lunes, 19 de septiembre de 2011

Nada personal

  
Sri Sri Ravi Shankar
  En la Revista Viva de ayer, salió un artículo sobre Sri Sri Ravi Shankar, gurú y fundador de la ONG "El Arte de Vivir", titulado "Respire hondo", en el que se habla de la meditación que propone este precoz conocedor de la literatura védica y que tiene un título de Física Moderna Avanzada. Hoy, dirige la ONG de voluntariado más grande del mundo y predica que las técnicas de respiración nos ayudan a combatir el estress. Realizó un encuentro en Berlín que fue seguido en vivo por internet en todo el mundo por millones de adeptos, entre los que se cuentan algunos ricos y famosos de la farándula local, como Marcelo Tinelli. Muchos de sus seguidores lo consideran poco menos que el mesías.
  Yo respeto todas las creencias, y no dudo de los beneficios de la meditación y la respiración consciente, para los cuáles hay que darse tiempo y espacio. Pero no puedo dejar de asombrarme cuando leo que este hombre, que dice tratar de contar hasta diez para evitar enojarse y que sonríe todo el tiempo porque le sale del corazón, responde lo siguiente a la pregunta de un periodista:

"¿Qué piensa sobre el dinero?"
"Debe estar en el bolsillo. No en tu cabeza."

  Estamos de acuerdo: el dinero "debe" estar en tu bolsillo, como evidentemente está en su bolsillo, ya que recorre el mundo en avión acompañado por varios guardaespaldas y duerme en hoteles cinco estrellas... Ahora, cuando el dinero no está en tu bolsillo, va a ser difícil que no esté entre tus preocupaciones, ¿no? Por más respiraciones en cadena que hagas, tendrás que "ganarte el pan con el sudor de tu frente", y eso ocupará necesariamente tus horas, que no podrán destinarse a meditar, y el trabajo, como medio para subsistir, necesariamente ocupará tu cabeza... 
                                           
  Además, este sabio señor declara que no tiene esposa ni hijos: ahí van unas cuántas razones más para no preocuparse por el dinero, además de tenerlo. Es una reflexión, nada más. Nada personal. Tal vez necesite ponerme a meditar y a respirar conscientemente para que aparezcan algunos billetes más, y no estresarme tanto cada vez que pago la compra del súper o salgo en busca de un nuevo par de zapatos para la nueva temporada primavera/verano: ¡sí, definitivamente, como viene la mano, mejor un par de ojotas, mucha meditación, y agua. Nunca se sabe...

A boca de jarro

miércoles, 14 de septiembre de 2011

¡Gracias por la música!

                   Trailer de la película ABBA- The Movie ABBA- (El Grand Show) 1977
¿Por qué?

  ¡ABBA! Parece que hay pocos adultos de mi generación que se animen a confesar que les gusta ABBA: ¿será otra de las cosas que están mal vistas? ¿Será, acaso, como pensar que considerar a Harry Potter literatura de la mejor calidad es "un motivo de vergüenza intelectual" para "un público estúpido y alienable", como siente con respecto a este prejuicio y lo expresa contundentemente Ana Prieto, periodista y fanática confesa de la saga, colaboradora en la revista Ñ de Clarín, en su artículo de Orsai 3, "Deconstruyendo a Harry Potter"? Habrá que decir que te gusta la música clásica, el jazz, la bossa, o la música New Age para estar "in", para ser "cool", para "sonar intelectual"...
  Pues me gusta ABBA, y ABBA se nutre bastante de unas cuantas corrientes musicales bien "clásicas". Bjorn y Benny eran muchachos que sabían mucho de música e instrumentación, dotados para la composición, escritores de letras inspiradoras; y las chicas, Agneta y Frida, afinaban maravillosamente, voces privilegiadas para el canto. Sus composiciones se hicieron populares mundialmente y conservaron siempre su calidad, e incluso me atrevería a decir que la incrementaron con el paso del tiempo, o será que yo, como ellos, crecí y pude valorar esas canciones de grande, ya dominando el inglés, y con un oído musical más "afinado" aunque no se si podría decir "refinado": igualmente, como diría otro genio popular, "¡Al cabo que ni me importa!". Ni me importa que haya un canon implícito de lo que está "aprobado" como "intelectualmente superior" y lo que está "condenado" como "inferior", "masivo", "popular" o alimento para moscas... Y los que me sigan con ABBA en mi confesión saben bien a quién le corresponde la cita: otro gran baluarte popular de mi generación, que nos regaló tantas buenas risas ...


