Cuando me estaba por casar, recibí como regalo
una multiprocesadora de alimentos. Me pareció el artefacto más
completo que me podían regalar para las tareas culinarias que me aguardaban una
vez que aterrizara de mi luna de miel y comenzara el casamiento real. Pero al
enfrentarme con la tarea de cocinar, cosa que usualmente sucedía a última hora
del día, cuando mi flamante y hambriento esposo y yo aterrizábamos luego de una
jornada de trabajo de día completo, lo último en lo que pensaba era en ponerme
a procesar alimentos empleando adminículos diminutos que tenía que desarmar
como un rompecabezas, encastrar y ensuciar para luego lavar y secar uno por uno
y volver a armar para guardar. El cuchillo y la tabla resultaron mucho más
nobles y prácticos. Y hasta hoy siguen dando buenos resultados.
Lo cierto es que desde entonces el ritmo de mi
vida se ha ido acelerando como mis pulsaciones a lo largo del día. Llegó el
primer hijo, las idas y venidas a la casa de los abuelos que lo cuidaban
mientras iba a trabajar fuera de casa, idas y venidas al cole, a inglés,
a fútbol, a fiestitas de cumpleaños; más tarde llegó la segunda hija, pintó el desenfreno para poder atender
todos los flancos con ayuda y todo, hubo mudanza de departamento a casa, vuelta a empezar y seguir con las idas y venidas por dos, y sigo
corriendo desde que me levanto antes que todos por la mañana hasta que me
acuesto y verifico que todos estén acostados cada noche. Y casualmente hoy,
buscando mis últimos análisis para llevar al control médico que me tocaba como hace
dos años, pero que postergué por no tener afortunadamente ningún síntoma de
mala salud y por la falta de tiempo característica en mi rutina, me encontré
con la multiprocesadora en un rincón, arrumbada y oxidadas sus
cuchillas que prometían alivio y rapidez en el arte de matar hambre.
Mirándola y considerando seriamente deshacerme
de ella de una buena vez, caí de pronto en la cuenta de que con el paso de los
años me convertí en una: soy una multiprocesadora. Hago camas, no
sin antes rescatar todo tipo de objetos perdidos de las profundidades entre las sábanas revueltas (pañuelos, monedas, medias de pares distintos, etc. sin
entrar en detalles de los mismos...), ordeno placares, limpio los pelos del
cepillo de mi princesa que invierte una media hora diaria al cuidado de su
cabello, ya que según ella es "su tesoro", refriego bañeras e inodoros
a pesar de que en los comerciales de televisión me llamen "obse" por eso,
pongo orden en la caverna en la que se ha convertido la habitación de mi hijo
adolescente, cocino como para un regimiento aunque somos cuatro normalmente a
la mesa, aspiro, barro, lavo, tiendo, seco, plancho y además, en mis ratos libres, enseño inglés y
blogueo... Soy la más completa versión de multiprocesadora en el
mercado y, sin embargo, todo lo que hago a la velocidad del rayo no tiene un precio. Y por si fuera poco con todo eso, tengo componente autolimpiante incorporado: me baño y me
aseo por las mías para estar presentable frente al mundo. ¡Sí! ¡Mis adminículos
me los lavo y me los seco yo misma!
Es curioso que esta característica de la vida urbana moderna de
las mujeres y los hombres que hemos elegido formar una familia sea tan preciada
en el mundo del trabajo. Allí se la conoce como multitasking,
la capacidad de atender o hacer varias cosas al mismo tiempo con cierta
velocidad y bastante eficiencia. En ese mundo sí se cotiza esto que nos hacen
ver como una virtud. Y sin embargo, sigo pensando sobre mí misma
y sobre el multitasking lo mismo que pienso sobre la multiprocesadora
que me obsequiaron creyendo que me hacían un bien, allá cuando, sin imaginarlo
siquiera, tomé la decisión de convertirme en una: estamos sabiamente diseñados
para hacer una cosa por vez, atender un sólo juego, caminar más y correr menos, transitar cada instante focalizando en una única cuestión. Si no nos pasa como al colador, ese viejo y fiel compañero de mis abuelas, que
se tomaban su tiempo para hacer la misma cantidad de cosas o tal vez más, ya que
no contaban con lavarropas automáticos digitales, hornos autolimpiantes,
aspiradoras, microondas, freezer y demás invenciones de la era tecnológica: se
nos empieza a escurrir la vida por los agujeritos.
