Si las madres lo hablamos en reuniones familiares, de amigos o en la puerta del colegio, no pasa nada. Somos unas histéricas quejosas. Ahora si la cosa viene en caja de perfume importado de Europa y Estados Unidos, sale nota en el diario y todos los especialistas locales lo comentan en los medios, se les da razón a los que saben. Es que nadie es profeta en su tierra... Y no hay nada más persuasivo y contundente como un libro escrito por un graduado de una prestigiosa universidad norteamericana para darle credibilidad a un hecho cotidiano, a una verdad de perogrullo. Por eso con gusto me uniría a la huelga de los deberes que se lleva a cabo en Francia por estos días.
Los deberes son odiados por los niños en los primeros grados de la escuela primaria, tanto como por sus padres y por sus propios maestros, que deben corregirlos. Hoy los especialistas dicen que este odio no es infundado, ya que carecen de utilidad pedagógica, y contrariamente a lo que se piensa, traen más desventajas que beneficios.
Los beneficios pedagógicos de la tarea para el hogar están bajo la lupa en el hemisferio norte y se encuentran derrotados por la cantidad de efectos nocivos que generan: agregar horas a la ya extensa jornada escolar de los niños, crear conflictos familiares a la hora de sentarse en casa a hacerlos, ponernos a los padres en el rol de profesores particulares, generar una injusta desigualdad entre quienes reciben ayuda de los adultos paternantes y quienes no a la hora de abordarlos y, sobre todo, reducir o simplemente anular el tiempo del que los niños disponen para hacer lo que deben hacer los niños, es decir, explorar el mundo, crear, hacer actividades recreativas que los conecten con la naturaleza, con su cuerpo, con el arte y la cultura sin ser evaluados y jugar.
Varias veces en este espacio dejé salir el humo de mi pava hirviendo al tener que a hacer de maestra de mis hijos pequeños ante la asignación de actividades absurdamente largas, mecánicas y aburridas bajo el pretexto que refuerzan el aprendizaje del aula. En verdad, los padres somos los verdaderos especialistas en el tema, los que hacemos malabares entre criar e instruir hijos cuando el colegio nos endilga esa responsabilidad que no nos compete y en muchos casos nos excede.
Hoy se escuchan voces que dicen que "La idea de que las tareas enseñan buenos hábitos de trabajo o fortalecen la autodisciplina y la independencia es un mito urbano." ¡Qué alivio verlo publicado en el periódico! Alguna vez, al expresar mi alarma frente a otras madres ante la pobre calidad y el apabullante calibre de lo que se le asignaba a mi hija cuando cursaba su tierno primer grado (que de tierno tuvo bien poco), una madre me respondió: "Mejor. Así se los prepara bien para la universidad." Lo cierto es que mi generación no hizo ni la mitad de todas las cosas que hacen estos chicos a contraturno, jugábamos y leíamos más, y no nos fue tan mal en la universidad. Mientras que los resultados que obtiene esta generación de chicos híperexigidos desde su más tierna infancia no demuestran que sepan más o que les vaya mejor en sus estudios secundarios y universitarios. Pero el mundo en el que viven no es el mismo, aunque nos empeñemos en que aprendan de la misma forma en que lo hicimos nosotros. Al menos, por fin se empieza a verbalizar la idea pedagógica subyacente que tantos ignoran: el tema no pasa por la precocidad en la demanda ni mucho menos por la cantidad o complejidad de lo que se les asigne, sino por la madurez y la unicidad de cada niño y el interés y la relevancia que se genere a través del aprendizaje.
