sábado, 2 de mayo de 2015

Morriña



Fotografía de Carlos Javier Paz


"Las canciones gallegas se definen por sí mismas y sólo es necesario dejarse llevar por el intrínseco sentimiento evocador que provocan. He ahí tantas melodías que forman parte de la intrahistoria emocional de los gallegos, en las que se caracteriza gran parte de su idiosincrasia como pueblo.(...) ningún autor gallego tuvo la popularidad que alcanzó Juan Montes (Lugo, 1840-1899). Su Negra sombra es, sin duda, la más emblemática de las canciones gallegas. Montes consiguió ensamblar magistralmente el enigmático texto de Rosalía de Castro con un alalá recogido en O Incio (Lugo). La versión original fue presentada en La Habana en 1892."








Xoán Montes Capón (13 de abril de 1840 - 24 de junio de 1899), nacido en Lugo, tierra de mis ancestros gallegos, fue un compositor, pianista, organista y director de música gallego, famoso especialmente por ser el autor de la versión musical del poema "Negra Sombra" de Rosalía de Castro. Cursó sus estudios sacerdotales en el Seminario de Conciliar de Lugo pero abandonó la vida eclesiástica, como todo buen Capón, para dedicarse de lleno a la música, siendo un autodidacta en el arte. Comenzó componiendo piezas de cariz religioso, plegarias, gozos, jaculatorias, himnos y motetes. Luego se consumó como organista de la Catedral, Director de la Escuela de Música y de la Banda Municipal de Lugo. Fue el fundador del "Orfeón Lucense", posteriormente el "Orfeón Galego". Entre sus obras líricas merecen especial mención las seis Baldas Galegas (As lixeiras anduriñas), Doce sono, Negra sombra, sobre textos de Rosalía de Castro, Lonxe da terriña,  O pensar do labrego, con letra de Aureliano J. Pereira, y Unha noite na eira do trigo, sobre un poema de Curros Enríquez. Montes compuso también una Alborada galega para banda denominada Himnos a Calderón de la Barca y Gutenberg, O bico e Rapaciña se quixeres (muiñeiras para orfeón), Pasodoble de trompetas,  Habanera para piano a seis manos, y Aires populares de Galicia, entre muchas otras piezas.


Lonxe da terriña es la canción de Montes que aquí paso a compartirles en un intento de transferencia más que de traducción literal del gallego al español, en el cual se aceptan correcciones. Esta bella composición me llega al alma: expresa toda la melancolía, lo que mis abuelos nombraban como "morriña", y el fado que aflora en cada recuerdo del terruño de todo inmigrante, y coincidentemente, este poeta gallego comparte apellido con mi bisabuelo, Juan Latorre Capón, cuya tumba visité en el cementerio de Altamira en Vivero, Galicia, España, hace un año y medio. Será por eso que la nostalgia de este poema hace que me sienta ligada a mis raíces más profundas.


morriña

(Del gallego y portugués: morrinha).


1. (femenino, coloquial.) Tristeza o melancolía, especialmente la nostalgia de la tierra natal.


                           Real Academia Española © Todos los derechos reservados


fado


"El fado es la fatiga del alma fuerte, el mirar de desprecio de Portugal al Dios en que creyó y que también le abandonó".


                                                    Fernando Pessoa




"Lonxe da Terriña"

(A.J.Pereira - X.Montes)


Lonxe da terriña
lonxe do meu lar
que morriña teño
que angústias me dan
non che nego a bonitura
ceiño desta terriña
ceiño da terra allea
ai quen che me dera na miña

Ai meu alala
cando te oirei
chousas e searas
cando vos verei
son as frores dises campos
frorentes e bonitiñas
ai quen aló che me dera
entre pallas e entre ortigas

Lonxe da terriña
que angustias me dan
os que vais pra ela
con vós me levai
os que vais pra ela
con vós me levai
os que vais pra ela
con vós me levai




"Lejos del terruño"

Lejos del terruño
lejos de mi hogar
que añoranza tengo
que angustia me da
no te niego la hermosura
del cielo de esta tierra
cielo de tierra ajena
¡ay, quien me diera el de la mía!

¡Ay, mi alalá*!
¿cuándo te oiré?
cercados y senaras
¿cuándo los veré?
las flores de los campos
floreciendo tan bonitas
¡ay, quién me viera en tierra ajena
entre pastos y entre ortigas!

Lejos del terruño

¡qué angustia me da!
los que vais a mi tierra
con Vosotros me lleváis




*El alalá es una melodía que entonan los montañeses del noroeste de La Coruña y que se supone de origen oriental aunque forma parte del folclore de Galicia.






Luar Na Lubre - Lonxe da Terriña

(Gracias, Max Krapp !!!)