A boca de jarro
Después de leer este post, no sé si reírme o si llorar!!!
ResponderBorrarMuy buena la comparación con la multiprocesadora. Un claro ejemplo de lo que es un poco nuestra vida en la actualidad.
Y aunque yo mucho no puedo quejarme, porque tengo un compañero absolutamente colaborador, igual siento que nunca paro, que voy llevando, trayendo, ordenando, limpiando, en fin... Vos lo resumiste muy bien, si es que es posible resumirlo.
A no bajar las cuchillas! Perdón, los brazos.
Besos!
Riamos y lloremos, porque así es la vida. Hay momentos en que te lo tomás en solfa y otros en los que te brotan las lágrimas como a esa nena que alguna vez fuimos y que vive en nosotras.
BorrarYo también tengo un compañero muy gaucho: es la minipimer en casa, según se autodefinió luego de leer y aprobar el post haciendo las veces de editor.
¡Seguiremos triturando, quiero decir, trabajando como buenas madres argentinas!
Besos y muchas gracias!
Buenísima descripción! las verdaderas multiprocesadoras somos nosotras!
ResponderBorrarY en cuanto a los electrodomesticos,mi teoría es que cuanto más complejos menos los usamos. En casa,hace un tiempo, apareció marido con una nueva juguera, un monstruo que prepara jugos con la fruta o verdura entera, sin pelar. Desde el momento en que la vi supe que jamás la iba a usar.marido se rió, se preparó un ultra mega jugo con mil variedades y casi se infarta cuando tuvo que desarmar el artefacto y limpiarlo.Conclusión: nunca más se volvió a usar,ahora junta polvo arriba de la heladera.
Beso y buena semana!
Maru: ¡sos una genia! Te identificás con ese aparato y te queda tiempo y energía para el arte!!!
BorrarSabés que en casa se deslizó la idea de la súper juguera todo terreno: saqué a relucir la multiprocesadora, arrumbada en un rincón, y chito la boca. Hacemos jugo con la sencillita y gracias que hacemos jugo. Fijate, por ahí se cotiza bien de segunda mano.
Me queda pendiente leer tu entrada del Dalí, que me la reservo para mi rato de descanso con un cafecito cuando vuelvo de llevar a la más chica a inglés, un rato antes de hacer la cena.
Beso y mil gracias!
No me había planteado el hecho contundente de que soy una máquina...
ResponderBorrarSi bien es cierto, que como un rayo fugaz, en ocasiones algo parecido se me ha querido instalar en forma de pensamiento,lo he rechazado por falta de tiempo para profundizar en ello...
Pero ahora que te leo, asimilo por fin lo que siempre aguijoneó mi cerebro.
Lo mejor es saberse capaz de hacer innumerables cosas a la vez,algo aparentemente difícil y sin embargo posible.
Lo peor es lo infravalorado que está este hecho, la indiferencia del mundo frente a la valiosa aportación de estas máquinas humanas en las que nos convertimos las mujeres impepinablemente,por voluntad propia o a causa de un destino femenino del que no sabemos o podemos desligarnos.
Siempre me despiertas las neuronas, lo cual es un placer añadido a la lectura.
Gracias y besos.
Es lógico, Marinel: tu enorme sensibilidad de poetisa no conecta con la parte mecánica en ti. Te imagino haciendo innumerables cosas pero con la inspiración creadora puesta en un poema de esos hermosos que creas con tanta ductilidad.
BorrarA veces me pasa eso: me pregunto cómo hacemos las mujeres para preservar tanta sensibilidad, creatividad y neuronas a pesar de nuestro destino, como vos bien lo definís, ese destino que invariablemente implica ese frenesí laborioso que parece amenazar con matar a la musa que también nos habita. Por suerte, la musa sobrevive, porque no soportaría la vida sin estos recreos que leer y escribir nos regalan.
Un beso grande y gracias a ti también por darme alas para volar lejos de las tareas cotidianas con tu fina poesía.