A mayor volumen de tareas forzadas, menor parece ser el interés con el que los niños pequeños arremeten con ellas y con su escolaridad. La escuela y la tarea se convierten en un mal necesario que todos acatamos por el deber ser. Hay libros publicados como el de Alfie Kohn, educador norteamericano autor de El mito de las tareas escolares, y los padres franceses agrupados en la Federación de Consejos de Padres y Alumnos de Francia (FCPE), están protestando a través de una huelga por la que decidieron no hacer los deberes por dos semanas. La FCPE quiere que todos los actores, incluidos los padres, los enseñantes o los directores de los centros, participen en la que denomina como "quincena sin deberes". Se trata de "reflexionar e imaginar otras relaciones familias-escuela y otros medios de comunicación distintos de los deberes y las notas, como lo hacen muchos enseñantes". En Francia una circular prohíbe desde 1956 encargar deberes escritos a los escolares de primaria, pero en muchos casos no se cumple. Creo que todos somos conscientes de que erradicarlos es misión imposible.
No es casual que esto suceda. Hacemos que los niños vivan sus vidas como adultos pequeños a pesar de que como adultos no tenemos idea del mundo que les depara el futuro a esta generación de niños. Difícilmente podamos prepararlos apropiadamente para él.
Los adultos estamos desequilibrados, desenfocados, desorientados. Los niños pierden su equilibrio. En eso les va la calidad de su infancia y de sus más valiosos años formativos. Y a pesar de las voces que se vienen alzando a favor de cambios necesarios en el paradigma educativo, como las de Ken Robinson, Howard Gardner, quien introdujo el concepto de inteligencias múltiples, Richard Gerver, el catalán Eduard Punset, y, localmente, Susana Mahuer, psicoanalista especializada en niñez y adolescencia, seguimos acatando el adagio que reza: "La letra con sangre entra".
Probablemente la cúpula educativa tome todo este planteamiento de serias implicancias a risa, como lo hizo el Ministro de Educación francés al enterarse de la huelga a "los trabajos forzosos fuera del horario lectivo" y seguiremos resignándonos a pensar que fortalecen buenos hábitos de estudio aún cuando hablemos de niños que todavía no pueden estudiar, sino aprender a través de experiencias formativas y significativas que respeten su identidad infantil y la realidad del mundo que los circunda. Mientras tanto, yo celebro una huelga al deber de hacer los deberes aunque la pregunta obligada que le vaya a hacer a mi hija cuando la retire del colegio hoy, y la que resuena a la salida del colegio cada día después de "¿Cómo te fue?", sea necesariamente "¿Te dieron mucha tarea?". Desafortunadamente, estimo que estamos formulando las preguntas equivocadas.
Mis hijas apenas tuvieron trabajo para casa hasta los diez años, pero luego todo se desbordó exponencialmente de modo que pasan largas horas en casa trabajando en sus tareas escolares. Entiendo tu punto de vista pero me pregunto si el mundo en que viven es el mismo que viví yo, y me doy cuenta de que la vida en la calle es imposible por los hábitos de hoy en día y el miedo que tenemos los padres. Cuando eran pequeños los llevábamos al parque pero ese tiempo ha pasado. Tras la jornada escolar a sus doce años y más tienen unas horas de asueto que desgraciadamente solo ocupan con la televisión o con el ordenador en su faceta social (facebook). Otra opción es llevarlos a actividades complementarias (música, idiomas, danza, equitación, deportes…) que llenan también su día escolar y que los agobian. Todo lo que dices de posibles alternativas a los deberes ( explorar el mundo, crear, hacer actividades recreativas que los conecten con la naturaleza) en nuestro caso son imposibles. Ni hay naturaleza cerca ni hay posibilidad de explorar el mundo si no es con internet, y en cuanto a crear, corramos un tupido velo. Yo viví un mundo en relación a la calle pero no es lo que ahora existe, salvo en algún pueblo lo que no es mi caso. En conclusión, veo que mis hijas ocupan muchas horas en sus deberes pero no sé qué otras alternativas tendrían que no fuera el canal Disney y Facebook. No existe ahora la posibilidad de que los niños vayan al bosque a mirar los nidos de los pájaros y a bañarse en la cascada con otros niños. Vivimos encerrados y limitados en un mundo recientemente temeroso. No sé de qué otro tipo podría ser la niñez y la adolescencia. No encuentro fundada este razonamiento sobre los deberes. Veo a mis hijas trabajar con ahínco en ellos, pero no sé qué otras alternativas existen donde yo vivo y en las circunstancias en que viven en ellas.