A boca de jarro

jueves, 23 de abril de 2015

Madrugada y noche




Nombrada por inmigrantes judíos de origen ruso y eslovaco Flora Pizarnik Bromiquier llegó a este mundo allá por 1936 quien hoy se conoce como Alejandra Pizarnik. Con una infancia marcada por una baja autoestima debido a su fuerte tendencia al sobrepeso y lo considerado "feo" estéticamente ya por aquel entonces y con una percepción distorsionada de su propio cuerpo siempre comparado con el de su hermana mayor, Myriam, Alejandra cayó víctima de su adicción a las anfetaminas y los barbitúricos, desarrolló serios trastornos del habla contra los cuales luchó durante toda su breve vida y padeció prolongados períodos de insomnio y euforia. Todo ello la convirtió en una singular creadora nocturna y apasionada por sus castillos de palabras  que compilaba en listas preservadas en preciosos cuadernos que etiquetaba y decoraba con ahínco  , en ávida lectora de cuanta literatura llegaba a sus manos, prolífica y singular escritora y dueña de un sentido del humor singular y afilado. Cursó estudios de letras, periodismo y filosofía en la Universidad de Buenos Aires que finalmente abandonó para convertirse en una autodidacta que aprendería fundamentalmente de sus lecturas. A todo le entraba. Luego de publicar sus primeros trabajos en poesía La tierra más ajena (1955), La última inocencia (1956), y Las aventuras perdidas (1958), signados por cierto formalismo lingüístico que luego abandonaría, una inquietante imaginería y notoria sensibilidad, viajó a París en donde vivió entre 1960 y 1964, trabajó y estudió historia de la religión y literatura francesa en la Sorbona, además de entablar amistad con personajes literarios destacados tales como Julio Cortázar y Octavio Paz y continuar publicando poemas y críticas con un cariz ya más maduro y una impronta personal inconfundible caracterizada fundamentalmente por la fragmentación y el desvío. El universo de Pizarnik es pura fragmentación y desvío. En 1962 publica Árbol de Diana, ya su cuarto poemario, y dos años más tarde regresa a Buenos Aires donde publica sus obras cumbre: Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de la locura (1968) y El infierno musical (1971). Recibió las becas Guggenheim y Fullbright. Incursionó en la prosa en 1971 con La condesa sangrienta y, dejó trunca su carrera literaria hacia la aprehensión de una nueva gramática envisionada desde su febril y enfermiza percepción de la realidad al quitarse la vida a los 36 años durante un fin de semana en el que había salido bajo autorización médica del hospital psiquiátrico de Buenos Aires, donde se hallaba internada como consecuencia de un profundo cuadro depresivo tras dos intentos fallidos de suicidio. Es posible que se haya quedado corta de tiempo para su gran proeza en las letras. No quedó registro de su bella voz ni de su trabajada dicción que sí permanece grabada a fuego en sus escritos, ya que Alejandra finalmente escribía tal como hablaba, la dueña de una voz que hasta hoy resuena. Y nos legó también su estampa en una fotografía con historia.




En algunas de sus notas íntimas se encontraron los siguientes apuntes:





"... para distenderse sólo es preciso darse, dejar de retenerse, claro que el horror a la caída, el miedo a la desposesión total... Dije miedo y ya está. Aprieta horriblemente. "


"Mi desgracia es que no vivo nunca en este mundo."

Aquí les presento un poema breve e intenso de su autoría y un extracto de otro en lo que conforma mi primera incursión al arte de la traducción de poesía al inglés. 


MADRUGADA

Desnudo soñando una noche solar. 
He yacido días animales. 
El viento y la lluvia me borraron 
como a un fuego, como a un poema 
escrito en un muro. 


DAWN

Naked and dreaming a sunlit night.
I have laid for animal days.
The wind and the rain have effaced myself
as they do with a fire, with a poem
written on a wall.




NOCHE 


correr no sé donde
aquí o allá
singulares recodos desnudos
basta correr!

(...)



NIGHTFALL

To run I don´t know where
here and there
singular skinless loops
stop running!
(...)


La muchacha halla la máscara del infinito
y rompe el muro de la poesía.

The girl finds the mask of infinity
and breaks the wall of poetry.

Alejandra Pizarnik,

"Salvación"

"Salvation"



A boca de jarro

domingo, 19 de abril de 2015

El cementerio de libros



"Deus providebit sibi victimam holocausti fili mi"
("Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío") 
Génesis XXII. 8

   Entre activistas políticos camorreros a los que tuvo que atajar la Metropolitana en pleno parque, pibes potreando con la pelota en un rectángulo de tierra seca sobre Avenida Ángel Gallardo, paseantes de perros que hacen que sus mascotas adornen las veredas maltrechas y demasiados puestos malolientes de choripanes, van a morir, indignos, los libros usados y descuajados al cementerio de libros de Parque Centenario. No hay mayor tesoro en su enflaquecido haber que esos libros por los que su padre pagó un ojo de la cara para su formación, que fueron a la cama con ella en sus noches de estudiante, que llevaban sus anotaciones en lápiz, que la hicieron lo poco o lo mucho que es hoy. Ayer los vendió a regañadientes por su estado calamitoso en un regateo asqueroso a un tipo a quien no podía sostenerle la mirada, ave de rapiña, mugroso, por unos miserables cuatrocientos pesos que empezaron por ser doscientos. Eran ochenta y cinco libros vencidos en total. Y manejó todo el camino de vuelta a casa con el sobrante que, por alguna razón que sólo Dios conoce, al igual que su derrotero, el tipo al final no agarró. La miraban, perplejos, tirados sobre el asiento del acompañante, mientras ella se descocía en pucheros sin poder manotear el pañuelo pensando en que todo eso que le había costado tanto lo acababa de rifar al mejor postor en esa inmundicia de cementerio por unos heréticos cuatrocientos pesos nada más.


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