Fer, tambien recibimos de regalo una multiprocesadora cuando nos casamos y jamas la use. Por todo lo que mencionas y por falta de espacio en mis cocinas para dejarla lo mas armada ya mano posible. Es mas, no se ni donde esta! En el placard seguro, aguardando una cocina mas grande, pobre.
ResponderBorrarY si, dicen que hay que hacer una cosa por vez, mas que nada lo recomiendan para los ansiosos, justamente! Jaja!
Que te vaya bien en el medico! Un besote!
¡Era el típico regalo de bodas de nuestra generación! Bueno, vos sos más joven, pero igual, la gente no es muy original a la hora de ponerse con un buen regalo. Y el espacio es otro gran tema, pero fijate que yo cuando tuve la casa más grande la quise más despejada de cosas que ya sabía que no iba a usar. No las quise ni de adorno.
Borrar¿Ansiedad, ansiedad? Creo que ese es mi segundo nombre. Gracias por tus buenos deseos para mi salud, Gi. Espero que no pase de un simple control de rutina.
Un beso grande!!!
No es correcto que lo diga yo, pero colaboro bastante en los trabajos domésticos y también en las compras . Me gusta ir a los supermercados, fruterías.... Mi madre me lo enseñó así, aunque en mi casa no lo hemos logrado con nuestros hijos....Me asombra la capacidad que tenéis las mujeres para hacer mil cosas a la vez, pero no soporto que se abuse de vuestra abnegación y entrega...
ResponderBorrarA veces son las mismas madres las que enseñan las desigualdades entre varones y hembras...
Tal como lo describes tú, Fer, todo resulta sencillo y hasta divertido, pero la realidad es mucho más compleja y conflictiva.
Besos
Creo que es muy correcto que lo digas, porque no tiene nada de malo que el varón colabore e inclusive, llegado el caso, se haga cargo de las tareas domésticas. No podría estar más de acuerdo contigo en que esto hay que enseñarlo y practicarlo, y que las mujeres tenemos que salirnos de ese lugar de abnegación en el que nos han criado. Yo soy conciente de eso pero cuesta salirse de ciertos estereotipos. Además alguien tiene que hacer las cosas, y en general es quien se queda más en casa que arremete. De hecho, en mi entrada hablo de mujeres y hombres, aunque es cierto que aún hoy en general el mayor peso de lo doméstico recae sobre las mujeres.
BorrarSe me dio por hacer una entrada con una pizca de humor, pero es un tema serio y complejo que impacta directamente sobre la calidad de nuestra vida e incluso sobre nuestra salud.
Gracias por tu aporte de seriedad y masculinidad bien entendida y bien ejercida.
Un beso.
Pues a mi me gusta el enfoque que le has dado a la entrada, incluso desde las ventajas que me ofrece mi posición masculina. Creo que esta sociedad patriarcal, por usar el término al uso, ha engañado a la mujer de una forma cruel y ella ha entrado al trapo sin darse cuenta de que todo era una trampa.
ResponderBorrarLa mujer, al ocupar el espacio masculino inducida por el sistema a considerarlo de mayor prestigio que el suyo propio -lo cual es una falacia monumental- se ha encontrado que al mismo tiempo debía seguir manteniéndose anclada al antiguo ya que el hombre en ningún caso estaba, está, dispuesto a sustituirla si no es de forma simbólica. Por eso esa sensación que tienes es tan real y tan opresiva.
A corto o a medio plazo la mujer tiene que poner freno a ésto por que es la víctima de un sistema que la está explotando vilmente en nombre de una supuesta emancipación que cada día, en realidad, la está haciendo más esclava.
Muchas veces pienso en esto que planteas de la falacia, sobre todo porque al devenir adulta te preguntas: ¿y esto era todo?, ¿para esto me he quemado las pestañas estudiando y roto el lomo trabajando, para ahora estar aquí batiendo huevos? Y se tiene la clara sensación de haber sido estafada, de haber comprado un eslogan publicitario junto al ideal de poder hacerlo todo: realizarte intelectual y laboralmente y formar y llevar adelante un hogar con una familia.
BorrarTambién me he planteado seriamente, y me lo planteo de tanto en tanto, dejar de trabajar fuera de casa y dedicarme simplemente al hogar. Pero lo he hecho estando con licencias por postparto y no me he sentido bien. Creo que para mi generación el tema no se resolverá.