ResponderBorrarBesos.
Comparto tus miedos a los parques y a las calles, y entiendo que no pueden ir al campo a ver los pajarillos de colores si vivimos en la ciudad. Pero habría que plantear la necesidad de que los colegios ofrecieran espacios, como clubes o parques municipales (que están lastimosamente vacíos en esta ciudad), talleres de arte y salones de baile ad hoc, como posibilidad de extender la jornada de manera diferente al pupitre todo el día.
BorrarEsto redundaría en más trabajo para profesores que podrían trabajar la jornada completa en un mismo colegio,gente para transportarlos, en lugar de maestros que van de un instituto a otro para poder ganar un sueldo que les permita vivir dignamente. Eso sí, si la extensión horaria se ocupara de ese modo, habría que plantearla como algo recreativo, permitirles moverse, correr, jugar, crear y hasta usar la internet, pero bajo supervisión de personal calificado y sin calificarlos, como algo extra programático realmente. Pero es pedir demasiado, ¿verdad?
En general, los colegios en esta ciudad son edificios superpoblados que han quedado chicos en términos de espacio físico para albegar a la cantidad de alumnos que toman por razones económicas. La educación en general se ha vuelto un negocio. Sólo los colegios muy exclusivos y caros cuentan con campos de deporte y salones especiales para lo artístico.
El tener que estar desplazándose de un punto a otro de la ciudad para que aprendan idiomas, hagan danzas o deportes, etc., es hoy en día un riesgo también en las grandes ciudades, implica contar con tiempo exclusivo para eso, poder darse el lujo de prescindir de trabajar para ocuparse de hacer de ómnibus escolar el día entero, estar combinando horarios enloquecidamente si tienes más de un hijo y además gastar fortunas en extras para ocupar su tiempo.
Odio que estén sentados frente a la niñera electrónica durante horas, pero creo que somos víctimas en este asunto, tanto ellos como nosotros. Debería repensarse el rol y la naturaleza de la escolaridad en función de la realidad que vivimos. Pero en la situación en la que nos encontramos, suena utópico e impensable, con tantas otras cosas igual o más urgentes que atender.
No me plegaré a la huelga porque vivo en la Argentina. Aquí hacen huelga los maestros. Voy a seguir con la tarea de inglés particular... Al menos hoy, en sociales me saqué un Felicitado porque escogí una noticia del periódico que le gustó a la maestra. Imagínate qué habría pasado si no hubiese asistido a mi hija de ocho en la búsqueda del material apropiado y llevaba una noticia policial...
No sé, Joselu, es como dice el periódico: es un ideal imposible. Pero hay días en los que, como hoy, tengo ganas de gritar a los cuatro vientos que estoy harta de los deberes, porque al menos en mi caso, la gran mayoría vienen para mí. Tengo que hacer malabares hasta para poder ir al dentista.
Un beso y gracias por la paciencia.
Yo pregunto lo mismo!!! "Cómo les fue? Tienen tarea?" Y lo pregunto más por mí que por ellas. Porque quiero saber si tendré tiempo para otras cosas, o tendré que "sentarme" a estudiar. ¡Odio los deberes! Deberían salír de la escuela y poder olvidarse de ella hasta el día siguiente, por lo menos...
ResponderBorrarBesos!
Madre argentina tenías que ser para entenderme. Obviamente que el "¿Cómo te fue?" es "¿Cómo me fue?", y el "¿Tenés mucha tarea?" es "¿Tengo mucha tarea?". Si al menos lo que les dieran fuera breve, útil y algo que realmente pudieran resolver solitos. Pero si hasta te notifican de las pruebas para que los hagas estudiar y te sientes con ellos. Al final, la nota es compartida. ¿Qué clase de evaluación del aprendizaje es esa? Yo siento que evalúan cuánto les enseñamos y practicamos en casa, y no es justo, porque hay muchos chicos cuyos padres se matan trabajando el día entero para solventar la educación y no pueden ejercer de maestros particulares. O simplemente no saben lo suficiente, y el que pierde es el chico que va a la escuela para aprender.