                                                  
  Hasta se hizo un musical con la participación de los músicos de ABBA, a modo de homenaje, y el resultado, "Mamma Mia", el musical, también fue un éxito, aunque algo rosa, que le dio la posibilidad a actores de la talla de Meryl Streep, Julie Walters, Pierce Brosnan y al más tarde merecido ganador del Oscar al mejor actor por su protagónico descollante en "El discurso del Rey", Colin Firth, la posibilidad de demostrar que los grandes actores no sólo actúan y se planchan o se inflan la cara: también cantan y bailan. Un musical que me llena de nostalgia de aquellos días en los que comencé a morir a mi niñez y a despertar a una adolescencia que tardó en establecerse, con la música sonando en la radio como uno de los imperativos del ser adolescente entonces, bellos días de pocas preocupaciones, long plays propios, y mucho tiempo libre para escuchar canciones, soñar y volar...

  A mí no me da vergüenza decir que me gusta aún hoy ABBA, ya que aún hoy se venden 3.300 álbumes de ABBA a diario alrededor del planeta, y son 1.000.000 los fans declarados en su sitio en Facebook, https://www.facebook.com/#!/ABBA , y muchos millones no están en Facebook. Me gusta Queen, me gustan los Bee Gees, me gusta Frankie, me gusta también algo de jazz vocal, Gerswin, Cole (padre e hija), me gusta la música brasileña, con toda su poesía de "povo" y su inigualable alegría rítmica y cadencia sensual en voces como la de Gal Costa, sobre quien ya escribí alguna vez y no faltará oportunidad de reincidir. Me gusta U2,  y como también ya escribí en dos oportunidades, me fascina  Sting, el maduro y solista más que el de The Police. Me gustan también voces como la de Sandra Mihanovich, que creció como cantante con el tiempo, Diego Torres, Alannis Morissette. Me gustan Los Beatles. Me fascina Joan Manuel Serrat y su atemporal poesía. Escuchar ciertas composiciones clásicas hace que broten lágrimas de mis ojos fácilmente, aunque admito que eso no es muy difícil en mi caso. Soy muy ecléctica en mis gustos musicales, y no me da ninguna vergüenza. "Vergüenza es robar", dirían mi abuelas españolas...
  Y a ABBA le debo decir: ¡Gracias por la música!, como se ocuparon de decir sus integrantes a través de esa bella canción: "Thank You for the Music". Les tengo que decir gracias por "Chiquitita" con su poesía y sus cuerdas de acordes griegos. Gracias por "Dancing Queen", porque yo me sentí una reina del baile identificada con esa canción. Les debo agradecer por "Mamma Mia", "The Winner Takes it All", "Voulez Vous", "Take a Chance on Me", "I Have a Dream" y la inolvidable "Super Trouper". Canciones que suenan mágicas, sutilmente nocturnas, y que hacen vibrar la eternamente soñadora adolescente que vive en mí. 
  Esta semana me tomé unas merecidas y necesarias vacaciones de mis temas más sesudos, la educación, la crianza, las delicias de escribir, y me didiqué a cholulear y permitirme el placer estético que ya describió muy bien Aristóteles en su "Ars Poetica", pero lejos está Aristóteles de ABBA, aunque no alfabéticamente hablando. Tenía ganas de reivinidicar mis gustos, como siempre...


¡A boca de jarro!


"Gracias por la música": Letra traducida al español.


Soy muy sencilla
y algo aburrida tal vez.
Las bromas que sé, me salen seguro al revés.
Pero hay un talento, en mí singular,
y es que la gente me escucha al cantar,
y me hace feliz,
orgullosa lo puedo anunciar, por eso...


Quiero dar las gracias
a las canciones
que transmiten emociones,
quiero dar las gracias
por lo que me hacen sentir, debo admitir
que con la música vale vivir,
por eso quiero dar las gracias,
por este don en mí.



Todos decían que fuí una niña precoz:
bailé y canté, y sobresalí por mi voz.
Y hoy me pregunto cual es la razón,
¿por qué siempre gana la gran atención,
una simple canción,
si he hace con el corazón? Por eso...