Coincido contigo, aunque suene algo patriarcal o directamente machista, en que las mujeres hemos errado el rumbo al pretender escaparnos del agobio de una tarea que carece de todo prestigio y reconocimiento social, pero que es y debería ser cada vez más, en una sociedad tan individualista e impersonal, una sociedad de muchos hijos huérfanos de mirada y presencia, sobre todo materna, lo que le da calor de hogar a una casa y sustento a la crianza de los hijos y a la vida en familia. Fíjate que aún quienes se creen muy emancipadas y no se ocupan para nada de lo doméstico deben destinar una buena parte de sus ingresos a delegarlo en alguna mujer que finalmente haga lo que ella no hace puertas adentro, porque sigue siendo indispensable.
Es cierto también que este querer estar presente en tantos ámbitos y pendiente de tantas cuestiones al mismo tiempo se siente como una esclavitud más que como la liberación que se proclamaba...
Gracias por tu interesantísima mirada sobre el tema y por tu honestidad.
Un saludo.
Contado así, a priori, la verdad es que suena bastante duro. Creo que es la realidad de muchísimas mujeres, que se ocupan de lo interno, lo externo, lo divino y humano...
ResponderBorrarTodos sabemos que por alguna razón las mujeres están cargadas de trabajo y que los hombres se escurren de sus labores, aunque creo que en las nuevas generaciones las cosas están cambiando.
Pero creo que las mujeres son muy víctimas de su cultura, y que hacen muchas cosas como por una especie de "obligación cultural". A mí me duele, porque también veo a mi madre poner lavadoras como loca sin necesidad, o fregar un baño cuando podía estar en la playa.
Que viva la independencia y ojalá podáis quitaros de esa responsabilidad absurda que os han metido en el cuerpo, porque no tiene sentido.
Un abrazo y ánimo
Me encanta como abres el comentario dejando perfectamente en claro de que esto suena duro "a priori": me resulta tan simpática y auténticamente masculino.
BorrarCoincido en que en las nuevas generaciones hay una forzada tendencia a compartir el trabajo doméstico, ya que la mujer sale mucho a trabajar fuera de casa y no queda otra.
Es también posiblemente cierto que seamos tontamente víctimas de la cultura y que no haya necesidad de tener todo impecable, pero convengamos en que alguien debe ocuparse de limpiar los inodoros que los hombres dejan decorados para irse a trabajar y luego a relajarse a la playa o al bar. No sólo pasa por una cuestión de responsabilidad absurda que nos han metido en la cabeza. También hemos estudiado y hemos aprendido que la suciedad y el desorden no son sanos, que es necesario para nuestra salud física y mental vivir en ambientes limpios, aireados y razonablemente ordenados, pero ahora si te esfuerzas por mantener tu hogar así, se te tilda de obsesiva. Hay justamente un comercial televisivo al respecto en la tele local.
La idea de independencia suena estupenda, querido Diego, pero hay que tener medios para que alguien, si no somos nosotras o ustedes, friegue los baños. Has la prueba de dejar tu baño sin limpiar por una semana y luego me cuentas si tiene o no sentido el trabajo de tu madre, que igualmente debería dejar el baño algún que otro día e irse un rato a la playa. Pero no es fácil lograr el equilibrio para nadie.
Gracias por tu aporte, un saludo a tu madre, que probablemente estará de acuerdo conmigo, y un abrazo grande para ti.
jajaja FER, cielo... ¡¡qué simpática tu ilustración de la entrada!! ;-)
ResponderBorrarEs verdad que a veces la cosa va así, lo que no sé es cómo hay días en los que no nos empieza a salir humo de la cabeza de los recalentamientos que nos entran, al menos a mi y eso que soy muy afortunada y cuento con ayuda para las cosas de casa. No sé si es por eso, que quizá de todo lo que sobre carga mis horas, las cosas de casa materiales, te aseguro que es en lo que menos energía quemo, aun cuando debo hacerlo... Los fines de semana por ejemplo, que estoy sola... te juro que paso por toda la casa como el Sr D limpio del anuncio como un remolino huracanado que muy, pero muuuy por encima, coloco todo a tooda velocidad y ¡¡andando que es gerundio!! ;-)
Tengo muy claro, al contrario por ejemplo que mi madre, que entre que brille todo como los chorros de oro y todo recolocado y perfecto y... enterarme de lo que le ha pasado a mi hijo al verlo alicaído ¡¡¡ paso absolutamente del brillo o de lo que sea !!! y me siento con él... es mi única prioridad en este vida, la gente, mi gente primero, después el resto...