BorrarY si van a jornada completa, desde ya que deberían poder olvidarse de la escuela hasta el día siguiente. Vuelven exhaustos. Ahora que las horas de luz se acortan, se hace de noche como cuando se levantaron y seguimos con los deberes.
Eso de tiempo para mí, tiempo para mí... no sé, me suena, aunque hace mucho que lo perdí por ahí, en algún rincón, y no lo encuentro. Me pasó como a vos con la paciencia...
¡Besos y gracias!
La verdad es que siempre pense que nos mandaban deberes para casa porque las maestras tenian que dar eso en clase y no habian llegado con el tiempo...o sea que sin querer siempre pense que eran inservibles. No nos gustaria tanto si el jefe nos da "trabajo para el hogar" para que no nos desacostumbremos y reforzemos el contenido de nuestro trabajo diario, no?
ResponderBorrarCoco todavia ni siquiera empezó el jardín, pero se que hoy en día no se puede dejar que los chicos esten jugando en la vereda, andando en bici, o en la plaza con sus amigos como podia hacer yo, y la computadora es un vicio (si lo sabremos), pero no se, todavia tengo la inocente idea de poder encontrar que hacer con nuestro tiempo, y con su tiempo, sin depender de que puedan salir solos o de que quieran desesperadamente conectarse a facebook...en unos 10 años les cuento
Ojalá lo logres, Mica. No creo que el paradigma educativo nacional haya cambiado cuando tu hijo empiece su primaria. Allí me contarás. Y si las maestras dan deberes porque no les alcanza el tiempo escolar para cubrir contenidos, hay algo que anda mal en la planificación, diagramación del tiempo, los objetivos inpuestos, la maestra que no llega, o los alumnos que van demasiado lento por algún motivo que debería ser evaluado. Todas estas variables deberían tomarse en cuenta, ajustarse y flexibilizarse sin sobrecargar, en mi opinión.
Borrar¡Un beso y gracias por pasar por acá, Mica!
Tienes grandes aciertos en esta polémica entrada pero en algunas cosas creo que exageras y siendo la educación un tema tan delicado no nos podemos dejar llevar por la pasión, sino analizar con cuidado las dos caras de esta moneda.
ResponderBorrarLas nuevas generaciones universitarias son las más preparadas de la historia pese a quien pese. El tema de la huelga de los deberes en Francia es más una protesta por la reforma educativa, por la mejora y adecuación de los deberes a los niños que por la supresión de estos, aunque siempre haya fanáticos que lo lleven a las últimas consecuencias. La participación de los padres en la educación de sus hijos es algo fundamental y no pueden eludir esta responsabilidad alegando que es una carga y que para eso ya los llevan a la escuela.
Tienes razón al decir que quizás sean demasiado engorrosos, largos o aburridos para los niños y esto es lo que habría que cambiar haciendo que sean unas tareas más lúdicas y adecuadas a la edad y los tiempos.
Creo que la educación infantil debe de ir más allá de la escuela, que no se convierta en un horario laboral que se olvida al salir de ella para que niños y padres "descansen".
En fin, es un tema demasiado delicado para convertirlo en una larga polémica.
Te agradezco esta interesante entrada porque las soluciones vienen cuando los problemas se plantean.
bssoss.
La generación digital está muy preparada para enfrentar el mundo de hoy, mucho mejor que mi generación, sin dudas. A lo que apunto es que las mediciones de sus logros académicos y el sistema de evaluación con el que se los mide son arcaicos. No logran estudiar o aprender de la misma forma que los más viejos simplemente porque nacieron en un mundo distinto. Por eso el sistema necesita aggiornamiento.
BorrarNo me cabe duda de que el tema de la huelga francesa es mucho más abarcativo e inclusive político.