Quiero dar las gracias
a las canciones
que transmiten emociones,
quiero dar las gracias
por lo que me hacen sentir, debo admitir
que con la música vale vivir
por eso quiero dar las gracias,
por este don en mí.



¡Que suerte tuve!
Soy tan dichosa al cantar,
quiero que todos disfrutemos juntos
¡Que feliz! ¡Que placer exclamar!



Quiero dar las gracias
a las canciones
que transmiten emociones,
quiero dar las gracias
por lo que me hacen sentir, debo admitir
que con la música vale vivir
por eso quiero dar las gracias,
por este don en mí.


Por eso quiero dar las gracias,
por este don en mí.



Fuentemusica.com

lunes, 12 de septiembre de 2011

"¡Siempre quise usar ese hechizo!"

Minerva McConagall en los zapatos de Maggie Smith.
                                                          
  Así dice, justo en el momento en que la batalla entre Harry Potter y Lord Voldemort está por comenzar para terminar, la entrañable y leal profesora Minerva McConagall. Sí, ya sé que la vi con un poco de delay, pero por fin la vi, saldé mi deuda de placer estético postergado por esas cosas de la vida familiar que a menudo se complica, justo antes de que la bajen de cartelera. McConagall, personificada por la brillante actriz inglesa Maggie Smith, lo dice con lágrimas en los ojos llenos de expectante y triunfal alegría, y me pone la piel de gallina, por las fantásticas reverberaciones de esa línea. Siento que todos los grandes actores y los antes ignotos niños ahora devenidos famosos, multimillonarios, actores adultos que protagonizan los siete episodios de la saga de Harry Potter, de la cual vi la última película recién ayer, "Harry Potter y las reliquias de la muerte Parte II", ("Hp7"), le hacen honor a esa línea del guión, se percibe que lo viven y lo sienten así, y nos hacen sentir algo de envidia a los espectadores que también quisiéramos vivir para algún día decir "¡Siempre quise usar ese hechizo!", y ver que ha llegado el momento, y disfrutarlo como ellos lo deben haber disfrutado.

 McConnagall, una animaga, es decir, una maga capaz de transformarse en animal, se agiganta como personaje en esta última entrega de la historia de Potter, tomando el mando ante la ausencia de las figuras masculinas de Dumbledore y Snape, y hace proteger al castillo de Hoggwarts, último bastión de la magia blanca, echando mano a este hechizo que siempre ha querido usar, y que se hace necesario ante la inminencia de la batalla final entre las mermadas y maltrechas huestes del Bien y las horripilantes y abrumadoramente numerosas huestes del Mal que rodean la casa de estudios y secretos. Wikipedia le dedica una página a este intenso personaje femenino brillantemente resuelto por Maggie Smith, y dice:


"Al saber de la amenaza contra Hogwarts, Minerva organiza las fuerzas defensoras y por medio del encantamiento Patronus informa a los demás jefes de las casas que la pelea es inminente. Acto segido se enfrenta a Severus Snape en un duelo en el que demuestra tener una habilidad excepcional para el combate, esto se reafirmaría en la Batalla de Hogwarts, ocasionando que Snape huya y abandone su puesto como director. Al saber que el profesor Slughorn duda de que sea prudente evitar que Lord Voldemort entre en Hogwarts le dice que si intenta sabotear la resistencia lo retará a muerte..."Es hora que la casa de Slytherin decida a quien va a ser leal"... Posteriormente se encarga de levantar los encantamientos protectores sobre el castillo. Minerva demanda que los estudiantes de menor edad sean evacuados del colegio por medio de la Sala de los Menesteres y organiza a la Orden del Fénix, al Ejército de Dumbledore y a los estudiantes de mayor edad para la defensa de Hogwarts. Se menciona en el libro que ella hechiza a muebles y armaduras de Hogwarts y los lanza contra los mortífagos. En el segundo acto de la batalla, cuando Voldemort y los mortífagos atacan de nuevo al colegio creyendo que Harry está muerto, Minerva McGonagall combate contra él con asistencia de Kingsley y Horace Slughorn. Los tres son derrotados por un enfurecido Voldemort al percatarse de la muerte de Bellatrix Lestrange a manos de Molly Weasley, más ella no sufre daño algúno tras este combate. Tras la derrota de Voldemort, ella recupera el cargo de Directora."