Ya puede estar todo manga por hombro que me va a dar igual... ( que no me escuche mi hija que se aprovechará y como el tuyo, necesitaré una pértiga para entrar en su habitación:-) pero de verdad, si tú vienes un sábado por la mañana a mi casa ¡¡te mueres del susto!! tooodo patas arriba, yo en pijama hasta las tantas de la mañana, a veces jugando con mis hijos como una descerebrada y es que ¡¡ lo siento !!... como tú dices, mis fines de semana son sagrados ¡¡paaso de todo!! ni miro el reloj salvo compromisos o citas... pero, no pienso permitir que mi vida, las cosas que me gustan de ella, se me escurran por los agujeros del colador... ¡¡lo primero es lo primero y lo siguiente, pasito a pasito y hasta donde llegue... llegué!! para correr, de lunes a viernes:))
Respecto a los robot estos FER, máquinas y electrodométicos pequeños de todo tipo ( de los grandes no hablo, porque son imprescincibles ;-) yo... como tú... ( pero además súmale, mi completa inutilidad en el uso de todo tipo de máquinas) los miro de reojo y me digo... entre que puede que me explote y que luego tengo que desmontarlo, limpiarlo y recogerlo -¡¡encantada de conocerte!! prefiero a mi querida sartén de toooda la vida!!- no tiene mandos, ni necesita instrucciones de uso de ningún tipo :-)
Un beso inmeeenso mi querida multiporcesadora jajaja ¡¡SÚPER FER!! :-)
Me llamas "Súper Fer", y esa es otra fuente de fuerte identificación infantil: La mujer maravilla, la bella Linda Carter, Miss Universo de entonces, una princesa amazona del Triángulo de las Bermudas con avión invisible y la capacidad de pasar de ser una tímida empleada en uniforme a una heroína capaz de levantar coches y frenar balas con sólo darse unas vueltas. Creo que las mujeres de mi generación hemos comprado esos mitos y creíamos que era posible ser las dos mujeres con sólo girar y girar graciosamente. Ahora si me pongo a girar, me da vértigo.
BorrarGracias por tu fresco y auténtico aporte de siempre!!!
Un beso grande.
FER cielo, naaadie puede girar hasta el infinito, está claro ¡¡la centrifugación no es una cualidad humana hasta la fecha!!:-) me temo que sólo te queda una solución... reparte fregonas y bayetas a los miembros de tu casa o cierra los ojos... me temo, no hay más solución para..."Ser mujer y no morir en el intento" ( te la recomiendo es una novela de Carmen Rico-Godoy, habla exactamente de lo mismo que tú, aquí:-)
BorrarMuaaaaaaksss bonita.
PD
Conste que te comprendo más que bien... pero ya sabes, sin querer cada vez que comento, parece que me lo tomo todo a risa, pero... sólo parece... recuérdalo ¿sí?:-)
Feliz día a pesar de la centrifugación, FER.
Y yo también me lo he tomado a risa, aunque sea serio: ¿qué le voy a hacer? Tengo que seguir haciéndolo todos los días. No creas que no delego y reparto tareas: ese es el único multitasking que creo que funciona. Lo demás es puro cuento, igual que la mujer maravilla, ya lo sé, ya me dí cuenta hace años. Pero no te imaginas cuánto he jugado a ser ella, me había hecho el disfraz con los brazaletes y la bincha de aluminio, y tenía hasta el lazo de la verdad atado a la cintura que servía para lograr que los villanos confesaran. No te imaginas cuánto me gustaría tenerlo ahora cuando tengo que hacer de mediadora en las peleas entre mis hijos...
BorrarHoy me han centrifugado bastante y estoy un poco pachucha. Pero ya se me pasará. Hay muchos virus dando vueltas en el invierno porteño que no se decide a ser un invierno frío.
