viernes, 21 de junio de 2013

Historia del Solsticio de Invierno 2013




  Este invierno no será el de mi descontento, sino el de mi alegría, que se ha pintado de verde. Este invierno no se me hará el Solsticio la noche más larga del año. Terminamos de arreglar nuestro bello jardín urbano, de curar a nuestro árbol y encendimos una vela. Pedimos nuestros deseos al Dios de la Naturaleza. El Solsticio, que significa "Sol Quieto" me ha puesto en movimiento un Sueño. Y lo ví claro en la noche, bajo un cielo estrellado, con el aire helado acariciando mi rostro. Cielo y Tierra, Dios y yo, nos encontramos anoche en este Espacio Sagrado, protegido del bullicio de todo el ruido mundano. Y pude escuchar Su Voz, que me susurró una Misión, que es la Mía, lo entendí. Y me llegó al Corazón. Ahora la debo acatar y realizar.

  En el momento en el que el Sol está más alejado del Ecuador, yo me encuentro en mi eje, en mi centro y luminosa como la noche estrellada más larga de todo el año, que fue la vivida anoche, aunque a mí se me hizo corta. En esta noche helada un deseo que tenía guardado dentro, muy dentro mío, se Encendió, cobró Vida, tomó Forma y Germinó. Habrá que hacerlo Brotar, Abonarlo, Alimentarlo, Podarlo de vez en cuando, darle Calor y Regarlo con las aguas de mi Jarro hasta que por fin Florezca. Habrá que tener Paciencia, Coraje y Dedicación.  Habrá que protegerlo celosamente del Viento, de la Lluvia, de las Pestes, de las Babosas Pegajosas que emergen durante la Noche Invernal y perforan a sus Hojas, tan Rebeldes e Impiadosas como las Fuerzas del Mal. Habrá que seguir tejiéndole Historias para contarle al oído en las noches de este Invierno.

Google celebra el solsticio de invierno con un doodle (garabato) interactivo. Consiste en un guante tejido para dar la bienvenida al "Primer día de invierno 2013" en el hemisferio sur.

                         
 El anhelo es Trascender y lograr por fin llegar al Centro de los Misterios de mi Esencia Terrenal, esa cuya Revelación me fue consagrada Anoche, justo allí donde se encuentra La Puerta que comunica con mi auténtico Ser Primordial. Hoy el Tiempo se detiene y el Presente se me hace Eternidad. Hoy una Mujer piadosa llevó mi Sueño hasta Salta, a presentarle mi Ofrenda a la Virgen, la del Cerro. Y cerca de allí, en Jujuy, una Multitud de Hermanos se dio cita para pedirle Energía al Sol tibio del Solsticio de este Invierno en la Argentina, para pedir LUZ para los Pueblos dolidos. Con ofrendas de dulces, con grabados religiosos, con grasa animal y Sullu de llama y vicuña, con Khoa del altiplano, de un aroma penetrante, con incienso perfumado y con lanas de colores, se agradeció al Fuego y a la Madre Tierra por todo lo brindado durante lo que va del año. Y se pidió por el Buen Vivir para todos los Pueblos del Mundo. Con mi vela yo me uní a esa noble Ceremonia, tan alejada de aquí, aunque cerca en el Sentir y presente en la Memoria.

 Hoy, como los Masones, busco Paz y Prosperidad, como también dedicarme a que mis Seres Amados alcancen aquello que anhelan desde lo más noble de su Corazón Humano.

  Hoy, como los Quechuas, Aymaras, Kollas, Rapanui y Mapuches de mi tierra,  celebro el año nuevo que marca este Solsticio como Tiempo Bendito y Preciado de Purificación para TODOS. Lo Comparto con USTEDES

¡Enciendan sus velas hoy y únanse a la Oración al Sol de la Creación!

A boca de jarro

jueves, 20 de junio de 2013

Historia de síndromes raros


"Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados."

Henri-Marie Beyle, Un viaje de Milán a Reggio.