               http://es.wikipedia.org/wiki/Minerva_McGonagall


 Sin dudas, todos los grandes actores que llevan a William Shakespeare en la sangre que corre por sus venas han vivido para decir esta línea, siempre han querido usar sus hechizos y encantamientos para darles vida a personajes tan bien delineados en una historia compleja y llena de simbolismos cristianos y paganos fusionados como en la cultura de la cual emergen, gigantes ante la audiencia mundial, y en una trama y temática que representa lo más puro de la tradición y herencia literaria y escénica anglosajona, que parece haber sido escrita para ellos. 

 Otro que da cátedra de actuación y declamación es Alan Rickman, en la piel de Severus Snape, ante el hall lleno de alumnos enmudecidos por la eminencia del gran final de proporciones épicas, con un discurso en el que no escatima ningún recurso verbal, actoral o escénico del baluarte visceralmente teatral que Rickman en verdad es. Y lo mismo puede decirse de los maravillosos Ralph Fiennes, Lord Voldemort en persona, Helena Bonham Carter, personificando a Bellatrix Lestrange, y Julie Walters como Mrs Weasley, otra gran figura maternal en la historia, como la autora misma, J.K. Rowling, que brilla, respira  y palpita a través del libro en cada escena: ¡qué lujo de dotados! También tiene su rutilante momento para comerse la pantalla un anciano y dignísimo, brillante como siempre, John Hurt, y pasan como en un flash Emma Thompson y Gary Oldman. Si yo pudiera elegir un elenco para darle vida a alguna de mis obras de teatro favoritas de la galería Shakesperiana, ninguno de ellos quedaría afuera.


Severus Snape es Alan Rickman.
                             
 En "Hp7", el bien y el mal ya no son dos entidades separadas: son partes fusionadas de un todo que habita al héroe, Potter, y que de este modo cobra las dimensiones de los grandes héroes de la tragedia Shakesperiana, ya que Harry, como Otello, Rey Lear o Hamlet, también está manchado por la culpa del mal sin culpa: una falla en su personalidad que le ha sido transmitida por "el Mal", encarnado por Lord Voldemort, "You-Know-Who", el innombrable, aunque es McConnagall quien lo nombra e incita a los jóvenes a llamarlo por su nombre, porque es así como se vence al mal; y el mal "manchando" al bien del ser en Harry, sin culpa, es como se entiende que funciona el pecado original Bíblico en los seres humanos. Y Potter, cual mesías, redimirá su lado oscuro enfrentándose y venciendo a la muerte, a diferencia del héroe trágico de Shakespeare, que se entrega a la muerte tomada por mano propia y redime su flaqueza en ella ya vencido por su debilidad, incitando toda nuestra compasión y nuestro más profundo sentido del asombro ante el misterio del hombre trágico. Potter elige el bien, y dice no a la omnipotencia que todo lo arruinaría una vez más en esta gran batalla final de proporciones místicas aunque profundamente humana. Se amiga con sus muertos, y por fin comprende que ellos permanecerán con él y en él por siempre dentro de su corazón, que se hace adulto. Verbaliza por fin su miedo a la muerte al preguntarle a sus seres queridos ya idos si duele. Y elige seguir viviendo y renunciar a la invencibilidad que le otorgaría la varita mágica de sauco que finalmente gana para partirla en pedazos y deshacerse de ella. Pasan diecinueve años, y Harry se encuentra nuevamente con sus entrañables amigos, ahora también adultos padres, en el lugar donde todo comenzó, en la estación de tren  9 3/4,  donde los niños brujos abordan el tren a Hogwarts, y se cierra la historia en la circularidad misma de la vida: ¡maravillosa alegoría ya antes advertida!


                                                                 "I open at the close..."
                                                        ("Me abro en el cierre...")

  
 Al salir del cine, recordé que mi mamá solía amedrentarme de chica, cuando se le volaban los patos con justa razón, ahora lo entiendo, con la falsa amenaza de que nos iba a "meter a mi hermana y a mí de pupilas" en algún colegio lejano. La idea no me habría asustado tanto si Hogwarts hubiese sido el destino en mi imaginario infantil...   
                
  A  boca de jarro                             

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