Gracias por volver, aunque no había nada que aclarar. Por cierto, te recomiendo ver algún episodio de esa serie para reirte un rato y veas lo que yo creía que sería mi vida a los doce años. Esto es sólo una pequeña muestra: La mujer maravilla o Wonder Woman
Un beso enorme, María querida y que lo disfrutes!!!
Acabas de hacer añicos elsueño frustrado de las feministas del 68. De modo que en pleno siglo XXI, ahí estamos como siempre, multiplicando la faena. Conste que también supongo que acabas de dar una alegría tremenda a según que hombres, que buscan una procesadora de esas que les lave, les planche y hasta les peine.
ResponderBorrarLa cuestión es que en el mundo actualla pareja no da de si. Demasiada labor aunque se reparta. Aplicar el sentido del humor a todo ello es muy sabio por tu parte. Un abrazo.
Todos los "istas" se han ido a los extremos. Y ahora nos damos cuenta que hay que conciliar, que hay que mancomunar esfuerzos equilibradamente. El tema es también, querido Víctor, que como tribu, como familias extendidas que éramos donde había varias manos atendiendo el hogar, nos hemos independizado de todos, hasta desentendido (abuelos, padres, tíos y tías, etc.), y las mujeres urbanas del siglo XXI, y diría que los hombres también, nos sentimos solos y sin contención, sostén y apoyo muy a menudo. Esta es la gran fuente de estrés que genera ser cabezas de "familias nucleares": un núcleo siempre necesita de una membrana que lo proteja y lo nutra, y eso es lo que hoy nos falta.
BorrarGracias por sumarte a pensar en voz alta y aplicar el buen sentido del humor.
Un abrazo grande!
Me encanta esta entrada del multitasking, que queda muy, pero que muy fino y el término nos hace a las mujeres supersofisticadas. Es auténtico lo que nos pasa: a tal hora estás recogiendo cocina y a la hora siguiente estás entrando en una clase como si tal cosa, vamos, como cuando entra tranquilamente el director o el compañero de plástica.
ResponderBorrarCreo que en el tema de la casa la organización es fundamental y por mucho que se pase del tema, hay que comer todos los días, utilizar el baño todos los días , etc, etc. Todos estamos muy cansados pero nosotras seguimos y seguimos como las pilas Duracel, mientras los demás se paran ¡y es que no hay quién les ponga las pilas!
Nos han engañado como a bobas, la siguiente generación será diferente pero nuestra herencia es tremenda. Cargamos con la casa y con muchas más cosas por ser mujeres. Una amiga se marcha de Madrid, tiene que cuidar de sus padres, que no están bien. No es que no haya más hermanos, es que son varones. La lista es tan interminable como injusta. Otra ha tenido que llevar a su madre, ciega, a una residencia, ya no podía moverla ella sola. Otra viaja fin de semana sí fin de semana no a otra provincia para hacerse cargo de sus padres, ninguno de los dos se valen por sí mismos. La culpa además es tremenda por no poder hacer más, por estar lejos.
A mí no me regalaron multiprocesadoras pero yo me compré una genial que uso mucho, yo, yo, ¡la uso yo! Y una aspiradora que lo aspira todo, si me descuido aspira la alfombra entera.
Pero el problema es que llega un momento en que asumes el papel de tal forma que cuestionarlo desgasta mucha energía, mucha más que las tareas.
Las mujeres pueden estar felizmente casadas pero de lo que no me cabe duda es de que los hombres lo están mucho más. Por eso de vez en cuando es muy sano desaparecer, quitarte de enmedio, reubicarte y si la casa se cae, que se caiga.
Multitasking, multiprocessing, multitontas, pero que no nos falte el buen sentido del humor.
Besos.
Angie: ¡cuántos testimonios tan reales que demuestran cómo vivimos las mujeres de este tiempo! Yo espero igual que tú que la próxima generación de mujeres sepa cómo encontrar el equilibrio perdido, lo deseo de corazón para mi hija y mis sobrinas. Y esto que dices lo siento tan cercano a mi vivencia: esto de estar un rato antes de ir al trabajo haciendo de ama de casa y luego vestidita de profe en el salón saludando al director como si te hubieses pasado todo el DIA entre libros... A veces siento que soy una ama de casa que hace de profesora, más que una profesora que además se encarga de las tareas del hogar. Lo cierto es que paso más tiempo con la aspiradora yo también que con los libros. O al menos así se siente. Tengo un rollo con los roles que no logro desenrollar: ¿se podrá? No lo sé.