Yo no reniego de participar de la escolaridad de mis hijos: es más, considero que es un deber como madre monitorearla y acompañarla, y además lo disfruto en su justa medida. Te voy a dar un ejemplo cotidiano para que veas lo que me sucede. Ayer terminé enseñándole a mi hija de cuarto grado lo que es el volumen de la masa en casa, porque la maestra asignó un experimento que debería haber hecho en el laboratorio de ciencias de la escuela para enseñarles ella lo que es volumen. Yo tuve que consultar en internet, porque no me resulta fácil ni me encuentro capacitada para transmitirle esa noción a una niña de ocho años que encima es mi hija y no me ve ni me toma como su maestra, ¿comprendes?
Entonces la llamo para hacer el experimento, me pide que espere, que está jugando, yo pierdo tiempo esperando luego de haber preparado la cocina como laboratorio, pienso en todo lo que postergo para hacer esto y me fastidio, y al final, termina el clima enrarecido en casa, mi humor, de perros, y la niña jugando con los elementos porque en casa la cosa no sale como en la escuela porque no es la escuela.
A veces a los maestros se les va la mano en lo que delegan. Todos los días me ocupo de revisar sus carpetas y ayudarlos en tareas simples. No pretendo desentenderme de la instrucción de mis hijos, pero a veces siento que aprenden más en casa que en la escuela. He reducido mis horas de trabajo profesional muchísimo para asistirles en sus cosas mientras me necesiten. Soy consciente de que soy madre por propia elección y me hago cargo, aunque a veces pese. Pero los docentes deberían también hacerse cargo de lo que les compete.
Aquí se descansa poco después de la escuela o la jornada laboral. Hay compras que hacer, comida que preparar, ropa que planchar, abuelos que visitar y asistir... Llevar una familia adelante con compromiso es una ardua empresa, y me llamó la atención de los franceses que claman por reflexionar e imaginar otras relaciones posibles entre familia y escuela. Esto es lo que me parece crucial. ¡Imagínate una familia monoparental! La escuela debería poder ver cuánto trabajamos los padres, no sólo de padres, para ser buenos padres y asignar trabajo en la medida justa.
Te agradezco la oportunidad que me das a través de tus valiosas opiniones de aclarar puntos que harían una entrada demasiado larga. Es cierto que es un tema delicadísimo y sumamente complejo. Nadie tiene las respuestas ni las soluciones para todo. mucho menos yo. Simplemente ofrezco mi vivencia del asunto como madre presente que lo padece muchos días. Juntos pensamos más y mejor. Y se disipa el mal humor que la sobredemanda genera en casa algunas veces.
¡Besos y gracias!
Me voy a atrever a lanzar una hipótesis: los adultos tienen miedo de dejar a los niños sueltos. Los deberes son una forma de tener a los críos ocupados por mucho que se enmascare el tema con la necesidad de que les sirve para fortalecerlos y prepararlos para el futuro. Hay un terrible miedo al ocio, al tiempo libre del que no se obtiene provecho y más cuando se trata de niños o jóvenes. Por eso cuando los estudiantes no están cargados de tareas y disponen de tiempo libre se les carga con actividades extraescolares: ballet, música, informática, deportes etc...Un día toca música, el otro toca ordenador, al otro judo etc... Niños malnutridos que están todo el día en la escuela y que llegan a casa hacen los deberes de prisa y luego vuelven a una actividad casi siempre elegida por los padres para que éstos pueden proyectar sus sueños imposibles. Llegan tarde a casa. Exhaustos después de hacer todo el día cosas que no han elegido. Al final llega el fracaso, la frustración, la ansiedad y el estrés. Quizás soy demasiado pesimista o mi visión solo afecte a un grupo de personas pero es lo que pienso y lo intenté representar en esta entrada de mi blog: http://suicidasperezosos.blogspot.com.es/2008/12/tus-paps-te-aman.html
ResponderBorrarCoincido bastante con tu hipótesis: muchos adultos tememos al niño verdadero que demanda, que implica renuncias a uno mismo, que exige que nos corramos del eje, del centro del universo y le prestemos atención. Tenerlos sobreocupados brinda la posibilidad de ocuparnos de nosotros mismos y quitar la mirada de lo que ellos precisan. Eso es cierto en muchos casos.