  Sobre fines del año pasado se me hizo un diagnóstico presuntivo de un síndrome raro que prevalece sobre mujeres a partir de los cuarenta años, o aún antes en algunos casos menos frecuentes, como el de la mismísima Venus Williams, tenista profesional, que abandonó el circuito a partir del diagnóstico del denominado síndrome de Sjögren. El mejor sitio de información al respecto que encontré en la red es una org en inglés: Sjögren's Syndrome Foundation, cuyo slogan reza: "YOUR CREDIBLE SJÖGREN'S SYNDROME RESOURCE". Allí se proponen ideas y recursos para convivir con esta condición crónica e autoinmune caracterizada por la sequedad. Encontré testimonios reales de mujeres que en todos los casos eran mayores que yo, y que a pesar de proponer llevar adelante una vida sonriente con el Sjögren como compañero de ruta hasta la tumba, aseguran que empeora con la menopausia, cuando la sequedad glandular naturalmente se acentúa, e insisten en que quienes lo padecemos debemos aprender a vivir con coraje y difundirlo, en un intento por crear conciencia sobre su existencia y sintomatología y apoyar a la org a través de donaciones.


"Living With Sjögren’s Syndrome"
"Be BOLD for Sjögren’s Awareness!"
"Donate Today"

  De acuerdo a lo que he aprendido de los múltiples especialistas que he visitado, este síndrome, descubierto por el científico sueco Henrik Sjögren, (se pronuncia "siogren" según los médicos locales), es una enfermedad autoinmune sistémica que afecta principalmente a las glándulas exócrinas y que conduce a la aparición de sequedad. Las glándulas exócrinas son las encargadas de producir líquidos como la saliva, las lágrimas, las secreciones mucosas de la laringe, la tráquea y la vagina, fluidos que hidratan, lubrican y suavizan las partes del organismo que están en contacto con las mucosas. Es también una enfermedad de etiología reumática, ya que puede producir dolor e hinchazón en las articulaciones, y la trata un reumatólogo, quien a la vez deriva a los pacientes a especialistas de acuerdo a sus síntomas: oftalmólogo, dermatólogo, ginecólogo, odontólogo, estomatólogo y psicólogo, ya que también puede causar depresión, desgano y fatiga, etc.
    
  En la información disponible online, la terminología para clasificarlo resulta un tanto confusa, tanto como atemorizantes algunos de sus pronósticos. Algunos remarcan que es simplemente un síndrome, otros lo llaman enfermedad autoinmunitaria, de esas que están a la orden del día, sobre todo en mujeres cada vez más jóvenes, en gran medida debido al alto impacto que produce el estrés de la vida moderna bajo el color de muchas banderas. El sistema inmunitario se encarga de combatir las enfermedades al eliminar los virus y las bacterias que pueden ser dañinos para el cuerpo. Sin embargo, con las enfermedades autoinmunes, el sistema inmunitario se equivoca y ataca las partes sanas de su propio cuerpo. Los médicos aún no conocen a ciencia cierta las causas de dichos padecimientos ni han encontrado una cura, aunque se está investigando. Se cree que pueden ser causados por una combinación de varios factores que siempre escapan a nuestro control.

 Soy hija de un médico que además padece una forma leve de Sjögren, una rareza muy común en los médicos, y que me ha enseñado que esto no es una enfermedad, sino un simple síndrome, ya que existe una gran diferencia entre ambos males. Según mi padre, médico cardiólogo y enfermo cardíaco además de portador no sufriente de Sjögren, un síndrome es un conjunto de síntomas que se presentan juntos y son característicos de un cuadro patológico determinado provocado por la concurrencia de más de un factor. Una enfermedad, por su parte, es una alteración leve o grave del funcionamiento de uno o más órganos que puede conducir hasta la muerte si no se lo trata o si resulta incurable. No es el caso de este síndrome en particular, con el cual se puede convivir empleando paliativos que mejoran la secreción glandular que escasea, y que realmente mejoran la calidad de vida del paciente, reduciendo el peligro de las posibles complicaciones que se pronostican, aunque las medicinas que se prescriben para tales fines perforan cualquier bolsillo.