BorrarY la culpa, la perenne y omnipresente culpa femenina, siempre taladrándonos: que los padres, que los hijos, que la pareja, que el trabajo, que las amistades... Siempre nos sentimos en falta con alguien o algo simplemente porque no da el tiempo ni las energías para todo.
Multitontas, puede ser. Al menos tenemos el poder de reírnos de lo que nos pasa y tanto nos cuenta cambiar.
Muchísimas gracias por tu valioso, rico, jugoso y esclarecedor aporte.
Un beso grande!
Impecable. El mejor post de todos los que leí hasta ahora.
ResponderBorrarNada sobra. Nada falta.
Y la reflexión final no por simple es menos contundente. Y profunda.
Clap. Clap.
Gracias, Victoria. Acá sí que no hubo que consultar fuentes ni citar a ningún autor. Es todo totalmente autobiográfico. Será por eso que te parece mejor que otros escritos en los que no es posible ser tan auténtica como se es cuando se describe exactamente quien se es y como se vive. Esta soy yo de verdad y así vivo.
BorrarUn beso grande!
que casualidad! Esta semana en inglès escuchamos un listeting sobre multitasking, donde hablaba de esta caracterìstica presuntamente femenina de hacer varias cosas a la misma vez. Mi trabajo me lo exige, pero cada vez estoy mas descontenta de esta capacidad. Yo también estoy muy cansada. Hoy decidí hacer una cosa por vez. Me puse en estado "do not disturb", algo que le avisa al resto que si quiere algo de nosotros va a tener que esperar. No atendì teléfono, ni permití que nadie me hablara. No fue multitaks por un par de horas, he hice un descubrimiento maravilloso: nada malo ocurrió por eso.
ResponderBorrarSí, encuentro que lo que más genera esta "capacidad" es descontento, justamente por "la teoría del colador": sentís que se te escapa el agua, el fluido vital, por los agujeritos que irremediablemente genera hacer varias cosas a la vez. Viene bien de vez en cuando desconectarse y ocuparse de esa sóla cuestión por vez, sobre todo la que resulta la más importante para funcionar bien: ¡nosotras mismas!
BorrarEn eso estuve yo también por estos días, Caro. Por eso esta semana hubo una sóla entrada en el blog. Ya voy a escribir sobre esta experiencia. Pero después de descubrir que funciono en "multimode" la mayor parte del tiempo, decidí hacer algo al respecto que ha incluido el ritmo de publicación aquí, el chequeo de mails, etc.
¡Un beso y muchísimas gracias por dejar tu comentario!
Tu artículo es muy divertido, pero tiene un tono dramático, y es que el trabajo de la casa es agobiante.
ResponderBorrarHace tiempo decidí ignorarlo y darle más importancia a otras tareas. Limpiar pone de mal humor, además, por más que limpies siempre se ensucia. Soy maniática, por eso desde hace años vengo entrenándome en no mirar el desorden, ni el polvo de las estanterías y me conformo con barrer los suelos y pasar la fregona una vez a la semana. La cocina y el baño no hay más remedio que hacerlo todos los días, aunque ahora congelo mucho mi propia comida, adoro cocinar. La plancha no la miro, por lo general compro ropa que no se planche y a mi marido se ocupa de propio planchado, o la tintorería.
Así he aprendido a sobrevivir a las tareas domésticas y a todo lo aprendido.
Trabajo en casa, y me concentro en mi trabajo, no miro si la casa se cae. Confieso que ahora después de años de entrenamiento eficaz, y la lucha contra los fantasmas de la perfección doméstica, me he convertido en una persona feliz y convivo divinamente con mi imperfecta casa.
Un abrazo
Sí, lo es. Es un artículo absolutamente realista, María. Estoy aprendiendo a hacer como tú, pero lo de fregona me viene en los genes, y es detestable por cierto. Lo peor es que nadie parece notarlo, ni cuidarlo, ni mucho menos valorarlo...
BorrarEstoy recorriendo ese largo camino hacia mi perfecta imperfección en esto y en otros muchos aspectos yo también.
Gracias por tu testimonio y tu valoración.
Un abrazo!
Fer