BorrarY también es verdad que esa forma de encarar la crianza no aplica a todos los padres. Pero representa una forma de encarar la vida, de no querer hacerse adulto, hacerse cargo. Hay un pensador argentino que sigo de cerca, Sergio Sinay, que ha escrito un libro acertadísimo sobre La sociedad de los hijos huérfanos, huérfanos de verdadera presencia y mirada.
Los niños sueltos, libres, meten miedo. No sé si te habrás alguna vez encontrado rodeado de varios niños pequeños que reclaman atención y se expresan y actúan como niños. Te aseguro que da ganas de salir corriendo. Y muchos adultos lo hacen. O les ponen chupetes para que no fastidien. Tal vez no han crecido lo suficiente, no se pueden asumir como padres o guías, se impone el hedonismo y el ombliguismo y hay que acatar, no sé... Pero hay mucho de cierto en tu reflexión a nivel general.
Te la agradezco mucho y leeré tu entrada ni bien pueda.
Hace unos años escribí un tema en mi blog http://miplumadecristal.blogspot.com.es/2008/04/dilogos-entre-dos-nias.html
ResponderBorraren que a modo de diálogo pero no relato sino verídico, unas niñas no tenían tiempo de ir a jugar porque estaban asfixiadas de tareas escolares y deberes.
Yo pienso que a los niños los tratamos como adultos y que se les está exigiendo bastante aunque aún así en España dicen que la educación no va muy bien.
Un beso.
Gracias, María. Creo que lo he leído.
BorrarAquí la educación no na bien hace años, María, por eso las contradicciones, la sobredemanda y la recarga sobre los hombros de los padres que tenemos que andar emparchando lo que no se hace o se hace mal en la escuela. Y te aclaro que hablo como madre y docente que conoce la realidad de la escuela argentina. Es una gran desilusión para mí. Y no creo que vea mejoras en mis días.
Un beso grande.
Me resulta muy curioso el contraste entre lo que pensamos los profesores en general, o sea, que estudian poco y lo que piensan los padres, o sea que están sobrecargados de trabajo.
ResponderBorrarLa incorporación de vacaciones de Semana santa la inicie con un aviso de que urgentemente llamara a una madre porque necesitaba hablar conmigo. El problema es que al hijo le cuesta concentrarse y es ella, cuando viene de trabajar, quien se pone, todos y cada uno de los días a hacer los deberes con él. Hoy la he llamado. Tal era el problema del hijo, según ella, que le había llevado al pediatra y el pediatra, supongo que por curarse en salud le había enviado al centro de salud mental y allí, tras una entrevista con una psiquiatra, le había comunicado que parecía tener un déficit de atención sin estar asociado con hiperactividad. y de ahí me ha llegado a mí. Quería atención especial para su hijo.
LLamémosle Carlos, es un chico inquieto, la madre ya me había comunicado el "problema" del hijo a principios de curso y yo ya le había aconsejado que fuera delegando en el hijo con el tema de los deberes y le pusiera tiempos a la hora de hacerlos. Se le ve feliz, es subdelegado y quiere dimitir, pero no le dejo, le digo que apechugue con su decisión, está perfectísimamente integrado en el curso, su evolución académica es muy buena y va a mejor, así que yo alucinaba cuando la madre me contaba esta historia.
Quiero decir, Fer, que muchas veces las madres (o padres) reflejamos esta angustia porque en realidad no confiamos en ellos, no confiamos en que pueden ser capaces de hacerlo por sí mismos y ellos necesitan darse cuenta de que pueden hacer la mayoría de las cosas solos y nosotras liberarnos de su tiranía "deberil". No pueden depender eternamente de nosotros, es insano y contraproducente. Yo le he expuesto a la madre mi punto de vista, le he dicho que está superprotegido. He hablado con todos los profesores y todos me han dicho que él es capaz de hacer los deberes solo, sin ayuda, como es el caso de la mayoría. No es el caso de un niño con dificultades de aprendizaje. Ya quisiera yo que todos los niños fueran Carlos. Así que yo, hoy mismo, le he prohibido que la madre le ayude con mi materia y se ha ido con un cuadrante para que escriba de lunes a viernes los deberes que tiene, el tiempo que ha tardado en total y si le han ayudado o no. Y a ver qué pasa.