  Ni bien se me nombró la palabra "síndrome", pensé en todos los bienaventurados que padecen Síndrome de Down, y comprendí que en la ruleta de la enfermedad que a todos nos toca tarde o temprano en la vida, no me podía quejar, aunque estuve deprimida por meses viendo como mi pelo caía como las hojas de otoño, mis ojos enrojecían y repelían la luz por la fotofobia que causa el ojo seco, mi piel se descamaba camaleónicamente en pleno verano, se irritaba con la exposición solar aún con protección de factor alto, con los perfumes que siempre había aceptado y adorado, con el infaltable maquillaje de cada día, y hasta con cremas carísimas que se me indicaron para combatir su sequedad. Mi boca se secaba también, por lo cual se me indicó el uso de saliva artificial (un asco), mucha agua y mucho chicle sin azúcar, ya que la sequedad bucal puede producir más caries si no se realiza una limpieza cuidadosa a diario además de consultas periódicas con el odontólogo de cabecera, con las que siempre he cumplido.

  Cuando llegué al momento de definir el diagnóstico de Sjögren fue en una consulta con un estomatólogo en marzo, quien, coronado de títulos, postgrados y honores de banderas de diversos colores, me dijo muy suelto de cuerpo desde su chaqueta blanca que para tales efectos debería someterme a una biopsia de glándulas salivales. Se trata de un procedimiento quirúrgico en el que se extrae una muestra de la cara interna del labio inferior para ser biopsiada por un patólogo al que debía llevársela yo, y ya iba por la décima segunda consulta médica para entonces, todo en pleno verano porteño y sin vacaciones. Se aplica anestesia local, se toma la muestra, se sutura con la cantidad de puntos necesarios para zurcir la herida y se aguanta la hinchazón, el no poder ingerir más que helado por días para aliviar el malestar, amén de correr el riesgo de contraer una infección en una zona muy fácilmente infectable: la boca de jarro. Al salir de la consulta ese mismo día, me sentí curada de espanto del Sjögren: ¡ni loca me expondría a todo eso siendo evidente que lo padecía! Mi pelo me lo decía, mi sequedad ocular y bucal, y mi espantosa depresión, que se manifestó con un ruidoso silencio. No iba a arriesgar ni un sólo pelo más para averiguar si se trataba de un gran, mediano o pequeño Sjögren.

  Desde entonces, llevo una vida normal, mi pelo ha ido creciendo y mejorando en aspecto, mis ojos se ven marrones gracias a las lágrimas y ungüentos que aplico varias veces por día, y mi piel se estabilizó, supongo que fue porque mi casa se inundó con la tormenta del 2 de abril: me armé de baldes para sacarla, me quedé a oscuras, encendí todas las velas y me olvidé del espejo. Y cuando todo volvió a la normalidad, me di cuenta de que todo estaba húmedo en mi mundo, y el señor Sjögren me dejó en Paz.



Neuriwoman


  Un tiempo después de que salí de ese pozo, una tía adoptiva virtual muy querida y popular que de enfermedad sabe y mucho, Neuriwoman, me diagnosticó un síndrome que desconocía: el de Stendhal, (también denominado Síndrome de Florencia o "estrés del viajero"). Según Wikipedia se trata de un mal psicosomático "que causa un elevado ritmo cardíaco, vértigo, confusión, temblor, palpitaciones, depresiones e incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a obras de arte, especialmente cuando éstas son particularmente bellas o están expuestas en gran número en un mismo lugar. Más allá de su incidencia clínica como enfermedad psicosomática, el síndrome de Stendhal se ha convertido en un referente de la reacción romántica ante la acumulación de belleza y la exuberancia del goce artístico. Se denomina así por el famoso autor francés del siglo XIX Stendhal (seudónimo de Henri-Marie Beyle), quien dio una primera descripción detallada del fenómeno que experimentó en 1817 en su visita a la Basílica de la Santa Cruz en Florencia, Italia, y que publicó en su libro Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio", de donde se toma la cita que abre esta larga entrada. Aunque se me hace un síndrome atemporal que me hace muy feliz y sana, no fue descrito como síndrome hasta 1979, cuando la psiquiatra italiana Graziella Magherini observó y describió más de 100 casos similares entre turistas y visitantes en Florencia, cuna del Renacimiento, y escribió acerca de él.





Stendhal o Henri-Marie Beyle 


  Hoy es el Día de la Bandera en mi país. Y me atrevería a decir, como alguna vez lo hicieron Sjögren, mi tía virtual Neuriwoman, Stendhal y Graziella Magherini, que los argentinos padecemos del síndrome de la bandera festiva: nos acordamos de la bandera en las fechas patrias, aunque la escarapela no nos la ponemos ni a gancho cuando terminamos la escuela, salvo honrosas excepciones, cuando juega la selección argentina y para los mundiales de fútbol sobre todo. Ahí es cuando el síndrome de la bandera festiva argentino se exacerba más que nunca y se viste la ciudad y el país entero con la albiceleste.






