía falta gente, morían muchísimos, al igual que sus madres al parir, que eran multíparas simplemente para asegurar la continuación de la especie y por imposición social. Esto les pasaba a ricos y pobres por igual: basta con pensar en los que están enterrados en El Palacio del Escorial en las afueras de Madrid para notarlo.
Tampoco el amor de pareja o de familia se entendía como lo entendemos hoy nosotros. Y de esto no hace mucho tiempo... unos tres siglos, que son poca cosa si pensamos en la edad de la humanidad. Además, no hablo de los tiempos de barbarie: esto sucedía en la Edad Media, en pleno siglo XV, XVI, XVII, XVIII e incluso XIX, en medio de la irrupción de la revolución industrial. Leyendo a Dickens cualquiera se da cuenta del abandono y del descuido de la niñez, producto de la era industrial en lo que fue su cuna: Inglaterra.
Personajes de Charles Dickens |
Aún hoy, en muchas partes del mundo, los niños viven así, pasan hambre, y mueren de hambre como moscas: The New York Times se los hizo saber a los norteamericanos infantilizados, asustados por la amenaza del default que "Papá Congreso" subsanó, al decidir poner en su portada por esos días de noticias y pánico financiero, típicos del mundo adulto, la foto de un niño somalí desnutrido: todo un mensaje para la sociedad de consumo posmoderna totalmente infantilizada.
Los niños son grandes generadores de ideas en "un mundo abrumado por la información", según dice un brillante ensayo de opinión del mismo diario titulado "Esa esquiva gran idea" escrito por Neal Gabler, que leí ayer en el suplemento de este extraordinario periódico que ofrece Clarín todos los sábados en español. El autor argumenta:
"Ahogados en la información, faltan grandes ideas"
Será que Gabler no se conecta con niños, pienso yo. Todos los días mis hijos y mis sobrinos me inundan de fabulosas ideas sobre lo que desean hacer, y en grande. Para dar un ejemplo, el otro día escuchaba una conversación entre algunos de ellos en la que opinaban que cuando sean grandes, van a crear una agencia de modelos un poco más gorditas, "Más normales, bah...", en la que las modelos puedan comer todo lo quieran y se pongan linda ropa y desfilen lindas y después se vayan a tomar un helado y a comer lo que les gusta. Ésto seguramente vino a cuento de la conversación adulta alrededor de ellos por esos días en la que se discutía la muy difundida "dieta del hambre" que se promociona por aquí, las 800 calorías diarias que "hay que consumir para estar bien"... Y no hay que irse a Somalía para ver lo indecentemente burdo de este pensamiento. Por las veredas de nuestras casas pasan todos los días niños y adultos que revuelven la basura en busca de las sobras que nosotros nos cansamos de producir: ¡qué mundo! Para lo único que nos necesitaron a los adultos en su forma de arreglar el meollo del tema del hambre que hay que pasar para "estar linda" en estos tiempos y en nuestra realidad urbana y frívola fue para chequear el significado de la palabra "agencia". Y cuando se los explicamos, nos informaron que mejor no iba a haber más agencias:
"La que quiere ser modelo, es modelo, y chau... hay que trabajar por diversión..."
Hay muchas infancias... |
Como esta, todos los días escucho revolucionarias ideas que se les ocurren para hacer del mundo un lugar mejor de boca de mis niños. Intentamos no sobreexponerlos al bombardeo informativo chatarra que se ve en televisión en la Argentina, pero inevitablemente, se filtra. Y procuramos hacerlos concientes, con cierta gradualidad y mesura y sin faltar a la verdad, de la existencia de otras realidades infantiles y adultas que conviven con la de ellos en el mundo y no muy lejos de casa, y del hecho de que ellos son niños privilegiados y afortunados. Se preocupan por informaciones que no logran comprender, pero reaccionan con ideas que parecen descabelladas y sin embargo, dan con una solución a veces muy "adulta".
Me encanta nutrirme de mis niños, y me encanta nutrirlos. Y a eso me dedicaré hoy, como todos los días, sin olvidar que hay millones de niños que están desnutridos, no solamente por la hambruna, sino por falta de mirada y presencia adulta, aunque estos niños tengan sus habitaciones abarrotadas de juguetes caros y tecnología de punta...
Y vuelvo a aquella mujer que un día, cuando mi niña estaba dando sus primeros pasos por la escuela primaria, me sorprendió desde un afiche en el hall de una escuela donde intenté anotarla buscando una realidad mejor para ella. La mujer es Silvia Beatriz Zurdo, y me conmovió con la sencillez profundamente infantil de su poema "Ser niño", que ya tantas veces mencioné. Hoy vuelvo a esa mujer, con quién me comuniqué entonces vía mail para comentarle la resonancia de su poema en mí, y generosamente, como un niño, contestó mi mail y compartió parte de su historia de vida y de sus vivencias como madre, siendo ella maestra de maestros, y me hizo un rato de madre...
Cuadro pintado por Silvia Zurdo |
COMO SOY UN NIÑO
de Silvia Beatriz Zurdo
Como soy un niño
me gustar jugar bajo el sol
hacer mil preguntas,
explorar cada rincón,
descubrir en primavera
el color de cada flor.
Necesito tiempo, paciencia,
amor , comprensión,
y cantar con el viento
su única canción.
Prefiero sonrisas y mimos
las veinticuatro horas del día.
Deseo contar las estrellas
y pintar el futuro de alegría.
Quisiera que algún mago
los sueños hiciera realidad
y que cada niño del mundo
tuviera una oportunidad.
Como soy un niño
me gustar jugar bajo el sol
hacer mil preguntas,
explorar cada rincón,
descubrir en primavera
el color de cada flor.
Necesito tiempo, paciencia,
amor , comprensión,
y cantar con el viento
su única canción.
Prefiero sonrisas y mimos
las veinticuatro horas del día.
Deseo contar las estrellas
y pintar el futuro de alegría.
Quisiera que algún mago
los sueños hiciera realidad
y que cada niño del mundo
tuviera una oportunidad.
Creación colorida de la autora. |
EN EL MUNDO MODERNO
de Silvia Beatriz Zurdo
De un cajero automático
quisiéramos sacar
vales que garanticen
tiempo de felicidad
Cocinaré en microondas
un futuro atractivo
con sabor a libertad
para todos mis amigos
Le pondré a mi PC,
en forma muy urgente,
contra la injusticia
un antivirus potente
De un cajero automático
quisiéramos sacar
vales que garanticen
tiempo de felicidad
Cocinaré en microondas
un futuro atractivo
con sabor a libertad
para todos mis amigos
Le pondré a mi PC,
en forma muy urgente,
contra la injusticia
un antivirus potente