Como madre y profesora soy partidaria de los deberes, pero no dejaría que mi hijo se pasara las tardes enteras con tareas escolares. En clase se explica la materia y se trabaja en grupo, pero el alumno debe hacer un trabajo individual donde constate si lo ha entendido o no y llevar a clase las dudas que surjan. A mí me gustaría hacer muchas más cosas con ellos, pero mientras que la herramienta que tenga sea una pizarra, una tiza sillas y mesas y un armario no se pueden pedir milagros, hacemos lo que podemos y eso es lo que hay, aunque vivamos en la sociedad de la información y de la comunicación. Y sí hay diferencia entre hacer deberes y no hacerlos, se nota mucho en el rendimiento académico.
Fundamental que los niños jueguen, que hagan deporte, que tengan amigos y salgan con ellos, y que sus padres disfruten de ellos y n o solo los sufran con deberes. Tampoco se les puede meter en una urna. Para mí ha sido siempre una prioridad que el cole estuviera cerca de casa, lo veo ya en la distancia y fue un acierto, amistades con unas raíces difíciles de arrancar.
Me dan un poco de miedo esas iniciativas del "sin deberes". Todos tenemos responsabilidades: los padres, los alumnos y los profesores, cuando falla una de las tres partes la cosa no va bien. Además, creo que ese tipo de actitudes ponen en cuestión la labor del profesor, una parte fundamental, que es quien decide cuándo hay deberes y cuándo no. Estoy segura, muy segura de que si no los hubiera también se nos cuestionaría. Yo lo tengo claro: sí a los deberes, sí al trabajo diario, con moderación porque son niños.
Un beso.
¡Qué buen aporte, Angie! Cuando opino de estos temas lo hago, como tú, como madre y profesora que da tarea para el hogar. Pero mis alumnos tienen una edad en la que pueden y deben sentarse y hacerse cargo de la parte del aprendizaje que les compete.
BorrarCon niños más pequeños es diferente creo, a menos que el docente sea sensato y asigne tareas de un nivel de dificultad apropiado y en cantidad pertinente. No he dado con muchos docentes así. Todo ha decaído en la educación argentina, también el nivel de excelencia de los profesores, que además no se encuentran socialmente bien considerados como hace unas décadas y ganan sueldos magros, por lo cual deben trabajar mucho más que antes.
Se sospecha de esta hiperactividad muchas veces justamente por no darles espacios para que la encaucen. Todo el día en el pupitre y luego en casa, a la silla. Es la desmesura lo que abruma. Con eso no podemos ni grandes ni chicos. Entonces a estos niños totalmente viables y sanos se les receta ritalina, se los convierte en zombies y creemos que el problema está resuelto, cuando lo hemos empeorado. Dale más deporte, porque será un buen deportista o una buena bailarina a futuro.
Y sé perfectamente que los profesores hacemos lo mejor que se puede con lo que contamos. Simplemente, mandar deberes largos todos los días hace que pierdan su utilidad y se conviertan en una carga.
En cuanto a la sobreprotección, es el planteamiento que ha venido de los docentes con los que he charlado sobre esta sobredemanda corroborada por psicopedagogas y psicólogas con quienes hemos consultado por mi hija cuando estaba en primer grado, ya que su maestra me pronosticó "problemas de aprendizaje" al mes de haber comenzado su escolaridad primaria. Lo que le preocupaba a la maestra era que la consideraba "lenta" para copiar del pizarrón (primer mes de clases...), y notaba que se quitaba los zapatos en clase, porque era la primera vez que usaba zapatos de cuero en su vida y se sentía molesta. Tenía aún cinco años... De de pasar del prescolar a la primaria, dejó de jugar en su patio favorito del cole, dejó de correr en sus zapatillas, llevaba uniforme en lugar de guardapolvo, y, lógicamente, se estaba adaptando. Pero la mestra la comparaba con su hermano cinco años mayor que ella, y esperaba el mismo nivel de rendimiento...