  Yo sueño con un mundo que padezca enteramente del síndrome de la Bandera Transparente, sin colores ni símbolos, una bandera que deje ver lo mejor de la raza humana a través de las fronteras, que haga posible lo que parece imposible, que nos hermane y nos una, que nos dé la libertad de expresar lo que pensamos y sentimos sin  ofender a nadie y sin ser atacados ni combatidos, que no necesite de himnos, mástiles ni triunfos deportivos, aunque nunca vienen mal cuando 
las victorias son celebradas con alegría y sin falso orgullo o rencor, como tampoco la pluralidad de los pueblos y sus gentes, siempre que es bien aceptada y valorada. Una bandera traslúcida que pinte al mundo multicolor de color mar, tierra, nieve, arena, verde y cielo, como lo hace este argentino que mi Stendhal me ha hecho adorar:




                      Facundo Saravia, Coplas de Olvido





A boca de jarro

domingo, 16 de junio de 2013

La historia de mi árbol hoy






Este fin de semana casi coincidieron en mi tierra el cumpleaños número 76 de mi papá y el Día del Padre. Lo celebramos anoche. Esta vez no voy a salir a decir que es un día comercial como hago siempre, porque lo viví intensamente y lo disfruté de verdad. Le ofrendé como regalo este precioso ombú bonsai, que compré y cuidé desde una semana antes del día señalado, como símbolo del árbol que él me está ayudando a componer, el de mi historia familiar y ancestral.

Se me ha dado por ligar más con mis plantas este otoño. Ellas me colman de inspiración. Con sus cambios, sus nanas, sus pestes y sanaciones a través del correr de las estaciones, siempre tan nobles, tan verdes y en pie, a pesar del implacable sol del verano, la inundación que las maltrató este otoño, los vientos y las lluvias de nuestros inviernos primaverales, fruto del cambio climático, siempre desde sus macetas en mi jardín urbano me dan buenas lecciones. Ya iban quedando algo apretadas allí, pedían más tierra y espacio. Crecieron en este último tiempo, y se me hace que hoy quieren expandirse desde sus raíces para llegar a su eje, a su centro, y cumplir por fin su sueño de ser lo que han nacido para ser, nada más y nada menos.

Me susurran al oído secretos que yo sabía de la historia de la gente que forma parte de mi árbol y que ahora cobra vida, se agiganta, se enraíza a medida que voy hurgando, traspasando de maceta, agregando tierra, abonando....

Acá va una historia rimada: la historia de mi árbol, con una súplica a mis padres por un sueño que desea cumplirse, que sueña confiado y aguarda en la savia de mi árbol...

"En mi eje, en mi centro": Un pedido rimado a mis padres

Hoy siento que estoy en mi eje,
con mi árbol empardada,
 a sus raíces unida,
 a sus troncos aferrada.

Por sus brotes savia corre
y por mi sangre, inundada,
la savia que da sustento 
a mis sueños de mañana.

Sueño con amanecer,
una dichosa mañana,
en la tierra donde la raíz
quedó una vez apretada.

Hasta mi tierra llegó
el conducto vitalicio
de aquel árbol que en España
dejó truncos a sus hijos.

Pero hoy retoñan en mí,
este otoño casi invierno,
pidiéndoles, por favor,
a mis padres, frutos bellos

Que no nos trasplanten de aquí,
de este jardín terrenal,
sin antes volver los tres
a nuestra tierra ancestral
 
A circular esta historia 
en su eje, en su centro,
que queda abierta en mi sangre,
en mi maceta, sin tiempo.

Y en mis retoños amados
que le dan su dirección,
su fuerza, su distinción
y su sentido perfecto.


  Sea acatado o no
 este pedido rimado
lo obsequió de corazón
 a quienes me dieron vida
 
Y en ella vida a los míos,
en mi eje, en mi centro,
nunca tan sabia como hoy
 la savia de nuestras vidas. 

 


"Habanera de los Ojos Cerrados", Pasión Vega, 2001


A boca de jarro: ¡Feliz Día!

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