Si los parámetros que seguimos aplicando son cantidad por sobre calidad, velocidad por sobre logro, y tendemos a tomar como norma al más apto, la escuela se convierte en la selva donde sobrevive el más apto, y le quitamos la chance a todos aquellos que en su singularidad pueden aprender a su modo.
Ojalá todos los docentes fueran tan razonables como tú. En mi caso, la que se tuvo que plantar para que no dañaran a mi hija con etiquetas que luego no se sacan más de encima fui yo. La maestra vino con el dedo acusador y auguró fracaso. Hoy mi hija es una responsable y aplicada alumna sin ninguna dificultad más que la sobredemanda que sigue presente a pesar de que la cambié de la escuela donde cursó el primer grado a otra que también está cerca de casa, porque coincido contigo en que eso es vital para su vida escolar y social, en la que muchas veces se refugió y se refugia de los adultos que no contemplan la medida justa.
¡Gracias por el riquísimo testimonio y por permitirme compartir todo esto contigo!
Un beso.
No tengo nada en contra de los deberes siempre y cuando sean comedidos y no requieran a los padres que ejerzan la función que no les corresponde: la de ser profesores.
ResponderBorrarLecturas, trabajos mecánicos, manuales, creativos, etc, podrían realizarse en casa si el tiempo escolar no lo permite.
Un abrazo
Absolutamente de acuerdo, y simplemente refuerzo de lo que se aprende en clase en su justa medida.
BorrarMuchísimas gracias, Luis Antonio, y un abrazo.
Hacer dever is como trabajar sobretiempo. En gran quantidad puede causar mucho estres.
ResponderBorrarInteresante post!
Besos tatuados
Gracias, amiga.
BorrarTomo el tauaje y te mando un beso grande!
Quiero agradecerles a todos los que han aportado tan lúcida y generosamente sus opiniones a esta entrada, porque sus aportes la han enriquecido exponencialmente para mí personalmente.
ResponderBorrarEste es el intercambio que valoro y enriquece mi visión de las cosas profundas y de lo cotidiano en mi vida.
Es siempre un aprendizaje recibir sus comentarios y un placer descubrir cuánto me nutre seguir pensando a partir de lo que ustedes opinan, devolviéndolo en respuestas que no intentan sino ir más hondo en mi reflexión inicial.
¡Un saludo a todos!
Muy interesante tanto el texto como las reflexiones posteriores. En mi opinión los deberes por sistema forman parte de una tendencia a automatizar y mecanizar la educación. El único puntopositivo que les veo es el fortalecimiento de la relación paternofilial. En mi caso particular, guardo más recuerdos de los deberes realizados a medias en casa con mi madre que del profesor que me los puso.
ResponderBorrarCreo que la virtud puede encontrarse buscando un término medio que no es fácil. El desarrollo integro del niño exige preparación, pero también espacio para el tiempo libre y para otro tipo de actividades que no lo olvidemos, también son educativas.Incluso más educativas. Un saludo.
Tu madre ha de haber sido una mujer con mucha paciencia. Yo guardo recuerdos de interminables horas en las que mis padres hacían lo mejor que podían entre ayudarnos a mi hermana y a mí con las tareas y hacer su trabajo. A veces mi madre se veía superada como me pasa hoy a mí, y ahora la entiendo. Cuando tienes más de un hijo, la tarea se multiplica, y te encuentras reaprendiendo cosas o aprendiéndolas junto a tus hijos. Si los tiempos modernos fuesen más relajados para grandes y chicos, seguramente sería mucho más placentero. También en eso que hacemos los padres lo mejor que podemos hay un aprendizaje de vida para los hijos, es cierto.
ResponderBorrarUn saludo y gracias por tu aporte, Víctor.